A partir de una colección de viejas cartas postales, el artista plástico Fidel Sclavo extiende líneas y planos de color para dar nueva vida a estas ventanas del pasado: imagina la continuación de las calles y los muelles, islas y desiertos, las casas y personas que viven fuera de sus márgenes. Recorriendo entonces el camino inverso al común de los libros ilustrados, la poeta María Negroni se inspira en estas coloridas reinvenciones de la memoria y las hace propias. Del trabajo conjunto de estos dos artistas resulta una obra de unidad perfecta en la que las palabras y las formas se complementan y realzan hasta el punto que se vuelve difícil decidir cuál originó a cuál.
Los poemas reunidos tienen la belleza amarga de la nostalgia. El fin del verano, la soledad de los libros, los días perdidos, perfectos gracias a su distancia: en Las afueras del mundo se da un pacto entre la invención y el pasado para volver habitable el presente.