¡Menuda fama la de Teresa! En su casa la temen por fantasiosa, se rumorea en los conventos que es una rebelde e incluso algunos desalmados quieren que arda en la hoguera como si fuera una malvada bruja.
Cabezota como ella sola, luchará hasta averiguar qué es aquella extraña fuerza capaz de hacer que las personas se eleven y que los corazones se hinchen de amor hasta ponerse como sandías. Vivió sin vivir en sí hasta que un día, descalza y en pleno éxtasis, descubrió la clave de aquel misterio. Desde entonces nadie dudó que era más buena que una santa.