Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Selva Almada.

Episodio 473 Acercándonos a escritoras LALT / Latin American Literature Today

11/09/2023 · Adriana Pacheco

Ser mujer es estar inmersa en un mundo de violencia"

Adriana Pacheco: La obra de Selva Almada nos enfrentó con una realidad que tal vez no habíamos visto de esa manera tan contundente, no solamente desde su libro de crónica Chicas Muertas, sino ya desde antes, con toda su obra de ficción. Una ficción basada en muchas historias que ella, a lo largo de su vida ha recolectado. Hoy tenemos el gusto de recibir a esta brillante escritora argentina en el espacio de Hablemos, Escritoras y quedamos muy agradecidos con Hinde Pomeraniec. Esa conversación es una de las que estamos realizando en preparación para el viaje que hará Hablemos, Escritoras a la ciudad de Buenos Aires. Muchísimas gracias a Selva Almada por hacer un espacio en su agenda, y a todos ustedes por seguirnos en este proyecto que ya lentamente se está acercando a los 6 años, con podcasts semanales, a veces dos veces por semana, ininterrumpidamente. Yo soy Adriana Pacheco y le doy también las gracias a todo el equipo que hace Hablemos, escritoras. Conversemos con Selva Almada. Nacida en Argentina en 1973, Selva Almada es una de las escritoras más reconocidas de Argentina y América Latina. Sus primeros relatos fueron publicados en diversas revistas y semanarios hasta que llega su primera novela, El viento que arrasa. Esta fue reconocida por la revista Clarín como la novela del año en 2012 y ganó el primer premio de la Feria Internacional del Libro de Edimburgo. Ese libro junto con Ladrilleros y No es un río se ha reconocido como la trilogía de los varones, donde ella recupera muchos de los aspectos que hacen una idea de la masculinidad totalmente apegada a una división de género, en donde el común denominador es la violencia. Otra de sus obras, que ha sido muy importante, es su crónica titulado Chicas muertas, publicado en el 2014. Selva Almada tiene, además, junto con otras, un proyecto de librería electrónica llamado Salvaje Federal y ha sido coguionista de la película Jesús López que narra la historia de la muerte de un joven en un pueblo de Entre Ríos, y como su primo va tomando su lugar. Definitivamente Hablemos, Escritoras y todo el proyecto que se ha estado gestando durante estos años no podría estar completo sin la voz y la presencia de Selva Almada. Estoy muy contenta, Selva, muchísimas gracias por aceptar esta invitación para sumarte a este proyecto.

Selva Almada: Hola Adriana, ¿cómo estás? Mucho gusto de estar compartiendo con ustedes.

APR: Pues, al contrario, ya desde hace tanto tiempo hemos estado siguiendo tu obra, tu trayectoria y tus libros magníficos, tantos libros como publicaciones en revistas. Y bueno, estoy muy agradecida con Hinde Pomeraniac que hizo el recontacto con todo esto que hemos estado esperando. Empecemos con una pregunta muy básica, ¿cómo empezaste a escribir, Selva?

SA: Empecé a escribir, diría que medio accidentalmente. Desde muy chica leí muchísimo. Creo que era lo que más me gustaba hacer, leer. Escribía cuando había que escribir en la escuela y se me daba fácil y se me daba bien, pero no es que yo tuviera el deseo de ser escritora o escribiera cuentos. Escucho a otras colegas o a otros colegas que dicen “yo a los 12 años quería escribir una novela”. Sino que el acercamiento con la escritura literaria vino bastante más tarde a eso de los 20 años cuando estaba estudiando periodismo porque sí, me gustaba la escritura periodística. En un taller que había en la facultad, que era un poco más descontracturado ahí, de repente me encontré escribiendo un cuento y otro cuento, y bueno, y me empezó a interesar ir más por el lado de la ficción que por el periodismo. Así empecé, pero digo medio accidentalmente porque no era que lo tuviera, ni siquiera dentro de mis deseos. Apareció y cuando apareció fue como una revelación.

APR: Increíble, qué maravilla. Tú has dicho que la primera novela, tu primera novela no iba a ser originalmente una novela, sino fue un relato que empezó a tomar como su propia personalidad y fuerza hasta que en un momento ya no pudiste más, y tuviste que decir OK, que venga la novela, ¿no?

