AP: ¿Qué tal? Esto es Hablemos a Escritoras, un proyecto dedicado a hacer visible la obra de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. Yo soy Adriana Pacheco y soy parte de este equipo que trabaja arduamente para hacer todo lo que estamos haciendo hoy. El micrófono de Hablemos a Escritoras a veces viaja hacia el norte, a veces hacia el sur, y es un gusto cuando podemos combinar y conectar esos dos lados, tanto el norte como el sur. Y hoy es un gusto enorme recibir a una escritora nacida en México que vive en Canadá. Y yo estoy ahorita en Austin. Antonina Ortiz, qué placer haber leído tus libros. Bienvenida a Hablemos a Escritoras.
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AO: Increíble estar contigo, Adriana. No sabes cuántas veces he escuchado y disfrutado de tu voz, con tantas autoras que ya casi parecen ser una sola voz. Me encanta. ¿Cómo has logrado este trabajo? Quinientas y tantas y más entrevistas.
AP: Pues al contrario, es un placer y aprendemos muchísimo con cada una de ustedes. Y bueno, obviamente que tú no podías faltar en este gran proyecto, que lo hacen ustedes, no lo hace el equipo Hablemos a Escritoras. Muchísimas gracias, Antonina, por escucharnos. Y bueno, empecemos con una pregunta que a mí me encanta. Tú estás metida también un poquito en la cuestión del activismo ecológico, o por lo menos piensas a la naturaleza como parte de algo que se tiene que pensar. Antonina, cuéntanos sobre esto.
AO: Sí, sabes, no soy activista. De hecho, no soy activista de nada. Incluso me cuesta trabajo usar etiquetas, incluida la de escritor. Ser escritor es como un saco que me queda muy grande. Todos los sacos quedan grandes. Y también me parece como un poquito equivoco quererse convertir en una etiqueta, pero me encanta pensar que uno puede escribir. Me encanta pensar que uno puede proteger de alguna manera el entorno en el que vivimos, que uno puede hacer algo por ser más amable con la gente que nos rodea. Entonces, en ese sentido, sí, he hecho mucho trabajo. De hecho, desde que soy muy pequeña, me ha gustado tratar de involucrarme en temas culturales, en temas ecológicos, en temas de equidad de género, que de hecho yo creo que son la misma cosa. Adriana, yo creo que no puede haber equidad de género sin una ecología sana. No puede haber una ecología sana sin una cultura abierta y floreciente y demás. Son realmente temas que hemos dividido y subdividido, pero en realidad son uno mismo y se trata de un equilibrio en el que hay que vivir y hay que buscar. Y bueno, contestando ahora sí a tu pregunta, el tema de la ecología. Estuve viviendo en Coatepec, en Veracruz, en México, hace unos años y llevé un proyecto de siembra. Sembramos 11.000 árboles en Bosque de Niebla. Era increíble. Fue increíble ver cómo regresaban los animales a la zona. Realmente increíble ver cómo regresaban coyotes, ver cómo regresaban pájaros de todos tipos, halconcitos, tucanes, demás, que ya dábamos por desaparecidos. Entonces yo creo que es lo mismo en la escritura. Cuando empiezas a volverte creativo, todo se vuelve creativo a tu alrededor. Ahora sembraron los árboles, pero se dieron el tiempo para verlos crecer, porque muchos de estos proyectos, bueno, van, siembran y se van.
AP: Y bueno, se ve que contigo pudiste ver cómo empezó a impactarse verdaderamente el medio ambiente, ¿no?
AO: No, yo creo que fue al revés en nuestro caso. Normalmente creo que se da como el 40% de sobrevivencia de los árboles. En este proyecto yo creo que fue más del 80, y no solo eso, sino que como la zona dejamos de afectarla, empezaron a salir los árboles de manera natural. Entonces fue una reforestación totalmente exitosa, y siguen los árboles ahí. Esto ya fue hace muchos años. Los árboles ya son señores árboles, ¿no? Esta historia de sembrar un árbol y de escribir un libro y todo esto se nos hizo, se nos hizo a la familia, fue algo muy bonito, sí.
AP: Tú naciste en la Ciudad de México, pero vives en Canadá, otro país con árboles, ¿verdad? Otro tipo de árboles, o tal vez algunas especies y se comparten. Pero qué interesante haber estado en este lugar, haciendo este proyecto, y ahora vivir en Canadá. ¿Por qué estás ahí y qué haces en Canadá?
