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CaribeFemLit - El imposible retorno a Pangea de Yuliana Ortiz Ruano.

Episodio 547 CaribeFemLit

09/02/2024 · Anjanette Delgado

Somos sociedades matrilineales"

AD: Bienvenidos a este, el quinto episodio de Caribe FemLit en Hablemos, escritoras, un espacio bimestral dedicado a la literatura de las escritoras del Caribe. Mi nombre es Anjanette Delgado y hoy vamos a conversar con la escritora afroecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano. Pero antes de pasar al tema de hoy, les invito a que nos sigan en redes sociales y a que visiten nuestro blog cada semana. Pueden registrarse para recibir boletines por correo electrónico y explorar el sitio de Hablemos, escritoras para acceder a un archivo de reseñas e información cada vez más completo. Ahí podrán también mantenerse al tanto de todas las novedades relacionadas con las escritoras que prefieren y, si viven en los Estados Unidos, en Gran Bretaña o España, no olviden visitar nuestra tienda Shop Escritoras Books en Bookshop para encontrar los libros con los cuales conversamos. 

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AD: Hoy tenemos el gran placer de conversar con la escritora afroecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano. Yuliana nació en 1992 en Limones, en la provincia de Esmeraldas, en Ecuador. Es profesora, investigadora y escritora. Entre sus poemarios está Canciones desde el fin del mundo, Libro Editorial Madrid 2021 y varias ediciones de Cuaderno del imposible retorno a Pangea con ediciones Libros del Cardo, Valparaíso 2021, con Recodo Press en Quito también en el 2021, con Amauta & Yaguar en Buenos Aires en el 2022 y con la editorial Cajón de Sastre en Bogotá en este 2024. En narrativa cuenta con la colección de cuentos Litoral, Recodo Press 2023 y con Fiebre de carnaval, su primera novela que fue publicada por la Navaja Suiza en Madrid en el 2022 y que ganó el Premio Italiano IESS Romanzo de Sordio Latinoamericano en el 2023 y el Premio Nacional a Mejor Novela Joaquín Gallegos Lara. Yuliana resultó también seleccionada por el Translator's Choice II del Festival de Literatura Latinoamericana Latinale que organiza el Instituto Cervantes de Berlín y por el Programa Internacional de Escritores en Residencia de Granada en el 2023. Yuliana, bienvenida, qué placer que estés.

YO: Anjanette, el placer realmente es mío, estoy muy contenta, yo adoro muchísimo Hablemos, ecritoras, es uno de mis podcast preferidos, estoy muy contenta de verdad, creo que las palabras, en este momento el lenguaje no me alcanza como para agradecerte pues por haberme invitado y también sobre todo porque recuerdo la cumbre, recuerdo haberte escuchado en la cumbre afro en Puerto Rico y creo que ha sido pues un antes y un después en mi vida como escritora, como investigadora y como mujer negra y estoy muy contenta de verdad.

AD: Honrada, yo también, entonces estamos felices las dos. Yo tenía, tengo una confesión que hacerle a los lectores de Caribe FEMLIT, esta es una entrevista con la cual yo llevo obsesionada exactamente tres meses desde esa cumbre que menciona Yuliana, desde el día que la escuché leer por primera vez casi por casualidad como parte de ese evento que dirige la escritora Mayra Santos-Febres y que se celebró en Puerto Rico el pasado marzo. A quienes escuchan les digo que cuando Yuliana comenzó a leer su texto el salón quedó en suspenso y ni la respiración de unas 150, 200 personas se escuchaba y es que estábamos todos ante una maestría innegable pero la persona que leía lucía tan joven que creo que algunos no dábamos crédito. Cuéntanos por favor Yuliana qué suerte o mal suerte de vida temprano te preparó para saber que eras escritora y te impulsó a hacer lo necesario para lograr todo lo que has logrado con tu esfuerzo. ¿Cómo has llegado hasta este momento?

YO: Bueno yo crecí en la costa esmeraldeña, soy limoneña, soy de la parte insular del Ecuador, bueno la parte insular no famosa no, porque la parte famosa insular es Galapagos. Yo crecí en la costa esmeraldeña, la gente negra de Esmeraldas tiene un vínculo muy poderoso con la palabra ¿no? Crecemos, hay mucha gente que por mi abuelo no terminó la primaria pero tiene un vínculo bellísimo, sabía poemas de memoria, los recitaba todo el tiempo, tocaba la guitarra. También tenemos un universo mítico muy, muy profundo que dialoga también con otros universos míticos de no solamente del Caribe sino también de otros pueblos de mar ¿no? Un poco para pensar en el enclave de Antonio Iberítez Rojo ¿no? Este concepto de pueblos de mar que va mucho más allá de solamente lo identitario ¿no? Creo que estar a la orilla del mar hace que pues tengamos unas similitudes incluso que no llegamos a dimensionar. Y crecí pues con maestras, todas mis tías, mi madre, mi abuela fueron maestras, luego teníamos una biblioteca muy grande con muchos libros. Yo siempre me sentí como una escritora ¿no? Siempre estaba contando historias a mis primos menores, la palabra estaba siempre presente al lado de mi casa, de la casa de mi abuelo donde crecí, vivían unos raperos, yo me trepaba al techo de atrás para escucharlos rapear ¿no? porque me parecía increíble lo que hacían con el lenguaje ¿no? y cómo improvisaban. También estaba la salsa, estaba pues el merengue, toda esta música afroesmeraldeña, el bambuco que bueno se engloba dentro del género de la marimba que es un instrumento muy importante para los pueblos del pacífico colombiano y ecuatoriano y la palabra siempre estaba presente. Ahora, cuando yo me gradué del colegio encontré como una vicisitud muy fuerte porque yo había estudiado ciencias, me interesa mucho lo natural y mis padres me decían bueno está bien que quieras escribir pero pues tienes que ser abogada o ingeniera, nosotros tenemos bueno la comunidad, la comunidad obrera de esmeraldas que es como la gran mayoría, tiene como unos límites muy fuertes a la hora de pensar en cómo y de qué manera hacer carrera ¿no? Tenemos una refinería que en el casco urbano muy grande y la gente sueña con trabajar ahí porque es una forma rápida de salir de la pobreza digamos de alguna manera. Y generalmente todo el mundo estudia para ser ingeniero para ser médico, cosas como que te den digamos un campo laboral seguro, y mi mamá me decía no puedes ser escritora no te vas a morir de hambre ¿no? Y yo dije bueno si me muero de hambre de todas formas me parece que es vale la pena, quiero intentarlo ¿no? Y me fui a vivir sola a estudiar una carrera por ahí pero a lo que me dediqué fue a leer y escribir. A ir a recitales de poesía, publicar en blogs, pero en el 2019, en el 2012 o 13 o 14 tal vez no me acuerdo bien la fecha, me publicó la revista de la UNAM de poesía de los estudiantes de la UNAM y ese fue un momento muy importante para mí. Porque a pesar de que no era una revista demasiado popular fue muy importante saber que más allá de la frontera había alguien que había leído y se había conmovido con ese texto y dije bueno tal vez sea la posibilidad de seguir escribiendo y de seguir haciendo obra. Luego pues estudié en la universidad de las artes, en la que ahora trabajo y haber conocido un montón de personas que escribían pero también filósofos, artistas visuales, estar en Guayaquil me dio como ese impulso porque de todas formas Guayaquil es la ciudad más peligrosa del Ecuador ¿no? Pero la gente, los gestores culturales, los artistas lo dan todo por su obra. Yo admiro mucho a la gente obrera de Guayaquil que hace obra porque me parece que están siempre a contracorriente y con pocos recursos pero igual creando. Y yo me inspiré mucho en ellos y dije yo también quiero ser de esas personas ¿no? Que crea mismo en lo inhóspito y con todas las vicisitudes ¿no? Pero igual crear ¿no? Soñar, ir como diseñando esta posibilidad de escribir y así solo las cosas fueron surgiendo de manera como muy sencilla. Ha sido como una aventura muy divertida también este viaje de querer ser escritora, de intentar escribir. Y siempre un lugar me llevó a otro lugar, las coincidencias me llevaron a otro sitio ¿no? Cuando fui a Berlín fue el traductor me escuchó en la feria del libro de Guayaquil cinco minutos leyendo poesía y luego me dijo yo te voy a traducir, te llevo la Latinale. Siempre ha sido así como ahora, como tú me escuchaste en la cumbre y ahora estoy aquí en Hablemos, escritoras que en realidad creo que es mi podcast preferido ¿no? Y estoy muy agradecida.