SA: Sí, yo empecé escribiendo cuentos, durante muchos años escribí cuentos en el Taller de Laiseca que empecé cuando vine a vivir a Buenos Aires. Ahí seguí escribiendo cuentos y veía la novela casi como una imposibilidad, me parecía que nunca iba a poder sostener un proyecto de escritura tan largo, como supone cualquier novela. Así que estaba escribiendo esto que supuestamente iba a ser un cuento. Empezó a tener dificultades para cerrarlo y cada vez que volvía sobre el relato con la intención de terminarlo, sentía que se abría más, que se iba desplegando, que los personajes crecían, mutaban. Y bueno, en algún momento tuve que dar el brazo a torcer y decir, bueno, tal vez sí esto vaya a ser una novela y yo estoy tratando de meterlo en el corset del cuento.

APR: Claro, pero también hay una tradición enorme de cuentística en Argentina, entonces también desde ese punto de vista y tus libros de cuentos, pues son magníficos. ¿De dónde eres Selva?

SA: Nací, crecí, viví hasta los 17 años en un pueblo muy pequeño de la provincia de Entre Ríos, que es una provincia que está al norte de Buenos Aires, a unos 400 km de la ciudad en el litoral de Argentina.

APR: Y después te mudaste y ahora vives de manera permanente en Buenos Aires.

SA: Sí, después, cuando terminé el colegio secundario a las 17 me fui a vivir a Paraná, que es la capital de la provincia. Está sobre el río Paraná, por eso se llama así. Viví diez años más ahí antes de mudar a Buenos Aires a los principios del 2000, así que ya hace 23 años que vivo en Buenos Aires.

APR: Con esa maravillosa escena literaria que tiene Buenos Aires. Su carácter y su espíritu, tantas fundaciones, tanta gente que ha empujado tanto la literatura magnífica.

SA: Además, cuando yo sigo acá todavía en el esplendor de las librerías que lamentablemente muchas han ido cerrando, pero bueno, era una época a fines de los 90 principios del 2000 e incluso después de la enorme terrible crisis del 2001, toda la vida intelectual y cultural de Buenos Aires era asombrosa. La verdad es que ha ido decayendo bastante en los últimos años.

APR: Yo creo que es a nivel continental, ¿no? Ya te imaginarás que contenta estoy que podemos estar allá físicamente en diciembre y llevar el proyecto Hablemos, escritoras. Se han portado maravillosamente abriéndonos puertas, por eso queremos empezar también a hacer ciertos periodos del podcast dedicados a Argentina. Cuando empezó Hablemos, escritoras, empezamos primero, nada más con México y la gente nos decía, pero ¿por qué no otros estados, por qué no otros países? Y el primer país que nos empezó a insistir, que di más presión fue Argentina. Entonces nuestra primera escritora, que no fuera mexicana, fue una Argentina, Claudia Masin, y me da mucho gusto que de ahí se abrió maravilloso.

SA: Es una gran poeta, Claudia.

APR: Interesantísima, toda su visión desde la geología, las rocas; muy memorable ese podcast que tenemos con ella. Pues, El viento que arrasa es esta novela de la que hemos estado ya insinuando que de cuento se convierte a novela. Cuando tú publicas El viento que arrasa, se convierte en un parteaguas en la literatura argentina, es muy reconocida que a partir de esa novela al día de hoy, la escena literaria ha cambiado mucho. Acabas de comentar sobre el ambiente y lo que está sucediendo dentro de Buenos Aires, pero ¿de qué otras maneras sientes tú que ha cambiado desde ese momento hasta el día de hoy? Todo este espíritu por la literatura, las temáticas, los grupos.

SA: El primer gran cambio positivo, lo noto post-2001 cuando empiezan a aparecer las editoriales independientes. A mí me parece, o por lo menos en Argentina suele pasarnos (quizá porque estamos siempre de crisis en crisis) que también las crisis sacan como una parte creativa de nosotros y nosotras. Y bueno, un poco eso fue lo que pasó con el fenómeno de la editorial independiente que empezó a surgir ahí en el 2002 y 2003, fue como una efervescencia. En una década empezaron a aparecer muchísimas editoriales, muchas hoy prestigiosas y ya de tamaño bastante más grande. Seguramente conocerán Eterna Cadencia o Entropía. Son editoriales que tienen alrededor de 15 años y que surgieron en esos primeros años de la primera década del 2000. Eso para mí contribuyó muchísimo a darle diversidad a la literatura argentina, porque de repente era bastante más sencillo publicar que en los 90, por ejemplo. El acceso a la edición se hizo mucho más democrático en ese sentido y así surgimos un montón de escritores y escritoras, en esa época que pudimos editar nuestros primeros libros en esos sellos pequeños que también tenían la apertura. Lo he escuchado de escritores que cuenta que la primera vez que han enviado su libro a sellos muy importantes que había en los 90 como Sudamericana o Planeta, que le decían, “ah no, pero es tu primera novela, volver cuando tengas la segunda”. Y bueno, si nadie quiere publicar primeras novelas, ¿cómo vamos a hacer para tener una segunda? Entonces creo que, en ese sentido, la editorial independiente vino a cubrir ese espacio vacío que había que era donde llevar nuestra primera novela. Algunas siguen activas hoy en día y otras quizá desaparecieron, pero dejaron así una buena cantidad de autores con sus primeras obras publicadas. Ha sido eso el primer gran cimbronazo en la literatura argentina, el surgimiento de los sellos. Es verdad que cuando yo publiqué en el 2012 todavía el panorama, sobre todo para las escritoras, era más esquivo. De repente no sé. Entre el 2012, 2015, 2016 empezaron a aparecer un montón de autoras con obras maduras. Una cosa que yo siempre me gusta resaltar de mis compañeras, es que es una literatura muy diversa. No es que la literatura escrita por mujeres es toda igual y todas escribimos de lo mismo y de la misma manera, sino que cada una tiene su propio universo. Y creo que eso también hace a la importancia de los libros de estas autoras, ya que ganen premios a que sean traducidas a otras lenguas y eso lo hemos visto en esta última década.