AO: Sí, mi relación con Canadá ya lleva muchos, muchos años. Nosotros llegamos, bueno, yo, mis hijos y mi expareja llegamos por los estudios de él. Él vino a estudiar arquitectura en la universidad, entonces fue una migración, digamos, muy privilegiada. Ahora que hay tantos tipos de migraciones. Eso fue hace más de 20 años. Aquí nacieron mis hijos y luego no regresamos a México unos años porque queríamos que ellos conocieran sus raíces. Y me acabo de regresar de vuelta a Canadá. Ha sido un ir y venir, pero esta vez no fue una migración por estudios, sino sí fue esencialmente porque estaba yo huyendo de la violencia en México. Estaba viviendo en La Cruz y sí fue un momento muy complicado, muy complicado. No sé cómo sigue ahorita el tema de la violencia en esa zona, pero cuando estuvimos era, sabes, este símil de las ranas que las pones en agua y empiezas a calentar el agua y la ranita no se da cuenta y no se da cuenta. Y como subes muy paulatinamente la temperatura, la ranita no se da cuenta hasta que está cocinada. Y un poco es lo que sucedió. La violencia fue en aumento y la gente, o sea nosotros, la forma que teníamos de convivir con ella era haciendo bromas, bromas cada vez más pesadas que uno viviendo fuera. Ahora viviendo yo fuera de México lo veo muy serio, pero cuando estás adentro tienes que aprender a convivir con esta violencia y a sobrevivirla. Entonces esa es mi relación con Canadá y con México. Adoro a México, adoro a Canadá y deseo que la realidad mejore para el mundo, porque estamos en una situación como muy compleja a nivel mundial.
AP: Claro, muy de acuerdo contigo con todo lo que dices. El hecho de que no vivamos en nuestros países no quita ese cariño. Déjame contarte una anécdota. Había una investigadora en la Universidad de Xalapa, en la Universidad de Veracruzana, Esther Hernández Palacios. Ella fue autora de un libro que se llama El diario de una madre mutilada y yo estuve con ella en Xalapa en un evento y fue una cosa maravillosa y siempre quise entrevistarla. Eran los principios de Hablemos escritoras y siempre platicamos mucho sobre esto porque este Diario de una madre mutilada es precisamente porque asesinaron a su hija en esta guerra que tú acabas de mencionar y tristemente nunca pude entrevistarla porque murió a los pocos años con un cáncer o de alguna cosa así terrible. Así que bueno, comparto contigo ese pesar de saber qué ha pasado Veracruz y México y otros países de Latinoamérica por estos tiempos tan difíciles. Pero bueno, estás ahora en Canadá y tú empiezas con estudios en otros campos. Platícanos un poquito acerca de esa experiencia de haber estudiado en la Universidad Iberoamericana, una gran universidad en México. ¿Y qué estudiaste ahí? ¿Cómo te sientes ahora en esa intersección entre un campo y otro? Platícanos.
AO: Sí, yo estudié filosofía. Desde siempre me han gustado mucho las humanidades. La ciencia me interesa muchísimo, aunque yo no soy un científico para nada. Entré a filosofía por razones complejas, no sabía yo y creo que todavía no sé qué es lo que quiero ser de grande. Son estas situaciones, pero me gustaba mucho porque es una indagación sobre quiénes somos como ser humano y yo creo que más que mis estudios, esta pregunta es la que ha guiado mi vida. O sea, yo realmente me he preguntado qué somos y qué estamos haciendo en la vida. O sea, ¿cuál es el propósito de estar aquí? Si es que lo hay, probablemente no hay ningún propósito, probablemente estamos aquí solo un tiempo, increíble tiempo y es una gran coincidencia, es una gran improbabilidad estar vivos. Y me pregunto mucho esto porque creo que es la pregunta más profunda que se puede hacer un ser humano. En filosofía encontré muchas respuestas, también encontré una materia que no necesariamente es a donde me siento más cómoda, que es un mundo muy racional. Me gusta más un mundo donde puede haber mucha inspiración creativa. Entonces fui poco a poco variando mi forma de trabajar hacia la literatura. Siempre he escrito desde niña muy pequeña. Yo creo que la escritura es más parte de mí que yo de ella, ¿no? O sea, es algo que me engloba completamente y siempre he trabajado desde antes de poder escribir. Así yo cuento, los dibujaba. Y después de esto, fui del liceo franco-mexicano, a la universidad iberoamericana, otras universidades a donde di clases en México que han sido increíbles en mi vida. Hace unos días me puse a contar a cuántos países he ido solo por curiosidad y son más de 40, y yo creo que esa ha sido mi verdadera escuela, o sea, darme cuenta de que somos todos tan absolutamente diferentes. No sé ni cómo podemos comunicarnos, pero a la vez somos idénticos, ¿no? Entonces esta realización, junto con la pregunta sobre quiénes somos, me mueven, me conmueven y me mueven y me emocionan. Y a través de mi qué hacer como escritor, me gustaría inspirar a otros a que se den cuenta, nos demos cuenta de, aunque no soy religiosa, pero esta palabra aplica, la del milagro que es estar vivos.
AP: Claro, definitivamente. Déjame leer algunos de los premios, muchos premios que has ganado tu obra. Por Seda Araña fuiste, finalista del premio Rómulo Gallegos, ni más ni menos, y del Nadal en España. Después ganaste el primer lugar en el premio de Novela Corta Escritoras Mexicanas en 2019. Por Otumba y Tres Silencios ganaste el premio José Eufemio, Lora y Lora, y Juan Carlos Onetti en Perú en el 2009. Por tu libro Las Torres de Arena ganas el premio Juan March Sencillo de novela corta en el 2023. Pues felicidades por todo esto.
AO: Gracias.
AP: Antonina, ¿qué género llega primero a ti?
