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LAM 3: Circulación y diálogo literario en el mundo hispanohablante.

Episodio 461 LAM / Literatura alrededor de la mesa

09/29/2023 · Adriana Pacheco

¿Cómo se da la circulación y el diálogo literario en el mundo hispanohablante?"

En su enciclopédico libro El infinito en un junco, la escritora española Irene Vallejo nos habla de los inicios del libro como objeto que circula, nos habla también de la importancia de cada una de las partes que permiten esa movilidad. El librero, por ejemplo, tiene como lo suyo, dice ella, “el tráfico, el pasaje adquiere para librarse de lo adquirido, compravende, pone en circulación”. Pero ¿qué es lo que entendemos hoy como circulación de títulos de autores, de temas y de formas de formas para difundir, para establecer un diálogo o no? ¿Qué tanto o no es distinto que antes, con las prerrogativas y los privilegios que tienen algunos y con otros que no las tienen? ¿Hay en verdad un diálogo en esa circulación, un diálogo crítico y lector? ¿Un diálogo escriturario? 

Bienvenidos a Hablemos, escritoras en su episodio trimestral LAM, Literatura alrededor de la mesa, en donde nos sentamos a la mesa con críticas que nos abren la imaginación y el apetito por saber más, más sobre la literatura, para repensar lo que se nos ha dado por un hecho. Hoy nos acompañan en esa reunión Gisela Kozak, Martha Bátiz, Mónica Velásquez. Gabriela Polit. Y tenemos el gusto de darle la bienvenida a la nueva integrante de LAM, la crítica chilena Lorena Amaro. 

Lorena Amaro nació en Santiago de Chile en 1971. Es profesora titular de la pontificia Universidad Católica de Chile. Es autora de los libros Recolectoras, conversaciones con 10 narradoras latinoamericanas contemporáneas (2023), El espejo del golem de la biografía, la fábula Biográfica Hispanoamericana (2022), La pose autobiográfica. Ensayo sobre narrativa chilena (2018) y Vida y escritura, teoría y práctica de la autobiografía (2009). Es coeditora del libro Constelaciones, nuevo reparto de las voces en la narrativa de autoras latinoamericanas del siglo XXI, de aparición en el 2024 y es editora y coautora de otros numerosos libros y dossiers para escrituras del yo, narrativas de infancia y literatura y feminismos. Ejerce como crítica literaria de la revista chilena Palabra pública. 

Saber los países de origen de las críticas que nos acompañan el día de hoy ya es una manera de introducir el tema de que muchos son los participantes, los involucrados al compartir un idioma en el mundo, el español, para hacer esta circulación de los libros y la literatura. La pregunta acá es si hay una circulación y un diálogo entre ellos en cuanto a sus autores y sus temáticas, o si no lo hay. Vl intercambio de libros, sin lugar a dudas inicia ya desde la época colonial en su relación con España y después de ahí, de lo que se llamó el Viejo Mundo al Nuevo y del Nuevo al Viejo. Hoy no se necesita, incluso un libro físico para llevarlo de un lado a otro. Los jóvenes han nacido con la idea de circulación como algo del día a día. La circulación se da en todos los sentidos, en todos los niveles y en todos los sectores, o por lo menos eso es lo que creemos. Pero sería interesante revisar dinámicas y reconocer fisuras de una supuesta circulación horizontal que atraviesa las fronteras geográficas y a partir de la duda es que iniciamos esta conversación preguntándole a Martha Bátiz, ¿qué es para ella circulación y diálogo literario?

MB. Yo entiendo circulación y diálogo literario como el ejercicio indispensable de entablar comunicación más allá de las fronteras geográficas y lingüísticas entre quienes escriben literatura y quienes la leen o quienes no leen con frecuencia, pero podrían interesarse en un cierto libro, por ejemplo, porque por algo se empieza. Y justo la circulación y diálogo literario permiten que se estrechen los lazos que unen a escritores escritoras con sus lectores y abren el camino para invitar a otras personas a unirse al grupo, entre comillas, por decirlo de cierta forma.

APR. Por otro lado, para Gabriela Polit, circulación y diálogo se dan dentro del campo de producción que no puede existir sin la presencia de una serie de participantes.

GP. La circulación y el diálogo literario se dan dentro de un campo de producción. Pienso este tema desde la categoría bourdiana de “campo”, en este caso el campo literario. No existe la presencia de un autor y su público a solas. Hacen falta instituciones y la acción conjunta de una serie de actores, editores, agentes, promotores culturales, críticos, periodistas, podcasts, reseñas y lanzamientos de libros, Club de libros, instituciones como las revistas, el Estado, que muchas veces financia a los autores, librerías.

APR. En el caso de definir los términos, circulación y diálogo, Mónica Velásquez toma algunos matices para separar uno del otro.

MV. Creo muy pertinente diferenciar los fenómenos de circulación y de diálogo. El primero tiene que ver con el circuito de la obra, no, a veces incluso que cómo la figura de su autor o autora lo anteceden y en ese sentido es central, evidentemente, todo el rol que tienen los mediadores. Al pensar en mediadores pienso rápidamente en dos estudios súper rigurosos que a mí me han abierto mucho los ojos ante este tema. Uno son los trabajos que ha hecho Ana Gallego desde España, quien ha visto en detalle y con mucho, mucho rigor los momentos, diferentes momentos de recepción de la literatura latinoamericana en España. Y también pienso en los trabajos de Analía Gerbaudo en Argentina, quien se ha ocupado de rastrear trayectorias tanto de creadores, creadoras, intelectuales, sobre todo por la diáspora de argentinos durante la dictadura, pero también después y que nos interpela a pensar la internacionalización como liberación de atmósferas locales asfixiantes, que solo sufrimos todos, pero también como una formación estratégica política de algunas redes de pensamiento colectivas e intercontinentales. Entonces, como circulamos en unos lugares y otros lo vamos a ver bajo el término de circulación.

APR. Claro está, que sería inocente pensar que los tiempos contemporáneos han facilitado todo más, no es así y no han resuelto, por supuesto, la democratización de la literatura. Lorena amaro ve esto como algo engañoso, una ilusión que nos han vendido.

LA. En tiempos de hiperconexión es interesante pensar cuáles son realmente las formas de circulación y diálogo en el ámbito literario. Hoy es fuerte la sensación de rapidez y de acceso a muchísima información. Son muchos los títulos que puedes descargar, las y los autoras y autores a quienes puedes leer sin necesidad de comprar un volumen. Todo esto es engañoso, me parece, porque crees que la lectura se está democratizando y que los privilegios se derrumban, pero los privilegios están igual que siempre: es escalofriante leer, por ejemplo, que un tercio de la población mundial no tiene acceso a Internet. Lo que tenemos, entonces, es una ilusión de ese acceso y esa democratización, porque es tu propio círculo el que está hiperconectado. Por otra parte, muchísimos de los recursos hoy disponibles en red no los pueden aprovechar las personas no especializadas, porque no disponen de referencias o mapas de ruta para orientarse en la enormidad de la información. En el ámbito literario y estético, saber que hay libros online no es lo mismo que leerlos, comprenderlos, atesorarlos. Además, si bien parece que la crítica se ha democratizado porque todos pueden opinar de libros en su IG o en un tiktok, lo cierto es que una cosa es consumir libros o presumir de ellos, usarlos como un símbolo de estatus en tus redes sociales, y otra, muy distinta, ser sus lectores. Esto es así tanto en el mundo anglosajón como en el ámbito hispanohablante.

APR. Claro está que además están las paradojas de esta tecnología y de este mundo tan tecnificado que están cambiando tanto los modos de difusión de los libros, sumando cada día más participantes a plataformas como TikTok o Instagram y de alguna manera se cree que eso contribuye a popularizar ciertos géneros o todos los géneros. Sin embargo, algunos siguen siendo más presentes, por ejemplo, la novela. ¿Cuáles son los grandes ausentes que siguen ahí sin poder tener un espacio? Mónica Velásquez no los dice así.

