Anjanette Delgado: Bienvenidos a este episodio de CaribeFemLit en Hablemos escritoras, un espacio bimestral dedicado a la literatura de las escritoras del Caribe.
Mi nombre es Anjanette Delgado, soy escritora y antes de entrar en el tema de hoy, me gustaría invitarles a que nos sigan en redes sociales y a que visiten nuestro blog cada semana. Pueden registrarse para recibir boletines por correo electrónico y explorar el sitio de Hablemos escritoras para acceder a un archivo de reseñas e información cada vez más completo. Ahí podrán también mantenerse tanto de todas las novedades relacionadas con las escritoras que prefieren y con sus libros.
***
AD: Hoy, en CaribeFemLit vamos a hablar de escritoras que cuelan el café de la ficción bien oscuro y sin azúcar. Y no me refiero puramente al género noir, ni mucho menos a la novela amarilla—lo que en Estados Unidos y Gran Bretaña llaman “cozy mystery”—no. Les hablo de ficción que va a la yugular, a veces, literalmente. Que aborda genocidios, torturas, secuestros, e incluso crímenes sexuales de una manera a la que no necesariamente nos expone la literatura popular.
Ahora bien, es cierto que vivimos en un mundo en el que los titulares noticiosos a menudo nos traumatizan, nos hacen sentir indefensos e impotentes, rabiosos ante una violencia tan individual como estatal. Pero es justo en ese espacio que la literatura de escritoras sobre estos temas tan difíciles resulta empoderadora. Nos dice que las mujeres existimos no solo para ser las victimas de otros, sino también para contar nuestras historias sin hacer de ellas una pornografía de lo violento, cosa que ocurre, creo, cuando la empatía del que escribe es meramente circunstancial.
Hoy profundizamos en la manera en que las escritoras del Caribe y sus diásporas han enfrentado sus pesadillas y las de sus pueblos por varias razones: Se trata de una región que nació del imperialismo, de dictaduras, de milicias corruptas, invitada de deshonor al bufé completo de la violencia como muestra de poder. Se trata de hombres, mujeres y niños que han sobrevivido, permaneciendo alegres y esperanzados ante la esclavitud, las colonizaciones, la tortura y otros abusos. En ese contexto, es lógico que exista una literatura que retrate y recree la violencia de la misma forma explícita que se vive en su contexto social, político, económico e histórico. Es lo que yo llamo “ficción violeta”, en alusión a los moretones que quedan como marcas en los cuerpos golpeados, agredidos y violentados. Las obras de escritoras brillan en ese espacio, en el de la ficción violeta. Sobresalen por traer la perspectiva de lo femenino a un acontecer histórico que se ensañó con las mujeres, en especial con las negras, las lesbianas y las transgénero. Es una escritura que abarca lo multidimensional, las distintas capas y matices del amor, el erotismo, la política, el misticismo y hasta el humor.
Es esa combinación claraoscura apoyando prosas líricas de fuerte melodía, de pasión y coraje, la que hace que la pluma de la escritora caribeña sea perfecta para hacer soportables las cosas fuertes que todos necesitamos leer para vivir en este mundo, para desarrollar empatía inteligente y consciente, para ser humanos y saber que estamos vivos. Porque así lo hace el Caribe: canta y ríe y tiene fe, mientras, por dentro, rabia y llora. Estos libros muestran de manera magistral esos dos lados del existir individual y colectivo de esa región mágica entre las Américas, de la que estoy orgullosa de ser oriunda.
Así que, a continuación, apenas un puñado de los muchos excelentes ejemplos de ficción violeta por escritoras caribeñas y sus diásporas. Libros para colocar en la mesita al lado de la cama y leer en las noches, para despertar la curiosidad de saber cómo se siente exactamente vivir el lado oscuro de lo caribeño. Les prometo que todas y cada una de estas obras les agitará el alma de mil maneras impredecibles, marcando el antes y el después de quiénes somos una vez que las hemos leído.
En su novela, Todos se van (Anagrama, 2014), la cubana Wendy Guerra traza una línea entre la violencia física y psicológica del estado opresor, y la que se vive en el seno de una familia habanera. Narrada por una niña que se convierte en adolescente en sus páginas, Guerra demuestra que la base de ambas violencias es la humillación como ofrenda extorsionada por el representante del patriarcado, que puede ser lo mismo un gobernante paternalista, que un padre dictatorial, y que a menudo es ambas cosas a la vez.
Otro ejemplo cubano viene de su diáspora y es El hombre, la hembra y el hambre (Planeta, 1997), un delicioso thriller político-social-místico con tonos eróticos escrito por Daína Chaviano. El mundo de esta novela es un viaje que nos lleva desde lo más realista hasta lo más surreal o fantasioso a través de una carretera que no es más que un laberinto circular. El vehículo es el hambre, que unas veces nos lleva a nuestro destino, y otras nos desvía irremediablemente del mismo.