AD: Pero has dicho unas cosas bien importantes, una de las cosas que dijiste y te la iba a preguntar luego pero qué bueno que la hayas explicado primero y es esa conexión de mar con el Caribe. Habrá quien escuche el segmento y diga ¿y por qué Yuliana? Bueno aparte de todas las otras cosas que vamos a hablar y que los oyentes van a poder escuchar por sí mismos. Hay eso que nos conecta en nuestra obra o sea cuando yo leo, ya llevo cinco libros, me falta el Litoral que no lo encuentro pero ya lo encontraré, encuentro tantas similitudes, tantas cosas que se hablan ¿no? Entre esa costa esmeraldeña, digamos, y todas nosotras que escribimos desde el Caribe incluso con toda Latinoamérica ¿no?
O sea, cuando tú hablas de lo que te dicen tus padres estoy segura que no hay una escritora o incluso una lectora escuchando que no se identifique con eso ¿no? Con esa cuestión de buscar esa seguridad que para un artista no existe, existe solamente cuando te encuentres el lugar pequeño ¿no? Te entiendo perfecto cuando dices que cuando esa revista de la UNAM te publica es un poco como darte ¿no? validarte y decir no estás loca. Tomando todos estos riesgos haciendo otra cosa ¿no?  Pero además una mujer joven, negra, bonita ¿no? Que quiere escribir en un lugar donde todo el mundo está buscando otro sueño diferente y no puede quizás de pronto, de momento, vislumbrar lo que tú lo que tú sientes en tu estómago muy claramente ¿no? Para haber hecho todo lo que hiciste entonces ¡guau! O sea, mi admiración crece por segundos. Aquella primera pieza que escuché, Yuliana, podría llamarse una pieza feminista. No me atrevo a decirlo yo a menos que lo digas tú pero yo la escuché así. No la menciono por nombre por ser inédita para respetar eso, pero sí quiero decir que lo impresionante de ella es que hablaba de un feminismo ultramoderno progresista que sin embargo se anclaba firmemente en las aportaciones de nuestras ancestras. Entonces yo te quiero preguntar ¿cómo concibes tú el feminismo? Y ¿cómo entiendes tú que figura o no en tu obra?