AO: Soy un híbrido. Lo que me gusta más es la novela corta y me gusta mucho por la forma en la que escribo, que es el estilo, es lo que me interesa mucho. Creo que incluso ahí uso un híbrido, que es como la prosa poética. Me gusta mucho usar la imagen porque creo que a través de ella podemos profundizar mucho en la personalidad, en las descripciones, porque la palabra te puede llevar mucho más allá. Entonces, dependiendo cómo la manejes, puede ser más plana o puede ser más profunda. La novela corta me gusta muchísimo porque te da un poquito más de distancia que el cuento, pero a la vez puedes quitar absolutamente toda la paja. Soy una autora autodidacta. El único taller literario que sí tomé fue un taller con el maestro Juan Asensio. Él era alumno directo y amigo de Juan Rulfo. Y esta escuela, ya sabes, es muy árida hay que quitar toda la paja y ser como lo más minimalistas posible. Esa escuela me encanta. Entonces no te da oportunidad de escribir un texto más largo. Ni tus lectores te lo perdonarían porque son textos muy directos. Van derecho a donde tienen que llegar las flechas, no con tantos adornos. Entonces, en ese sentido, la novela corta es mi materia. Ahí es a donde me desarrollo mejor. Sí he escrito cuentos. Ahorita están muy de moda las antologías. Todo el mundo está haciendo antologías. Hay muchas antologías que son extraordinarias y hay que aprender a escribir cuento para poder participar dentro de esta forma de literatura. Creo que son géneros totalmente diferentes. El cuento, la novela corta y la novela; y ahora también el guion. Ahora se está haciendo muchísimo guion. Guion de cine, guion de series. Y son formas tan diferentes de usar la palabra escrita.
AP: Antolina, ¿cómo es tu escena literaria en Canadá? ¿Tienen ustedes eventos? ¿Tienen comunicación con otros escritores de origen hispanohablante? Es una comunidad muy estrecha.
AO: Nos conocemos todos. Es una comunidad que ya lleva mucho tiempo, mucho antes de lo que yo pertenezco a ella. Se están haciendo cosas sumamente interesantes. Yo creo que son como movimientos un poquito aislados. No hay como que una cohesión completa entre todos. Quizá también por el carácter de lo que hacemos, que es como más individual. Pero yo creo que es algo que está en crecimiento. Yo lo veo en auge. Yo creo que de aquí a 20 ó 30 años o ya para nuestros hijos y nietos va a ser un terreno consolidado.
AP: Muy interesante. Tú vives en Montreal. Fíjate que tenemos una colaboradora muy querida, Martha Bátiz, que ha abierto brecha en Canadá.
AO: Totalmente. De verdad nos da gusto que ese nombre suena allá también. Qué bien que tienen estos vínculos, estos lazos.
AP: Sí, totalmente. Leyendo tus libros, obviamente se permea mucho en tu obra este pensamiento reflexivo, muy filosófico, con muchas imágenes, a la vez con metáforas, a la vez con muchos usos de silencio que se ven mucho en tus oraciones cortas. Déjame leer un fragmento de este libro que me encantó.
Dice Silvana Duda. Es un pájaro, una paloma, pero no. Es demasiado grande, tiene que ser un cuervo. Es albino, blanco. El pájaro mira desde la rama de sus ojos rojos. Estamos hablando de una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete oraciones.
Cuéntanos un poco sobre tu escritura. ¿Cómo es que piensas tú este texto pausado, este ritmo entrecortado que nos lleva de una oración corta a la que sigue, de un exclamativo al que sigue, de una complementaria al que sigue?
AO: Sí, mira, yo creo que del 100% de las hojas que escribo, tal vez el 70% se van a la basura, porque soy muy exigente sobre las palabras que se quedan, y trato de compactarlas para que se vuelvan algo que realmente te emocione y entre dentro de ti. La historia, siempre me ha maravillado, Adriana, cómo yo puedo decir algo y tú lo puedes escuchar, que no son más que ondas sonoras lo que estoy emitiendo. Y lo puedes entender y lo puedes convertir en tus propias imágenes y en tu propia historia, de manera que yo lo que cuento nunca va a ser realmente lo mismo que lo que tú vas a entender, porque se convierte en el bagaje del otro. El momento en el que el espectador recibe esta información o esta historia, y es una forma que hemos tenido los seres humanos de compartir desde siempre. Desde el momento en el que empezamos a ser seres humanos pensantes. Y compartíamos nuestras historias. Entonces a mí me encanta cómo el lenguaje puede permitirnos esto, y yo creo que más que escritor me quiero identificar mucho con un artesano, o no es un artesano tampoco, sino un artista de lenguaje que usa las palabras para construir esto, pero entonces tienes que ser muy meticuloso. A veces incluso la historia no me parece lo más importante. Lo que acabas de leer es Enotumba, y esa novela es una novela muy experimental. Me gusta muchísimo el trabajo experimental que se hizo entre guerras en Europa y un poquito posguerras también. Me fascina, me fascinan los surrealistas, me fascina todo el trabajo que hicieron los escritores de Teatro del Absurdo. Ionesco, Beckett, etcétera. Y yo creo que esta potencia que se logra con la economía del lenguaje, de nuevo citando a Rulfo. Pero Rulfo y tantos otros que han usado la novela corta, sí, eso es un poquito lo que trato de hacer con el lenguaje. Soy una autora que trabajo muy lento, trabajo muy lento porque estoy quitando y quitando. Yo creo que más que escribir con el lápiz, escribo con la goma. Esa es mi forma de avanzar: retrocediendo.