MV. Una de las paradojas es que siendo hoy tan glocales y digitalizados y proponiendo tanta hibridez de soportes, todavía hoy sea la novela la mimada del mercado y el género que más circula; mientras que la poesía se refugia en blogs, en revistas, en festivales; y la dramaturgia, mucho más radical todavía, circula básicamente en festivales y pocas muestras, ya no mencionamos el ensayo que se difunde por senderos ocultos o misteriosos circula un género tan menor al lado de los otros, en el mercado. Entre acciones resistentes a estas, me gustaría rescatar una que llevó a cabo a inicios de este siglo XXI la dramaturga argentina Cynthia Edul, quien pensó y mantuvo durante varios años y puso a circulación o en producción autoras, autores, críticos también en talleres, residencias, y esa iniciativo duró bastantes años porque la interrumpió antes de la Pandemia y como muchos de los esfuerzos lamentablemente radican en una sola persona y por lo tanto a veces chocan con fatiga o falta de financiamiento y no acaban de institucionalizarse, pero creo que aún, son iniciativas en las que podríamos inspirarnos.

APR. A lo largo de los años, ya casi seis que hablemos escritoras ha dedicado hacer este gran archivo de voz y también de biblioteca hemos visto la gran cantidad de antologías y de libros que se dedican a distintos temas para hacerlos más visibles. Muchos de ellos reúnen escritoras de distintos países para mostrar esta comunicación, este diálogo. Es interesante pensar si estos diálogos dentro de los circuitos de circulación son realmente alternancias de voces como han sido muchas de esas antologías. Pensar que las conversaciones no pueden ir solo en una dirección. Sobre esto continua Mónica Velásquez.

MV. El diálogo, en cambio, tiene sus propios matices importantes. A veces, cuando decimos que uno ha conversado con alguien, solo nos referimos a que las voces han sido intercaladas, es decir, ha hablado uno y luego el otro, uno y luego el otro, pero eso no necesariamente implicaría una verdadera conversación. Creo que eso sólo sucede cuando hay una mutua afectación, es decir, cuando hablar con el otro me hace dudar de lo que yo decía o me hace cambiar de opinión o por el contrario me hace reafirmar lo que yo pensaba. Creo que en el campo de la teoría literaria, lo más parecido a esto sería el término de “Escena” que lo acuñó la teórica chilena francesa, Nelly Richards, es decir, no solo el registro de lo que coexiste, de quienes están creando y quienes están pensando en un momento, en un contexto, sino sobre todo en el trabajo de ARTICULACIÓN que se hace para visibilizar esa producción. Esa tarea queda en manos de una elaboración crítica, que relaciona sitúa, pone a conversar, evidencia un debate, evidencia una disputa de ideas o de mundos imaginarios, entonces hace visible ese circuito del que hemos hablado, pero vía articulación.

APR. De ahí la importancia de lo que dice Lorena amaro de tener mucha precaución en el momento de hablar de un diálogo y que este diálogo no se convierta simplemente en varios monólogos.

LA. Muchas veces se plantea como “diálogo” el encuentro de varios monólogos, eso no es un diálogo. El diálogo debe permitir, principalmente, la escucha. En la relación norte-sur esa escucha sigue estando sesgada por relaciones y posiciones de poder. Las y los escritores latinoamericanos seguimos aspirando a entrar en el mercado español -que por cierto es muy grande-, dándole al periodismo cultural y las editoriales españolas un lugar muy importante en la consagración literaria de las figuras autoriales y sus textos. A veces incluso se nos critica nuestro uso de la lengua, lo sé porque he escuchado cientos de historias de ese trato editorial que antepone siempre lo que gusta o no, lo que parece o no parece bien en España, cuando eres un creador o creadora latinoamericana.

APR. Pero sin embargo, viéndolo en todos estos libros, en estos compendios, en estos estudios siempre notamos que hay algunos países que siguen sin aparecer, como lo dice Martha Bátiz.

MB. Creo que el diálogo está presente y se ejerce en todo el mundo hispanohablante, pero no en todas partes tiene la misma difusión y por eso pensamos que no existe o no tiene la misma relevancia. Tal vez como consecuencia de la geografía y, por supuesto, de la economía, en unas regiones no se enteran de lo que sucede en otras. Estamos sobresaturados de información y constantemente distraídos; hay tanto que escuchar y ver, que lo esencial se nos pierde de vista. Creo que la fragmentación deriva de las diferentes formas de hablar nuestra lengua, que también son un reflejo de una manera muy particular de ver el mundo. Pero también ha sido fomentada por la academia, tan aficionada a catalogarlo todo y guardarlo en cajones separados.

APR. Así es la deformación que tenemos en la academia es de catalogarlo todo y guardarlo en cajones separados, como dice Martha Bátiz. Sin embargo ahora, en mi rol también como librera, una de las cosas que entiendo es que a veces las etiquetas son importantes. El editor, ahí entonces empieza desde el punto mismo de ponerle un nombre, un género a los libros, algo que ya es bastante difícil el día de hoy por todo este entrecruce de géneros, pero que de alguna manera así los podrá comercializar y hacerlos más visibles. Entonces el punto de partida para esta circulación de los libros será la industria editorial, en donde sin lugar a dudas, España tiene una historia y una tradición que ha influido al mundo hispanohablante en general. Ya desde los inicios del siglo XX, ese país desarrolló políticas que fortalecieron la internacionalización de la literatura, el surgimiento de editoriales pequeñas y después grupos editoriales más grandes como Planeta y Santillana, se implementaron políticas públicas que promovieron medidas legales para facilitar la producción y la exportación de libros. Es interesante sobre eso el estudio que hacen Marta Magadán Díaz y Jesús Rivas publicando sobre este tema en un artículo “La industria editorial española. Dos décadas, claves de transformación y cambio”. Gisela Kozak habla de ese tema haciendo referencia al círculo España, Hispanoamérica y lectores del mundo en español.

GK. La circulación y el diálogo literario han dependido tradicionalmente de, por un lado, el movimiento editorial, que en el caso de la literatura en castellano, tiene un centro indudable que es de España. Desde España circulan los autores que rápidamente llegan más lejos entre nosotros. Es decir, nosotros no tenemos contacto entre las naciones hispanoamericanas, no hay circulación dentro de las naciones hispanoamericanas, como para que simple y llanamente conozcamos a la literatura de nuestros vecinos si no hay una mediación editorial desde España. Incluso en esta época donde existe Amazon, esta época en la que podemos efectivamente leer textos de muchas partes del mundo porque existe los formatos de lectura digital, el libro impreso sigue teniendo una extraordinaria importancia y muy pocas editoriales tienen el músculo suficiente para poder hacer llegar textos a las librerías de distintos países.

APR. Las editoriales entonces sacarán un libro al público y el trabajo que se haga después de ese momento será muy importante. En Hablemos, escritoras siempre nos hemos preguntado acerca, por ejemplo, de la vida de un libro, de qué tanto realmente la gente lo recuerda una vez que sale tras el júbilo de haber sido publicado. Escuchemos a Lorena Amaro. ¿Qué opina al respecto?

LA. La presencia de editoriales transnacionales y de editoriales independientes que impulsan en distintos países la trayectoria de un mismo libro, tampoco garantizan la visibilidad de muchas creadoras y creadores que se mantienen al margen del mainstream en circulación, con lo que muchos libros se pierden en la enormidad de publicaciones que se realizan hoy anualmente. La vida útil de un libro es cada día más corta, los mesones de novedades cambian aceleradamente y en esa locura de publicación hay textos que no logran traspasar fronteras. Si bien siempre se habla del interés editorial de España por Latinoamérica, después de varios meses acá, en Madrid, veo que ese flujo no es tan masivo como se supone y que si bien hay interés, se sigue mirando con desconfianza y muchas veces con desdén el español como lo hablamos en distintos puntos de América. Son otras las inquietudes y las estéticas; ocurre que la literatura que se produce en nuestros países acaba por tener siempre la misma etiqueta: rara, extraña, fantástica, maravillosa. Y se sigue esperando que América Latina provea violencia, dictaduras y exotismo. En este sentido, creo que el “diálogo” transatlántico no es tan fluido como quisiéramos.

