Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Esmeralda Santiago.

Episodio 456 Acercándonos a escritoras LALT / Latin American Literature Today

09/06/2023 · Adriana Pacheco

Escribir Las madres fue un proceso bien distinto"

Adriana Pacheco: Con sus libros When I Was Puerto Rican y Casi una mujer Esmeralda Santiago cautivó a los lectores. Hoy tenemos el gusto de recibir a esta escritora puertorriqueña asentada en los Estados Unidos. Su obra habla de migración, de identidad, de una niñez que quedó en el pasado y en los recuerdos, de la pregunta que siempre asoma cada vez que llega uno a un nuevo sitio: ¿de dónde en realidad soy? Estamos muy agradecidos con Penguin Random House que nos abre esta posibilidad de conversar con ella en el debut de su libro Las madres, publicado por Vintage Español. Yo soy Adriana Pacheco y nos da muchísimo gusto recibirlos como cada semana en este proyecto dedicado al gran talento de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. Bienvenidos.

***

No se imaginan lo que me emociona acercarme a la literatura de escritoras nacidas en Puerto Rico, muchas de ellas radicadas en los Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Me encantan sus voces, su frescura, su frontalidad y la manera como abordan temas que son tan importantes para todos nosotros. Hoy estoy muy emocionada de darle la bienvenida a una escritora que además acaba de salir su libro, que está precioso, precioso, Las madres. Estoy emocionadísima de tener a Esmeralda Santiago. Esmeralda, muchísimas gracias por aceptar esta invitación.

Esmeralda Santiago: Cómo no, muchas gracias a usted por invitarme. Estoy bien emocionada de que voy a conocer a la persona que escucha y que lee esta entrevista.

APR: Claro que sí. De verdad, cómo ha hecho este trabajo penguin Random House abriéndonos estas puertas para llegar a ustedes. Porque las leemos, las disfrutamos, pero queremos oír de viva voz muchas de las cosas que ustedes piensan mientras están escribiendo toda su obra. Cuéntanos. Tú en algún momento viviendo en Estados Unidos, escribiendo sobre Puerto Rico en Estados Unidos… lo hacías por el gusto de escribir, las ganas, la fuerza de escribir, pero en algún momento te diste cuenta de que eras parte de un movimiento de algo que estaba pasando, a manera nacional e internacional. ¿Tú dirías que este movimiento… qué es? Con las escritoras y los escritores de Puerto Rico escribiendo desde Estados Unidos.

ES: Bueno, yo creo que es que vienen buenos escritores [risas] y yo creo que también las editoriales están mucho más abiertas a encontrar voces que son distintas a las que han sido las tradicionales, vamos a decir. Y ahora pues estamos escribiendo muchos en ambos idiomas, en inglés y en español, y se está traduciendo de español a inglés, inglés a español, así que también hay un intercambio entre los lectores. Y para las editorials, mientras más libros se compren, pues más oportunidades para otros escritores.

APR: Claro, me encanta lo que estás diciendo. Hay un intercambio para los lectores brincando de un idioma a otro. Tú has hablado acerca de ese tema, de cuál es el idioma en el que te sientes tú más cómoda para escribir. Pero obviamente, afortunadamente, tenemos el libro también en español. Tú prefieres escribir en inglés, ¿verdad, Esmeralda?

ES: Sí, llevo aquí tanto tiempo en los Estados Unidos y la verdad es que yo hablo en inglés 90% del día y de vez en cuando pues hablo con un familiar, una amiga en español, así que mi español no está tan desarrollado, literario, que mi inglés, que es el que yo practico casi todo el día. Así que no es una decisión de a cuál yo prefiero, sino al que yo tengo más destreza.

APR: Claro, claro. No, hablas un español precioso, pero sí, definitivamente escribir requiere otro tipo de ver y visualizar el idioma. Pues magnífico. Ustedes llegaron como migrantes a los Estados Unidos cuando tú eras muy niña y vienes de una familia grande. Cuéntanos un poco de ese momento, de ese tiempo, de tu infancia, de tu comunidad de niña cuando llegaron.

ES: Yo me crié en un campo en Puerto Rico, se llamaba Macún. Es un barrio del pueblo de Toa Baja. Y luego mi mamá, pues su familia estaba en Nueva York y ella se estaba separando de mi papá y decidió entonces irse a los Estados Unidos a ver si le iría mejor allá y especialmente tiene el apoyo de su familia, porque donde estaba en el barrio Macún, pues sí estaban las vecinas y las amigas, pero no había familia. Y entonces ella fue con mi hermanito que necesitaba ayuda médica también. Y decidió entonces traer al resto de la familia y eso fue… yo siempre digo “Yo no me fui de Puerto Rico, a mí me llevaron”. Porque la verdad es que yo no quería irme de Puerto Rico. Yo no quería dejar a mi papá y dejar a mis amiguitas y el sitio donde yo… conocía, pero eso fue una decisión que ella hizo porque ella estaba mirando un futuro que yo no podía ver. Así que fue difícil, cómo te puedes imagina,r llegar a un sitio de un campo en Puerto Rico, estar en Brooklyn, aprender idioma, aprender clima, aprender cómo vivir en una ciudad. Todas esas cosas fueron retos que yo tuve que enfrentar y como la mayor de la familia pues esperaba de mi mamá, ella quería que yo hiciera todo bien. [risas] Si yo lo hacía mal, pues el resto de los muchachos no iban a poder progresar, así que parte de la obligación que ella me hizo fue que yo fuera a un ejemplo para mis hermanas y hermanos.