YO: Gracias Anjanette, esa fue la primera vez que yo leí ese poema y fue un momento, casi lloro leyendo ahí, porque además estaba Mayra Santos-Febres que no la conocía en persona pero ha sido una maestra digamos porque la he leído un montón ¿no? Y estaba ahí al lado de todos estos poetas increíbles, al lado de ti. Yo estaba como en un momento bastante emotivo ¿no? Para mi vida ¿no? Porque además como lo dije al principio, Esmeraldas dialoga un montón con el Caribe no solamente por la experiencia, digamos, del middle passage, por la experiencia de la esclavización pero también por la experiencia de la potencia de la resistencia del cimarronaje, de la palenquería, de la quilombada, dialoga también con la estética musical y con la poética. Yo crecí leyendo autores caribeños ¿no? En mi barrio ¿no? Esmeraldas es uno de los lugares más olvidados del estado pero los gestores culturales hacen unos esfuerzos enormes para que las niñas, las infancias podamos tener como acceso a otras cosas ¿no? Cosas que nos digan tú también puedes escribir, tú también puedes crear, tú también puedes hacer música ¿no? Y yo crecí leyendo mucha poesía cubana, mucha poesía puertorriqueña, escuchando muchísima salsa, mucha timba ¿no? Mucho son, sabiendo que dialogábamos ¿no? Que a pesar de estar del otro lado del mar ¿no? en este pacífico, era un pacífico negro que también tenía una experiencia caribeña ¿no? Después cuando estudié ingeniería supe que hay una corriente de mar ¿no? Que también llega a esa zona del pacífico, que no llega tan abajo pero sí llega hasta esa zona ¿no? Que pasa a través de Panamá. Y me parece muy interesante saber que no solamente dialogamos por la experiencia histórica sino también que hay unas cuestiones naturales, una marea ¿no? Que nos va conectando y tiene mucho sentido. Yo creo que el feminismo, yo crecí en una sociedad matrilineal porque no sé cómo sea en otros espacios pero en Colombia, en el pacífico colombiano y en el pacífico esmeraldeño que es casi lo mismo, estamos muy conectados, de hecho el maestro Juan García le llama a esa frontera “la raya” ¿no? una raya es algo sorteable completamente. Somos sociedades matrilineales, nosotros crecemos con la bisabuela, con la abuela, con una mayora, con el saber y el conocimiento y la guía ¿no? Es la guía espiritual, pero también es la guía social, es la guía de la vida, la que te enseña cómo amar, bueno un montón de cosas que pueden llegar a ser complicadas, complejas. En mi caso pues celebro mucho que mis abuelas, mis tías, mi madre me hayan enseñado a escogerme todo el tiempo a mí, yo cuando vine a vivir a Guayaquil me di cuenta que en realidad yo había tenido muchísima libertad, a diferencia de mis amigas de mi misma edad en una ciudad digamos tan y más violenta como Guayaquil. Yo crecí en ese espacio matrilineal, no leíamos digamos libros sobre feminismo, pero había una praxis ¿no? Una praxis de ser cabeza de hogar por ejemplo. De enseñarte todo el tiempo a escogerte a ti misma, de decirte que, por ejemplo, a mí nunca me dijeron que tenía que casarme, de hecho no estoy casada y no está en mis planes tampoco. Me decían tienes que estudiar, tienes que viajar, si quieres tener hijos o no eso es tu problema. No leíamos, digamos, sobre feminismo, no hablábamos ni siquiera estaba esta palabra en mi infancia y en mi adolescencia. Pero mis ancestras, mis tías, mis abuelas trabajaron duro, se partieron el lomo para que todas sus sobrinas, todas sus hijas, estuviéramos en la mejor escuela, en el mejor colegio, los mejores libros, que pudieran trabajar, que pudieran soñar ¿no? Con una vida diferente a la que ellas habían tenido y para mí eso, esa solidaridad ¿no? Esa familia extendida, esta mujeridad me impulsó después ya en una urbe más grande como Guayaquil, pues a articularme con las compañeras feministas, a leer, a investigar sobre feminismos, lo que me llegaba en la mano, pero después ya los feminismos negros ¿no? Las étnicas del cuidado, los feminismos militantes, todo lo que han hecho las brasileñas ¿no? Y también entender que nuestros feminismos son también muy gozosos ¿no? Porque mi abuela, mi madre, mis tías también me enseñaron el gozo ¿no? Me decían, sí tienes que trabajar, tienes que luchar, tienes que defender tus derechos, pero también tienes que gozar de tu vida. Mi mamá, mi abuela me decían, ya tus ancestras trabajaron, llegaron hasta aquí para que tú seas libre, sé libre, aprovecha, goza, disfruta ¿no? Y ese es el gran aporte ¿no? También de nuestra comunidad, este eros, esta potencia del goce ¿no? La posibilidad de gozar mismo en espacios y en contextos dolorosos ¿no?  Celebrar nuestras vidas, tejer caminos para que las otras se liberen, yo creo que ese es el feminismo, esa praxis del feminismo negro, esa generosidad radical pues la aprendí también en el barrio y en la casa. Después lo que hago es leer, teorizar, investigar, pienso sobre todo en Conceição Evaristo ¿no? Que trabaja mucho desde la escrivivencia ¿no?  Y ya con el bagaje teórico lo que hago es ir hilando pero siempre pendiente de mi abuela y de mi bisabuela, de mis tías, de mi madre que me enseñaron también esa libertad gozosa del cuerpo negro ¿no? Del cuerpo negro feminizado también y creo que esa es la escuela que he tenido ¿no?  Y esa es la escuela a la que quiero llegar porque es una poética a la que empecé a trenzar después de Fiebre de Carnaval porque antes escribía de otra manera, escribía con mucho miedo. Tenía como, quería que me entiendan también, utilizaba un tipo de lenguaje pero al poder recordar en ese proceso de escribir Fiebre, al recordar como todos estos tejidos femeninos de mujeres negras generosas, radicales, gozosas, alegres, festivas, me di cuenta que quería llegar a una poética del goce también ¿no? A una erótica del goce, a no solamente ser el espacio que me da, digamos, la blanquitud ¿no? el pobrecita que es negra y no tiene oportunidades sino tener todo esto, este universo gozoso, esta libertad desde muy temprano para poder experimentar con el mundo. Y creo que por ahí va como esta urgencia de escribir hacia ese lugar.

AD: Pues yo te diría una cosa, te lo dice una persona ¿no? de otra generación, de una generación anterior a la tuya, con muchas de las mismas influencias que sin embargo fueron vistas diferente, que o sea te escucho ahora y entiendo, o sea ahora puedo articular quizás qué fue lo que escuché que tanto me tocó. Tú estabas cercana a las lágrimas leyendo y yo también ¿no? Fue una cosa muy visceral y cuando tú me explicas de ese praxis femenino en el que creciste, yo deseo eso para todo el mundo, sean aquí pues en Estados Unidos donde vivo, hay mucha conversación sobre la diferencia entre el primer mundo y otros mundos y a veces lo que hace que un mundo sea primero ¿no? Son otras cosas como esa que hablas ¿no? Ese saber quién es, quién se es y saber lo que uno quiere para otros, para otras y poder darle ese poder a las niñas ¿no? De que sepan, no esta cosa de tú y yo estamos encontrados, sino esta es quien yo soy. Y hay cosas que tú haces que están opuestas a mí, pero no es una cosa tan desde que nacemos estamos opuestos, son actitudes y son cosas, no saber quién ser. Es como tú bien dices, no te tienes que casar, tienes que estudiar, tienes que vivir, tienes que gozar. Me parece, eso es increíble que eso me parezca progresista porque cuando lo hablamos es algo tan normal ¿no? Debería ser tan normal y sin embargo no lo es, me doy cuenta cómo nos enseñan otras cosas. Así que me parece que tu literatura es importante viniendo desde ahí estoy, tengo en la mano precisamente La edad del goce, uno de tus libros, y ahora lo entiendo ¿no? En otro contexto.  Yuliana, no sé si, quizás no lo dije en la presentación, en tu biografía, pero has sido DJ también y a mí me es súper normal y natural esto, no sé si todavía lo haces, pero este, el DJ de alguna manera produce una experiencia musical y yo creo que tus libros son producciones musicales también. Aún incluso los de prosa, estoy leyéndome ahora mismo Fiebre de Carnaval que no lo he terminado, pero lo estoy disfrutando muchísimo y lo siento como una experiencia musical. Y todo eso se mezcla en mi cabeza con la otra cosa que admiro de tu obra, que es que aunque tocas temas activistas, por supuesto, la historia, lo que cuentas está primero. Cuando leo tus libros no siento que tratas de convencerme de nada, no veo cómo me manipulas literariamente ¿no? Todas manipulamos de alguna manera ¿no? cuando creamos. Pero no siento que te importa hacerme sentir una cosa o la otra y te pregunto ¿consideras tu literatura una literatura activista? ¿Por qué sí o por qué no? Y ¿cuál es el etos que te mueve cuando creas estas historias y no otras?