APR: Claro, muy atinadas las dos cosas que señalas. Todo el riesgo que corre un editor con una editorial independiente. Es muy grande y a veces ahora lo vemos ya como algo bueno, pues que ahí estaba y que ya está, ¿no? Pero antes no era así y era complicado también para ellos mismos mover sus libros. Ahorita pienso que también lo que sucede es que se empiezan a dar editoriales independientes en el interior de los países y no nada más en las capitales. Pienso, por ejemplo, en Palabrava, que es una de las editoriales que tenemos en la tienda Shop, Escritoras para Estados Unidos que empezó así en un pueblo pequeño saliendo también un poco de lo que es la gran ciudad. Nosotros empezamos el proyecto en 2015, pero el podcast en el 2019. Fuimos totalmente vanguardia, no había podcast sobre literatura en español y mucho menos hablando de obra de escritoras. Es muy atinado lo que estás diciendo sobre las escritoras, sobre todos los temas tan fascinantes que están abordando, que no escriben todas de lo mismo, así que vale la pena explorarlas. Fíjate Selva, que en el 2022 estuvimos el gusto de recibir a Gabriela Cabezón Cámara y algún día nos encantaría recibirte también en Austin. Estuvimos platicando sobre el movimiento de los Pañuelos Verdes con ella. ¿Cómo ves que las escritoras están contribuyendo y han contribuido también con estos movimientos y en crearse esas redes a lo largo de todo el continente y en general en el mundo hispanohablante?

SA: Sí, bueno, en Argentina, sobre todo hay dos momentos muy fuertes e importantes para el feminismo, en el que estuvimos involucradas tanto las escritoras. El primero de ellos fue #NiUnaMenos, este movimiento que nace espontáneamente a partir de la convocatoria que hacen periodistas mujeres y a la que enseguida nos sumamos las escritoras y otras artistas también. Es un movimiento para señalar la urgencia de hacer algo con los feminicidios, de drenar los feminicidios, de hacer algo contra la violencia de género, de sacar a la calle toda esa angustia y esa rabia y esa impotencia que nos provoca. Esto fue en el 2015 y poco tiempo después ahí aparecen los Pañuelos Verdes con la campaña para la legalización del aborto, que, si bien existía, hay una campaña que tenía ya sus años de existencia. De repente se vuelve mucho más masiva el pedido, la urgencia, la lucha, salir a la calle, ir a las marchas. Se plantea la posibilidad, se abre una pequeña puerta para convertir en ley. Finalmente pudimos tenerla en el 2020, la llamada ley de interrupción voluntaria del embarazo. Pero en esos dos años, primero la ley tuvo una votación en el Congreso en el 2018 que fracaso. Finalmente, después, en el 2020, se pudo llevar a cabo, pero esa primera parte del activismo de muchas de mis compañeras escritoras fue fundamental. Claudia Piñero fue como una de las caras visibles del movimiento y bueno, muchas otras autoras que acompañaron. Todas acompañábamos en la calle, acompañábamos en las campañas, acompañábamos difundiendo, pero algunas de ellas, como Claudia, iban a hablar con senadores o diputados tratando de conseguir el apoyo de los legisladores para que esto se pueda convertir en ley. Después, estos dos movimientos tenían como un efecto contagio hermoso en el resto de Latinoamérica, y ojalá el resto de los países pudieran también tener su ley de interrupción voluntaria del embarazo que es tan importante en países pobres como los nuestros. Que el aborte no existe es una hipocresía porque existe, pero las que terminan muriendo o quedando imposibilitadas de volver a tener hijos son las mujeres pobres. Esto ha sido siempre así en Argentina, las que podían pagar un aborto de manera privada y en buenas condiciones sanitarias se llevaba adelante, pero siempre las que pagaban con el cuerpo y a veces con la propia vida, eran las mujeres pobres, así que en esos dos movimientos las escritoras hemos tenido mucha injerencia y mucha militancia. Ahora de hecho, con todo esta avanzada, ahora estamos por tener elecciones nuevamente y hay una avanzada terrible de la derecha y de los anti-derechos. Así que ahora para el fin de mes, para el 28 de septiembre, se está convocando nuevamente a una marcha de los Pañuelos Verdes para volver a hacernos visibles, para hacernos presentes. Todo esto nos provoca la posibilidad de que mañana gane algún candidato o candidata que lo primero que haga sea, por ejemplo, sacar la ley.

