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Dina Ananco.

Episodio 573 Acercándonos a escritoras

11/21/2024 · Adriana Pacheco

Toda escritura es una decisión"

AP: Proveniente de dos culturas, la Awajún y la Wampis, Dina Ananco ha encontrado a través del arte y la traducción hacernos llegar su poesía, inspirada en una de las regiones más hermosas y biodiversas del mundo, el Amazonas. Hoy conversamos con ella en Lima, Perú, desde donde nos cuenta sobre su poemario, Sanchiu, dedicado a su abuela, con el que ganó el Premio Nacional de Literatura 2022. También conversamos sobre su entrada al mundo del arte. En Hablemos, escritoras crecemos cada día, con nuevas secciones, más colaboradores, más de 560 podcasts y más de 3,500 recomendaciones de libros. Queremos reunir en un solo sitio tanto talento que viene de las escritoras de hoy y siempre. No se pierdan visitar nuestra página web y también les recomendamos nuestros libros en traducción y en coedición con otras editoriales, así como nuestros audiolibros. Vengan a Hablemos, escritoras, visiten nuestra página web, regístrense en nuestra lista de correos, síganos en las redes y súmense a nuestra campaña de donativos para poder hacer que todo el material de Hablemos, escritoras se traduzca al inglés. No habrá frontera que no podamos atravesar. Bienvenidos a esta bellísima conversación con Dina Ananco. Yo soy Adriana Pacheco. 

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AP: Estamos en la Universidad Pontificia en Lima, un campus enorme, grandísimo, y estoy muy contenta que Valeria Rey de Castro nos hizo favor de conseguir esta aula para que estemos calientitas y podamos platicar. Y bueno, pues esto es un tour que está haciendo Hablemos, escritoras por varios países de Sudamérica. El turno es ahora el de Perú, pero además el turno es también de una escritora, de una poeta, de un artista visual. Estoy emocionada, muy emocionada. Tú eres, Dina, la primera escritora que viene de la comunidad del Amazonas y que habla wampis. Ahorita vamos a platicar. Es un compromiso que tenemos en Hablemos, escritoras para ir a las escritoras de lenguas originarias y para tener más conocimiento de lo que están haciendo. Le quiero dar la bienvenida a Dina Ananco. Bienvenida a Hablemos, escritoras.

DA: Muchas gracias, muchas gracias. Y, pues, muy contenta de estar acá y hablar sobre la poesía, sobre mi cultura y mi pueblo.

AP:  Claro, claro. Y de verdad, increíble lo que has hecho. Ahorita van a ver qué interesante conversación. Y, pues, le doy las gracias a Victoria Guerrero, que abrió este contacto. Le doy las gracias a Valeria por abrir este espacio. Y, bueno, pues cuéntanos, ¿en dónde naciste, Dina?

DA: Bueno, mi nacimiento fue también como en ese espacio de movimiento. Siempre uso este término de viajar, de movilizarse. Mis padres, bueno, mi papá era docente, ahora es cesante, está descansando. Pero en ese entonces, por cuestiones laborales, había ido a una comunidad que es en Amazonas, que se llama Wachapea y pertenece a la provincia de Bagua. Amazonas tiene siete provincias, una de esas es Bagua, ¿no? Y yo nací ahí por el trabajo de mi padre. Pero justo cuando yo había nacido, llevaba tres meses, se tuvieron que mudar a otra provincia que se llama Condorcanqui, a un distrito llamado Río Santiago. Condorcanqui tiene tres distritos, ¿no? Río Santiago, Cenepa, Nieva. Y yo crecí ahí en Santiago y justamente los wampis estamos ahí en Santiago, en la tierra de mi madre. Y creo yo, influyó mucho el tema de la… o pesó mucho la decisión de mi madre, ¿no? Porque generalmente, este… o sea, mis abuelos no estaban vivos, pero mi mamá quería estar cerca a sus hermanos, ¿no? Su familia más cercana, entonces. Y mi papá tuvo que irse haciendo Awajún. En ese entonces, había como mucha tensión entre los Awajún y los Wampis, porque tradicionalmente eran dos pueblos enemigos, ¿no? Que con el tiempo fue zanjándose y ahora como que ya hay mucha relación y más amigable, ¿no? Así que, pues, ahí crecí en Guaval, se llama mi comunidad, que queda en el distrito de Río Santiago, Condorcanqui Amazonas, ¿no? Así es, es la ubicación política, ¿no?, del país, entonces. Perú está como que dividido por regiones, sus provincias y sus distritos, ¿no? Y luego los que somos indígenas amazónicos estamos en comunidades. Entonces, yo crecí en la comunidad de Guaval. 