YO: Yo sí considero lo que escribo activista. Yo tengo muchas amigas escritoras negras afrodescendientes que ellas dicen, bueno yo estoy luchando para escribir y ser una escritora seca, yo no tengo ganas de que me etiqueten con los afrodescendientes. Sin embargo, yo que crecí en un espacio afrocentrado, de cierta manera también panafricanista como es Esmeraldas ¿no? Donde vi también la lucha por el proceso etno educativo, yo estoy muy contenta de ser una escritora afrodescendiente. O sea, de verdad para mí esto que le llaman etiqueta, digamos lo “afrodescendiente”, lo negro, para mí no es una... y de la mano de Achille Mbembe. Achille Mbembe nos dice que el hombre negro, la mujer negra, el cuerpo negro nunca es lo que se dice del cuerpo negro, nunca está encerrado en una sola definición. Para mí, ser una mujer afrodescendiente e investigar sobre afrodescendencia me abre un universo riquísimo, enorme en el que yo me ahogo, es un mar en el que yo navego, me ahogo, me caigo, me levanto. Me parece una posibilidad abierta, una multiplicidad en sí misma ¿no?  Y yo sí creo, y me gusta nombrarme como escritora afrodescendiente, no me parece que me encierro en un solo lugar, yo creo que igual el sesgo, porque el cuerpo es el cuerpo y la gente te va a leer también desde esa corporalidad a veces, no siempre. Sin embargo, yo no creo que porque yo me nombre escritora afrodescendiente yo esté reduciéndome a una clasificación rígida. Yo creo que más bien estoy apelando y apoyando a lo afrodescendiente como una multiplicidad. Como un espacio móvil, líquido. Los afrodescendientes, yo vengo de una ciudad, de una provincia que existe, porque la gente escapó de un naufragio. Erigió, soñó una libertad en una época de hacendajo, caminó, navegó muchísimo, habló muchas lenguas, aprendió muchas cosas, se movió por todos lados ¿no? Esta idea del cimarronaje como el cuerpo nómada en sí mismo y yo me considero eso. Para mí lo afrodescendiente es eso, una cosa móvil, una cuestión nómada. Entonces desde ahí yo considero mi escritura como una potencia creativa, activista y gozosa. Porque para mí los activistas, los activismos han sido un espacio del goce, como lo decía. Han sido un espacio de la posibilidad de soñar en colectivo, unos otros cuidados, una otra posibilidad. No sé, por ejemplo en Fiebre de Carnaval, yo escribía esa novela en la pandemia, bueno tenía unos borradores anteriores, pero estaba en la pandemia sobre todo más tiempo. Mientras afuera de mi casa había una marcha, unas marchas feministas muy fuertes, unas mujeres obreras también articuladas todas, unas feministas, otras no, pero muchas mujeres reunidas en la calle pidiendo salubridad pública. Entonces era bajar a la marcha, ver a mis amigas con mascarilla y tal, conversar un poco, tocar, escuchar a la batucada, mientras salía pues a la marcha. Luego subir a escribir. Para mí siempre el activismo ha sido un espacio gozoso también, también porque mis padres fueron militantes en Esmeraldas. Como docentes, militaban un montón porque los docentes fueron por muchas décadas en el Ecuador los peores pagados y siempre era el espacio de encontrarse con los amigos. Salir a la marcha, salir al plantón, salir incluso a la huelga de hambre, acompañar a las personas que hacían huelga de hambre. Era un espacio de entrecuido y para mí siempre ha sido como un lugar muy gozoso. Yo no consigo la escritura sin ese otro lugar, sin ese espacio de la calle. Yo, a mí me gusta mucho la música, la rumba, la fiesta. Me encantan las fiestas en la calle, tal vez porque en mi isla la mayoría de fiestas son a la orilla del mar. También porque hay una, digamos, esto que puede ser algo terrible, que es la ausencia estatal, a veces es genial cuando se trata del espacio de hacer fiesta. Porque no hay un ente regulador que nos diga dónde podemos bailar, podemos bailar en la orilla, podemos poner un parlante en la arena, etcétera. Y me gusta mucho la posibilidad de ocupar el espacio público para la fiesta, para el activismo y para el goce y para la militancia. En Brasil, por ejemplo, también todas las veces que voy veo también esta potencia de ocupar el espacio y ese espacio de disolución de la frontera entre la fiesta, el goce y la militancia, que es algo que a mí me parece bellísimo. La posibilidad de que nos encontremos en el plantón y ahí hagamos una agüita de canela, una agüita de menta para tomarnos entre todas. La batucada empieza a tocar y ahí un poco bailamos, cantamos, recitamos poesía. O sea, estos espacios también son espacios muy divertidos, muy gozosos. Nosotros en Ecuador tenemos un alto historial pues de militancia en la calle, se han sacado presidentes del Ecuador, hemos hecho muchas cosas. Y para mí este espacio es muy gozoso, es un espacio, yo puedo vivir así como en este espacio, estar ahí en la calle, ir a la casa a bañarme, volver a salir, llevar comida para el que no tiene. Es algo que para mí y en Guayaquil también se vive mucho, mucho más difícil también, es un espacio muy muy animado, muy gozoso. Muy duro también, muy doloroso, porque ahora estamos militarizados, pero sigue siendo el lugar de la celebración y de la lucha por la vida, que finalmente es lo que estamos haciendo. Entonces para mí sí, es totalmente militante.

AD: Sí, de la resistencia. O sea, y hay gran historia de eso, o sea, por ejemplo en Puerto Rico y en Haití también, o sea, la bomba, no es otra cosa que un baile de resistencia, se iba al bate y demás. Pero me ha encantado tanto esta respuesta, porque tu respuesta me libera. Al ser una escritora de diáspora en Estados Unidos, especialmente en, particularmente en el estado de la Florida, vemos cómo se trata de criminalizar la protesta. Se criminaliza la resistencia, esto no es nuevo. Siempre se ha tratado de hacer que el que crea de alguna manera desorden, digamos, como diría, lo pongo entre comillas, siempre amenazamos, el artista amenaza con su obra. El que se resiste amenaza con su obra y las autoridades tienen que hacer que eso sea malo, que represente lo malo. Y la manera en que lo describes, y la manera en que lo sentí yo también leyendo Fiebre de Carnaval, me parece que libera, hay palabras que liberan, así que te agradezco las tuyas muchísimo Yuliana. Yo quiero pedirte que leas un pedacito de lo que prefieras, porque creo que los oyentes nos están escuchando y si no tienen acceso aún a tus libros, deben estar así como, bueno, pero ¿de qué estamos hablando? Y me gustaría que nos leyeras algo.

YO: Claro, bueno, ya que estamos hablando un poquito de Fiebre, voy a leer mi capítulo preferido de Fiebre, que es el capítulo de la madre.

