Hablemos, escritoras.

La luz en los árboles

Marta Royo · Abismos Casa Editorial · 2019 · 88 pp

Poesía

“Nos hicimos invisibles / como algunos animales. Hay silencio colgado en las nubes / cada voz ahuyenta la otra voz.”, escribe, como lo hace la luz deletreando entre los árboles, la poeta costarricense Marta Royo, que al igual que Balam Rodrigo en su Libro centroamericano de los muertos, da voz a los migrantes, a los que desaparecen atravesando el desierto, los ríos, las lomas, en este caso a las mujeres, que buscando otro horizonte (otro lugar), como lo hemos hecho siempre desde que apareció nuestra especie, obligados, por la necesidad y las circunstancias, a pernoctar atravesando el tiempo en busca otro tiempo, sin ver nombres ni fronteras, porque a veces no se puede (no podemos) estar, permanecer y echar raíces, y a pesar del acoso o la violación que mancilla; de la amenaza, la esclavitud o la muerte, los que acechan como el silencio colgado en las nubes, en cada recodo del camino, en cada gesto, a veces hay que irse (partir, exiliarse), hacerse invisible, apagar la otra voz (nuestra voz) antes que nos oprima totalmente la destrucción o nos subyugue la barbarie, antes que nos ahogue el desprecio, seguir siendo nadie o perecer. De eso hablan estos cantos: de leer entre la luz de las hojas en los árboles, del sufrimiento, el sin sentido y el desamparo; cantos que nos recuerdan que a veces no queda más que el sueño, la imaginación o mirar hacia el universo perdiéndose, como lo hace la poesía o el teatro, lugares de refugio, territorios de comunión y reencuentro, que nos permiten estar (seguir estando) y sobrevivir». —Álvaro Mata.