La autora señala que es el poema quien manda en sus instantes y tensiones creativas. Su atracción por el lenguaje y sus abismos mandan en su escritura y Las abuelas ciegas no es una excepción. Este libro ocurre en Lanzarote y habla de la memoria, sus paisajes y los rostros que se esconden en ellos. Y, hablando de precipicios, todo nos guía al del Alzheimer, que es arena.