AP: O sea, ¿cuál es tu idioma y con cuál idioma creciste?

DA: Con los dos, con awajún y wampis, porque mi papá siempre nos habló en awajún, mi mamá siempre nos habló en wampis y crecimos con los dos idiomas, sin… o sea, yo en mis niñez no distinguía cuál era awajún y cuál era wampis. Nosotros hablábamos y era normal, o sea, nunca mi papá nos dijo, hablen awajún, esto es mi idioma, o mi mamá tampoco, o sea, no había imposición en ese sentido, ¿no? Fluía nomás el diálogo. 

AP: ¿Y cuándo llegó el español? 

DA: Cuando entré a la secundaria.

AP: ¿Hasta la secundaria? 

DA: Sí, sí. Claro, o sea, yo escuchaba, había conversaciones del español en mi entorno, ¿no? Porque mis tíos hablaban en castellano, mi padre también, y hay una… en Río Santiago hay una comunidad, como nosotros le decimos, una colonia de los mestizos, de los que no son ni Awajún ni Wampis, que han venido de otras regiones, ellos son castellanohablantes, entonces mi papá hacía visitas a esos lugares y hablaba en castellano con ellos o con sus colegas, entonces yo sí podía escuchar, más no podía hablar, podía decir ciertas palabras, pero no hablaba, no generaba diálogos, ¿no? Pero ya cuando entré a la secundaria, tenía 13 años, tuve que sí o sí aprender a hablar, porque ya el colegio era castellanohablante, monolingüe.

AP: Sí, el proceso, me imagino, de tomar un nuevo idioma también te habrá hecho cambiar, pues la manera en que tú estabas conectando, ya tenías dos y venía un tercero, obviamente significados y lo que es pues el ritmo, lo que es la cadencia, cuéntanos, ¿cómo influye esto en tu poesía?

DA: Bueno, en realidad cuando yo comencé a escribir, dije voy a escribir en, fue como un ejercicio, porque yo comencé con la traducción, no comencé con la poesía, con la escritura en sí, con la creación no comencé, entonces ese ejercicio de traducción a mí me llevó a poder, digamos, enamorarme de cómo resultaba la traducción, en este caso de los cantos, porque yo comencé a ejercitarme en ese espacio de traducir los cantos, y más allá de hacer la traducción como trabajo, ¿no? Y cuando comencé a traducir los cantos, nosotros tenemos, como Awajún y Wampis, tenemos dos tipos de cantos, uno que es námput, que le llamamos, que es un canto más espontáneo, más abierto, y otro canto que es anen, que es mucho más privado y que tiene que ver con la espiritualidad, con la relación con las deidades, ¿no? Y la estructura es mucho más compleja también, ¿no? Entonces yo cuando comencé a traducir los námput, esos cantos, a mí me pareció muy simpática la estructura que tenía, y podía jugar traduciendo literalmente, haciendo traducción libre, y dije, pero esta es la poesía, ¿no? Que nosotros tenemos, y sobre esto es donde debemos partir, y sobre esto es lo que yo puedo desafiarme en escribir, ¿no? Que todavía no he logrado esa, a calibrar este, una estructura como el anen, námput puede ser, pero como el anen es mucho más complicado, ¿no? Y ahí partió, sí, ahí partió este, escribir, porque, pues, he visto a muchos de mis tíos, también mujeres, cantar en el momento, como improvisando, mirándote la cara, y es genial, ¿no? La capacidad creativa que tienen en el momento, y comencé a recrear mucho mi niñez, porque, pues, este, nosotros somos como seis hermanos de los seis, somos cinco mujeres, ¿no? Y un varón, entonces, como en la familia siempre había esa noción de que, pues, se cuestionaba la capacidad de las mujeres, y que había un rol establecido, ¿no? De que ya, como eres mujer, tus capacidades se limitan al matrimonio y al cuidado de los niños, ¿no? De los hijos, y mi mamá nunca quería eso, entonces nos retaba, o nos ponía la costumbre, abajo uno, la costumbre wampis, de cómo sería nuestro futuro si decidíamos, porque nos iban a dar la oportunidad de estudiar, si decidíamos a quedarnos en la comunidad sin estudiar, ¿no? Entonces, nos hacía trabajar en la chacra, yo me especializaba en eso. 

