El poemario Árboles Endémicos remite a la relación del inconsciente con la infancia, pero también al hogar en el sentido etimológico del término, aquel espacio donde se encontraba el fuego sagrado, la llama viva donde Nabil Valles Dena versifica: "Mi padre, punto inconsciente de sus dimensiones, levantó estos muros con la fe del signo que aspira a la línea desde la pobreza de su ser infinitesimal".