APR: Claro, efectivamente, no perder lo que ya se ganó. Estoy pensando en Roe vs Wade acá en Estados Unidos, qué se dio marcha atrás y, por otro lado, el recordarles que esto es un logro que se hizo porque la gente lo necesitaba, porque es algo que la sociedad demandaba. Ahora en septiembre, acaba de pasar esta ley en México también sobre el aborto que a nivel federal se está despenalizando. Sin embargo, ahí yo creo, de hecho, que voy a escribir algo al respecto, porque a veces queda un poquito turbia las noticias, porque una cosa es a nivel federal y otra cosa a nivel estatal, entonces ahí hay ciertos matices que se tienen que no perder de vista. Es un logro, muchos logros. Pero a veces los logros quedan un poquito parciales si no se llega a nivel estatal en general. Pero felicidades. En serio, que fuerza nos dieron ejemplo, nos motivaron a nivel continental para muchas de estas luchas que son tan importantes, ¿verdad?

SA: Sí, te iba a agregar que la lucha igual no termina con la ley, porque la ley todavía sigue siendo bastante nueva, tiene tres años, pero hay mucha reticencia de parte de los médicos y de los hospitales públicos de llevar a cabo las intervenciones, así que dos por tres aparecen denuncias de lugares a donde por esto de la objeción de conciencia, los médicos y las médicas puedan negarse a practicar abortos, así que aún con la ley, digamos, la lucha lamentablemente no termina nunca.

APR: Claro, que es cierto. Bueno, hemos estado hablando ahorita de derechos de las mujeres. Y algo que me parece muy importante de tu obra y me parece fascinante es que tú también estás hablando y estás haciendo reflexiones acerca de un tema que nos debe de atender a todos, que son las masculinidades. Sobre todo con estos tres libros que le dio este nombre de trilogía de los varones, El viento que arrasa, Ladrilleros y No es un río, (se los recomiendo muchísimo a quienes están escuchando). Ahí has dicho sobre estos libros que te da mucha curiosidad el mundo de los varones. Me encanta que lo digas con esa candidez, porque siento que verdaderamente tu voz es muy profunda, muy potente y revela muchos velos de lo que viene atrás de una relación entre hombre y mujer, una relación heterosexual, homosexual, pero también lo que viene dentro de lo que es la masculinidad, llena de tantos prejuicios y de tantos estigmas de cómo se tienen que ser hombres los hombres. Cuéntanos un poco ¿qué tan difícil es para ti, o qué tan fácil es para ti, abonar a este tema y tus fascinaciones con respecto a este tema en donde los hombres tienen sus propias batallas y determinismos que no se quitan en sí de encima?

