La sexta casa está habitada por despedidas. Las palabras van dando cuenta de los desprendimientos hasta que el lugar queda colmado de un vacío limpio y conforme. Se va la infancia, se van los que dijeron que no se iban, se va el tiempo y al final hasta la nostalgia se acaba yendo. Lo que no se va es el cascarón del yo y la casa como puesta en abismo de ese yo: “la casa en su concepto es inagotable / no así la memoria”.