APR. Todos hablamos de ese momento en que las editoriales independientes empezaron a surgir en varios países con un gran ímpetu, abriendo muchas puertas y dándoles espacios a muchos escritores. Esto que sucede a lo largo del siglo XX y los inicios del XXI ha cambiado a la manera en que las escritoras publican en cuestión también de regiones, pero por una parte está el mercado y el interés, y por otro, el músculo grande que algunas editoriales tienen. Gisela Kozak lo pone de esta manera.

GK. Ahora bien, las editoriales alternativas independientes están trabajando con mucho cuidado en autores que luego pueden llegar a editoriales importantes. Creo que el caso de Liliana Colanzi, que es cuentista, un género muy difícil, o el caso de María Fernanda Ampuero, ejemplifica muy bien cómo las cosas pueden funcionar, es decir, en el caso de Colanzi, ella publica Nuestro mundo muerto en una editorial boliviana y este texto lo llega a ser publicado posteriormente nada más y nada menos que por Páginas de espuma, y es ahí en ese momento que Liliana Colanzi Empieza a tener una expansión mayor. Yo leí a Liliana Colanzi en un Pdf, pero es muy difícil que el simple boca a boca más allá, digamos, del espacio de las escritoras que estamos en el mundo académico y literario, pueda llegar mucho más lejos. Entonces todavía las editoriales tienen un músculo importante a la hora de ofrecerles a las nuevas generaciones de lectores alternativas literarias, porque en las nuevas generaciones el formato impreso todavía se impone, por lo tanto, en la circulación del diálogo literario, incluso en esta época digital y globalizada, todavía depende mucho del libro impreso y de los premios de la fuerza de los premios internacionales.

APR. Así es, los premios ayudan definitivamente a los libros, especialmente los premios internacionales, en eso hemos visto grandes nombres que han logrado atravesar fronteras y que se han convertido en verdaderas estrellas de este firmamento. Sin embargo, sabemos bien que algunos países en Hispanoamérica son los que siguen marcando la pauta, dejando irremediablemente a otros afuera y siento como que lo es, Canadá es uno de ellos. Escuchemos a Martha Bátiz.

MB. Yo sé que la circulación y el diálogo literario tienen una fuerza importante en México, a pesar de la guerra en contra de la cultura que nuestros gobiernos han venido haciendo, y lo mismo sucede en el Cono Sur y en el Caribe, por ejemplo. Pero también reconozco que a pesar de que la globalización y las redes sociales han acortado distancias, esto sigue siendo un fenómeno regional. Es mucho más fácil que un(a) lector(a) dominicano(a) conozca al menos de nombre a un autor (o autora) boricua o cubano(a), mientras que para lectores(as) mexicanos(as) o argentinos(as) puede resultar difícil tener el mismo grado de familiaridad, por citar un ejemplo. ¿Por qué? Porque viven lejos, o porque escriben de realidades muy diferentes a las nuestras, o porque no hay presupuesto para difundir la obra o distribuirla más allá de cierta zona geográfica. En mi experiencia, quienes quedan un poco al margen de la circulación y el diálogo literario son, como ya dije, quienes están en África, y en América Latina típicamente Centroamérica y, en el sur, Bolivia y Paraguay, aunque en tiempos recientes hemos escuchado mucho más de talentos literarios bolivianos gracias a los logros y esfuerzos de Liliana Colanzi, Edmundo Paz Soldán, Giovanna Rivero, entre otros. Tengo que agregar que me parece que quienes hacemos literatura en español en Canadá también hemos quedado un poco fuera de ese círculo también, porque nuestras editoriales tienen distribución muy limitada y porque no podemos competir con la cantidad de autores y recursos que hay, por ejemplo, en Estados Unidos.

APR. Un punto que es muy importante es lo que dice Mónica Velásquez sobre que lo latinoamericano y lo hispano tienen siempre esa línea intermedia que los confunde y que los mezcla y que viene tanto a colación, especialmente para los que vivimos en los Estados Unidos, donde la literatura en español tiene cada vez más etiquetas y más categorías. Los “españoles” migran con su gente a esta gran nación.

MV. Yo creo que estamos en un momento distinto al modernismo o a los años 60 en los que se diferenciaba lo escrito o producido en Latinoamérica, en España o fuera de sus dos lugares, creo que hoy habitamos una zona más extensa, no por ello menos problemática, que está formada por lo escrito en español, o sea, en Europa, en Estados Unidos, en América Latina. En ese sentido, podría parecernos que importa más la lengua que el gentilicio, aunque no podemos ser ingenuos y tenemos que saber que políticamente no todos los gentilicios son iguales ni valen lo mismo, habría que tener esa cautela.

APR. Cuando entrevisté a Silvia Gurrola, una de las cosas que más me llamó la atención es el tiempo que ha vivido fuera de México, su país natal, lo mucho que sabe y en mucho tiempo que ha pasado África y siempre viene esta pregunta. ¿Qué es lo que sucede con aquellos que salen de su país y que deciden echar raíces en otros? ¿De qué manera ellos integran también un mundo hispanohablante que no está conformado nada más por las fronteras de los países de habla hispana? Martha Bátiz amplia este punto.

MB. El mundo hispanohablante lo conforman España y sus islas, así como casi todos los países de América Latina y el Caribe, y debiéramos tener más presentes a Guinea Ecuatorial y la República Saharaui Democrática en África, sin embargo, al estar sus hablantes geográficamente tan alejados de lo que normalmente consideramos “el territorio hispanohablante” solemos olvidarnos de ellos. Estados Unidos forma parte del mundo hispanohablante, por supuesto, no solo porque algunos de sus territorios fueron originalmente parte de México hasta que la frontera los empujó “del otro lado” sino porque la cantidad de migrantes de origen latinoamericano que han hecho de ese país su hogar han convertido el español en una segunda lengua no oficial en aquel país. Y yo agregaría por supuesto a Canadá, donde el español tiene cada vez mayor presencia y relevancia.

APR. Lorena Amaro al respecto habla de un diálogo que aún sigue siendo colonial, que sigue concentrando y favoreciendo unos cuantos y a unas ciertas regiones.

LA. El diálogo sigue siendo en gran medida colonial, por eso se condensa donde hay movimiento editorial, programas de escritura creativa, encuentro entre lenguas. ¿Dónde es esto? En las grandes metrópolis, donde se genera la koiné literaria de la que se desprende la literatura mainstream. Lugares como Barcelona o Nueva York, donde migran escritores, académicos, traductores y editores, escritoras, académicas, traductoras y editoras para estar cerca del movimiento literario. Es dramática la falta de conocimiento que puede haber en un país como Chile, de lo que ocurre en los países centroamericanos, que hablan la misma lengua. México, por ejemplo, que es tan relevante en el movimiento editorial latinoamericano, está siempre mirando al norte, más que al sur, y eso se nota. Desde luego que hay fragmentación y desconocimiento, tal vez también poca voluntad de dialogar por parte de quienes integran el campo, sobre todo de dialogar entre pares. En este sentido es muy interesante observar cómo se desarrollaban antes los campos culturales, los extensos epistolarios entre grandes figuras de un mismo tiempo, que tanteaban otros espacios culturales, enviaban noticias y pedían información. Un caso ejemplar son las redes mistralianas. Gabriela Mistral se carteaba con escritoras y escritores de México, Centroamérica, Estados Unidos, Argentina, España. Hoy las redes sociales generan una sensación casi que de saciedad informativa, pero habría que pensar cuánta de esa info que vemos a diario es relevante y nos ayuda a orientarnos en el campo cultural, más allá de las apariencias.

APR. Me parecen fascinantes las coincidencias que a veces se dan hablando de literatura, Gabriela Polit, por ejemplo, coincide con lo que rosa Beltrán hace muy poco dijo en la pequeña cápsula que hicimos para celebrar la llegada de su libro Free radicals, que mientras en México se estaba viviendo la contracultura en España se estaba viviendo el franquismo, lo que facilitó que la industria del libro en países como México y Argentina durante las décadas de los 70 y los ochentas despegara. Para algunos críticos, la edición se transforma en esos años de una industria cultural a una industria del entretenimiento dirigida a un gran público. Polit nos habla de ese momento histórico y de dónde vienen los capitales y cómo es que España después se convierte en lo que es el día de hoy, una gran Meca de la literatura en español.