AP: ¿Qué es la chacra?

DA: La chacra es, Santiago es como toda selva, ¿no? Es bosque, árboles frondosos, entonces, ahí es donde, en ese entonces, hacíamos minga.

AP: ¿Qué es minga?

DA: La minga es cuando tú llamas a la gente, a tu entorno, para que te apoyen a cultivar, cultivar ese espacio para sembrar, ¿no? Entonces, es relacionado a la agricultura, entonces invitábamos a la familia y se hacía el rozo, o sea, deshierbar, quitar la mala hierba, las plantas pequeñitas, en un cierto determinado espacio que se iba a abrir la chacra, y luego la tumba de árboles, ¿no? Grandes, porque tiene que estar libre el espacio para poder sembrar. Una vez que se tumban los árboles, se deja un cierto tiempo para que se seque, y luego viene la quema, y luego viene el sembrío. Puedes sembrar yuca, según el terreno, ¿no? Puedes sembrar yuca, este, maíz, frijoles, este, piña, plátano, variador, todo lo que quieras, le llaman ahora chacra integral, ¿no? Entonces, todo ese proceso nos hacía ver mi madre, porque eso era la vida en la comunidad, de una mujer que no había estudiado, ¿no? Según la concepción que, pues, mantenía mi mamá, y nos hacía trabajar duro. Y, o sea, eso era para abrir la chacra, y luego venía el mantenimiento, ¿no? Que tenías que deshierbar, sacar la mala hierba, para que las yucas estén bien, o las plantas que había sembrado se puedan crecer bien y dar fruto, ¿no? Y luego, una vez que las yucas están listas, hay que hacer masato, que es la bebida tradicional de los Awajún y Wampis, y ese proceso también es bastante trabajoso, ¿no? Porque tienes que sacar la yuca, pelar, lavar, cortar en pedacitos, y luego llegas a la casa, lo pones en la olla, lo cocinas, ahí usamos la candela, antes no había cocina a gas, ahora sí. Prendes la leña, cocinas la yuca, y luego lo trituras con un palo, ya listo para preparar el masato, y luego comienzas a masticar hasta que quede tipo dulce, y lo dejas, ¿no? Y ese trabajo es matado. Entonces, nos hacía preparar bastante masato, porque, pues, era una forma de aprender a cómo vivir en comunidad y socializarnos, ¿no? Y quienes tomaban ese masato eran mis tíos, mis primos, y cada vez que llegaban tenía que ver masato, porque nosotros éramos mujeres, y si no estudiábamos eso iba a ser nuestro futuro, ¿no? Mi mamá tenía sus lecciones bien claritas para nosotros. Y en ese momento que venían a tomar masato, mis tíos y mis primos cantaban, porque el masato fermentado te emborracha, ¿no? Entonces ya con los efectos ya del alcohol, el masato, comenzaban a cantar mis tíos. Y cantaban precioso, entonces a una de mis hermanas se le ocurrió grabar, se llama Rosa, mi hermana, y nosotros teníamos como tres cassettes, porque en ese entonces había cassettes de cantos de mis primos, de mis tíos, de mi abuela también, ¿no? Y cada vez que queríamos escuchar algo en nuestro contexto, escuchábamos o cantábamos, o venían mis tíos y le decíamos, tío, yo te voy a invitar a masato porque tenemos masato, pero canta, ¿no? Y el tío se ponía a cantar, y nosotros ahí felices escuchando. Se ponía a bailar también, ¿no? Bueno, eso ha sido mi niñez. Trabajo duro, pero también dentro del calor familiar y disfrutando de esos momentos que ahora no hay, ¿no?

AP: Claro. Y en algún momento te diste cuenta de que la poesía podías escribirla en las tres lenguas y de alguna manera después sacarla al mundo, ¿no? Para poder preservar y para poder dejar esa huella. Cuéntanos primero acerca de este ejercicio, me parece fascinante cómo lingüísticamente, sintácticamente, fonéticamente, hay un esfuerzo tan grande en la traducción y el pensar en estas tres lenguas, que además sabes que igual mucha gente la va a escuchar, igual mucha gente o lo va a leer, o mucha gente no, ¿no? Cuéntanos sobre este proceso.

