Hablemos, escritoras.

Cuarto Menguante

Sonia Silva-Rosas · Noctis Ediciones · 2014

Poesía

Desde que Sonia Silva-Rosas se avecinó en Monterrey - hacia la mitad de los años ochenta - los encuentros comenzaron a suscitarse, ya para una invitación suya a publicar en una revista, ya para escuchar sus textos o dar una opinión sobre ellos o bien para tender puentes en torno a la literatura del país. Hemos mantenido un vínculo, si no estrecho, sí constante. Las redes sociales, sobre todo Facebook, han contribuido a que el vínculo entre las personas mantenga información latente (casi siempre actualizada) de lo que pasa en la república de las letras. Si es, como dice Bufalino, que los escritores no se leen, sino que se vigilan, FB contribuye en gran manera en esa la tarea de los vigías. No es el caso entre Sonia Silva y yo porque nos leemos, no hablamos mucho pero siempre estamos al pendiente de nuestras vidas literarias y festejamos una publicación, un premio o las pequeñas-grandes satisfacciones, y hasta los sufrimientos que otorga la escritura.
Sonia es una mujer infatigable. La verdad no sé cómo le hace para mantenerse en pie en un medio literario tan complicado como el mexicano en el que, como en todas partes, las vacas sagradas son eso, vacas sagradas, el resto somos simplemente la perrada. Sonia saca fuerzas desde la invisibilidad para sacar adelante a sus hijos, mantener sus vínculos literarios en el país y más allá de estas fronteras. Algunas veces ha publicado revistas, promovido la cultura, encabezado tareas imposibles como darle vida a un espacio cultural, corregir textos de otros y, sobre todo, para soñar y hacer posible el sueño de que la palabra escrita requiere un diario cohabitar. Sonia Silva-Rosas es una autora para quien la poesía es una forma de sobrevivencia cotidiana. Una persona que, como decía, no se da por vencida y que las batallas de todos los días por mantenerse de pie en una ciudad que a veces les da la espalda a los poetas y por mantener viva la llama de la palabra, la templan y la llevan a plasmar, a través de sus poemas, esa realidad apabullante a veces, maravillosa otras.
Cuarto menguante es un libro que me regocija y me sorprende por su madurez, por ése como despliegue de dolencias interiores, ésa como irrupción no de lamentos sino de sentires. Mientras que muchos poetas le dan vueltas y vueltas a las cosas, Sonia hace suyo el dolor de este país, nos comparte su propio sufrimiento y encuentra en el poema una forma para dar a luz sus fantasmas y su catarsis, y de transformar en poesía las acechanzas de sus demonios y de sus dioses.
Cuarto menguante es un poemario que transmite angustia más allá de lo existencial. A través de una escritura nerviosa y persistente, nos da testimonio de una realidad en la que el poeta se busca a sí mismo entre la tribu, tribu que a veces habla otro idioma pero que, al final, logra que autor y lector (hipócritas, semejantes, hermanos al fin) terminen poniéndose de acuerdo. Es grato saber que Cuarto menguante, después de ser editado en México, se da a conocer en otro país. Significa que a la poesía, tarde o temprano, le brotan alas y que busca otros destinos más allá de las ramas y de los árboles de su país de origen. Es más, demuestran que la poesía tiene un origen pero no un sólo destino.—Margarito Cuellar