APR: Claro, pues créeme que sé esa historia, porque yo también soy la mayor de una mamá que en algún momento estuvo divorciada, aunque después se volvió a casar. Y sí, hay ese requerimiento de que seamos ejemplo, de que cuidemos a los hermanos, de que seamos sostén de nuestras madres, así que bueno, entiendo hacia dónde vas con eso. Y es muy interesante porque ya en los noventas empiezas tú con un libro que además el título… qué maravilla de título. Ahorita nos tienes que contar cómo se te ocurrió. Este libro When I Was Puerto Rican, que está basado en varios momentos interesantes de lo que es la historia de Puerto Rico en los cincuentas, en los sesentas, aunque se publica en el 94. Cuéntanos de este primer libro y cómo ves tú ahora las cosas en retrospectiva. ¿Y de dónde salió el título? Por favor.

ES: Yo empecé a escribir como a los 38/39 años. Empecé a escribir ensayos personales que aparecían en periódicos y revistas y una editora de una editorial bastante pequeñita pero respetada a las afueras de Boston leyó uno de mis ensayos. Me escribió y me dijo, “Me gustó ese ensayo. ¿Tienes otros?” Le envié un montón de lo que tenía. Entonces ella fue la que me… vamos a decir que la idea de ella de que yo escribiera un libro de memorias, esa no era mi idea. Yo estaba escribiendo novelas y yo me imaginaba de otra manera [risas]. Pero cuando ella leyó los ensayos y me dice, “Aquí hay una historia que no se ha leído aquí en los Estados Unidos, especialmente en inglés”. Y fue ella la que sugirió que intentara escribir un libro de memorias. En fin. Y entonces, pues yo soy curiosa, ambiciosa también y dije, “Bueno, OK, voy a tratar, voy a tratar”. Y nunca imaginé … la verdad es que yo decía, yo le dije a ella, “Yo estoy muy joven para estar escribiendo acerca de mi vida”. Porque está empezando mi vida, ¿verdad? Y mis niños están creciendo y ahora puedo hacer cosas que no podía hacer antes, pero lo interesante fue cuando empiezo a escribir. No tuve ni que preguntarme lo que voy a escribir el próximo día porque las memorias llegaron como una marea [risas]. Todos los días surgen de no sé dónde ideas y memorias y momentos y escenas. Y entonces me acostaba a dormir, dormía y al otro día otra marea de memorias, historias, escenas y momentos que pertenecen en un libro de memorias. El primer borrador de este libro tenía casi 700 páginas, porque cuando empecé a escribir… 

APR: No parabas.

ES: No paraba. Y entonces, pues la idea fue, “Hay que cortar el libro un poco más”. Menos historias. Y entonces, pues cuando termino este libro no tenía título, se llamaba… no tenía título, la verdad es que yo le decía Memorias número uno, ¿sabes? No, no tenía ninguna idea y mi editora me dice, “Esmeralda, we need a title” [risas] “…es importante tener un título”. Yo me fui a caminar así cerca de mi casa y pensando, ¿De qué se trata este libro? Y me di cuenta entonces que yo escribí un libro acerca de una niñez que ya no se podía tener en Puerto Rico. Y que no se pudo tener en Puerto Rico hasta lo que pasó con Huracán María. Porque yo crecí en un barrio sin electricidad, no había agua potable, vivíamos en casas que estaban destartaladas. Mi papá decía que era una choza. Yo sé que esa vida ha cambiado tanto en Puerto Rico, especialmente en los sesentas y setentas, que yo digo, “Ah, sí, pues entonces eso fue cuando yo fui lo más puertorriqueña, cuando fui esa niña jíbara en el campo sin mucho contacto con el resto del mundo”. En cuanto yo llego a los Estados Unidos, lo primero que me dicen, como a los dos o tres días, otra muchachita me dice, “Ah, tú eres hispana”, y yo le digo, “No, no, no, yo soy puertorriqueña”. Ni sabía lo que era [risas]. Y ella dice, “Aquí en los Estados Unidos, pues nos llaman hispanos si somos de países de habla hispana”. Y entonces para mí eso fue como., “¡Whoa!” Montarme en un avión en San Juan, llegar a Nueva York… soy algo completamente distinto a la persona que yo fui anteayer. Y esa fue la segunda razón, porque dije, “Ah, porque aquí ya no soy puertorriqueña, ya sé algo distinto para el resto del continente”. Y luego la tercera razón fue que, como a los 12 años de llegar a los Estados Unidos, voy para Puerto Rico con la intención de quedarme y desafortunadamente los puertorriqueños en la isla no me dieron una muy buena bienvenida, vamos a decir, me decían que ya yo no era puertorriqueña, que yo tenía un español que estaba, como dicen, matao. Que yo hablaba Spanglish, que también me vestía de una manera que… yo había vivido en Boston, una comunidad bien conservadora. Y pues yo con las faldas largas y Birkenstocks, bien hippy también [risas]. Me criticaban mucho que aunque yo diga que yo era puertorriqueña, para ellos yo no era suficientemente puertorriqueña y eso me hirió tanto. Y decidí, “Bueno si ya no me quieren en Puerto Rico, me voy para los Estados Unidos”, porque cuando yo voy a los Estados Unidos y yo digo que soy puertorriqueña nadie me dice, “No you’re not” [risas]. Me dicen, “¿De qué parte?” o, “¿Cuánto tiempo llevas aquí?” o algo así. Ese reto contra mi identidad me dolía mucho más que todas las otras cosas y las humillaciones que yo he pasado en mi vida como migrante de Puerto Rico en los Estados Unidos y nunca, nunca esperé que eso sucediera en Puerto Rico, pero eso fue lo que pasó. Así que esas tres razones fueron las que yo entonces decidí, regresé a mi casa, se lo dije a mí editora. Esta es la razón porque esta niñez ya no se puede tener en Puerto Rico, en los Estados Unidos nos llaman hispanos, latinos, Latinx lo que sea. Y en Puerto Rico, pues me negaron mi identidad porque había vivido fuera de la isla por tanto tiempo, y eso fue, así fue. Nunca imaginé que fuera tan controversial.

