En Alemania no se había visto cosa igual, Goethe quería saberlo absolutamente todo. Si no encontraba respuesta en los libros, acribillaba a los demás con sus preguntas. ¡Sálvese quien pueda! Y para colmo, cuando estaba de moda lo racional, ordenado y práctico, a él le dio por la sensibilidad, la pasión y el romanticismo. Menos mal que tras un viaje a Italia sentó la cabeza. Eso sí, jamás perdió su curiosidad por la vida, ¡y eso que vivió tantísimos años que apenas le quedaban cosas por investigar!