SA: Sí, lo de la trilogía también fue como un poco involuntario o accidental, en el sentido de que las novelas fueron apareciendo, sobre todo las dos primeras, sin un plan de trilogía. De hecho, creo que ni siquiera yo en ese momento encontraba mucha relación entre El viento que arrasa y Ladrilleros, por ejemplo. Pero cuando empezó a escribir la última que es No es un río ahí es como que de repente no sé, se me aparecieron los vasos comunicantes entre estas dos novelas y esta tercera que había empezado a escribir, y lo empecé a llamar yo la trilogía de los varones. Pero, claro, en realidad no fue un plan escribir tres novelas que rondara o tuvieran un poco su centro la vida de los varones o un personaje masculino. Sino que poco apareció en la primera novela que es El viento que arrasa están estos dos padres que tienen a sus hijos a cargo, las madres por diferentes razones no están. Por ejemplo, hay el pastor que lidiar con una hija mujer adolescente que lo detesta, y explora todas las relaciones complejas que hay entre padres e hijos, sobre todo en esa edad. Después también aparece el otro gran patriarca que es Dios, porque la religión está muy en el centro de la escena de la novela entonces, bueno, ahí también está ese otro gran patriarca. Y en Ladrilleros, en realidad, la novela sale durante una anécdota que no me habían contado de dos familias que estaban enfrentadas y que llego a un parque de diversiones al pueblo y ahí terminan así, en una especie de batalla campal matándose unos a otros. Y a mí me había resultado muy atractivo para empezar a escribir algo. Lo de la relación este homoerótica entre los personajes viene después como parte de la ficción. Pero otra vez aparece la relación entre padres e hijos, esta vez entre padres de varones, digamos padre varón, hijo varón, también las relaciones entre hermanos varones, la relación entre los hijos con sus madres. Si bien está ahí los varones un poco como centro, pero bueno, también, como la manera de relacionarse de estos varones, repercute en la vida de los demás, en la vida de las mujeres, en la vida de las madres, de las novias, de las hermanas. Vuelven a aparecer este tipo de relaciones, de alianzas y de traiciones, en No es un río, donde sí hay una presencia de las mujeres mucho más grande. Un poco para contestar a tu pregunta, sí, he dicho esto de que me da curiosidad el mundo de los varones, sobre todo creo que lo he dicho en la última novela, porque traía aparejado todo esto de la pesca. Creo que yo he contado varias veces que mi padre también va a pescar con sus amigos y es algo de que yo tengo memoria. A mí me intrigaba mucho cuando era chica esas expediciones de pesca, a dónde iban, porque iban solos, porque es que mi padre se podía ausentar tres o cuatro días de la casa y mi madre nunca lo hacía sin nosotros. Entonces todo eso me daba muchísima curiosidad y cuando aparece este germen de la novela, que es también a otra cosa que me cuentan que es la pesca de un de una mantarraya gigante en el río, ahí me viene enseguida el recuerdo de esas expediciones de pesca de mi padre y todo el mundo que yo me hacía imaginando qué sería lo que hacían ahí. Entonces bueno, a partir de esa curiosidad y esas preguntas que yo me hacía empieza a desplegarse ese universo, por supuesto, nutrido por la imaginación, más que nada. Pero bueno, sí me interesa, porque en realidad también es tratar de desentrañar o de pensar que montaje extraño o terrible es el que sucede en la vida de los varones, en la educación de los varones, que después terminan haciéndole tanto daño no solamente al mundo de las mujeres, sino también al mundo en general, porque el extractivismo, el ecocidio también son cosas perpetradas por el mundo masculino

APR: Claro, precioso, qué bonita explicación. Muchísimas gracias. Les recomiendo muchísimo esta escena como abre No es un río porque además es una escena muy ambigua y se está viendo todo el movimiento de los cuerpos, que es otra cosa tan buena y magistral que tienes en tu obra, cómo estás describiendo la corporalidad y los movimientos, y en algún momento no sabes qué es lo que están matando. Es muy interesante ese inicio de No es un río. Además, por ejemplo, pienso mucho en la relación entre Pajarito y su padre y como el mismo Pajarito, que es como lo llamaban al niño, tiene esta relación basada en la violencia, en el dolor. Ese es otro de los temas que atraviesa también, y le infringe el padre y el padre, pues aparentemente se su manera también de demostrar un supuesto amor por su hijo que no reconoce como tal, definitivamente. Selva, quienes nos están escuchando ahora seguramente no me van a perdonar si no me muevo a un libro que también fue un parteaguas, Chicas muertas. Ese se publica además en el 2014, pero a partir de ahí yo siento que empieza una ola de escritoras que empiezan a sacar el tema que ya había, desde siempre se ha hablado de los feminicidios. Nos debemos a nuestras madres literarias que de muchas maneras habían tratado siempre de sacar esto a la luz. Pero después de Chicas muertas viene grandes libros. Obviamente, como por ejemplo la obra de Cristina Rivera Garza con el relato del feminicidio de su hermana. Pero vienen otras maneras de narrarlo, tú te vas a la crónica y además relacionas temas muy interesantes como lo que es la pobreza de una determinada zona geográfica que es muy interesante. Después estuve pensando cómo te han relacionado, por ejemplo, con William Faulkner, y dije, claro, William Faulkner también está tomando este un lugar temporal, espacial, geográfico y tú estás tomando, pues estos pueblos también. ¿Qué tan difícil fue para ti escribir Chicas muertas, de dónde viene la historia de esas tres chicas? ¿Y cuéntanos un poquito, cuánto tiempo te tomó escribir este libro?