APR: Claro, claro, estoy completamente de acuerdo contigo. Y bueno, antes de pasar a decirte un comentario acerca de esa cuestión de la identidad, déjenme decirles a todos los que nos están escuchando: algo que yo siempre he admirado mucho de Esmeralda… cuando yo veo sus videos, cuando he visto sus presentaciones de libros desde hace mucho tiempo, es ese brillo en tu mirada, con esa pasión con la que tú hablas cuando hablas de todo lo que ha sido tu ejercicio de escritura. Y ahorita estoy imaginando esa emoción que se ve en tus ojos de cuando te invitan ya a escribir un libro sovre memorias y decir, bueno, voy a empezar a escribir y ahora la pluma no me deja parar y sigue y sigue, ¿no? Así que bueno, ahora me explico muy bien la longitud de tus libros. Y ahora vamos a platicar de qué tan largo es el libro de Las madres, que también es un libro largo y abundante. Y todo lo que estás diciendo acerca de la identidad sin lugar a dudas es uno de los grandes temas de tu obra, ¿no? Esta cuestión de qué es lo que realmente nos hace, lo que se supone que somos, pero también cómo somos vistos por los demás. Y en los Estados Unidos muy atinadamente dices, bueno, tenemos los migrantes muchas etiquetas. Y siempre pienso en mi tiempo de estudiante de doctorado cuando… en la universidad estábamos viviendo …porque vives —cuando haces un doctorado tan largo— vives con los demás durante años y éramos de todos lados y todos teníamos etiquetas distintas o nos llamaba la gente de manera distinta. Cuéntanos un poco acerca de cómo crees que tu obra influye a los jóvenes lectores que están cuestionándose la identidad. ¿En algún momento los personajes que tú has manejado pues traslucen ese conflicto, como bien lo acabas de decir ahorita?

ES: Bueno, yo creo que nosotros, los que llegamos de otros países, en este caso en los Estados Unidos, pero también hay gente de Grecia que se están mudando a Inglaterra. Cada vez que tú dejas tu cultura, tu idioma, el sitio donde reconoces todo, el clima, todas esas cosas cuando tú vas a otro sitio, pues tú también te sientes como que… ¿Quién soy yo y qué estoy haciendo aquí? Si estoy aquí, ¿cómo puedo lidiar con el resto de mi vida? Porque es tan distinto, ¿verdad? Y tan diferente y tan retante. Yo quiero que las personas jóvenes, especialmente como fui yo, yo me sentía tan sola en los Estados Unidos, aunque estaba rodeada de puertorriqueños, de mi familia, por ejemplo, mis amistades y personas de otros países de habla español también. Pero yo todavía me sentía sola porque me veía invisible en esta cultura. Y ahora, por ejemplo, uno puede ver una película que contiene muchos actores de nuestros países. Pero cuando yo estaba creciendo eso no existía. El único hispanohablante en televisión, por ejemplo, era el esposo de Lucy [risas]. Y él era una caricatura bien diferente a la gente que yo conocía. Nadie era músico, no le daban esas irritaciones con Lucy y pues yo no me veía. Yo desde jovencita decía, “Si no me ven, no existo en esta sociedad”. Entonces yo decidí, bueno, tengo que buscar cómo que me ven, que vean esta persona… pero no voy a intentar ser otra persona distinta o lo que ellos esperaban. Yo quiero ser la persona que soy. Y fue… es difícil. “Be yourself”. Sí, dos palabritas, pero cuando una quiere ser sí misma, es un proceso. Lo primero es que tú tienes que saber quién esa persona es y la segunda vez es insistir en tu identidad y en una situación en la que tú estás constantemente evaluada por personas que no conocen personas como tú. Desde entonces tienes que aferrarte mucho más todavía a tu identidad para poder expresarte, expresarla. Y eso ha sido el proceso mío. Todavía… aunque en algunos algunos sitios me reconocen y saben quién soy, en muchas partes más todavía no me conocen y no saben quién soy. Y yo siempre veo esa mirada de tratar de evaluar lo que ven sin intentar entender quién es la persona detrás de esa fachada que ven.

APR: Claro, fíjate que me haces pensar en otras escritoras que han abordado precisamente esa cuestión de la identidad. Por ejemplo, Sandra Cisneros, que, por cierto, escribe un blog para tu libro Las madres. Y bueno, me prendían ahorita muchísimos nombres. Más adelante en la conversación mencionaremos otros, pero pensando en esto, ¿de qué manera crees tú que estos contrastes —porque además cada una de ustedes escriben desde un origen distinto, desde un heritage distinto, desde una herencia distinta— cómo sientes tú que ustedes se conectan de alguna manera en un diálogo que es maravilloso dentro de los Estados Unidos y que de alguna manera necesitamos que salga también al mundo para que otros lectores las lean también?