GP. Me parece que es importante recordar el fantástico libro sobre el Boom de Alejandro Herrero Olaizola en donde nos explicó cómo las políticas del libro durante los últimos años del franquismo favorecieron las condiciones para que sucediera el llamado “boom” de literatura latinoamericana. Pese a que los escritores que fueron parte del boom eran en su mayoría de izquierdas, el régimen franquista implementó una censura laxa para poder publicarlos. Y el interés era político y económico. España quería ocupar el centro en el mercado del libro escrito en español y lo disputaba en esos años con México y con Argentina. En esos años tenían industrias del libro más fuertes. Después del Boom o a partir de entonces, la industria del libro en España se ha blindado y es la más importante para el mundo hispanoparlante, estoy hablando de ese músculo que hace la vitalidad de los libros en España es impresionante. El capital es alemán se consolidan todos los grupos económicos que están detrás de España puede venir de Alemania, pero estoy diciendo que en el mundo del libro es español el músculo más fuerte está en España. Entonces, ¿cómo entrar a esos circuitos de libros? Hay un boom, digamos, de editoriales independientes en América Latina. Algunas de estas editoriales independientes para poder entrar al mercado español lo que han hecho es abrir sus sedes en España, con lo cual su carácter de independientes, ya no son porque entran a un mercado que está muy pautado por reglas y por leyes que son muy estrictas y que blindan mucho para proteger la producción del libro en España. Entonces no sé si la palabra fragmentación sea la más adecuada, habría que entender las leyes del libro en cada país y en España, por supuesto. Habría que entender cómo funciona la circulación del libro entre los países latinoamericanos, porque yo creo que ahí yo radica un gran problema, porque si bien es importantísima la labor que están haciendo editoriales independientes, ellos recorren solo parte del camino. Yo sé que si una editorial española, por ejemplo, edita un libro de una editorial como Himpar ese libro ya no puede entrar en el mercado español con el sello de Himpar. Entonces Himpar ha fomentado un libro, ha puesto en escena a una autora y esa autora en circuitos muy robustos del mercado español, el libro va a ser más vendido, la autora va a tener mucha más visibilidad. Entonces pensado así es como que las editoriales independientes de América Latina están haciendo la mitad del camino porque las redes sociales han fortalecido una comunicación entre las editoriales independientes en cada país, pero no ha generado que haya mayor circulación de libros entre los países latinoamericanos. Y me parece que para entender este fenómeno se requiere un estudio de las reglas económicas y de las políticas culturales de cada país, de cada país, para entender por qué es tan difícil que un libro publicado en Ecuador no se venda en Colombia con una editorial pequeña. ¿Cuáles son los problemas? Y eso está atado a una serie de políticas culturales de importación, de exportación, etc.

APR. Mónica Velázquez aborda también estos temas de la situación de los diferentes países desde este punto de vista.

MV. Existen zonas literarias muy visibles, entre otras razones debido, creo una fuerte tradición literaria o artística y a una mayor institucionalidad del sistema literario, pienso en países como Argentina, Chile, Colombia, México y España. Mientras que históricamente quedan otras regiones invisibilizadas, a veces por el idioma. A mi me sigue sorprendiendo como uno acabamos de integrar a Brasil por ese tema del idioma, por ejemplo, como parte de lo latinoamericano, no. En otros casos hay una condición más marginal, en algunas zonas, generalmente debido a campos literarios muy pequeñitos. Como por ejemplo no sé, pienso en países como el mío, Bolivia o Paraguay, pero piensan también en algunos países del Caribe que lo siguen pareciendo misteriosos o desconocidos. Ahora hay una desconexión que sigue fragmentando este español escritural, porque siguen siendo, creo, misteriosos los modos de diálogo entre ciertas escrituras, a pesar de que circulen. Por ejemplo, pienso una escritora que ahorita está circulando tanto como Mónica Ojeda y vive en España, creo que nadie se cuestionaría sobre su visibilidad, pero me pregunto, a quién es, a qué escrituras en España está afectando la producción de Mónica Ojeda, por ejemplo O la de un escritor como Fernando Ibasaki, que vive allá hace tanto tiempo o qué pasa con una poeta tan formidable como Berta García Faet si está llegando a Argentina, o a Bolivia o otros países de Latinoamérica, pero habría que preguntarnos si su escritura está afectando a algunos poetas locales, por ejemplo.

APR. Por supuesto que es importante hablar del caso de los Estados Unidos hay que hablar de él desde esta idea de los 62 millones de hispanohablantes que son o pudieran ser potencialmente un gran mercado. Sin embargo, 62 millones de hispanohablantes no significa 62 millones de lectores en español. Tenemos que considerar todos los que no tienen el tiempo y el lujo de la lectura, todos los que no tienen acceso a los libros en español, las segundas y las terceras generaciones que ya no lo hablan y que ya no lo leen, y sobre todo, los temas que ya no dialogan con sus propias realidades. Interesante ver, además, que los hispanos están perdiendo su español de acuerdo con el último estudio de Pew Research. Gisela Kozak habla de este mercado americano.

GK. El mundo hispanohablante, por supuesto, se ha expandido fuera de las fronteras de los países que hablan mayoritariamente castellano. Es el caso de los Estados Unidos, que tiene una importante población que habla español y que en principio estaría dispuesta a escribir y a leer en español. Así que efectivamente es un mercado de interés. Creo que las formas de diálogo tienen que ver con algo importante que se ha generado entre las escritoras. A raíz de que efectivamente ha habido toda una reflexión. Sobre las numerosas escritoras y muy buenas escritoras que están ahorita circulando esta reflexión que ha planteado la existencia de estas escritoras en conjunto vuelve a recuperar un sentido de lo hispanoamericano que no teníamos desde la literatura del Boom. No quiero hablar del Boom en términos de boom de escritoras, no me refiero a que ha habido una manera de. Ver la existencia de estas escritoras más allá de su contemporaneidad como un fenómeno hispanoamericano que es digno de ser revisado en conjunto. Y de hecho, las revisiones que yo he visto e incluso las que yo he escrito, parten un poco de esta de esta especie de abordaje.

APR. Lorena Amaro se pregunta también sobre este escenario literario en los Estados Unidos y reconoce el trabajo que muchos han hecho en ese país, como algunos editores que han trabajado de manera muy eficiente para empezar a publicar más y más libros en español.

LA. Otro polo de atracción es, por cierto, Estados Unidos, otro mercado impresionante, donde todos esperan, principalmente, ser traducidos al inglés, a pesar de la enorme cantidad de hispanohablantes en ese mercado editorial. Potenciar el español y su presencia en ese ámbito es muy importante. Me interesó ver que hace poco se estableció un premio literario, Las Yubartas, a la mejor obra narrativa (¡me encantó ver que pasan de las distinciones entre novela, cuento, crónica, géneros que han quedado muy sobrepasados por el cruce de verdad y ficción y el empleo de técnicas que detonan los límites genéricos!). Para el concurso, lo organizan varias editoriales hispanohablantes y una de ellas es Chatos Inhumanos, que trabaja desde Estados Unidos. No la conocía y creo que es interesante ver que existe allá esta cuña en nuestra lengua. De todos modos, la relación entre las lenguas y la circulación editorial sigue siendo asimétrica: el sur global lee al norte, alimentando con esas obras su cánon. Y no ocurre al revés, al menos no en las mismas proporciones, porque las traducciones, además, no van tan rápido.

APR. Gabriela Polit habla sobre eso en algo muy puntual, la no existencia de una dinámica de campo en la producción de literatura en español. Interesante su punto de vista.

