Asbel Hernández trasciende los géneros, los disloca, para llevarnos por caminos del ensayo, de la reflexión, siempre más allá de la anécdota. ¿Es posible que una mujer quiera devorar literalmente a su pareja? ¿Es preferible la huida antes que la traición del otro? ¿Es inevitable la ruptura cuando todo parecía estar bien? Y el tiempo como el único calibrador de la vida: la edad, la proximidad de la vejez, el pensamiento acerca de la muerte de los demás y de la propia. Contra el silencio, inquietante, bello, inteligente, su lectura nos recuerda que escribir es un acto que suple con todo derecho a otras creencias que para algunos funcionan como consuelo.