ES: Eso es la verdad, es la palabra correcta. Es una maravilla que nosotras… una generación de escritoras, aparece en en el mundo literario como de repente, como que nosotras… como Atenea saliéndo de la cabeza de Zeus, ¿verdad? Pero la verdad es que éramos mujeres intentando presentar nuestras vidas y nuestras experiencias. Yo creo que empezamos para aprender nosotras mismas acerca de lo que estábamos nosotras viviendo. Y luego, mientras más escribíamos, más cuenta nos dábamos de que esta información, estos cuentos, estas historias eran necesarias para nuestra gente porque no éramos las únicas que estábamos preguntando esas preguntas. Y en en mi caso, también yo quería traer una imagen de los puertorriqueños distinta a la que, por ejemplo, se ve en Lucy o que se ve en Westside Story o que se veía ya en los 80… empezamos a ver más actores de habla hispana, pero siempre como gang bangers o adictos o personas que yo siempre decía, “¿Pero dónde vive esa gente? Yo no conozco gente así” [risas]. Y yo creo que nosotras pues queríamos presentar la vida de nuestra gente desde el punto de vista de lo que nosotras veíamos. No de un punto de afuera, sino de adentro, y eso fue, no sé, la luna funcionó para esa época, no sé [risas]. Todas surgimos como más o menos a la misma vez: Sandra Cisneros, Julia Álvarez, Denise Chávez, yo, Judith Ortiz Cofer, Nicholasa Mohr , había años que estaba escribiendo acerca de la experiencia puertorriqueña en Nueva York y yo la conocí a ella, pero había un grupo de mujeres de más o menos la misma generación que habíamos decidido que ya era tiempo de que estas historias estuvieran al público y que nuestra gente pudiera leerlo y quizás sentirse menos sola en su lucha de vivir aquí en los Estados Unidos.

APR:  Claro, maravilloso, maravilloso. Pues déjame moverme a otro tema que es muy importante con tu libro Almost a woman, otro título que me encanta y bueno, este además llega a la pantalla grande —qué emoción, ¿no?— n el 2002, esa película dirigida con Betty Kaplan. Se la recomiendo muchísimo, muchísimo. Además, tiene una fotografía preciosa. La actuación es magnífica, pero tiene unas escenas verdaderamente memorables. Bueno, pues muchísimas felicidades por este libro, por este éxito. Pienso mucho en Laura Esquivel, la escritora mexicana, autora de Agua para chocolate, que fue un verdadero boom en su momento y que ahora que la invitamos a Austin hace un par de años, yo pude ver la gente cómo se emocionaba de verla, de conversar con ella. Hay por ahí una foto de alguien que le está pidiendo que firme el libro y está esa persona… se pone de rodillas. Y es increíble lo que significa para segundas/terceras generaciones, sobre todo de mexicanos en Estados Unidos, un libro como agua para chocolate, y lo mismo sucede con Almost a Woman, con este conflicto en donde los que están lejos fuera desde mucho tiempo, muchas generaciones regresan a través de la pantalla grande a ese momento. Platícanos. ¿Qué fue para ti este libro? ¿Qué fue para ti verlo ahí, ver la historia ahí en la pantalla, imaginar qué era lo que las personas iban a pensar y a sentir al verlo?

ES: Bueno, el libro Casi una mujer fue la segunda parte que mencioné, el primer borrador de cuando era puertorriqueña tenía 700 páginas. Eso fue cuando yo corté el libro en mitad. La segunda parte de Casi una mujer ya la había escrito y luego fue un proceso de reescribir esa historia desde el punto de vista de una adolescente, una muchacha que todavía está aprendiendo y madurando. Fue una gran sorpresa para mí. Una compañía norteamericana de dos señoras mayores encontraron el libro un aeropuerto, me parece, ellas vivían en Los Ángeles, estaban viajando, creo de Chicago o de Nueva York, y se pararon en una librería en el aeropuerto y ahí estaba el libro. Una de ellas lo agarró y dice que cuando llegó a Los Ángeles le había dicho a la otra, “Oye, esto es una película”. Y como a las dos o tres semanas, nos llamaron a mí y a mi esposo y sugirieron esta idea de que ellas tienen un contrato para hacer cinco películas para Masterpiece Theater y querían que mi libro fuera parte de esa serie y fue…. Bueno, imagínate qué emoción, pero también yo decía, “¿Pero por qué no quieren hacer Cuando era puertorriqueña?” Porque es el primer libro. Pero ella estaba bien interesada en ese proceso de aprender idioma, clima, ambiente y también esta idea de que ya como la muchachita, Nelly, era más consciente de lo que estaba sucediendo, pues sería mejor que hacer una película acerca de esa niñez en Puerto Rico. Y yo, “Ok, bueno, no problem, vamos a ver”. Y entonces me ofrecieron la oportunidad de escribir el guion y lo hice y estuve durante la filmación con los actores y con los técnicos. Yo insistí que tuvieran la gran mayoría de d personas técnicas que sean de habla hispana porque uno de los primeros retos es que PBS’ Masterpiece Theater nunca hemos tenido subtítulos, todo se habla en inglés, aunque sea Flaubert o Víctor Hugo. Sí, pero este libro es acerca de una niña aprendiendo idioma. No se puede presentar en inglés hasta que ella tenga inglés. Eso fue uno de los retos, una de las discusiones, que tuvimos y luego ellas decidieron, “OK, bien, lo vamos a hacer”. Pero una gran emoción para mí la primera vez que yo vi toda la película terminada y fue en Puerto Rico, porque siempre insisto que lanzamientos e inauguraciones de mis obras siempre empiecen en Puerto Rico. Y la primera presentación pública que se hizo fue en Puerto Rico. Y fue lo que tú acabas de describir, mucha gente llorando y riéndose y entonces me miraban como que “Tú no eres tan grande ni tan alta”. Existe eso, ¿verdad? [risas] Decía, “Bueno, yo no sé”. Eso es lo que… yo cuando lo estoy haciendo, pues no, no me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Fue una experiencia bien interesante también en Puerto Rico, pues ya después del éxito de Cuando era puertorriqueña, pues ya entonces los puertorriqueños sí reclamaban que yo sí era puertorriqueña [risas]. Menos los que nunca habían leído el libro porque no les gustaba el título. Pero ya las cosas habían cambiado para mí y esa emoción, ese cariño del público, fue algo completamente sorprendente para mí. Yo no lo esperaba, pero con mucho mucho gusto lo acepté.