DA: Mi intención fue, toda escritura es una decisión, ¿no? En qué lengua escribes y qué es lo que quieres comunicar. Y en la poesía yo concuerdo con que cada palabra tiene que comunicar algo, ¿no? Entonces, ese es el desafío que uno tiene y tal vez el miedo, ¿no? De qué vas a comunicar en la palabra que pones, incluso los espacios, ¿no? No recuerdo si fue Huidobro que mencionaba el tema de los espacios en el libro, en la poesía, ¿no? Entonces, o cómo lo organizas, los versos y todo ello, ya como una plataforma de la poesía establecida, ¿no? Entonces dije, pero yo vengo de un pueblo indígena que es Awajún y Wampis. ¿Cómo nosotros lo presentamos? Claro, la escritura es algo nuevo para nosotros, es un nuevo soporte. Y el castellano igual es una segunda lengua aprendida, ¿no? Entonces dije, y viendo el contexto peruano también, el wampis es una de las lenguas o uno de los pueblos menos conocidos hasta en ese entonces que yo percibía, ¿no? Entonces dije, y había este conflicto de superioridad que yo sentía cuando transitaba en estos ambos pueblos, ¿no? Por ejemplo, el awajún frente al wampis, ¿no? O el wampis frente al awajún, pero en el plano nacional veía que el awajún tenía mucha más visibilidad que el wampis. Entonces dije, yo puedo escribir en wampis para que se pueda leer, para que se pueda escuchar y podría ser como un aporte en la escritura, podría de pronto abrir ese camino, ¿no? Pero es lo que yo quiero hacer, dije, quiero escribir en wampis, quiero que se visibilice también, quiero que se escuche, quiero recitar poesía en wampis en los eventos que pueda ir, ¿no? Si es que a alguien le interesa, porque ahí como había mucho temor, ¿no? De cómo va a ser la recepción, porque venía escuchando todas las traumas lingüísticas del Quechua, ¿no? En el Perú, que por qué no le enseñaron, que por qué cuestionan el hecho de la escritura. Hay muchos testimonios y también investigaciones al respecto, ¿no? Lo cual nosotros no vivíamos porque nuestra lengua es vital, ¿no? Nosotros no teníamos problemas en hablarlo, en este, o sea, nunca se visibilizó eso en la comunidad, ¿no? Pero el quechua sí. Entonces dije, bueno, si el quechua se enfrenta a eso, también nosotros somos una lengua oral, estamos como enfrentando, teniendo ese desafío en este país, ¿no? O sea, Perú es un país muy discriminador, pero sí, el discurso es muy bonito, ¿no? Suena muy colorido, muy cultural, muy lingüístico, muy diverso, pero no sé si entienden esa diversidad y lo viven, pero bueno, creo que en México también, ¿no? Y bueno, entonces decidí escribir en wampis. Y dije voy a escribir en wampis y luego voy a hacer las traducciones, porque mi meta no era solamente dirigirme al público wampis, sino también que esa escritura sea vista en diferentes espacios, y soñaba con que pudiera también ser traducida en otras lenguas extranjeras. Entonces dije, no, voy a escribir en dos lenguas.

AP: Para quienes están escuchando en este momento, déjenme ubicarlos en el mapa. El pueblo wampis está en el norte de Perú, que es el sur de Ecuador. Sí, sí, sí. Y porque el Amazonas, además, lo comparten en toda esa zona, ¿no? No nada más, a veces siempre pensamos en el Amazonas como Brasil, y realmente, no, hay un Amazonas que llega, o sea, aparte, no, hasta esta parte de Perú.

DA: Sí, lo que pasa es que ahí confunden, no hay amazonía en general, pero en el Perú tenemos una región que se llama Amazonas, pero el Amazonas, como río, está en Loreto, entonces hay como una mezcolanza de términos y confusiones en espacios geográficos, y nosotros los Wampis estamos en Amazonas, claro, al norte de, colinda con Ecuador, porque ahí los paisanos van, caminan y llegan. Digamos que no hay un límite ahí que los detienen, o sea, son como paso libre, interactúan. Y luego estamos en Loreto también, en la provincia del Marañón, en el Wampis, pero yo soy de Amazonas.

AP: Tú eres de Amazonas, claro que sí. ¿Y cómo llega el arte visual? 