“Mi mami Checho es de agua, agua que no se queda quieta, agua movediza, como cuando hay un temblor y una de casualidad está mirando un tanque rebosado. El vibrar de tu cara atrapada en ese espejo líquido, tu rostro que se va deformando, que va perdiendo el sentido, que abandona la forma de una carita de muchacha y parece más bien una ameba o un dibujo de una célula en una lámina de ciencias de cinco sucres. Un agua temblorosa y rara en mitad de un volcán, como el oído de voltán que dice todo el mundo que está enterrado en la playa de las palmas, de que algún día nos tragará y convertirá en leyenda. Un cuenteo de esos que echa mi papi Manuel, que nadie cree porque cuando lo escuchas no se te dibujan las figuritas dentro de la cabeza.
Cuando el oído del volcán expulse su agua, la gente dirá, ¿Esmeraldas? ¿qué es eso? Y se dejarán llevar por las historias de una raza ya pasada a la vida oculta del agua salada y encontrarán piezas por piezas nuestra existencia, pero nadie podrá saber realmente a lo que fuimos.
Cuando yo me pongo a hablar de esta forma, sola y en voz alta, mi mami Checho me queda mirando con una cara de asombro y de preocupación. Es como que me dijera a través de sus pepas preocupadas, ay mijita, usted está desvariando otra vez, mamita, mijita, ¿por qué usted dice esas cosas tan raras, mamita? Pise tierra.
Eso es lo que siempre me dice, pise tierra, mamita. Por algo los humanos no podemos volar. Y yo le pregunto por los aviones, mami, ¿los aviones hacen que los humanos podamos volar?
Se ríe. Ay, Yuyi, usted, mijita, siempre tiene una respuesta para todo. Debería estudiar para ser abogada.
Cuando sea grande, o yo, por algo tiene, mijita, usted la lengua puntiaguda, porque esa lengüita suya es como, es cosa seria. En mis tiempos a usted ya le hubieran partido la boca, porque dice que a los adultos no se les debe responder. Yo la dejo nomás, mijita, siempre y cuando se acuerde de poner esos pies larguísimos en la tierra, esas patas de bailejo bien asentadas en el suelo.
Mamita, deje de inventar pendejadas, intente ser muchacha, una muchacha normal.”

Ese es un fragmento de Fiebre de Carnaval.

AD: Ah, qué belleza, qué belleza, qué belleza, gracias. Creo que ahí se ve todo, ¿no? De lo que estamos, de lo que estamos hablando. Yuliana, yo tengo amistades que escriben en todo el mundo. Algunas de mis amigas viven en lugares remotos y otras en lugares que, aunque no pueden considerarse remotos, tampoco son Madison Avenue en Nueva York, pues, ¿no? Muchas se sienten aisladas, encerradas, como si sus fronteras no dejaran a sus palabras salir al encuentro de sus lectores.Pero tú vienes de la provincia de Esmeraldas, en Ecuador, y tus libros se han publicado en países tan lejanos de tus costas como Italia y España. Recientemente fui a la tienda de Printed Matter en Nueva York, y allí encontré, junto a los libros de personas que sacrificaron sus vidas pensando que vivir en Nueva York, ¿no? que sólo así llegaban, sólo así estaban en esa urbe. Y allí encontré tu libro, que es La edad del goce, allí lo compré. Cuéntame, ¿cómo manejas el viajar de tus libros, si es que de alguna manera lo manejas tú? A lo mejor lo manejan ellos mismos, ¿no? ¿Qué podemos aprender de la manera en que ves tu ubicación geográfica y la de tus historias?

YO: Yo tengo un arraigo muy fuerte con Esmeraldas, ¿no? Con Guayaquil, que también es una ciudad bastante afrodescendiente, de hecho, ahora mismo estamos en un taller de arqueología negra para conocer los trayectos cimarrones que también habían aquí en Guayaquil. Ese arraigo es lo que no me ha permitido irme por completo. Yo voy y vengo de muchos lugares. Siempre he sido como una viajante desde muy chiquita. Crecí en esta isla que queda, pues, en esta frontera líquida con Colombia. Tengo familia de un lado de la raya y del otro lado. Yo creo que justamente son ustedes, ¿no?, las escritoras en la diáspora. Pienso, por ejemplo, en María Fernanda Ampuero en Madrid. Pienso en Mónica Ojeda, que son escritoras sumamente generosas, que cada vez que tienen un micrófono hablan de las otras, ¿no? Son todas ustedes, creo yo, las que han abierto camino y han permitido que yo pueda seguir estando acá y que, a pesar de no estar, digamos, en los centros del mundo, mis libros, aunque sea de manera modesta, puedan estar en esos espacios, ¿no? Yo celebro muchísimo la generosidad que hay en la actualidad, sobre todo con las mujeres, ¿no?, escritoras. O sea, yo no tengo palabras para expresar la alegría cuando Mónica dice mi nombre, cuando María Fernanda dice mi nombre, cuando yo también las nombro a ellas y, a su vez, voy nombrando a otras autoras más jóvenes que todavía no se animan a publicar, pero que ya están con fanzines y tal. Pienso ahora, por ejemplo, en Yashira Hurtado, ¿no?, que es una artista visual muy jovencita de acá, afrodescendiente también, y que escribe precioso. Yo creo que es eso, creo que es esa posibilidad de los caminos que se fueron abriendo también desde los estudios descoloniales. Hay muchísima gente haciendo sus doctorados, maestrías, hablando de nosotras, hablando de mí. Hay gente que me viene, como yo voy, no sé, a Madrid o voy a Granada, cuando me gané la residencia y vino alguien y me dice, yo vine porque una chica ecuatoriana está haciendo su doctorado en no sé qué lugar y citó uno de tus poemas y me encantó. No hace poco también mis amigas están en Maryland, estaban leyendo poemas míos allá en Maryland.Creo que tiene que ver con eso, con la enorme generosidad de todas las mujeres que están regadas por el mundo, haciendo academia, haciendo arte y nombrando a las otras. Va por ahí. Yo veo que esa posibilidad de esa movilidad de los libros va por ahí, por el interés y por también el hecho de nombrar a la otra, de decir, yo escribo, pero hay otra que escribe también, o citar. No sé, pienso por ejemplo en Mónica, que también hablé con una escritora que una vez dijo mi nombre de  manera bastante gratuita. Y así, creo que ese nombrar, si una autora con tanta potencia como tú, por ejemplo, Anjanette, como Mónica, como María Fernanda, dice el nombre de la otra, eso hace que se replique de alguna manera esa urgencia de saber quién es esta persona que está escribiendo. A mí me llegan mails de lugares muy remotos, personas que están haciendo tesis sobre mi obra en Rusia, que están estudiando español. También creo que el estudio de español en las universidades extranjeras ha hecho que también se lean y se escuchen otras cosas, porque igual en Estados Unidos, yo nunca he ido a Estados Unidos, pero he estado a través de Zoom en algunos colleges, en universidades, hablando, compartiendo poesía, porque hay una maestra afro, porque hay un maestro hispano, porque hay gente descolonizando también desde sus pequeños lugares y eso es lo que hace que los libros mismos que no estén publicados en una editorial enorme puedan construir otros trayectos. Para mí es como ese boca a boca, esta generosidad radical también que se me viene a la cabeza ahora pensando en mis abuelas y que están construyendo también las mujeres que están en los centros de los países del norte global, luchando también, haciendo resistencia. Eso es lo que ha permitido el trayecto de mi obra.