APR: Qué maravilla. Fíjate que cuando hice mi maestría, mi disertación de maestría fue sobre una escritora cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, que vivió mucho tiempo en España y cuando regresó a Cuba, igual que a ti, la desconocieron como cubana y después empezó a triunfar y los libros y demás, y al final los cubanos reclamaron que era muy cubana, así que pensé ahorita precisamente en ella. Qué maravilla, muchas felicidades. Qué emocionante cuando ve uno las escenas de la expresión de la cara de esta chica que está abriéndose camino y está empezando a darse cuenta de que alguien la va a poder valorar, va a reconocer su esfuerzo y eso la va a ayudar a irse a otro lado y salir adelante, sacar adelante incluso a la familia. Maravillosa película, maravilloso libro. Hoy que estamos conversando, Esmeralda, estamos lanzando… hoy sale el podcast de otra escritora puertorriqueña, Yolanda Arroyo, y estoy muy contenta que coincide este día porque estoy muy metida ahorita en esta frecuencia de leer a escritoras de origen puertorriqueño. Acabo de conversar con Anjanette Delgado, maravillosa, y tenemos ya en el podcast a Ivelisse Rodríguez.

ES: Ah, qué bien.

APR: Sí, maravilloso, estoy de verdad feliz porque hemos crecido mucho en tener más escritoras de Puerto Rico. Y algo que yo veo que hacen ustedes y es muy interesante —coinciden casi todas— es el reconocer a nuestros ancestros, a nuestras madres y a nuestras abuelas. Yolanda Arroyo tiene este proyecto y este programa precisamente de rescatar a las abuelas y de ir a nuestro árbol genealógico, especialmente del lado materno, del lado femenino. Cuéntanos un poco acerca de esta manera de ir al origen, pero el origen de una matriarcalidad, de una genealogía en donde las mujeres pasan de uno a otro y con esta pregunta pues empezamos a calentar para ya empezar a hablar de Las madres.

ES: Es muy interesante para mí lo que acabas de mencionar de que todas estamos bien interesadas y queremos escribir acerca de nuestras ancestras y yo creo… porque somos mujeres, que nos criaron mujeres bien, bien fuertes, muchas de ellas que no tenían muchos recursos, pero todo lo que tenían encontraron cómo darnos esas ambiciones y esa idea de que hay que luchar, pero no quiere decir que te vayas a dar por rendida porque es difícil, sino que mientras más difícil, más ahínco. Y bien interesate, yo creo que todas podemos hablar acerca de nuestras mamás, sean madres o abuelas que nos criaron y eso es definitivamente es el caso mío, que para mí mi mamá fue y sigue siendo la musa en mi obra. Ella es la persona que me informa, que me cuida y que me ayuda en este proceso de tratar de presentar lo que somos nosotras. Alguien me preguntó hace unos días, “¿Por qué tú no escribes acerca de hombres?” y dije, “Hay hombres, hay hombres conquistadores en Conquistadora, que hay hombres, en todos mis libros aparecen hombres” [risas]. Pero la vida mía siempre ha sido alrededor de mujeres. Soy la mayor de seis hermanas, criada por mi mamá, mi abuela, mis tías. Y mis primas, que eran mucho mayores que yo, porque mi mamá era la más pequeña de esa familia, así que esa es la vida que yo conocía. Yo sabía que si yo necesitaba algo, nunca se me ocurría ir a mi papá o a mi tío o a mi primo, yo iría a mi tía, a mi mamá, a mi abuela. Siempre hay una mujer, porque yo sé que si no lo tenía lo encontraban. Así que para mí esa es mi experiencia. Yo creo que sin conocer muy bien los detalles de las vidas de las otras mujeres que tú acabas de mencionar, me imagino que ellas también tienen una mujer, que son más allá del resto del mundo en términos de lo que han recibido de la humanidad que nosotras conocimos.

APR: Maravilloso, bueno, este libro Conquistadora, que fue una total revelación para muchos y ahí entras en la literatura histórica, una novela que está ficcionalizada, claro, por supuesto, pero que tiene muchísimo de histórico, de hacer esta genealogía, también desde el punto de vista histórico, ¿no? Cuéntanos un poco de Conquistadora.

