Hablemos, escritoras.

Cuentos encaderados

Andrea Amosson · Editorial Forja · 2014 · 89 pp

Narrativa

Emilia ha visitado a unos tíos que hace mucho tiempo viven en Dinamarca, pronto se debe despedir para volver a Chile. Ellos se han preocupado de enviar muchos regalitos envueltos en papeles multicolores a los que están en el país de la memoria. Se despiden de Emilia en una estación de trenes. Es la nostalgia, la soledad, el desgarro (“Copenhague”). Una joven periodista provinciana ha escrito un reportaje exitoso en un diario de la capital, ella misma se lee y relee al aparecer publicada, espera las felicitaciones del medio, pero algo ocurrirá… (“Reportaje”). Marcelita ha inventado que está embarazada de un muchacho flaco y pusilánime, pero a medida que se aproxima el plazo para dar a luz está el problema de cómo hacerlo para que nadie se dé cuenta de su “invento”, y sucederá lo inesperado… (“El divertimento de Marcelita”). ¿Y cuál es el misterio de Suan, de Octavia, en otros cuentos?

Andrea Amosson sabe manejar muy bien el suspenso en sus relatos, llevar a los lectores hacia una “estación” que nunca será la imaginada. Con gracia narrativa, con humor a veces, siempre con la sutileza del narrador de no decir más allá de lo que corresponde imaginar o crear al lector, estos Cuentos encaderados nos acercan hacia poéticas evocaciones, historias y personajes inolvidables.

Sobre su escritura, la autora señala: “Mis primeros relatos vinieron de la falta, de la evocación frágil, de esa familia que se diluía en el horizonte desértico del Atacama, como agua de espejismo. Aquella tribu que se extinguía al mismo ritmo en que cerraban los pueblos mineros donde crecimos, amamos y morimos. La ausencia dio paso a germinaciones viscerales, se forjó en mis caderas, en lo estriado, en el pliegue. Entonces el texto tuvo carne y pechos y volutas”.