Una vez más, Asbel Hernández me toma por sorpresa. Leo sus historias y es inevitable sentir su aspereza y su enorme fuerza narrativa. Es una literatura cruel. Una prosa despiadada que es capaz de colocar en la superficie de una letra, de cualquier palabra, de una frase trivial, todo el dolor que acompaña al verdadero amor. Al amor por un hombre, al amor de una madre, al amor de una hija, al hambre de amor. Con su ya conocido estilo provocador, Asbel nos obliga en este libro a replantear nuestro concepto de familia al mostrarnos su compleja fragilidad anclada en el discurso cultural alentando roles que nada tienen que ver con el amor. Asbel desnuda en su literatura a la maternidad exponiendo sus lealtades y mentiras, las dependencias. Sus demandas nunca satisfechas. Por sus páginas desfilan todas las Medeas y Clitemnestras, todos los destinos posibles enfrentados a las tristes fuerzas de poder que se juegan al interior de la familia. Cierro el libro y pregunto en silencio: ¿Me quieres, mamá? -María Esther Núñez.