ES: Conquistadora, o la idea de Conquistadora, empieza con conversaciones que yo tuve con mi papá y con mi mamá, yo los grabé a los últimos años de su vida, les grabé y les preguntaba muchas cosas que nadie en la familia se les había ocurrido preguntarles, pero yo soy bien impertinente según mi mamá y mi papá. Así que yo les pregunté cosas que quizás ellos nunca hubieran revelado a nadie, pero yo las tenía ahora en tape. Y mientras más escuchaba esas historias, más interesada estaba yo en la vida de ellos, en la época donde ellos crecieron, donde se criaron, etcétera, y luego empiezo a imaginar los ancestros de ellos también, y la primera persona que se me aparece es Ana Cubillas Larragoity, que está en la biblioteca de su abuelito leyendo estos papeles de su ancestro que había ido a Puerto Rico y eso para ella es una gran aventura, ¿verdad? Yo digo, “Ah, pues para nuestra familia y para nosotros… nosotros empezamos con un ancestro en Europa que decidieron —o los mandaron a nuestro hemisferio, vamos a decir—” y en este caso de Ana, fue esta mujer que quería una aventura y bueno, lo que menos esperaba sucede, pero… es esa la novela. Es lo que le sucede a ella cuando viene a esta parte del mundo, pero también para mí, yo siempre he escrito acerca de lo que es ser una puertorriqueña viviendo aquí, aprendiendo a cómo ser una híbrida entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Y para mí Ana representa una persona de Europa que poco a poco aprende cómo ser puertorriqueña, porque entonces de ella vienen los descendientes que ahora… antes nunca se nos imaginan unas personas como ella, pero sí existían. Después de que salió Conquistadora recibí muchas cartas, emails, preguntas en persona de gente que decía, “Mira, fue que tú encontraste el diario de mi Tía Juana” [risas]. Digo, “Yo me inventé a Ana.” Dice, “Ah, porque es igualita la historia de ella”. Digo, “Ah, qué interesante” [risas].

APR:  Qué maravilla, qué maravilla. Me encanta. Me encanta lo que dices. Fíjate que cuando entrevisté a Anjanette Delgado, ella a los pocos días me mandó un mensaje —curiosas las cosas de, veras, cómo los cosmos se alinean— me mandó un mensaje y me dice, “Oye, tienes que entrevistar a Esmeralda Santiago”. Y ya estábamos preparándonos, ya estábamos todo listo y digo, qué maravilla, que por otro lado, nosotros estábamos viendo con Penguin, con Maylin Lehmann, que es maravillosa y quien nos ayuda con todo esto. Ella hace todas estas conexiones enormes, ella está dentro del equipo de Penguin. Y ya estábamos avanzados y Anjanette estaba mencionando tu nombre, me gustó muchísimo esa coincidencia.

ES: Sí, Janet es un amor, una mujer, una escritora maravillosa, pero también como madrina para muchas, muchas escritoras, muchas de las que están subiendo ahora energía en el mundo literario y apoya a todas nosotras, nos apoya. Ella nos motiva, ella nos inspira, es una persona maravillosa.

APR:  Ah, qué bonitas tus palabras. Claro que sí, estoy totalmente de acuerdo. Y bueno, pues tengo acá en mis manos este preciosísimo libro, esta edición de Las madres. Felicidades, el lanzamiento el primero de agosto. Son 387 páginas, ni más ni menos, más los agradecimientos que vienen al final. Qué libro tan necesario, tan conciliador con la amistad, tan adentro de la solidaridad de esta cuestión del cuidado de que la madre no es nada más la que pare, la que da a luz; es quien salva, quien rescata, quien apoya. Me parece maravilloso. ¿Cuánto tiempo te tardas en escribir este libro tan bonito y tan importante?

ES: Muchas gracias. Sí, Las madres empieza con una escena que surgió de yo-no-sé-dónde [risas]. Tres mujeres en el techo de un edificio en el Bronx durante los fuegos artificiales del 4 de julio del 2017. Esto surgió después del huracán María. Yo sabía que tenía una idea de escribir algo basado en los eventos en Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017, pero todavía no había decidido en qué dirección y estaba todavía investigando y leyendo y hablando con gente de Puerto Rico y aquí, pero de repente un día me levanté en la mañana y tenía esa idea y empecé a escribir. Entonces, pues son tres mujeres y yo digo, “Pero quiénes son y por qué están hablando así?” Y esa familiaridad desde el principio… yo sentí que había una relación bien, bien íntima entre estas mujeres, pero no estaba muy bien segura. Entonces pues dije, “Bueno”. Por dos o tres días seguí explorando y yo creo que el primer capítulo completo completo que yo escribí en uno o dos días fue una escena en la que Graciela, que es una de las nenas, está manejando desde el Bronx después del cuatro de julio hacia su casa en Maine, un pueblito en Maine, y entonces como que escribir acerca de ella, como que me dio más o menos una idea de quiénes eran el resto de las mujeres que aparecían alrededor de la historia y eso me ayudó mucho a seguir explorando quiénes son, cómo están relacionadas, cómo se conocen y fue un proceso que fue bien interesante porque… Yo escribí Las madres, yo diría que 18 meses y eso escribiendo todo un día, siete u ocho horas al día tratando de crear. No quiero decir que todos los días estaba escribiendo. Muchos estaba aquí llorando en frente de mi computadora, “¿Por qué no me sale? ¿Por qué no tengo ni una idea? ¿Por qué me están diciendo eso?” [risas] Y mucha investigación también porque yo no estuve en Puerto Rico durante el huracán. Estaba aquí sufriendo con el resto de de los puertorriqueños fuera de la isla, sufriendo porque no teníamos suficiente información para saber lo que estaba sucediendo y cómo ayudar a nuestra gente. Así que fue un proceso bien interesante, bien distinto a como yo he escrito el resto de mis libros. Y llegó un punto en que escribí una lista, decenas, que venían así, random, aparenciendo [risas]. “¡¿Pero por qué no tienen que ver con lo que escribí ayer?!” Y entonces empecé a escribir una listita así de tratar de conectar estas ideas y entonces fue que me aparece más o menos cómo se relacionan ellas, por qué están juntas, por qué van a Puerto Rico, qué le sucede a Puerto Rico y por qué fue Graciela la primera que decidió decirme lo que iba a estar en el libro.