AD: Me encanta lo que dices porque pienso que tiene también la capacidad de liberarnos. Cuando yo hablo con amistades, es un poco como que se nos olvida a veces que lo que producimos son palabras y esas palabras llegan a otros y la manera de llegar a otros es ponerlas allá afuera y hablar, como tú dices, de otras. De hecho, creo que Adriana probablemente debe estar, si nos está escuchando, debe estar muy feliz porque yo pienso que Hablemos, escritoras es eso, es hablar de otras escritoras y difundir la obra de todas nosotras de alguna manera, como tú dices, mencionándonos, pero también conversando, entendiendo un poquito más y me da mucha alegría. De hecho, si mal no recuerdo, me parece que la manera en que yo te escucho leer la primera vez es porque estabas en la audiencia, estabas escuchando y, si mal no recuerdo, Mayra sube y pide que te sumes a los que estábamos leyendo el escenario, ¿verdad?

YO: Sí, sí, porque en base a la cumbre sucediendo, pero también el Festival de Poesía de Puerto Rico a la vez.

AD: Ah, también, a la misma vez, correcto, y estaba lleno de poetas en la audiencia, pero esa cosa de ir a escuchar a otros, fíjate, fíjate cómo caminan nuestras palabras, ¿no? Tú vas, creo que tenías otro evento seguido, pero aún así, en vez de estar descansando, maquillándote, no sé, mirándote el pelo, estabas escuchando, exprimiendo ese tiempo para escuchar a otros poetas, algunos que ni conocías, pero estabas allí en esa solidaridad y, estando allí, te ve Mayra y te llama, lees, te escucho y te escuchan otros, obviamente, y desde que te escucho, ¿no? Estoy pensando cómo hacer que ocurriera este momento. Entonces, fíjate cómo, o sea, lo digo más, no para ti, para mí, lo digo para quienes nos escuchan, que a veces se sienten un poco atrapados en el campo donde viven, o en la montaña donde viven, o en el rincón olvidado, como bien dices tú, en el que viven, ¿no? Pasa mucho en Puerto Rico, a pesar de ser un territorio de los Estados Unidos, muchas veces nos sentimos un poco cercados por el mar que nos rodea, que nuestras palabras no llegan, no pueden salir, que no tenemos esas cosas que la gente piensa que son importantes, ¿no? Los agentes, los editoriales, toda esa maquinaria, y me parece que esto que dices y esto que yo vivo escuchándote es importante para alguien que nos esté escuchando, ¿no? Para que entienda que sus palabras son las que tienen que viajar, no necesariamente...

YO: Sí, yo también creo que igual, por ejemplo, yo me acuerdo que cuando era adolescente fundé un colectivo de arte, precisamente porque en Esmeraldas, claro, teníamos el mar, mucho turismo, y sentíamos que faltaban espacios culturales para la otra cultura, ¿no? Para esta cultura un poco más radical, para los feminismos, para los queer, y fundamos este colectivo siendo muy chiquitos, algunos incluso estaban todavía en el high school, y fue muy lindo ver cómo mucha gente viajaba para conocernos, porque les parecía loquísimo el hecho de que seis muchachos de Esmeraldas estuvieran haciendo, pues, otra cosa que no fuera, no sé, marimba, que igual es hermoso e importante, ¿no? Pero como gestionando eventos de poesía, y así vino gente de Colombia, vino gente de El Salvador, vino gente de Estados Unidos, se volvió este espacio, digamos, nuestra ciudad, se volvió como para nosotros un puente, unas puertas abiertas al mundo, ¿no? De hecho, gracias a ese espacio yo viajé por primera vez a Perú, a un festival de poesía muy importante, Enero en la palabra, se llama en Cusco, me llevaron después a Colombia también a un festival, fue como una cosa muy fuerte y muy loca, creo que también las redes sociales ayudan. Obviamente yo creo que, a pesar de que no soy una mujer privilegiada, ni vengo de una clase alta, sino más bien de una clase popular y obrera, yo entiendo que hay dificultades, y yo tengo muchos de mis amigos que han migrado, ¿no? Porque es la única forma de tener la posibilidad de construir una otra cosa. Yo misma soy, digamos, migrante interna de mi isla, me vine acá, voy aquí, pero he intentado también resistir a esa narrativa de que para escribir hay que estar en los centros de las ciudades, ¿no? Para escribir hay que, para publicar, para crear pensamiento, hay pensamiento en todas partes, ¿no? Creo que Puerto Rico, Cuba, son como grandes ejemplos a seguir para mí, en ese sentido. Obviamente yo también quisiera vivir en otro país, no he tomado como que la rienda del todo, porque igual adoro mucho lo que puedo gestionar acá desde mi universidad y desde Ecuador, apuesto mucho por esta resistencia, y termino siempre quedándome, ¿no? No es que sea una persona que considere que no hay que salir del país, todos mis amigos viven fuera, y yo estoy muy contenta de que puedan hacer vida, una vida que no pudieron hacer acá la pueden hacer allá. Sin embargo, ya, yo soy muy terca, ¿no? Entonces estoy intentando, vamos a ver hasta cuándo me aguanta esta resistencia, ¿no? Pero por ahora ha sido así, ¿no? La posibilidad de la generosidad de ustedes que abren, pues, caminos a otras, aunque no estemos allá, digamos, en Nueva York o en Madrid, abriendo espacios a través de las redes sociales, a través de las plataformas, ¿no? web, para poder que nos escuchen, que sepan que existimos, ¿no? Y espero poderlo seguir haciendo por un tiempo, igual me gusta pensarme como una persona nómada, que va y vuelve, una especie de pirata, ¿no? Que va y vuelve, y eso, ¿no? También un poco resistir a esas narrativas de que hay que estar sí o sí en Madrid para escribir.

AD: Sí, totalmente, totalmente de acuerdo, y pienso que cuando liberamos la mente de esa manera, pues también, de alguna manera, de alguna manera liberamos a otros, o sea, es todo a veces como lo pensamos, ¿no?  Hubo otro factor que creo que va de alguna manera de la mano con esa última pregunta, y que para mí fue una deliciosa sorpresa, es que muchos de tus libros tienen versiones artesanales. Yo colecciono libros de artista y me intriga muchísimo la evolución de la editorial cartonera en Latinoamérica y el Caribe, y es aquí que algunos de tus libros, además de ser excelente lectura literaria, son obras de arte en sí mismos, o sea, y me intrigaba mucho preguntarte cómo se dan esas colaboraciones artesanales, cómo crees que ayudan a la difusión de tu obra, pero también quizás a la creación de una comunidad en torno a uno de tus libros, ¿no?