AP: Este fragmento efectivamente es un libro bellísimo, con una portada preciosa. Muchas gracias, Antonina, por mandarnos los libros, qué belleza. La portada de este libro, que es una maravilla, publicado en el 2019 en Art and Literature, Mapale and Publishing. Lindísimo libro, muy intimista, como bien dices, muy experimental y obviamente comparto contigo esta fascinación por Ionesco y Pirandello. Yo cuando empecé, estaba estudiando la maestría mientras daba yo clases en un colegio, clases de teatro, y les ponía yo a Ionesco y a Pirandello, a Chejov, y los estudiantes de verdad enloquecían. Era una cosa hermosa. Así que sí, esta cuestión de tensar el lenguaje, qué maravilla. Acá tienes además este espíritu existencialista. Me imagino que tienes otras lecturas atrás en un libro como este.
AO: Sí. Mira, antes de mencionártelos, te quiero nada más hacer un pequeño paréntesis de mi orgullo materno. Las portadas fueron hechas por mi hija de casi todos mis libros, ella ha hecho las portadas, desde que tiene como 14 años. Entonces hizo Otumba, creo que tenía 14 años, luego hizo Seda Araña y también Las Torres de Arena, que acaba de ganar un premio en España. Ella es mi artista cabecera.
AP: Qué belleza.
AO: Y otra cosa que te quería mencionar sobre el lenguaje y esta economía del lenguaje, yo creo que cuando quitas la paja, permites que las imágenes sean mucho más potentes. Entonces, como autor, es bien importante poder lograr esta potencia de la imagen, que es casi poética, ¿ves? La poesía lo tiene muy bien manejado y puedes lograr esta creación de imágenes en la mente de tus receptores, de tus lectores. Entonces yo creo que por eso también me gusta mucho escribir en breve, conciso, preciso y macizo, como creo que se maneja en esta escuela de economía del lenguaje. Y bueno, los autores sí adivinaste perfectamente, a mí me gusta muchísimo el existencialismo, la filosofía del absurdo. Obviamente Albert Camus es uno de mis autores de cabecera. Kafka es uno de mis autores de cabecera. Pero como soy autodidacta, mis lecturas son muy “de dulce y de chile”, como diríamos en México. Me encanta Brogumil Hrabal, que tiene una violencia en su lenguaje que me parece extraordinaria, parecida a la de Cormac McCarthy, que también me parece de los mejores autores de los que fuimos contemporáneos en un momento dado. Y se le va a extrañar muchísimo esa fuerza, esa violencia del lenguaje que tenía. Y luego, por otro lado, está gente muy suave como Viktor Frankl, que no podemos dejar de leerlo. Y Saint-Éxupery, por ejemplo. Louise Glück, Rulfo, evidentemente hay que mantenerlo. Y hay muchos científicos como Richard Feynman que me llaman muchísimo la atención, porque dicen cosas que no leemos en literatura. En literatura somos mucho más volados, ¿no? Se nos va con la imaginación. Pero hay que ver lo que está pasando en ciencias ahorita. Es tan increíble que el ser humano esté pudiendo ver su planeta desde fuera, con esa objetividad que nos permite la tecnología contemporánea. Es absolutamente increíble lo que estamos pudiendo lograr. Entonces, yo creo que esto va a afectar mucho lo que estamos escribiendo. Y viceversa, lo que estamos escribiendo va a afectar de vuelta. Creo que es un ir y venir, una conversación.
AP: Claro. Oye, pues felicita mucho a tu hija, qué maravilla. Este libro, Las torres de arena, que ahorita platicaremos sobre él, que gana el Premio Novela Breve Juan March Sencillo 2023, está publicado con Pretextos. Y ahorita vamos a platicar esta diferencia tan prestigiada. Bueno, obviamente qué gusto. Déjame ir ahora a tu libro Seda araña, que se fue publicado en el 2019. Qué brutalmente actualizado está ese libro en el tema de la guerra. Y ahora que tantas cosas están pasando en el mundo, no dejamos de pensar que todas las guerras, de alguna manera, todas las guerras tienen un común denominador, que es la violencia, el sufrimiento y este rompimiento en el tejido social tan brutal. ¿Cómo ves ahora este libro Seda araña, ya desde esta actualidad del 2024?