SA: Bueno, en realidad el proyecto aparece por uno de los casos en el libro. Narra tres casos de feminicidio que habían pasado en pequeños pueblos de Argentina en la década del 80. No son casos relacionados, no comparten el asesino y las víctimas, pero bueno, se comparten una época y el hecho de haber permanecido impune hasta el día de hoy. Es decir, nunca supimos quiénes fueron los femicidas. Uno de esos casos, el caso de Andrea, había pasado en un pueblo vecino, cuando yo tenía 13 años. Es un caso que conmocionó muchísimo a toda la zona y especialmente a las mujeres que estábamos entrando en la adolescencia, porque Andrea, que fue la víctima, tenía 19 años, es decir, tenía prácticamente la edad de mi hermano, podría haber sido mi hermana mayor digamos. Era como muy cercano en ese sentido, no porque yo la conociera, pero fue un impacto muy grande. Veinte años después, cuando yo empiezo a investigar para el libro, me acuerdo de que hablé con dos de mis amigas de esa época que conservó aun para ver qué se acordaba, que recuerdos tenían ellas y tenían el mismo recuerdo espantoso que tenía yo, de como de indefensión total de pensar nosotras también podemos estar muertos, también nos pueden matar. Esas me candaban de como el feminicidio fue perpetrado en la propia habitación de la víctima mientras ella estaba durmiendo. Era el horror total porque era el lugar donde se supone que el lugar que te quisieron hacer creer tus padres, tus mayores, que el lugar donde tenías que estar para estar protegida era tu casa es mentira. Entonces, bueno, me acuerdo de que mis amigas me decían, “me acuerdo de que yo miraba abajo de la cama y miraba dentro del placar, pensando que podía haber alguien escondido que cuando te durmieras te iba a matar”. Todo eso, evidentemente, nos marcó muchísimo y había cosas que yo pude reflexionar por supuesto, veinte años después. ¿Quién los venía a decir este feminicidio? Bueno, nos venía decir ser mujer es estar inmersa en un mundo de violencia y muchas otras cosas más. Y también nos venía a decir a la justicia no le importan las muertas. Y bueno y a partir del recuerdo de este caso y de que me topé así un poco sin querer con el caso de María Luisa, que es otra de las historias que se cuentan en el libro. Y después salí a buscar un tercer caso y encontré el de Sarita, y ahí se fue armando el corpus del libro y después, gracias a una ayuda del Fondo Nacional de las Artes pude hacer gran parte de la investigación y llevó bastante tiempo alrededor de tres años.

APR: Pues fue largo el proceso. Se ve, se ve toda la documentación y toda la investigación, pero también se ve la manera en cómo lo estás escribiendo, que es una manera muy agradable de poder seguir los acontecimientos uno tras otro y cómo vas entrelazando todos estos privilegios que tienen ciertas personas para que nunca sean sorprendidos y nunca sean castigados. Es una sociedad que desde el fondo está protegiendo a estos perpetradores definitivamente. Ahorita me hiciste pensar en Mónica Ojeda, ella decía que también una historia contada por una amiga cuando era niña después resonó cuando ya ella era adulta. En ese momento muchas cosas hicieron sentido que como niña no había dimensionado lo que estaba pasando, aunque era algo terrible, pero como adulta pudo ponerlo ya en una de las obras. Pues obviamente después tú has hecho otras cosas que me parecen interesantísimas, importantísimas, y algo que me causó mucha curiosidad es este libro El mono en el remolino, porque la película Zama es una película que yo había visto en algún momento y nunca supe esta conexión con el mono en el remolino. La película es una película muy fuerte, en donde ella es muy poderosa y obviamente también muy muy recomendable. Pero tu escribes un libro atrás de la película. Cuéntanos, ¿cómo llegas a esto y qué significó para ti hacerlo?