GP. En los Estados Unidos todavía no hay una dinámica de campo de la producción de la literatura en español. No me refiero a la Academia porque este sería un campo distinto. Hablo del campo, de la producción literaria, la labor de Hablemos, escritoras, de revistas como literal de las ferias del libro como Chicago, en Miami, en Los Ángeles, en Nueva York, están consolidando la existencia de este campo, pero en general, quienes estamos escribiendo en español en este país tenemos la mirada en América Latina y en España. Además, funcionamos de manera aislada por regiones. Lo que aprendimos con la visita de “Las 4 esquinas” y hablemos de escritoras, por ejemplo, nos enteramos de lo que está sucediendo en el estado de Washington en Seattle, pero ellos no conocen lo que se hace aquí en el sureste o lo que hacemos nosotros no se sabe en el noreste. Yo misma no podría hacer una lista desde el tope de mi cabeza de 20 escritores y escritoras que estén aquí haciéndolo en español. Muchos de los escritores que escriben en español publican en editoriales de sus países de origen. Entonces me parece que hay una dificultad de hablar de un campo porque no existe un campo consolidado. La categoría de campo es una categoría que ayuda a entender cómo funciona la sociedad. Entonces, para entender el campo literario hay que entender cuáles son las relaciones con el campo económico, con el campo político, con el campo académico. Y la dificultad de hablar de un campo de producción de literatura en español en los Estados Unidos me parece que es reconocer el poco valor que tiene esta lengua en esta sociedad, pese el número de hispanoparlantes que vivimos aquí, el español no está valorado en toda su riqueza cultural. La literatura es parte de esa riqueza cultural. No se incentivan las escuelas a que los chicos aprendan español incentiva con políticas públicas que muestren lo importante que es tener una segunda lengua y que, geográficamente hablando, la lengua que en este país se debería enseñar obligatoriamente sería el español, y eso no sucede. Quizás hay acciones aisladas en ciertos distritos escolares existen escuelas bilingües, pero no es una política de Estado. No hay desde el Estado una aceptación de la riqueza cultural. Que tiene el español entonces, todo el campo de la producción de la literatura en español son acciones que todavía no tienen un eje único. Son acciones que están balcanizadas de alguna manera porque la lengua, el español, no está valorada culturalmente en los Estados Unidos. No hay becas para que la gente escriba novelas en español, no hay editoriales que publiquen aquí en español y que tengan un impacto importante, y esas instituciones son las que fortalecen un campo de producción cultural y en este caso, literario.

APR. Así no, nada más tenemos que hablar de los eslabones que hacen esta gran cadena, sino también de cuáles son los agentes de mediación y transferencia cultural que permiten la circulación de los libros. Gabriela Polit regresa al concepto de campo e introduce una idea más, la idea de creencia. 

GP.  Que además del objeto que producen, digamos en este caso el libro, tienen que crear el la creencia, el belif en inglés de que ese objeto es un objeto de arte. El ejemplo queda Bourdieu es maravilloso porque toma el inodoro de Duchamp y dice una vez que ese objeto se colgó en el museo, dejó de ser un inodoro y fue un objeto de arte. Lo que le da el carácter de arte es que está colgado en una galería, en un museo. Entonces entender que el libro, cuando yo termino de escribir un libro, lo que hace que mi libro sea considerado un objeto de arte es una dinámica y una legitimación más que una transferencia o una mediación, que lo legitima por una dinámica. Por ejemplo, desde la editorial donde se publica el libro, porque no es lo mismo publicar en una editorial como Anagrama, por ejemplo, que publicar en una editorial independiente, pequeña en Ecuador. La editorial grande va a manejar más los recursos de promoción, las relaciones con promotores culturales, los circuitos de entrevistas de lanzamientos, estar en las ferias del libro. Mucho, esta es la maquinaria que produce un libro, la creencia de que este es el libro que hay que comprar y que le da legitimidad a esa obra. Todas estas instancias son importantísimas, pongamos un ejemplo contrario, digamos que yo escribo un libro y no estoy hablando de las calidades del libro, pero escribo un libro en Amazon me alto público pago, lo empiezo a vender en Amazon, me muevo muchísimo en el Internet, pongo a mis amigos. Qué sé yo, Inclusive contrato a alguien que me dé un poco de visibilidad, eso no le da legitimidad a mi libro, es más, le puede hasta restar legitimidad porque yo no entré a los circuitos de prestigio que legitiman al libro, que son las instituciones y las instancias sólidas. Eso es lo que determina el campo. Entonces, una vez que el libro está legitimado, entra en el circuito académico y entra en los congresos. Es muy raro, no puedo pensar ahora en ningún ejemplo en que un libro se haya consagrado en el circuito académico y entre en el circuito literario. Quiero decir que haga el salto desde el campo académico al campo de producción literaria. En cambio, un libro que tiene un prestigio en el campo de producción literaria salta al campo académico y claro, ahí empieza a haber un diálogo.

APR. Mónica Velásquez ahonda aún más en estos agentes de mediación en los componentes de este sistema literario.

MV. Todos los componentes del sistema literario son o somos responsables de la circulación y el diálogo desde donde nos toque y a veces en más de una de estas posiciones, la autoría, la editorialidad, la labor crítica, la producción académica, los medios culturales, los clubs de lectura o cualquier otra instancia formadora de público. Todas somos parte de ese sistema y deberíamos reconocernos como parte de ese mercado cultural. A veces creo que todavía lo decimos mercado cultural y tenemos algún nerviosismo con eso que creo que a estas alturas ya sería sano no tenerlo. Llama la atención, creo, cómo han ficcionalizado el sistema literario algunas obras. Pienso, por ejemplo, en la de Roberto Bolaño o más recientemente en la de Sara Uribe, que han textualizado esas relaciones y tensiones entre componentes del sistema cultural. El tema creo es qué y cómo ponemos a circular las escrituras, no, si lo hacemos con un método de grandes conglomerados, como fue Alfaguara en los 90 ‘so Random House hoy. Si también lo hacemos más bien con modos contestatarios como el de las cartoneras de fines del siglo pasado o lo hacemos a la manera muy postpandemia de poner a circular PDFS liberados en plataformas como la de Poesía mexa, por ejemplo. No se trata de satanizar unas o mitificar otras, sino creo que de verdad tomar conciencia de cómo se circula, cómo se lee, cómo se crea valor, con qué criterios damos esto a entender, sobre todo porque, como he dicho, nuestras posiciones son cambiables y ocupamos varias al mismo tiempo. De este sistema.

APR. No hay que olvidar otro elemento muy importante en esta gran conversación, el scout literario, quién es el que termina usando su propio criterio, la tendencia lectora, la demanda, el mercado, la filosofía de la editorial que representa para seleccionar los libros que han de ser reeditados, traducidos, convertidos en formato digital y que se sumarán a los más de medio millón o 1 millón de nuevos libros que aparecen cada año. ¿Mismos que además se suman a los 4 millones de libros autopublicados que se hacen en el mundo, es ahí en los grandes números y en la saturación del mercado, en donde también está en conflicto cómo captar la atención de un público lector? Escuchemos a Lorena Amaro, que nos dice al respecto.

LA. Existen numerosos agentes, por ejemplo, hasta la figura bastante esotérica, creo para el gran público lector del scout literario, aquel que va a la Feria para. Y seleccionar aquello que puede resultar atractivo, sobre todo vendedor de su propia lengua. Me parece que los movimientos se producen así, primero en el mercado, antes que distancias académicas como congresos o cursos, pero que me parece que cada día las lecturas están más estandarizadas, se las imponen las librerías cada vez también más parecidas entre ellas, porque tienen los mismos distribuidores. Y la Academia, que antes era reducto de una lectura minoritaria, atenta, más selectiva e incluso con un papel de vanguardia, se ve transformando en un espacio más de consumo con tesistas que repiten temas y autoridades porque son los que están circulando en el campo cultural. A mí me sorprende cada vez más esta homogeneización que desde luego genera la sensación de que estamos todos dialogando porque es fácil encontrarte con colegas que estén leyendo o han leído lo mismo que tú. Sintonía estética no, yo creo que no creo. Que se trata más bien de la construcción lenta y muy bien tragado un sistema de camino de mercado y academia. En que la segunda tiene un papel cada día más oscilar. Esto también se vincula con la crisis de autoridades de los discursos académicos que tienden a buscar algunos desesperadamente la popularidad o que, por el contrario, dan totalmente la espalda a la contingencia literaria. Los intelectuales contribuyen a políticas, son animales en extinción, a lo que se puede aspirar hoy, como muchos, a tener el mismo lácte de la Influencer, pero de ahí, de esa complacencia que estamos sumidos todos, nos surge un diálogo, eso hay que pensar sobre el lugar de la crítica y la universidad hoy sobre quiénes son los verdaderos o las verdaderas gate keepers de la literatura y en esta empresa gigantesca de hacer visibles los libros.