APR:  Increíble.

ES: Un proceso que es interesante para mí. Alguien me preguntó que si es fácil escribir. ¡No! [risas]. Escribir es bien difícil. Yo lloro mucho, yo tiro cosas contra la pared, yo tiro las puertas cuando salgo de mi oficina a veces, pero hay veces que me siento y escribo algo y digo, “Guau, guau. ¿De dónde salió eso?” Yo no sé, alguna musa está hablando, ¿verdad? Pero no soy yo. Es un proceso bien, bien fascinante.

APR: Gracias por ser tan honesta, yo algo que admiro y respeto muchísimo de las escritoras es su generosidad para este proyecto y para los escuchas y su honestidad, porque de verdad sí ha de ser un proceso muy difícil, muy complicado, pero no todo mundo lo reconoce, ¿no? Entonces esta idea del genio a veces pesa mucho y sabemos que los escritores… muchos se conflictúan en el momento de la escritura. Qué interesante cómo estás hablando ahorita de tus personajes. Pero el personaje que siento yo que ayuda a este hilo es Luz, porque Luz… que además me parece muy irónico el nombre, porque “Luz”, que viene de “iluminar”, lo que no tiene es luz en su cabeza porque tiene esa ausencia mental que después sí la tiene, pero realmente la pierde al perder la memoria, pero eso, al estar ausente mentalmente, la hace más presente físicamente y funciona muy bien como un glue, como un pegamento para toda esta relación de madres e hijas o de mujeres y nenas, ¿no? De madres y nenas. Platícanos un poco acerca de esto, porque dices cosas muy interesantes, como, por ejemplo, dices, “Porque la luz consciente no tiene acceso a la que se comporta mal”. Entonces ahí también hay un dualismo, se está bifurcando esta persona en dos personas y en una que no está consciente de la otra y la otra tampoco de la primera, ¿no?

ES: Yo quería escribir un libro basado en las historias que mis padres me habían grabado. Esas grabaciones inspiraron Conquistadora y a Las madres, y es porque me di cuenta… ellos ya estaban ancianos cuando yo los entrevisté y una de las cosas que se me ocurre es la memoria, que las cosas que nos recordamos… lo que decía mi papá a veces era completamente distinta a lo que decía mi mamá acerca de la misma situación, así que estaba bien, bien interesada en la idea de la memoria. También yo tuve un derrame cerebral hace unos años y durante cierta… esos como dos años que yo perdí la habilidad de leer y escribir. Y aunque tenía… tuve buena memoria, pero había veces que la gente me decía, “Pero tú… no parece que tuviste un derrame cerebral, te ves completamente normal”. Y un me miro en el espejo y yo digo, “¿Pero cómo es que ellos no ven cómo yo me siento adentro”. Y yo creo que de ahí surge Luz, una mujer que no parece que tiene ningún problema hasta que empieza a hablar y la gente se da cuenta, o se está repitiendo o no se da cuenta de lo que acaba de decir o se desaparece en un episodio, en un achaque en el que nadie más puede entrar y nadie sabe lo que está sucediendo adentro, porque eso fue parte de la experiencia que yo tuve durante esos años que yo estaba recuperándome de mi stroke. Y pues me doy cuenta también que esto representa también la memoria cultural que nosotros sufrimos por nuestros países. Es que se nos olvida la historia de nuestro sitio, de nuestros países o de nuestra gente. Y si no conoces tu historia, pues ¿cómo tú tienes identidad si no sabes de dónde vienes, si no sabes por qué surgen ciertas cosas, ciertas comidas que tú prefieres o música o cómo tú te comportas en público diferente a cómo te comportas en reuniones familiares o en privado? Y entonces ella para mí representa esas preguntas que yo tengo acerca de eso. Me tuve que inventar, ¿verdad? Una enfermedad que quizás no existe. Yo no sé [risas].

APR: Pero está muy verosímil, está muy bien inventada, está genial [risas]. Otra cosa que veo ahí en el libro muy interesante es esta figura, sobre todo, Puerto Rico, las islas, el clima y utilizas muy atinadamente un huracán. Y el huracán que viene devasta por completo, desenraiza los árboles, los deja partidos en medio del patio de las casas. Es un simbolismo muy fuerte también dentro del libro. Cuéntanos de esto.