AO: Sí, fíjate que ese libro es muy interesante. A mí la Segunda Guerra Mundial, yo creo que a muchos de nosotros siempre me ha tenido muy conmovida, porque es muy cercana a nosotros. O sea, mi papá me cuenta historias o me contaba historias, él vivió la guerra en México, pero igual llegaron las olas de gente a México y él conoció gente que participó indirecta o directamente en ciertas luchas. Entonces es muy interesante cómo nos afecta de una manera totalmente, como tú dices, vigente. Las guerras que ahora estamos viviendo, muchas de ellas tienen sus raíces muy cercanas en esas mismas guerras que nuestros padres, nuestros abuelos vivieron. Curiosamente, Seda araña es una novela antiguerra y yo la empecé a escribir, por lo menos en mi cabeza, si es que no en papel todavía, en México. Y tiene que ver con la violencia en México; tiene que ver con la forma en la que uno está desamparado y aislado ante esta violencia. No sabes qué hacer ante ella. El personaje principal es una jovencita y yo creo que la forma en la que ella va cayendo en la locura es una de las formas en las que podemos ver la violencia como una especie de cosa que nos lleva a la locura, ¿no? A un lugar donde ya no hay forma racional de dialogar con esto que está pasando. Y como tú dices, vemos Haití, vemos lo que está pasando en Medio Oriente, vemos lo que está pasando en Europa. Y no se le llama guerra, pero todo lo que está pasando en Latinoamérica, en México, pues son guerras. Yo no puedo llamarlo de otra manera. Y aunque habría que encontrar vocabulario para describir tantas formas de violencia en las que el ser humano empieza a participar. Sí es un libro antiguerra, es un libro que quiere trabajar con esta sensibilidad y fragilidad que es el ser humano a través de esta jovencita.
AP: Claro, qué interesante. Algo que veo acá que se puentea muy bien con tu siguiente libro, Tres silencios, es que haces una decisión de escribir en primera persona y esa es una decisión del autor, de la autora. Muy importante desde el principio. Hay muchas autoras que han dicho en este micrófono que lo más difícil para ellas es pensar quién va a decir la historia. Cuéntanos un poco acerca de esta idea de escribir en primera persona y les recomiendo mucho que escuchen la reflexión que tenemos en LAM, en nuestra mesa crítica, con brillantes, brillantes críticas que representan distintos países del mundo, que pertenecen a distintos países del mundo hispanohablante. Tenemos una edición especial que sale cada tres meses y en la última se está hablando precisamente de “escrituras del yo”. Muy interesante la reflexión que tenemos ahí con las críticas en la mesa de LAM. Platícanos un poco sobre primera persona y sobre tus personajes femeninos en Tres silencios.
AO: Sí, yo creo que la razón por la cual usé la primera persona en esa novela en específico es porque estaba yo siguiendo muy de cerca el trabajo de otra autora, de Marce Rodoreda, catalana, que me parece extraordinaria su obra, y estaba yo leyendo y releyendo y releyendo obsesivamente La plaza del diamante y el ritmo de su novela y las voces de su novela dieron a luz a la mía. Tres silencios totalmente está inspirada, está agradecida, está iluminada por la obra de Marce Rodoreda y ella usa un poquito estas voces. En mi caso surgió esta voz en primera persona, yo creo que también porque acababa yo de salirme de México. Estaba yo viviendo ya en Canadá. Estaba totalmente sola, no conocía a nadie. Yo lloraba muchísimo. ¿Qué estoy haciendo aquí? Yo vine acompañando a mi expareja, pero yo no tenía realmente una actividad que hacer aquí. Es muy difícil que te revaliden tus estudios. Tendría yo que haber vuelto a empezar mis estudios. Entonces estaba buscando mi lugar ya como adulto en este nuevo hogar que me abrió los brazos y fue muy difícil. Entonces probablemente fue esta voz narrativa que estaba también en paralelo a mi propia búsqueda de quién era yo, porque si es un libro que el personaje está buscándose a través de la narración. Los personajes femeninos son bien interesantes porque sabes que yo no me había dado cuenta, pero tienes toda la razón, tengo muchos personajes femeninos. No todos ellos son femeninos. Tengo también personajes que son masculinos o personajes que son no humanos. Entonces es interesante y una vez me dijo un lector, me dijo algo muy interesante, me dijo que él no me creía que yo había escrito un cuento porque era totalmente creíble que el personaje fuera un hombre. Entonces no podía creer que yo hubiera entrado dentro de este personaje de esa manera, pero sí pasa y viceversa. También hay hombres que escriben personajes femeninos maravillosos y yo creo que es parte de la labor del escritor. Nos podemos volver como los actores. Podemos realmente actuar otro personaje y convertirnos en él. Es la famosa musa de la que se habla en Grecia Antigua. Yo creo que es el inconsciente. Está uno trabajando con metáforas, con trabajo, con lenguaje inconsciente, con ideas inconscientes. Entonces perfectamente puedes convertirte en uno y otro. Ahorita se habla mucho de pronombres y de todo este debate con la sexualidad y demás. Yo no estoy segura de que me identifique con lo que uno piensa que es característico de una mujer. No sé si he escrito demasiado y estoy confundida, pero realmente creo que me identifico más como con un ser humano. Entonces me es posible entrar y salir empáticamente de un personaje a otro. Entonces, aunque mis personajes femeninos sí son evidentemente mujeres, bueno, y ya no tan evidente, ya hay todo un debate en ese sentido, pero yo creo que lo que más me interesa no es el género o el sexo del personaje. Lo que más me interesa es la voz humana que tiene ese personaje y yo creo que en ese sentido son muy universales mis personajes. Creo que esa es la definición que les daría: son personajes universales. Exacto.
