Caballo fantasma es una novela, pero también es un diario y un ensayo sobre la ficción. La historia transcurre a partir de fragmentos, a través de una escritura pausada e íntima. La voz narrativa, Karenina (Ka), es una joven arquitecta apasionada de la literatura cuya madre murió hace casi dos años. Al volver a la ciudad de Oaxaca después de concluir sus estudios, se adapta a los nuevos espacios, a su departamento, las calles, su trabajo y las bibliotecas, mientras indaga en el rastro de su madre fallecida. Leonora se marchó cuando Ka tenía un año de edad y no volvió; aunque vivieron en la misma ciudad, ella hizo otra vida lejos de su hija y el padre de esta. La narradora solo sabe que su madre padecía una enfermedad de los nervios y que amaba los caballos, de modo que Leonora siempre ha sido una ausencia, un misterio, un fantasma que ahora Ka persigue con su escritura, reflexionando sobre los caballos y los diarios, en un vaivén de referencias a la obra de Clarice Lispector, Onetti, Matsuo Basho, Sándor Márai, Curzio Malaparte, Sylvia Plath, Leonora Carrington y Macedonio Fernández, entre otros. Siguiendo con atención la narración de Ka, el lector se va percatando de que los relatos son ficción y que incluso, varias de las citas y referencias son de libros apócrifos. Por ello, los textos de Ka se convierten en un laboratorio de la ficción donde ella explora e imagina los vínculos con su madre, su padre, su amigo Kevin y un amante llamado N, mientras reflexiona sobre la soledad, la mentira, el deseo y la libertad de inventarse a sí misma –de ser otra– a través de la ficción de la escritura.