SA: Sí, Zama es una de las novelas más importantes de la literatura argentina, el autor es Antonio Di Benedetto de esas novelas icónicas. Yo sabía que Lucrecia Martel hacía muchos años tenía el proyecto de adaptar la novela al cine. De hecho, había empezado en algún momento y después el proyecto no había seguido, y siempre era eso, como que todos estábamos esperando que alguna vez esa pudiera filmar Zama. Yo la conocí un poco antes, porque nos habían propuesto trabajar juntas en un proyecto y empezamos a trabajar en este proyecto, ahí nos conocimos y ella estaba por empezar a rodar Zama. Entonces en un momento me llama y me dice, mira, los productores de la película tienen pensado hacer varias cosas alrededor de la película y una de esas cosas es invitar a un autor a una autora al rodaje de la película y escribir algo sobre el rodaje. Y eso me dijo, si a vos te interesa, me gustaría que fueras vos. Y yo le dije que sí porque también me daba mucha curiosidad y abarcó yo a llevar ese libro pensando sobre cómo iba a ser ese rodaje y darla a trabajar porque es una directora que yo admiro muchísimo. Después el dilema fue, ¿qué libro escribir? porque había completa libertad para eso. Cuando hablé con los productores, yo le dije ¿qué libro esperan que haga? me dijeron “el libro que vos quieras”, lo que sí les gustaría es que hubiera hubiese un libro sobre o que surgieran del rodaje, porque ni siquiera era sobre la película, sino lo que a vos se ocurre. Así que la premisa también en ese momento era muy liberadora porque no tenía que ir a hacer determinada cosa, sino cualquier cosa, pero después, a la hora de sentarme a escribirlo, era bueno, ¿qué hago? ¿Qué tipo de libro escribo? Pasé por varias ideas, por unos borradores para ver por dónde entraba y finalmente yo había ido tomando notas y las veces que había estado y la verdad es que una de las cosas que a mí más me había interesado era el trabajo con las personas que no eran actrices ni actores profesionales y que además eran de comunidades indígenas que son muy resistidas, que viven en la pobreza, la indigencia, que viven de muy, muy mala manera en el noreste. Bueno en general en Argentina las comunidades aborígenes viven muy mal porque el Estado y los terratenientes les han arrebatado sus tierras. Sino que además viven en condiciones muy, muy pobres o han sido arrastrados a las ciudades, sacados del monte de del lugar donde vivían estas comunidades y arrastrados por el mismo Estado o corridos hacia las ciudades y ahí viven cada vez que de manera muy pobre y desprotegida. Además, en ese tiempo, había habido varias noticas de asesinatos que habían ocurrido de referente de comunidades y cosas así que no se resolvía nunca, o sea muertes que aparecían como accidentes, pero que en realidad habían sido asesinatos, o sea, personas que morían atropelladas por camionetas. Todo eso también era algo que yo conocía y que quería también ir al territorio a ver cómo funcionaba eso. Y después, por otro lado, estaba justamente el territorio y la geografía, que también era algo que a mí me interesa mucho en la escritura. Así que bueno, un poco por todos lados me parecía una invitación que no podía rechazar. Y finalmente, a la hora de escribir el libro, me quedé un poco con esas imágenes. Para quienes no lo conocen, es un libro muy pequeño, contextos muy breves, donde de repente se cuenta cómo se filma una escena, pero también la espera en el rodaje, por ejemplo, una nena está vestida ya para actuar y tiene que esperar a que le toque. Hay un texto, por ejemplo, que es una mujer que es referente de la comunidad, que también trabajó en la película. Ingresan como todos estos otros personajes, un poco secundarios porque no son los actores famosos que trabajan también en la película, sino los extras, los que están ahí formando parte del paisaje de la película y que son personas que pertenecen a estas comunidades.

APR: Bellísimo. Qué maravilla de proyecto, qué idea tan genial y cómo se fue conjugando todo el libro, la película, tu relación con Lucrecia, y las ganas de hacer esto. Quisiera cerrar la conversión con una pregunta, pero antes no quiero dejar de mencionar este libro, El desapego es una manera de querernos, les recomiendo muchísimo. Acá es un libro de cuentos y además abre con una cronología de los relatos en donde han sido publicados entonces es muy interesante ver en dónde también han aparecido estos cuentos. Hay una sección, la parte de los niños, que me parece muy fuerte y sobre todo esta idea también relacionada con la muerte y las distintas personalidades de los niños. Y obviamente, esto es algo que ha sido muy citado de tu obra, Chicas muertas que aquí pensé en un libro que se llama Nenitas, de Sylvia Aguilar-Zéleny. Me pareció muy interesante porque estás hablando de muchas cosas, de la continua pérdida de niñas, por ejemplo, las muchas maneras de ser niña y joven, las marcas de las clases sociales, el bullying. Muy fuerte, muy bueno de verdad. La última pregunta es acerca de Salvaje Federal, porque me parece también que es otro parteaguas, haciendo esta librería electrónica. Quisiera preguntarte si nos quieres contar brevemente, ¿cómo les ha ido con esto y cuál es tu visión en el futuro de la literatura digital en Argentina, y en general, porque con la literatura digital atraviesa otras fronteras? ¿verdad?