APR. Sin lugar a duda las redes sociales y las revistas juegan un papel muy importante, Martha Bátiz nos habla de este punto.

MB. Las redes sociales son los agentes de mediación más orgánicos en este momento, me parece. Escritores(as) y lectores(as) entran en contacto, se comunican, dialogan a diario en sus espacios, y es también a través de esos espacios que se da a conocer la información más reciente, se promueven libros y eventos, concursos, encuentros presenciales y virtuales, etc. Las revistas son importantes también, aunque suelen enfrentar retos diversos que les impiden a veces incluso sobrevivir más allá de algunos meses o un par de años. En ese sentido, la labor que ha hecho Rose Mary Salum con Literal Magazine es increíble. Los congresos de universidades son los lugares donde se reúnen los especialistas, los lectores de oficio, digamos, que analizan las obras y comparten ahí sus conclusiones y estudios, pero rara vez un lector común y corriente asistirá como público a un congreso universitario porque, con perdón de los académicos, las ponencias suelen ser aburridas y manejar una jerga a la que no toda la gente tiene acceso y en ese sentido son excluyentes y además, caros. En cambio, las redes sociales, con todos sus riesgos y bemoles, están al alcance de los dedos y no se paga cuota de acceso más allá del aparato tecnológico y la conexión a internet. Habría que pensar, también, en que siempre quedan fuera de todos estos diálogos las comunidades marginadas, quienes viven en la pobreza y aquellas personas que no han tenido acceso a educación, que por desgracia todavía son muchísimas. Ser lector(a) es en muchos sentidos un privilegio y no debería serlo, porque la cultura debe estar al alcance de todos, no solo de unos cuantos, pero ese es otro tema. 

APR. Hablando de los temas que más pobla en el campo literario hay mucho que decir. Sin embargo, hay ciertas tendencias en determinados momentos de la historia literaria. Muchas son las razones para que las escritoras y los escritores aborden esos temas y utilicen ciertos géneros para abordarlos. Interesante la respuesta de Lorena Amaro a este respecto.

LA. Más que una circulación de temáticas y géneros utilizados diría que hay una enorme repetición. ¿Es esto producto del diálogo? ¿Cuando vamos a congresos y festivales realmente dialogamos tanto y esto es producto de algún tipo de consenso estético? A mí me parece que no. Creo que hay temas y géneros con ventaja en este momento porque instancias de mercado los están visibilizando. Por ejemplo: la academia española está entusiasmada con el fantástico latinoamericano. Neofantástico, insólito, inusual, gótico andino se enarbolan una serie de categorías muy próximas que, a mi modo de ver, al menos, no distan mucho de lo que se decía de lo real maravilloso o del realismo mágico hace 50 años. Una vez más el mundo editorial y el periodismo cultural español nos hacen creer que existe un boom, que primero fue el de los 60, luego el de la crónica y ahora el de las autorías de narradoras latinoamericanas, todo por cierto muy elitista. Ahora la rareza de lo latinoamericano, o lo que cree Europa que es la rareza latinoamericana, se suma a la rareza de la autoría de mujeres, construyendo un artefacto en apariencia cómplice de la escritura feminista, pero en el fondo bastante conservador. Todo esto invisibiliza de algún modo a excelentes autoras y textos que estaban ahí mucho antes, y que no contaron con la misma atención en su tiempo, o que fueron leídos de formas muy equívocas. Algunas de esas autoras ya han muerto, como Sara Gallardo, Josefina Vicens, Inés Arredondo, otras siguen estando con nosotras y comienzan a ser reconocidas como es debido: María Moreno, Matilde Sánchez, Reina María Rodríguez, María Negroni, Cristina Peri Rossi. Pero esto no es lo que manda. Mandan la ciencia ficción, el policial, la literatura distópica… No tengo nada en contra de todo esto, me encanta, pero es sospechoso, ¿no?, que tantas estudiantes y tantos simposios y coloquios y colecciones de libros vayan orientados en un mismo camino. La poesía sigue siendo la gran postergada, porque no tiene éxito comercial y muy pocas académicas y académicos la abordan. En este sentido, me parece que es crucial, para las décadas venideras, que se cumpla el ideal de la bibliodiversidad en las bibliotecas públicas, otro espacio que he podido ver de cerca y en que es muy difícil intervenir las lógicas de mercado, porque las y los lectores actuamos, y me incluyo, principalmente como consumidores, acumuladores de novedades o de objetos hermosamente diseñados, con lo que muchos libros tienen escasas posibilidades de alcanzar a sus lectores, porque no son demandados en esas bibliotecas.

APR. Y revisamos de nuevo este tema enorme que es el de las categorías, ¿cómo identificar a ciertos libros, cómo los editores, los libros, los bibliotecarios y el mismo lector identifica ciertos libros? ¿Qué escribir en una solapa en cuarta de forros para poder atraer la atención de los lectores? Mónica Velásquez habla sobre esto y lo peligroso que puede ser entrar ahí, en ese campo resbaloso.

MV. Creo que sí existen temas comunes en la producción actual, pero creo también que es un poco peligroso reunirlas o etiquetarlas rápidamente en una sola categoría. Yo soy un poco escéptica de algunas de esas categorías como gótico andino, por ejemplo, que creo que ya se la usa a veces como muletilla. Creo que es otro del desafío que consistiría más bien en ir viendo los contornos de un aire de época, pero es difícil en la medida que somos parte de esa época a la que estamos tratando de entender. Pero bueno, voy a mencionar un solo rasgo que me parece común y tal vez emblemático que tiene que ver con la tremenda crudeza de gran parte de la literatura actual. Ahora ahí quisiera hacer una reflexión que me tiene a mí preocupada, no, no preocupada, ocupada más bien que es que durante mucho tiempo se vio como la expectativa europea o estadounidense respecto a lo latinoamericano, podía sintetizarse en una trilogía que es la siguiente: imaginarios violentos, trasfondo sociopolítico y de ser posible, algún rasgo fantástico étnico mágico, raro. En ese sentido, si pensamos esa trilogía, podríamos sospechar que hoy la estamos una vez más. Y me ha servido mucho pensar oír hace unas semanas en la feria del libro de La Paz a la escritora mexicana Clio Mendoza, quien contaba que frecuentemente lectores europeos o norteamericanos le decían, no tal le preguntaban que por qué era tan violenta su literatura, a lo que ella había decidido contestar algo como “cuestiónate tus privilegios”. Me pareció muy contundente, muy provocador esa respuesta, porque por un lado es verdad. Y vale la pena preguntarnos si estamos como latinoamericanos escribiendo obras para cumplir una expectativa que por ahí se nos ha vuelto demanda, pero también creo que tenemos el derecho a preguntarnos si podemos prescindir de lo violento viviendo en contextos donde la violencia se nos ha vuelto una condición de vida. Creo que eso da pie para una larga reflexión.

APR. Y algo que ha sido una meta continua y constante en hablamos escritoras es demostrar que las escritoras no escriben todas de los mismos temas. Muy al contrario, la diversidad temática de las escritoras es lo que ha causado esta fascinación que vemos hoy en los lectores por ellas y sus obras. Gabriela Polit coincide con esto y lo amplía de esta manera.