ES: Para mí huracán María fue como una revolución en Puerto Rico porque desde entonces tanto ha cambiado desafortunadamente. En la cola, las últimas páginas del libro, yo hablo un poquito de lo que ha sucedido después que… la historia de mis protagonistas termina en el libro, empiezo yo con lo que está sucediendo ahora. Y ha sido una revolución. La verdad es que María ha cambiado a Puerto Rico para siempre, al menos que, y yo no sé, al menos que… I don’t know. Pero para mí representa algo bien, bien, grande, igual que el último. Antes de María fue San Felipe II, que mi papá me habló mucho de eso porque él tenía ocho/nueve años cuando pasó ese huracán y Puerto Rico cambió bastante después de eso, incluso la política, el gobierno, las relaciones con los Estados Unidos. Todo eso sucedió más o menos después de ese huracán, que también fue bastante cataclísmico para la gente, así que representa no solamente lo que sí sucedió, algo que viene inesperado y no se puede controlar y completamente insólito, ¿verdad? Porque quién se iba a imaginar que algo así iba a pasar en Puerto Rico para entonces una isla que ya estaba sufriendo bastante. Y luego la situación, cómo ha cambiado desde entonces y cómo la población… se movieron de la isla, afuera de la isla. Muchos de ellos nunca van a regresar, especialmente si tenían niños pequeños que estaban ya en las escuelas y no querían llevárselos de ese mundo, pero también que la isla… poco a poco la están vendiendo a personas fuera de la isla que tienen… los puertorriqueños no tienen dinero para comprar nuestro patrimonio.

APR:  Sí, guau, guau. Qué fuerte, pues muy, muy interesante el libro, toda la idea, todo el concepto, los temas, los personajes, maravilloso. Esmeralda, cuéntanos. ¿Vas a hacer un recorrido, un tour, para presentar Las madres? ¿Dónde vas a estar?

ES: Sí, mi tour empieza en Puerto Rico, como siempre. Yo trato de inaugurar todos mis libros y mis obras en Puerto Rico. De ahí voy para el Festival Nacional del Libro en Washington D.C. Luego voy a estar cerca de Orlando en Winter Park, Florida, en Miami, en Books and Books, en Chicago, en Boston, estaré en Jackson, Tennessee, en varios otros pueblos aquí en Nueva York y también, claro, en la ciudad de Nueva York.

APR: Y bueno, la última pregunta —qué triste que ya se nos está acabando el tiempo— pero la última pregunta es… la versión de este libro Las madres en inglés en audio es en tu voz y ahorita que acabamos de lanzar nuestro primer audio libro en Hablemos, escritoras, Andor, de la escritora venezolana Raquel Abend van Dalen, pues sabemos de este proceso que es tan complicado que es grabar un libro, pero Raquel en la entrevista que le hice sobre el audiobook, ella decía que fue muy interesante escuchar la voz de sus personajes en voz de un lector. Acá tú escuchaste las voces de tus personajes en tu propia voz. ¿Cómo fue esa experiencia de hacer audiolibro Las madres?

ES: Bueno, lo primero que yo estoy llena, llena de admiración a los actores, artistas que narran libros porque es un arte. Yo soy una escritora. Yo estoy solita en mi en su oficina. Yo no me hablo a mí misma, por lo menos no en voz alta [risas]. Eso fue una experiencia bien interesante de leer y tratar de presentar a estas protagonistas según yo las oigo. Aunque yo hice lo más posible de que sea más o menos como yo oigo, pero no estoy segur, porque no lo he oído. Pero es bien retante eso de tratar de traer la personalidad de cada protagonista y que sea distinto y que tengan un ritmo completamente y que se rían o no se rían o cómo si hablan como una sonrisa o si la sonrisa cosas así que a uno no se le ocurre cuando está escribiendo, pero es bien importante para las personas que están escuchando. Y lo más lindo para mí es que una sonrisa se pueda escuchar. Esto fue una revelación.

APR:  Qué maravilla, pues los invito a que escuchen, a que lean y a que conozcan más de la obra de Esmeralda Santiago. Qué maravilla, qué conversación tan interesante. Muchísimas gracias por tu generosidad y por dejarnos tan emocionados y tan motivados de seguir tu trabajo y el de todas tus colegas de generación, de nacionalidad, de región que han escrito tantas cosas sobre Puerto Rico. Un abrazo muy grande, Esmeralda. Muchísimas gracias de nuevo.

ES: Muchas gracias a ti y ojalá que tus lectores y tu público que te está escuchando que busquen estos libros de estas escritoras maravillosas y que nos escriban y nos digan si les gustó o lo que piensan o si tienen preguntas, porque todas estamos bien disponibles para conversar con nuestros lectores.

APR:  Qué bonita respuesta, qué bonita respuesta. Y empiecen leyendo Las madres. De todos esos libros, empiecen leyendo Las madres. Muchas gracias desde Austin, Texas. Te mando un abrazo muy grande, Esmeralda.

AP: Muchas gracias. Nos veremos pronto, ojalá.

***

Quedamos todos convidados de ver, leer, aprender de la obra de Esmeralda Santiago y les recomiendo muchísimo su libro Las madres. Les doy las gracias a todos ustedes que nos siguen cada semana por todo el cariño, todo el apoyo ya en estos casi seis años de estar con ustedes. Le doy las gracias también a nuestro equipo maravilloso. Fernando Macías Jiménez, ingeniería de audio; Christian Josephi, edición de Podcast; Brenda Ortiz, administración. Y también a Giulianna Zambrano, Liliana Valenzuela, Gaëlle Le Calvez, Alejandra Márquez, Fran Dennstedt, Gisela Heffes, Rose Mary Salum, Isabel Ibánez.

Yo soy Adriana Pacheco y me da muchísimo gusto llegar con ustedes dentro del equipo de Hablemos, escritoras. Nos escuchamos muy pronto.