SA: Sí, Salvaje Federal es una librería online. En realidad, los libros son en papel, o sea, son de formato clásico, pero son libros que publican editoriales de las provincias y que les cuesta mucho circular o llegar fuera de los lugares donde se producen estos libros. Entonces, la primera idea que habíamos tenido era poner una librería física acá en Buenos Aires que trajera esta literatura. Después empieza la pandemia, todavía no habíamos abierto la librería y ahí aparece la idea de una librería online, como un poco para seguir adelante con ese proyecto, pero después nos dimos cuenta que en realidad era la mejor opción para nuestra intención de difundir esa literatura, porque de esa manera, lectores y lectoras de cualquier punto del país pueden comprar esos libros, pueden acceder a ellos y pueden conocerlos. Así que el sitio se llama salvajefederal.com y ahí tenemos está dividido por regiones y cada región tiene sus lugares, sus provincias. Quien entra en la página no va a poder encontrar, como suele haber en cualquier librería que está dividido por no sé, novela, poesía, cuentos, sino acá está un poco clasificado de acuerdo con la región o donde ha nacido el autor o la autora, o la región donde se encuentra ubicada la editorial. Y esa es una pata del proyecto y después, por suerte, el proyecto sigue creciendo y se ha abierto hacia otras cosas, hacia otras actividades, siempre de difusión, de promoción de estas literaturas: un festival, intervenciones que hemos hecho en la feria de Buenos Aires, intervenciones en otros festivales que ocurren en distintos lugares del país, y muchísimas otras cosas más. En cuanto a lo que me decías de la literatura digital, la verdad es que acá en Argentina no han prosperado mucho, no termina de enganchar a los lectores, también la verdad es que me a mí tampoco. Yo sigo practicando el papel para leer y creo que todo el mundo pensó que durante sobre todo esos primeros meses de pandemia donde las librerías estaban directamente cerradas, que iba a crecer muchísimo más la demanda del e-book y la verdad es que no sucedió así. Pero de todas maneras sí hay muchos editoriales que lo empezaron a hacer en esa época y que lo mantuvieron después de la pandemia. Algunas al mismo tiempo que publican el libro en papel, lo dejan como descarga gratis en e-book, o ediciones que ya no se consiguen en papel porque cada vez están agotadas, o porque tienen sus años, entonces sube la versión electrónica. Pero no termina de cuajar por lo menos entre los lectores en Argentina.

APR: Claro, como ese cariño por el papel, por el libro impreso. También cuando abrimos nosotros Shop, escritoras que yo no quería que conste en este audio porque yo estoy feliz con este proyecto Hablemos, escritoras y Shop, escritoras fue como la insistencia de bueno, ya sabemos de las escritoras, pero no podemos conseguir los libros en Estados Unidos y entonces hay que hacer las cosas a veces porque hay que hacerlas, no. Pero uno de nuestros criterios fue también eso, si alguien entra a la página web y dice, bueno, yo quiero saber de escritoras argentinas y entonces entran a la sección argentina o de Chile, de México, España, y entonces te vas a una región. Pues las felicito la verdad, es que es tan importante y me parece muy bonito que hayan hecho esto de regiones. Porque entonces todos quedan sumados al proyecto y se abren espacios para todos. De verdad, Selva, esto es un banquete, es un manjar para todos los que nos están escuchando y los que van a escuchar en el futuro este podcast, y después, obviamente, consultar tu perfil en la enciclopedia. Sí coincidimos en Buenos Aires será magnífico conocerte en persona y si no, bueno, yo quedo en deuda, quedo en deuda contigo. Mil mil gracias Selva por estar hoy acá.

SA: Gracias, gracias por la invitación. Y bueno, sí, ojalá nos veamos aquí en Buenos Aires en diciembre. O bueno o ya en algún otro lugar.

APR: Seguramente que sí, pues un abrazo muy grande hasta Buenos Aires desde todavía una muy caliente Austin, Texas.

SA: Gracias, un abrazo.

APR: Quedan totalmente invitados a revisar y estudiar y leer y disfrutar la obra de Selva Almada, una gran, gran escritora de nuestro tiempo, una gran pensadora de lo que está pasando y una fuerza detrás de movimientos que son importantes poner a la luz y reconocer. Muchísimas gracias a ella y también de nuevo, muchísimas gracias a Hinde Pomeraniec por haber hecho esto posible. También le doy las gracias a nuestro equipo, Fernando Macías Jiménez ingeniería de audio, Christian Josephi edición de Podcast, Brenda Ortiz, administración y redes, y también a nuestros colaboradores, Giulianna Zambrano, Liliana Valenzuela, Francesca Deenstedt, Gisela Heffes, Rose Mary Salum, y Isabel Ibánez. Yo soy Adriana Pacheco y me da muchísimo gusto recibirlos cada semana en ese espacio que es para todos ustedes. Nosotros somos Hablemos, escritoras, curadores literarios, audiolibros, y libros en traducción. Hasta la próxima.