GP. Me parece que actualmente se puede decir que hay una tendencia a hablar de temas como el incesto, la violencia, la maternidad, la discriminación y que aparecen de manera recurrente en ciertas obras. Pero hay muchas autoras que no abortan estos temas, Schweblin, por ejemplo. Y creo que en los dos casos hay obras que son fabulosas y otras obras que no lo son. Un libro, el hecho de que las mujeres estén al vanguardia del acontecer literario contemporáneo tiene que ver claro con lo que ha sucedido con los movimientos feministas en los últimos años, desde el 2016 para acá con el #metoo, los debates sobre el aborto creo que sí, creo. Creo que eso tiene un impacto como uno podía decir que el fenómeno del boom, estaba relacionado con la Guerra Fría, pero no se puede explicar el boom a partir de la Guerra Fría y no creo que se pueda explicar el fenómeno de este acontecer literario de las mujeres a la vanguardia por los movimientos feministas. Creo que la literatura va mucho más allá de eso y que la crítica literaria es justamente la que nos tiene que iluminar en estos temas. Puede haber políticas editoriales que den mayor importancia a ciertos temas. Hablemos, no de la producción de mujeres, pero por ejemplo, últimamente uno entra a librerías y ve un montón de libros escritos sobre la naturaleza y sobre los árboles y sobre las flores y sobre la botánica y sobre y hay libros que son maravillosos y hay libros que no lo son, entonces también está esa otra parte. E insisto, es la labor de la crítica literaria. El iluminar estos momentos. Hace 10 años estaba hablando de suerte de boom, un poco más de 10 años, de la literatura, del narcotráfico y en esa mal llamada Literatura del narcotráfico, habían obras fantásticas y habrían obras que no lo eran, pero había todo un movimiento desde la industria del libro para fomentar ese tipo. Entonces también creo que hay que desentrañar esas cosas, ciertas membretes que se ponen desde, desde la industria del libro, porque finalmente los libreros necesitan vender las obras, ¿no? Y eso no necesariamente esas, esos membretes a veces no responden de manera muy clara a las obras que las incluyen. Y me parece otra vez que la crítica literaria tiene que contextualizar cada obra, cada lugar, cada campo que habita el autor y la autora para entender estas dinámicas.

APR. Para Gisela Kozak, los temas pasan por una apropiación de géneros, los géneros, los géneros literarios, los géneros que rompen y que buscan innovar en las estéticas, en los modos de narración, en sus propias sensibilidades.

GK. Creo que siempre hay ciertos discursos que son predominantes, ciertas temáticas que son predominantes, así como en el pasado, el problema de la nación fue central en la literatura hispanoamericana. Creo que ahora, todos los temas pasan por una apropiación de géneros, de géneros, me refiero en este caso géneros literarios, de géneros que rompen, digamos, con las búsquedas estéticas ultramodernas del pasado de hace 50, 60 años atrás, para concentrarse más en modos de narración, digamos mucho más cercanos a las sensibilidades propias del mundo de los grandes medios de comunicación Las escritoras por supuesto colaboran con todo esto al tocar esos temas y por lo tanto tocar esa sensibilidad, ya sea desde el terror como Mariana Enríquez, ya sea desde la desde la ciencia ficción como hace Liliana Colanzi, ya sea desde las distopías como esa Karina Seisburgo, no?

APR. Lo que es un hecho es la gran maestría de lo que hacen las escritoras, diseccionando lo que se ha dicho como la realidad y lo que se nos ha puesto como si fuera algo incuestionable Martha Bátiz, quien ha hablado ampliamente de muchos de los talleres interesantísimos que se están haciendo.

MB. Dentro de la obra de las escritoras hay una circulación en temáticas, por supuesto. Yo veo como ejes muy claros la maternidad, las diferentes violencias (de género, política, doméstica), el feminicidio, y últimamente, el horror como herramienta para expresar lo que implica ser mujer hoy en día. La literatura es ese espacio en el que los estereotipos, las expectativas sociales, las exigencias que se nos han impuesto por siglos están siendo diseccionadas y desterradas. La obra de las escritoras actuales pone el dedo en la llaga y no tiene empachos en atacar a quien merezca ser atacado, empezando por el patriarcado, pero también las prácticas colonialistas, el racismo, la discriminación de género, todo eso que nos mantuvo y sigue manteniendo atadas y fuera de espacios que poco a poco y con un enorme esfuerzo hemos ido conquistando.  

APR. Hay otra parte en este circuito que es muy interesante, de qué manera las escritoras también se relacionan entre ellas, entran en conversación. Hace unos días vi esto y me emocionó de gran manera cuando entrevisté en la misma semana a Selva Almada y a Dolores Reyes, tan fuertes y tan poderosas sus escrituras para hablar del tema de la violencia de género. Escuchemos a Gisela Kozak, que amplía este punto.

GK. Desde luego, en diálogo se establece, por supuesto, reitero este punto porque es importante entre las propias escritoras que se reconocen unas a otras. Yo lo he visto incluso en las redes sociales, en particular en Twitter, no es decir este reconocimiento entre las escritoras que hablan de ella, que se encuentran, etcétera. Por otra parte, las editoriales, las universidades, las grandes ferias, los eventos internacionales al estilo, por supuesto, de la Feria de Guadalajara, de Buenos Aires, de Madrid. En fin, por supuesto propician que estas escritoras se encuentren como de hecho nos encontramos nosotras en Hablemos, escritoras, que es un espacio precisamente de reflexión, de foro, la escritura sobre la crítica, sobre la literatura y sobre quiénes y cómo se está escribiendo en América Hispana. A veces las fragmentaciones son inevitables, no que tú eres española, escritoras hispanoamericanas, escritoras mexicanas, escritoras argentinas. Creo que es un excelente momento para las argentinas, sin duda alguna por su cantidad, la cantidad de escritoras, la calidad y sobre todo, la circulación que tienen dentro de las librerías el Caribe, voy a hablar crucialmente de las islas no República Dominicana, Cuba que son el Caribe hispánico de Puerto Rico. Por supuesto, sí, bueno, tenemos contactos con ella, pienso en Rita Indiana, Wendy Guerra en Andalucía, Portela, pero por supuesto. Todo esto pasa por cómo podemos acceder a estas escritoras, ya sea por la vía editorial, ya sea por el boca a boca, ya sea porque estamos en un medio literario que va recomendándonos lecturas, que va recomendándonos cosas precisamente a partir de las académicas que se interesan por el tema de la literatura, es decir, las académicas lectoras que van también sugiriendo nombres. No es fácil porque la literatura ha retrocedido dentro de la educación formal y dentro de los posgrados y las escuelas de letras, pero en particular dentro de los postgrados, es muy evidente que la gente está estudiando de todo menos literatura, pero más allá de no quiero generalizar, pero creo que es importante ver que la literatura tiene que competir dentro de los posgrados del área con otro tipo de discurso.

APR. Así como Gisela Kozak habla de lo importante que son los posgrados para hablar sobre literatura, Martha Bátiz lo hace que todas las escritoras que se han convertido en editoras para poder también abrirse espacios y abrir espacios a otras.

MB. Bueno, hay escritoras que han fundado sus propias editoriales, como Liliana Colanzi con Dum Dum, por ejemplo. Pero no es necesario llevar a cabo un esfuerzo titánico como este para crear estos circuitos, ya que muchos de ellos se van tejiendo a mano, palabra por palabra, a través del contacto que las escritoras establecen entre sí y con su público. Ayudan mucho los encuentros literarios, ya sean presenciales o virtuales, las ferias del libro, los cursos o talleres, pero sobre todo las recomendaciones que ellas mismas hacen y su propia labor. Cuando alguna de ellas recomienda un libro, por ejemplo, se crea este nuevo vínculo. Basta a veces con saber qué están leyendo ellas, a quiénes siguen, con quiénes se relacionan, y entonces uno va descubriendo y adentrándose en la colmena que le interesa. Y esto es un fenómeno que no solo ocurre en español. En Canadá, la escritora Heather O’Neill realiza esta labor en sus redes sociales, por ejemplo, con mucho éxito. Al primer taller de “Escribir es un lugar” de Laia Jufresa llegamos muchas por recomendación de Valeria Luiselli en Tuiter, y Laia vive en Escocia y Valeria en Nueva York, y en ese espacio había gente de todo el mundo.

