Blackie, nacida Paloma Efron, fue un personaje singular, una suerte de Victoria Ocampo judía y plebeya. Una pionera obsesionada en la búsqueda de los cruces de la divulgación y el entretenimiento, de la cultura popular y la alta cultura. La introductora del negro spirituals en la Argentina, la inventora de los livings y los paneles en la televisión, la precursora de los programas políticos, la dueña de una voz de radio que se hizo inconfundible en las horas de la siesta. Una mujer que logró aflojar las riendas que paralizaban a su género en tiempos en los que pocas se animaban. Única e irremplazable, no dejó escenario ni set ni estudio radial sin pisar. Escribió, actuó, cantó, condujo, produjo y dirigió. Aunque no tuvo hijos propios eligió se la madre artística de una multitud. A más de treinta años de su muerte, su lugar en el espectáculo sigue vacante.