AP: Muy interesante. Claro que sí es complicado biologizar a los escritores, las escritoras, la literatura, los libros. Eso es un debate grande, largo y tendido. Otra cosa que también se puede ver de estas interacciones que tienen todos los personajes en tu obra es que a veces están como muy aislados y a veces son como muy declaratorios. Y bueno, el libro Las Torres de Arena, que lo leí completito y me encantó, obviamente ahí tienes una voz tan linda, tan armada, que es Amy, y me encanta esta manera así, como un statement, es declaratorio, es el juego de los verbos, de las acciones, de qué es lo que está ella haciendo, de qué es lo que siente, de qué es lo que va a venir en el siguiente capítulo, en el siguiente episodio. Y bueno, si quieres, leamos una parte de este libro, Las Torres de Arena, publicado 2023, como acabamos de decir en la editorial Pretextos, una editorial muy querida por Hablemos, escritoras. ¿Nos quieres compartir sobre Amy para que oigamos un poco tu voz?
AO: Sí, con muchísimo gusto.
Amy tropezó con la alfombra, la pared detuvo su caída, corrió entre los muebles, era un ratón, el espacio se distorsionaba alrededor, me golpeé la cabeza, decía, pasando su mano sobre la nuca, no había sangre, en sus fotografías sus padres eran enormes. Niu Niu estaba allí, la podía escuchar, aunque no la viera, ronroneaba en los ductos de aire acondicionado del edificio. Amy siguió creciendo, los cambios en su cuerpo le producían sofocos, ¿qué soy? Se pasa abriendo y cerrando puertas, olvidó las palabras que quiso decir y dijo lo que no tenía intenciones de expresar.
Amy siguió bajando, giraba alrededor de un eje de escalones y descansos, apenas recuperaba el aliento y volvía a su tamaño normal, sus pies cupieron de nuevo sobre los peldaños, su cabeza ya no chocaba con el techo, atrás quedó el centro chino, las oficinas de hiper-ciencia, la bolsa de valores, las oficinas de noticias deportivas. Amy durmió junto a su pesadilla en el suelo, dolía menos la vida con las duelas de madera pegadas a la cara, sacaba su bolsa de dormir del armario, lo acomodaba junto a la cama, de repente sentía que dejaba de respirar, se buscaba a sí misma sin encontrarse, daba vueltas sin lograr descansar, Amy se había hecho tan pequeña que cabía en un dedal entre las grietas del suelo junto al polvo incrustada, miraba la vida pasar sin atreverse a tocarla. Amy había inventado otro idioma, uno que ella sola entendía, se lo llevaba consigo entre sueños, quizá era un dialecto construido por su abuela al migrar y aprendido por sus padres y por ella también de niña, era una lengua muerta entre las ruinas de su vida, algo que seguía latente sin embargo en su interior. Amy se escuchó hablar a sí misma entre las voces de la escalera, recordaba el puntear del día aquella mañana hace unas horas apenas.
AP: Qué interesante, qué interesante escritura esta idea, además que pensé mucho en Alicia en el País de las Maravillas y todas estas caídas, ¿no? Es de lo más interesante. Por otro lado, lo que se me hizo muy interesante es esta relación con la alfombra y con el crecimiento del cuerpo, la evolución y la involución del cuerpo, incluso del hijo no nacido, de la maternidad no tenida, o si, y de alguna manera siempre nos tienes en algún tipo de suspenso y la voz es esta Amy, esta Amy que viene diciéndonos paso a paso qué es lo que está sucediendo con su mundo interior también. Cuéntanos, fabuloso este libro.
AO: Sí, este libro me gusta mucho, también es muy intenso, como otros de los que he escrito, como muy apretado todo, todo el texto y todas las ideas. Totalmente está Alicia en el País de las Maravillas, es uno de mis libros de cabecera totalmente. Habla sobre el caos y habla sobre esta niña Alicia que está en el caos y no se da cuenta de que está en el caos y está conviviendo con él y a mí me parece un poquito que la vida es esto, o sea, le hemos dado sentido al caos, pero en realidad estamos viviendo sobre una piedra que está viajando en la mitad del espacio y, ¿sabes? es una cosa increíble lo que estamos viviendo y le hemos inventado cosas, ya hasta nos tomamos el café todas las mañanas como si eso fuera normal, ¿no? Entonces me gusta muchísimo este libro, me gusta muchísimo que sea un matemático que lo haya escrito, no un, comillas, comillas, escritor, porque en realidad, ¿qué es ser un escritor, ¿no? Habría que preguntarnos, ¿un escritor es alguien que escribe nada más o es un oficio o es una intención? A mí me apasiona esta idea de …, sobre todo ahorita que somos tantísima gente escribiendo, tantísima gente