¿Qué es hoy el "Primer Mundo"? ¿Cuáles son las características que permiten afirmar que un país es "desarrollado"? ¿Cómo establecer una línea divisoria cuando la democracia no parece condición necesaria para el crecimiento económico? ¿Habrá que mirar otros aspectos? ¿Cambiar la escala y organizar esas clasificaciones por ciudades o por regiones? ¿Qué otras marcas de bienestar son más importantes hoy en la opinión de los ciudadanos? La mayoría de las personas nos preguntamos dónde queda ese lugar en el mundo en el que las cosas funcionan, la democracia se impone como sistema político y la gente vive feliz, en un marco de equidad y justicia. Donde las oportunidades florecen y sus habitantes, más allá de sus ideas, tiran para un mismo lado y logran transformar esa cohesión social en crecimiento económico y estabilidad. Donde, a la vez que se contempla el medio ambiente, la educación y la salud son bienes esenciales y las minorías son respetadas. Y donde el Estado funciona como un árbitro que asegura los derechos de todos y para eso regula, pero sin avasallar la intimidad ni vulnerar las libertades individuales. Lejos de termómetros tradicionales como el PBI o el crecimiento económico, ?este libro se propuso buscar ese lugar en otros indicadores de lo que llamamos "vivir bien", y sus autoras lograron detectar un fenómeno que se repite en todo el globo: ya no alcanza con etiquetar a un país como "desarrollado" para definir el bienestar de sus habitantes. Así, florecen "primeros mundos" en países considerados "subdesarrollados", mientras en los países centrales crecen la desigualdad y la violencia, entre otros males tradicionalmente "tercermundistas". A partir de datos, indicadores, crónicas de viaje, análisis de expertos y testimonios de gente que vive en diferentes lugares del planeta, ¿Dónde queda el Primer Mundo? dibuja una cartografía renovada de países exitosos y confirma que vivir al norte o al sur del Ecuador ya no tiene por qué marcar un destino.
«Durante los casi dos años que duró la investigación para este libro, la magnitud y la rapidez de los cambios nos obligaron una y otra vez a repensar argumentos, modificar puntos de vista y sumar capítulos: los refugiados, por ejemplo, ganaron tristemente su lugar en los últimos meses de trabajo; los países emergentes y América Latina demandaron varias reescrituras; Estados Unidos se convirtió en un interrogante. Hacer un retrato del mundo mientras el mundo se empeña en sacudirse y cambiar puede ser una tarea inútil, salvo que la hipótesis de partida, la idea que da forma a todo este libro, se mantenga firme a través del tsunami permanente.»