YO: Sí, yo creo que, bueno, yo siempre he sido una persona como soy, una persona isleña, y en Esmeralda no hay librerías, solo hay un par de bibliotecas muy hostiles, además, no son como bibliotecas que inviten a la gente, que haya como mediación, es muy complejo, ¿no? Entonces los fanzines, la autopublicación, el internet, los pasquines, la posibilidad de imprimir un texto y leerlo entre todos, el préstamo de libros, los libros cartoneros, que también son un lugar muy importante, también habla de un sentir proletario, ¿no? Yo, como escritora proletaria, tengo libros de todo tipo, tengo libros piratas, lastimosamente aquí, digamos, a Esmeralda no llegan los libros, yo tenía que buscarme para poder leer, si alguien me pasaba un pdf, yo pedía el permiso para poder hacer un pequeño librito, ¿no? Para poderlo compartir a su vez con mis otros amigos y amigas, luego cuando yo tuve la oportunidad de viajar ya traía más libros, etcétera, pero siempre voy a celebrar la autopublicación también como fanzinera, la publicación cartonera, obviamente queremos profesionalizar nuestro trabajo y también tener la posibilidad de vivir de éste, sin embargo, igual la potencia anárquica, nómada que tiene el fanzine, porque además el fanzine no pesa, el libro cartonero es más pequeño, es una muestra, no es como un libro total, ¿no? Esta materialidad de lo no acabado, del ensayo, del ensayo de la publicación me parece muy bella, ¿no? Porque como lo decía al principio, yo soy bien callejera, o sea, yo siempre estuve en la calle, en las playas, en las ferias, en ni sé qué, todas estas cosas que son como ratas, vamos haciendo todos los mamarrachos de las ciudades, ¿no? Por fuera de los centros de, bueno yo ahora voy también a las ferias de libros, etcétera, pero siempre como que apoyando la autogestión, apoyando, porque por ejemplo yo vivo en Guayaquil, Guayaquil tiene una estructura estatal de gobierno y de municipios que le da la espalda a la gestión cultural popular, ¿no? Que tiene pues una gestión popular bastante moralista, bastante como de 8 a 5, ¿no?

AD: Y es una forma de controlar, me imagino.

YO: Total, ¿no? Entonces me gusta mucho como la autogestión y el fanzine, porque siempre está en la mano de las bandas de punk, los raperos, los fanzines, los cartoneros, los que venden ropa usada, a mí me gustan estos espacios, parecen espacios de cocción muy importantes, de pensamiento contra hegemónico, siempre a veces en las academias hablamos de lo contra hegemónico y lo contracultural, de la descolonización, pero después estamos todo el tiempo colonizado dentro de la U, con la compu y mientras a la vuelta de la esquina las punkeras, los raperos, los MCs, los grafiteros están gestionando como una otra ala sobreviviendo a esta urbe, ¿no? Sobreviviendo también a esta generación de conocimiento solo para la academia hegemónica, aunque se hable de contra hegemonía en la academia. Y yo siempre voy a celebrar estos espacios, siempre que una editorial fanzinera me pide algo yo busco cualquier cosa chiquita y la envío, la mando, eso también ha hecho que mi escritura esté como en lugares como Argentina, en otros lugares, la gente me escribe y me dice qué lindo leí un fanzinecito tuyo en una biblioteca queer de un barrio, de una villa de Buenos Aires, entonces eso me parece como muy potente también, la posibilidad de fluir en otros espacios y en otros circuitos, porque no va a ser lo mismo que te lea una persona queer que vive también de estos circuitos contra hegemónicos a que te lea pues una persona que vive y que te lee de un lugar ya más académico. A mí sí me gusta como esta potencia de la autopublicación y de la feria fanzinera.

AD: Claro, para mí te digo, cuando llegan los libros y veo todo eso que tú mencionas y lo veo y lo toco, también es muy liberador ver, estoy mirando tus libros ahora mismo sobre la mesa en la que estoy sentada y están los libros tradicionales, claro como Fiebre de Carnaval, digo tradicionales en términos de su formato y su forma de llegar, pero está por ejemplo Cuadernos del Imposible Retorno a Pangea, la edición que tengo yo creo que es la edición argentina y es una belleza de libro. Aparte del texto, es un libro que de alguna manera completa la experiencia y que comunica una intención y un ethos de ese autor y de esa editorial también, que a veces quizás la editorial misma no esté pensando de esta manera descolonizada que tú propones y piensa que tiene que hacer unos gastos y unas cosas para sobrevivir, cuando que realmente todo lo que tiene que hacer es llegar, de alguna manera llevar esas palabras organizadas de alguna manera a un lector. Yuliana, yo quisiera y no sé si tengas alguna cosa preparada o no, pero si pudieras leernos un pedacito de alguna cosa más, siento como que me quedo con hambre.

YO: Voy a leer un poema inédito ya, que lo tengo aquí a la mano. 

“Toda coronación trae consigo la sombra de la blancura destructiva. Dios lo sabe.
Nos esclaviza al rostro, a los espejos, al odio infinito de los cuerpos. La paloma de la paz es blanca. El diablo y el dolor son negros, por supuesto.
Deshacer la lengua es deshacer a Dios. Quitarle potencia. Exigir nuestra vida a gritos ciegos que se escapan en una arena demasiado antigua.
Yo deshice todo menos a Dios de mis cartílagos. En el tremor de mi músculo uniformado, en el agradecimiento de mis miedos y hambrunas, en la culpa gozosa de mi deseo desmedido, en la insatisfacción febril de mis placeres, habita silente su sombra desgastada.”

AD: Ay, Yuliana, es tremendo. Qué honor que nos compartas algo inédito, pero además algo tan poderoso. Te lo agradezco en el alma. Hablando de cosas inéditas, ¿qué es lo próximo? ¿Qué texto ocupa tu alma en este momento?