publicando. A veces me pregunto si es que no hay más publicaciones que escritores. Habría que preguntarse, es una pregunta seria que hay que hacerse. Para saber qué tanto estamos pensando lo que hacemos. En cuanto a los demás temas que mencionas, es una novela que la escribí, el esbozo de la novela la escribí en 24 horas. Yo estaba embarazada de mi hijo y viajé a la Ciudad de México desde Canadá y el avión paró en Nueva York. Vi las Torres Gemelas desde el avión y una semana después regresé y ya no estaban. Había sido el incidente terrible de las Torres Gemelas y esto me marcó mucho porque también creo que hay que darse cuenta de que la violencia es algo inherente al ser humano, ¿no? Somos esta violencia también, somos, ¿sabes? Si hay un perrito en medio de muchos, muchos perritos que tiene un hueso en la boca, pues algo va a pasar con los demás perritos. Y nosotros somos iguales, no somos diferentes a ellos. Entonces siempre hay estas tensiones, es mucho mejor verlas en la literatura o en libros de historia que verla en persona, pero es algo que está ahí y mientras no hagamos un esfuerzo por tener un poquito más de sabiduría, pues va a seguir estando ahí. Este libro pretende ser el descenso del personaje, no solo desde las Torres Gemelas después de que el avión choca contra ellas y ella está bajando, se está cayendo todo un sistema sociopolítico, económico y demás, pero también se está cayendo su vida privada, su vida personal y hay un montón de ideas que empiezan a circular dentro de este descenso, dentro de esta caída. Una de ellas es el tema del aborto, efectivamente, pero es también el tema de la sexualidad y de la intimidad, porque los papás hombres y las mamás mujeres, ¿cuál es su relación con el embarazo? Y es un poquito esta discusión de lo íntimo que debe ser esta conversación. No debe ser tan pública, debería ser algo totalmente personal y trato de mantenerlo de esa manera en esta novela, trato de mantenerlo como una decisión, tal vez ni siquiera de pareja, tal vez es algo totalmente personal. Y es tan difícil y tan vigente y tan violento se ha convertido el debate que es una tristeza que el ser humano vuelva a permitir esta caída en un conflicto, en lugar de tratar de resolverlo. Es una novela que el personaje principal es chino y tuve yo que acudir a lectores de sensibilidad que nunca había yo hecho y fue extraordinario platicar con lectores de cultura china que me dijeran, esta parte la puedes mejorar de esta manera y de esta manera y la puedes volver más real de esta manera. Y yo creo que como escritores no escribimos solos, somos un equipo, somos un equipo, somos los libros que leemos, somos la gente con la que hablamos, somos los editores que trabajan con nosotros, los traductores que trabajan con nosotros y todo el equipo como tú, que están apoyando nuestra labor. Y hay que entenderlo cada vez más porque desafortunadamente el ego del escritor se ha vuelto un problema, siempre lo ha sido, pero ahora es como más porque tenemos además las redes sociales que lo incrementan, pero es muy interesante darnos cuenta de que un libro es como una película, si pusiéramos atrás del libro los créditos de la persona involucrada en haberlo hecho sería bastante inmensa esa lista, es muy interesante y este libro chiquitito pues tiene esa lista muy larga que incluye a la gente en pretextos que fueron, como tú dices, increíble, fue increíble trabajar con ellos, el profesionalismo y la manera tan amable, tan linda de trabajar temas tan difíciles como la creación de un libro, yo creo que fue un ejemplo para mí a seguir.
AP: Felicidades, felicidades por sumarte a ese catálogo, qué interesante. Estamos ya cerrando la conversación y me parece riquísimo todo lo que nos has compartido sobre tu perspectiva, sobre lo que es la literatura, sobre lo que es un escritor, que me parecen reflexiones muy válidas y muy importantes hoy. Y bueno quisiera yo cerrar regresando a este punto en donde tú te extiendes más de la página, haciendo pues otro tipo también de conexiones, te has involucrado en otros proyectos. Platícanos un poco acerca de estos proyectos como Morpho de Educación Libre, como este Centro Liquidambar, que me imagino que es parte de lo que ya nos has comentado también, y de qué manera tú sientes que esto ayuda, enriquece la visión de cómo el literato, la gente de letras, el escritor, pues también tiene una parte importante en lo que es la plataforma social, la vida común y corriente, no nada más en esa torre, en el Library Tower, en donde muchas veces se imaginan que están, ¿no?
