Los pies de los corredores están fijos, anclados en el suelo. ¡En sus marcas!, extienden los brazos, doblan las rodillas. ¡Listos!. Eleven ligeramente el cuerpo, agachan la cabeza, preparados para salir como balas. Miro el reloj y antes de que es segundero llegue al número doce, oigo el latir de los corazones: ¡bum bum bum bum!. El segundero marca la hora, elevo el brazo aprieto el gatillo y doy la señal: ¡Fuera!.