YO: Bueno, yo estoy escribiendo una novela, especulando, fabulando con el archivo colonial de manera bastante arbitraria y nada historicista. Tengo la enorme suerte de tener amigas arqueólogas. La primera arqueóloga negra del Ecuador es una de mis mejores amigas, Génesis Delgado, y también Angie Farfán, que es historiadora. Ella es una historiadora chola de aquí de Guayaquil, de aquí de Ecuador. Y cuando, en la pandemia, yo me mudé a un departamento, ella tenía que venir a hacer archivo, porque estaba haciendo su máster en historia. Y empecé como a ayudarle, como a revisar con ella, a trabajar con ella y nos encontraron con un montón de archivos esclavistas de Guayaquil. Nos encontramos también con muchas fugas, con muchísimas poblaciones árabes, viniendo, yendo. Toda esta potencia que yo también ya tenía como un poco pensada en la idea del mar y la navegación, que es algo que me encanta, porque la navegación, por ejemplo, Esmeraldas a Ecuador pareciera que está muy lejos de Panamá, pero en realidad, Esmeraldas a Panamá en una lancha pueden ser incluso dos horas, ¿no? Y esa cercanía con un lugar que parece ser lejano a través del mapa y a través del trayecto, a través de un vuelo, a través del mar, pueden construirse como otro tipo de trayectos, ¿no? Y eso estoy haciendo. Todavía no la he terminado. Este proceso empezó en la Residencia de Escritura de Granada, que también fue hermoso poder habitar como Andalucía, por una historia un poco personal, y reconocer, por ejemplo, que el simple hecho de caminar esa ciudad siendo una mujer negra, que además es una ciudad preciosa, ya era una potencia histórica. Hay un filósofo que me gusta mucho, que se llama Michel de Certeau. Yo le digo filósofo a todo el mundo, tal vez no sea filósofo, pero yo creo que es filósofo. Y Michel de Certeau dice que la historia empieza a ras del suelo, con los pasos, ¿no? Y estoy fabulando en torno a los pasos, con estos archivos, a partir de estos archivos, simulando e inventando otros trayectos, ¿no? Pensando también en Esmeraldas. Otra vez alguien me preguntaba, ¿vas a volver a escribir sobre Esmeraldas? Y yo decía sí, porque escribir sobre Esmeraldas no es limitante. Esmeraldas es una potencia creativa enorme, todavía hay mucho que no se ha dicho sobre Esmeraldas y mucho que no se ha soñado, ¿no? Porque a mí también me parece potente la posibilidad de la ficción y de la inventiva, ¿no? Y eso estoy haciendo, estoy fabulando. A mí me gusta mucho la historia, no soy de historia porque no me gusta cómo se aborda la historia, cómo a través de la historia se sigue replicando esta memoria colonial, ¿no? Pero me encanta la historia y me encanta poderla desacralizar. Entonces eso es lo que estoy haciendo ahora, como con una novela intentando fabular otros trayectos en Esmeraldas.

AD: Yuliana, gracias por compartir todo eso. Ese proyecto nuevo suena que va a ser maravilloso, seguro lo buscaremos. Para terminar, me gustaría que nos dijeras, y esto es una pregunta muy injusta, tres libros a los cuales das crédito por tu formación, sé que son muchos más, y tres libros de escritoras que estés disfrutando o hayas disfrutado recientemente que quieras recomendar a los que nos escuchan.

YO: Bueno, la poesía, Lezama Lima, yo soy, me construyó bastante, creo que siempre voy a pensar en Lezama Lima cuando me pregunten algo, yo creo que Llamado el deseoso, ese poema, “deseoso es aquel que hoy es su madre”, me ha construido de muchas maneras, me ha ayudado a escribir muchas cosas. También está Aimé Césaire, Aimé Césaire, la poesía de Aimé Césaire pero también su obra de teatro, la reescritura que hace de La tempestad de Shakespeare, una tempestad de Aimé Césaire, cada vez que puedo vuelvo a esa obra de teatro, porque me parece potentísima. El ensayo de Una historia de la voz, de Kamau Brathwaite, este filósofo de Barbados, historiador, poeta, que también a mí me, bueno, me sentí que renací cuando lo leí. Esos son como esos tres referentes que quería dar, como algo que me construyó, y tres autoras que he disfrutado mucho últimamente, pues leí, hace dos años leí Fe en disfraz, de la maestra Mayra Santos Febrez, que es tremenda novela, una novela escalofriante y preciosa, donde todo lo que podemos imaginar, todos los lugares comunes, ella nos los destruye. También la última novela de Monica Ojeda, Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, es una celebración preciosa de Los Cholos, en Ecuador, que también ha sido muy castigado, muy silenciado y negado. Además es una novela musical, que nos lleva a una musicalidad andina, muy loca, muy potente. Yo creo que hay que leer urgente siempre a Monica, y bueno, ella ya tiene muchísimos lectores, la gente lo sabe. Por último, quería recomendar, Ponciá Vicêncio de Conceição Evaristo, lo leí como hace unos tres años, también dos años, todavía no tengo las palabras exactas para poder hablar de lo bello de ese libro. Es una maestra, Conceição Evaristo, y hay que mirar más para ella. Creo que los hispanos miramos muy poco a Brasil, no siempre, creo que las escritoras no, pero digamos, se la lee, siento que se la debería leer más y que ella pueda estar en todos lados, porque de verdad, creo que es una maestra.

AD: Maravilloso, maravilloso, te lo agradezco muchísimo, casi es tan difícil, ¿no?, escoger entre lo que leemos. Yuliana, ha sido un escándalo literario de los buenos poder conversar contigo hoy. Gracias por estar aquí con nosotros, por darnos tanto, por de alguna manera nutrirnos. Me siento así como si hubiese acabado de cenar una cena así, muy, muy, que me satisface y me llena. Así que te lo agradezco muchísimo.

YO:  No, gracias a ti, Anjanette. Como te decía, te admiro mucho, tu escritura es preciosa, tu persona en sí misma es preciosa y, pues, Hablemos, escritoras es un sueño realizado, o sea, yo creo que estoy aquí al borde de las lágrimas, ¿no?, porque adoro demasiado este podcast. Bueno, así estamos todas.

***

AD:  Y así, con eso, llegamos al final de este bembe literario. Quiero agradecerles por acompañarme hoy con esta entrega de Caribe FemLit sobre la literatura de Yuliana Ortiz Ruano. A los escuchas que me disculpen, he estado como una fangirl, porque es que realmente soy una fangirl de Yuliana. Gracias también al equipo técnico y editorial que hace posible este y tantos otros segmentos bajo la sombría de apoyo y dirección que es Hablemos, escritoras. Ojalá los hayamos inspirado a conocer más sobre las raíces con las que escribimos las escritoras del Caribe y a apoyar los libros de esta región, tan mágica que, como pueden ver hoy, se extiende. Una vez más, los invitamos a que vayan a nuestra página web, a que se suscriban a nuestros boletines por correo electrónico y a que en la forma de contacto nos escriban para recomendar los libros de las escritoras del Caribe que prefieren. Les leemos y les agradecemos siempre. Soy Anjanette Delgado, muchas gracias por escuchar y los esperamos en el próximo segmento de Caribe FemLit, siempre en Hablemos, escritoras.