AO: Sí, absolutamente. Mira, como te comentaba al principio de esta conversación, yo me considero que he estado siempre un poquito outsider, ¿no? Siempre he sido un poco fuera de los grupos, me siento muy cómoda haciendo parte de un grupo, como que siento que me puedo expresar mejor estando fuera, y esto desde muy pequeña es algo que yo sentía. Los proyectos Morpho, Educación Libre o Formación en Equilibrio, como también lo llegamos a llamar, es un proyecto que inicié con mis niños, estaban pequeños y vivíamos en Coatepec, y yo decidí sacarlos del sistema educativo formal, porque me parecía muy deficiente, y no solo deficiente, sino que me parecía que uno puede dar tanto más, y yo disfrutaba muchísimo de estar con ellos y de aprender de ellos. Entonces, también hay una realidad, ¿no? Los viajes, los vuelos, cualquier cosa que quieras hacer en cuanto a moverte, era mucho más caro si te atenías a las fechas en las que todo el mundo entra y sale de la escuela. Entonces, el hecho de salirnos del sistema nos permitió viajar a todo el mundo como familia. Hicimos educación en casa durante seis o siete años, finalmente abrimos nuestras puertas literalmente de nuestra casa. A otras familias hicimos un sistema que se llama Unschooling, como fuera del sistema educativo. Seguíamos una currícula de una manera muy libre, y muchas veces los papás o expertos en los temas eran los que guiaban a los chicos, y no te puedes imaginar la experiencia que fueron esos seis o siete años de crecimiento para todos los involucrados. Los muchachos o los niños a veces se ponían muy tristes los fines de semana porque no podían ir a la escuela. Era lo opuesto. Los maestros nuevos llegaban y les ponían un examen, y los niños estaban felices que hubiera un examen, porque no entendían que era como un castigo. Para ellos todo era aprendizaje, todo era emoción, todo era sorpresa, inspiración, y fue, es que no sabes, Adriana, hay pocos momentos en la vida en los que uno se puede sentir inspirado de esta manera. Implicó muchísimo esfuerzo, pero fue algo que valió la pena, y bueno, conocimos también la vida en México, en Coatepec, fuera de la Ciudad de México, que yo no había experimentado antes, y fue absolutamente maravilloso. La gente con la que convivimos, el lugar. Tuvimos oportunidad de vivir en una zona mucho más rural y convivir con animales, con plantas, con la naturaleza, cosa que fue maravillosa, y bueno, Bosque de Niebla es una zona fantástica. En cuanto a la Asociación Civil, es la Asociación Civil Centro Liquidámbar, escogimos el arbolito Liquidámbar porque es un árbol que se parece mucho al maple en Canadá, y somos socios que estamos en los tres países, en Canadá, en Estados Unidos, en México, está basada en México, y nuestra intención es hacer cultura, libros, cosas que tengan que ver con promoción de la equidad de género, la ecología, y cualquier cosa que tenga que ver con cultura. Ahorita estoy empezando unos cuentos y unos libros que estamos haciendo la investigación con personas que han trabajado en cárceles, y la intención es que sean cuentos y libros para jóvenes y adolescentes preventivos. Es mucho más fácil prevenir la entrada a la cárcel que hacer algo ya que la persona está dentro de este sistema tan increíblemente doloroso y complejo que son el sistema penitenciario en cualquiera de los países. Entonces esa es la intención, escribir sobre temas bastante difíciles, como es el abuso sexual dentro de un contexto familiar y escribir ese libro para un niño. Entonces, ¿cómo lo escribes para no volverte totalmente traumático y poder dar herramientas y poder al mismo tiempo dar esperanza y poder inspirar? Entonces, es muy difícil, pero ese es el reto que tenemos, y yo creo que la vida es corta y hay que ponerse retos altos. Yo creo que vale la pena, y eso es lo que tratamos de hacer en la Asociación Civil. Los cinco socios son gente extraordinaria, haciendo proyectos y vidas extraordinarias, y tengo mucha suerte de poder trabajar con ellos. Claro que sí.
AP: Hablando del nombre del centro, les recomiendo muchísimo que lean un poemario de Carmen Villoro, que se llama Liquidámbar, y que es un poemario delicioso. Es un tributo a su padre, no sabes, con una cantidad de visión tan hermosa con la naturaleza, con el mundo vegetal, con el cuerpo humano, con estos tonos suaves y profundos que tiene la poesía de Carmen Villoro. Así que, bueno, sería una lectura linda con un nombre lindo, que es un proyecto lindo lo que ustedes tienen entre manos. No sabes qué gusto me da haber conversado el día de hoy contigo, Antolina. Mil gracias por aceptar la invitación, es un privilegio para Hablemos Escritoras tenerte ahora en este universo. Muchísimas gracias.
AO: Muchas, muchas gracias, Arianna. Tus voces, de todas las autoras que has entrevistado, sí se convierten en una sola, y es una voz increíble, llena de inspiración y de belleza. Muchas, muchas gracias por juntarnos.
AP: Al contrario, en nombre de todo el equipo y un abrazo muy grande desde, al fin, la soleada Austin, Texas. Muchísimas gracias, Antolina.
AO: Ay, qué bueno. Gracias. Hasta luego.
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AP: Es una belleza poder encontrar estas voces tan interesantes en tantas esquinas de este continente y de este mundo hispanohablante. Qué placer poder acercarnos a la obra de una escritora como Antolina Ortiz, con estos premios, con estos libros, con esta sensibilidad y con estas obras. También muchísimas gracias, y qué delicia acercarnos a todos ustedes, en sus casas, en donde nos escuchen, en el trabajo, en el transporte, esperando al médico, en cualquier lugar y en cualquier rincón de este mundo. En verdad, en nombre de todo el equipo de Hablemos Escritoras estamos muy agradecidos, y nos gustaría que sigan apoyando esta gran odisea, que es recorrer el mundo con las voces de escritoras, críticas, traductoras y editoras. Gracias a Fernando Macías Jiménez, Ingeniería de Audio. Gracias, Andrea Macías Jiménez, todo lo que hace con Social Media, Christian Josephi edición de podcast. Gracias a nuestros colaboradores: Liliana Valenzuela, Giuliana Zambrano, Fran Dennstedt, Anjanette Delgado, Gabriela Polit, Gisela Kozak, Isabel Ibáñez de la Calle, Lorena Amaro, Martha Bátiz, Rose Mary Salum. A nuestros tres traductores Alice Banks, Kathleen, Will Howard. Y muchísimas gracias, ahora que se suma a nuestra mesa LAM, Dunia Gras Miravet. Yo soy Adriana Pacheco, y como siempre, es un placer estar con ustedes. Hasta la próxima.