DA: Ah, el arte visual es una, creo, un autodescubrir reciente para mí. A ver, si no me equivoco, en 2000, o antes de la pandemia, no recuerdo muy bien, creo que fue antes de la pandemia, o durante la pandemia, María Eugenia, que es una historiadora de arte, había hecho una muestra colectiva con mujeres shipibas, porque las mujeres shipibas trabajan mucho con el arte k'né, con el diseño k'né, que es su trabajo principal ahora, hacen murales, hacen tejidos, etc. Entonces había convocado muchas mujeres shipibas, entre ellas estaba también una de Harakbut, no recuerdo qué otro pueblo más, y me había llamado a mí, pero yo participaba con la poesía. Estaba ahí, había puesto mi libro, mi poemario, y el título de la muestra era un verso, el primer verso de uno de mis poemas. Y yo dije, wow, o sea, me sorprendió muchísimo, me impactó de manera positiva. Y así participé, no fue ese proceso de poder trabajar el lienzo, o ejercitarme en ese sentido, no. O sea, participé con la poesía. Y luego, el año pasado, Rember Yahuarcani había hecho una muestra colectiva también en la Universidad de Lima, y ahí me convoca, me convoca para participar, porque era una muestra de artistas indígenas, porque estaba enfocando el arte indígena contemporáneo. Rember trabaja mucho con esa idea, no. Y yo, feliz, atrevida, dije sí, participo. Y porque mi primera visualización fue, ya voy a hacer caligramas, no. Tengo poesía, voy a hacer caligramas, dos cuadros, suficiente. Pero era como una pared que yo tenía que hacer, porque cada artista tenía sus espacios, no. Y yo me quedé en shock, dije, no, o sea, ¿qué hago ahora? ¿Cómo? O sea, ¿qué me invento? Si nunca he hecho, si nunca he trabajado el lienzo, no sé combinar los colores, no sé dónde comprar, o sea, era como, estaba en ABC yo, en el tema de manejo de las herramientas, los pinceles, dónde, o sea, en qué lugar compro, qué material uso. Y dije, bueno, eso es un reto. Y como siempre, siempre digo, nada es imposible. Dije, voy a hacerlo, voy a ver qué sale, no. Y fue una experiencia bastante particular, porque tuve que batallar con esos detalles que te cuento, no. Hasta que ya salió una propuesta y luego, este, fui conceptualizando mucho más los colores, argumentando, pero siempre partiendo de la poesía, no. Y así, así nació mi incursión al arte visual.

AP :Me encanta. Los voy a invitar a que visiten la página Latin American Literature Today, en donde está también Dina Ananco. Está, hay cuatro poemas de ella. Y bueno, pues nos encantaría escucharte, leenos. ¿Quieres leer? ¿Qué este te antoja leer? ¿En qué lengua, además, quieres leernos?

DA: Bien, bueno, voy a leer en wampis.  [lectura en wampis]

AP: ¡Bellísimo! ¡Bellísimo! Bueno, me estás invitando a que yo lo lea en español. 

DA: Sí, por favor.

AP: Un honor.

DA: Me gusta escuchar en castellano desde la boca de otras personas.

AP:  Soy mujer y puedo. ¿Puedo acariciar mis fracasos y solo llorar, tal y como aquella caoba, aquel cedro que quisiera huir y no puede? Puedo caminar, puedo volar, puedo fluir como el agua y mimar la vida, sí puedo. No soy un árbol, no soy un árbol para quedarme muda mientras golpean mi tronco, no, y no, no soy una tortuga para que me maten a golpes, a machetazos, mientras mi corazón palpita. No soy un ave para volar, pero sé que soy más que eso y puedo volar. Puedo volar sin que me atrapes, sin siquiera permitir que lo pienses, lo intentes. Puedo volar invisiblemente, inimaginablemente. Puedo, puedo, puedo dar la vida cuando quiero.”

¡Qué belleza! Estas imágenes, estas metáforas de comparar a una mujer con un árbol, que también es un ser vivo, pero está inerte y no se puede defender y lo golpean sin que pueda decir nada, está mudo, me parece tan fuerte esta manera también de describir cómo al final nosotras somos las que damos la vida y podemos hacerlo. Cuéntanos un poco acerca de cómo escribes, cuáles son para ti lo más importante, es el tema, son las figuras, son los personajes, porque la poesía está llena también de eso, de personajes, de voces.