APR. Como nunca, las escritoras se han convertido en incansables promotoras de ellas de sus compañeras, haciendo cada vez más grandes las redes y buscando de qué manera pueden atravesar las puertas que les han sido cerradas durante años. Lorena Amaro habla sobre esto.

LA. Las escritoras, como nunca, están intentando generar redes, hacerlas visibles, imprimir su sello al diálogo cultural. Existen iniciativas que las visibilizan a través de plataformas, por ejemplo Comando Plath en Perú, o el movimiento #MeToo mexicano. En general se reivindica el trabajo colaborativo y creo que una autora que ha marcado mucho la escena con su propio quehacer es Cristina Rivera Garza, quien expone en sus ensayos brillantemente sobre la posibilidad de generar escenas literarias en que la desapropiación y lo comunal tengan un lugar fundamental. Desde luego que todo esto surge como reacción y resistencia al capitalismo y el individualismo desenfrenados y al peligro de las narco y necroculturas. El fascismo como nunca ha vuelto a ganar terreno en el mundo y la escritura todavía puede plantear posturas disidentes. Pero, como es sabido, es fácil que el mercado fagocite y recicle esas resistencias, haciéndolas dóciles a sus propios propósitos. Creo que estamos en esa batalla cultural, con muchas y muchos agentes culturales dando todo de sí para poder ofrecer esas resistencias. Como plantea Remedios Zafra, a muchas de las escritoras las sostiene apenas su entusiasmo, porque están mal pagadas y mal consideradas simbólicamente. El trabajo que hacemos las propias críticas literarias está cada día más desacreditado, porque en apariencia todes pueden opinar y todos los juicios literarios son igualmente válidos. Ahora, retomando el tema de la circulación del libro, considero que las escritoras, quienes también ofician de traductoras, editoras y gestoras culturales, tienen una importancia fundamental en esa posta de textos, lecturas y conversaciones, motivadas como nadie a transformar la cultura (y que la cultura hegemónica no las transforme a ellas).En los últimos años muchos de los rescates más importantes de autoras de antaño los han hecho editoras e investigadoras, proyectos como Vindictas en México o Las antiguas en Argentina, o la Biblioteca de Escritoras Colombianas. También es interesante la cantidad de antologías de escritoras, como Tsunami, en México y España, Pachakuti feminista en Perú, La desobediencia en Bolivia o Avisa cuando llegues, en Chile, coordinados por autoras como Gabriela Jauregui, Claudia Salazar, Liliana Colanzi, Alejandra Costamagna, Carolina Melys. Pero una cosa es publicar los libros y otra, luego, hacerlos circular. Y otra cosa más difícil aún, es conversar y discutir sobre ellos. Entiendo que Hablemos, escritoras es parte de ese proyecto, de mover lecturas y tener un efecto difusor de textos que no están en los cánones de enseñanza o que han sido castigados por el mercado, pero también dialogar y también, a veces, cuando sea necesario, exponer una diferencia y discutir en torno a ella.

APR. Me da gusto escuchar que Lorena Amaro menciona a Comando Plath en donde es miembro Victoria Guerrero, quien también forma parte de LAM. Interesantísimo como se han ido creando estos grupos, para rescatar la obra de lo que nosotros hemos llamado nuestras madres literarias. Mónica Velázquez recoge otros nombres tanto de críticas como de grupos que están haciendo esto y que están cambiando paradigmas y cánones de lo que es la literatura.

MV. Creo que las escritoras contribuyen de muchas maneras a nutrir este circuito de circulación y de diálogo que estamos pensando. Voy a nombrar solamente algunas de esas maneras. La primera que me parece una manera enternecedora, profundamente humana, y me conmueve cada vez que la veo es que nos estamos leyendo unas a otras y nos estamos leyendo con el trasfondo de nuestra tradición o nuestras madres literarias, a veces perdidas, y veces muy presentes. Más allá, creo de eso, la lectura que hacemos con la humillación y cariño creo que es muy valiosa la labor de algunas críticas literarias como Lorena Amaro o Elsa Dúccarroz, que han articulado reseñas, han pensado escrito artículos académicos sobre estas obras. Pienso también en otra labor como la de Carmen Alemany o la de Cristina Rivera Garza, que han acuñado categorías ya no solo para describir, sino para pensar lo que está sucediendo, categorías como lo insólito o la de reapropiación que son muy útiles para pensarnos en un marco más abstracto. También valoro mucho la labor sistemática que ha llevado a cabo algún taller, como el de Diana Morán en México, para revisibilizar y poner a circular escritoras olvidadas por el canon, por ejemplo, o en iniciativas actuales más contemporáneas, digamos como la de la página del Comando PLATH. Quiero destacar también otra labor que dentro de este circuito que hemos mencionado a veces es menos protagónico, pero es muy importante como de quienes elaboran antologías, propician traducciones, organizan catálogos, mesas de diálogo, etcétera, y de ahí estoy pensando que la labor de organizar catálogos o mesas de discusión no sea el encuentro azaroso de ciertos nombres, sino más bien el poner como a cada obra o a cada autora, como en el lugar de una frase que es una afirmación de lo que se considera que es la escritura actual Y en eso, aunque se vea mal que hable de nuestra propia plataforma, creo que Hablemos escritoras está haciendo una labor realmente importantísima en dar pie a todos estos actores del sistema literario y no únicamente a las escritoras. Finalmente quisiera mencionar a la labor de Maricruz Castro Ricalde, una crítica mexicana que hace poco y en varios seminarios ha lanzado un desafío que es pensar como para-texto lo que las escritoras dicen en sus redes sociales. Menciono esto porque puede parecer una iniciativa más original, pero también de obligarnos a la crítica literaria a abrir nuestra cabeza y ser creativos en las nuevas maneras de pensar el circuito literario.

APR. La forma en que las editoriales y las revistas han tenido que sobrevivir a gobiernos que impiden su difusión es increíble. Uno de los ejemplos que da Gisela Kozak sobre El nacional nos da una idea de los esfuerzos que son para sobrevivir en este mercado y en este mundo literario.

GK. Creo que las revistas literarias siguen teniendo un papel, sobre todo en aquellos que aprendimos a leerlas, a seguirlas y sobre todo, a confiar en ellas, a confiar en esas revistas. Pienso en el papel literario del diario El nacional, que ahora circula en PDF por las redes sociales, por los graves problemas que ha tenido ese diario legendario con la dictadura venezolana. Puede circular incluso en WhatsApp o en redes sociales pero sigue teniendo prestigio y lectoría, incluso fuera de Venezuela. Entonces, bueno, todavía digamos las revistas, la circulación de artículos en redes sociales, por supuesto, los congresos universidades siguen teniendo impacto. Creo que, por supuesto, esta circulación y diálogo entre escritoras asume también los rostros de la época, una de ellas, el extraordinario interés en el género y, en particular, en la violencia de género. Es muy importante el tema, sea de feminicidios, sea de la pobreza, sea de la migración. Y plantear estos problemas desde el género, desde lo que significa efectivamente ser mujer en contextos como los nuestros.

APR. Tal y como lo vimos en este episodio del LAM, hay tantos matices, tantos colores, tantas capas, tantos temas y tantas visiones sobre este tema sobre la circulación y la posibilidad de un diálogo. Quedamos en deuda como siempre, las integrantes de LAM, “Literatura alrededor de la mesa”: Gabriela Polit, Martha Bátiz, Mónica Velázquez, Gisela Kozak, Lorena Amaro, Laura Torres y Victoria Guerrero. Es un gusto, como siempre, tenerlas en este espacio y agradecemos muchísimo a todos ustedes que nos siguen. Cerramos esta cápsula con unas palabras de Marta Bátiz. 

Yo soy Adriana Pacheco y nos escuchamos en el próximo episodio. Muchas gracias.


MB. Creo que lo que mejor funciona es esta vía orgánica de ir tejiendo lazos y creando discursos y abriendo diálogo. Por eso la sororidad entre escritores es tan importante ahora más que nunca, ya que hay esta sed por leer literatura escrita por mujeres. Una sed maravillosa que ojalá no se extinga nunca.