En este caleidoscópico poemario se leen los ecos de todas las magias, a pesar del mundo, a pesar de los microbios y las maldiciones, a pesar de la intemperie de la voz y de la danza. Lourdes Vázquez se instala en la lucidez de la hora inmediata y traza una sintaxis de belleza, veneno y sed. Tiene la rareza de atreverse a desgarrar el lenguaje figurativo y ofrecer la zozobra de la vigilia. Estos poemas seducen como un faro en la primigenia de la noche. Edith Lomovansky-Goel, poeta y artista plástica.