De República Dominicana nos llega La mucama de Ominculé (Periférica, 2015), escrita por Rita Indiana. La novela cuenta varias historias principales, aunque la que da título a la novela es la de Alcide, cuya vida da un vuelco cuando va a trabajar de mucama de Ominculé, una santera que es consejera espiritual del presidente de la república. La mucama de Rita Indiana es una novela violenta y tierna. Es un relato fantástico que crea el retrato imaginado entre tiempos olvidados y los que no han ocurrido, que habla de la distopia del capitalismo que se excede hasta desvirtuarse, de lo pop y lo no, de lo negro y lo fluido del género en un mundo oscuramente binario, entre las muchas otras cosas oscuras que se esconden tras el baile y la risa de esos lugares con economías de turismo y servitud, la violencia contra lo femenino, el marco sucio que lo rodea todo, hasta acorralarlo.
Otro ejemplo quisqueyano, viene de su diáspora y nos ha acompañado por décadas. Me refiero a En el tiempo de las mariposas, el clásico de la literatura escrito por Julia Álvarez. Fue publicado originalmente en inglés por Berkeley: Black Oak Books en 1994, y desde entonces ha sido publicado y traducido al español por diversas editoriales y traductores. La novela es la historia de las Hermanas Mirabal, mártires representativas de la violencia del dictador Leónides Trujillo, de sus extremos, inimaginables para el resto de la humanidad, antes de este valeroso libro.
De Puerto Rico, tenemos la recién publicada colección de cuentos Mujeres violentas (Alayubia, 2023) de Mayra Santos Febres, que lee como el diario de una familia de mujeres, unidas por un sentimiento más que por sangre: el de estar, como dice la autora, “curadas de espanto.” Este libro, literatura en su más elevada y genuina variación, añade una dosis importante del tema de la violencia que las mujeres ejecutan a veces contra sí mismas, sea la de madres que no nos aman más que a nuestros hermanos varones, o la de amigas que nos hicieron el favor de robarse a hombres que no nos convenían, y a cuyas puertas las mujeres de Santos Febres no tendrían reparo en hacer una entrega especial, quizás la de una caja con la cabeza, u otra parte, del susodicho novio.
El próximo ejemplo puertorriqueño es de la diáspora y se titula, ¿Qué le pasó a Ruthy Ramírez? (Harper Collins Español, 2024). La novela debut de Claire Jiménez, disponible en español esta primavera, cuenta la historia de lo que le ocurre a una típica familia puertorriqueña viviendo en Nueva York luego de que una de tres hijas adolescentes desaparece sin dejar rastro.
Hay dos ejemplos más, que son vitales: de Haití, La cosecha de huesos de Edwidge Danticat, que cuenta la historia de Annabelle, una sirvienta haitiana que cruza la frontera y busca trabajo con una familia dominicana, luego de que su familia es masacrada en el río, suceso espejo de la Masacre de Haitianos ordenada por el dictador Trujillo que ya conocimos en la novela En el tiempo de las mariposas. Aquí Danticat nos muestra la esperanza en la figura de Sebastien, el amante de Annabelle, a quién ella se aferra para escapar una existencia que es, según ella, poco más que “una muerte en vida”.
El otro ejemplo importante es el de la novela No Telephone to Heaven de la jamaiquina, Michelle Cliff (Dutton Adult, 1987). Un clásico tan poético como escalofriante de la literatura anticolonial feminista del que parece no existir una traducción al español, pero que vale la pena leer en inglés de ser necesario y posible. Creo que esta novela es la más difícil de leer de las que he mencionado hoy. Es hermosamente lírica y también anonadadamente brutal, obligándonos a ver, a escuchar, a oler y a sentir cada contradicción de esa idea de unidad caribeña de la que tanto dependemos todos. Pero lo hace con un lenguaje exquisito, de una belleza sublime, que aún así no alcanza a protegernos del horror, ni siquiera del horror que logra vivir entre tanta belleza, como tan a menudo ocurre con ese horror violento y tan violeta de lo caribeño.
***
AD: Y así llegamos al final de este recapitulación literario. Quiero agradecerles por acompañarme hoy con esta primera entrega sobre el Caribe y su literatura violeta creada por escritoras. Gracias también al equipo técnico y editorial que hace posible este y tantos otros segmentos bajo la sombrilla de apoyo y dirección que es Hablemos escritoras. Ojalá haya logrado entusiasmarles a buscar, apoyar y leer estas maravillosas obras que compartimos hoy. Una vez más, los invitamos a que vayan a nuestra página web, a que se suscriban a nuestros boletines por correo electrónico y a que en la forma de contacto nos escriban para recomendar los libros de ficción violeta del Caribe que prefieren. Les leemos y les agradecemos siempre. Soy Anjanette Delgado, muchas gracias por escuchar y los esperamos en el próximo segmento de CaribeFemLit, siempre en Hablemos escritoras.