DA:  Sí, sí, por supuesto. Mi intención era, cuando escribía, siempre me traslado al territorio, siempre tengo esta visión de estoy en el territorio de mi pueblo y por eso la figura de mi abuela es muy importante, porque yo crecí alimentándome de su conocimiento y creo que la figura de las sabias en el pueblo es vital también, o los sabios. En mi caso, yo conocí solamente a mi abuela materna que es Sanchiu, que lleva el título, su nombre también. En la carátula está también la imagen de mi abuela.

AP: Precioso, gracias por el libro.

DA: Y eso fue como recordarla a ella y recordar todo lo que viví y me transmitió en el momento. Y efectivamente, en ese entonces, uno cuando está niña no es consciente de cuánta sabiduría absorbe, pero eso te sirve ya cuando eres adulto y quieres usar eso y de qué manera. Entonces, yo en mi escritura me traslado a ese territorio, como te señalo, y comienzo a poder, digamos, dialogar, dialogar en el espacio, dialogar con los seres de las historias o los mitos que mi abuela nos contaba o que tiene el pueblo Awajún y Wampis. Comienzo a dialogar con esta importancia que se tiene a la naturaleza y que al mismo tiempo, con esta vida tan cambiante y tan acelerada también en las comunidades, vamos como degradando un poco. Se van acabando los árboles maderables, los animales, las plantas frutales, etc. Entonces, entro en ese diálogo y luego me gusta mucho también ver cómo estamos nosotros dentro del territorio, como Awajún y Wampis, cómo nos relacionamos con nuestros pares, con hombres y mujeres, cómo es el trato de mamá con los hijos o papá con los hijos o hijas. Esas relaciones me inquietan mucho porque yo he sentido mucha violencia a mi alrededor y hasta ahora creo que ocurre. Y cuando ya me sumerjo a eso, comienzo a escribir y trasluza mucho esta idea de cuando te cuentan la historia, mi abuela, por ejemplo, hablaba de Nugkui, hablaba de Tsunki, hablaba de Tijai, era tan real. Y yo creo en eso y creo que hay mucha gente también que lo cree y que quería encontrarme con esos seres en el momento, cuando estaba en mi territorio, cuando estaba en la comunidad, por ejemplo. Hay una historia de Tsunki que nos dicen que nuestros ancestros se relacionaban. Nosotros los Awajún y Wampis vemos el mundo, concebimos que el mundo está de partido o fragmentado. Fragmentado suena muy negativo, pero está como dividido en tres mundos grandes, que es agua, tierra y cielo. Entonces, Tsunki es una deidad del agua que podía salir al espacio y conectarse con el ser humano. ¿Y cómo se conectaba? A través del matrimonio. O se enamoraban y podían intercambiar estas dos realidades. Y cuando mi abuela contaba eso y que Tsunki vive en los ríos, en las profundidades de los ríos, yo crecí creyendo eso. No sé si ahora los niños tengan otra concepción, pero para nosotros Tsunki es la sirena, pero no tiene forma de pez, tiene forma de una serpiente. Acá le dicen nakanaka, pero es de color rojo y negro, muy brilloso. Entonces, Tsunki se convierte en esa culebra cuando está en su espacio, en el mundo del agua, pero cuando sale de ahí se convierte en una persona humana. Una persona, mejor dicho, una figura humana. Bueno, nos contaba esa historia y mi abuela y yo quería ver Tsunki. Yo crecí creyendo que hay Tsunki en los ríos. Igual con otros seres. Hay Tijai, que es como un ser de los cerros. Siempre se dice que en los cerros donde la gente no transita porque hay una energía muy fuerte cuando llegas a ese espacio y tienes que tener cuidado, es porque está Tijai ahí. Y otra deidad femenina también es Nugkui, que dentro de la historia nos dice que nos enseñó el proceso de la siembra, el uso de las plantas cultivables. Y eso, dentro del espacio político, también usan esas figuras y la fuerza que tienen, o el concepto y la importancia que tienen esas deidades para poder fortalecer el territorio, en lo político, en el discurso político. Los líderes, por ejemplo, que son generalmente los varones. Y yo decía, pero qué tal ironía, porque tú valoras tanto a Nugkui, que es una deidad femenina, pero a la mujer, Awajún o a la mujer Wampis, solamente puedes dejar en el plano del rol ya asignado. O con ese discurso de que las mujeres no pueden, las mujeres son cobardes, las mujeres son chismosas, las mujeres son... Uy, tantos adjetivos que se le ponen. Y que, no sé si esta es concepción del patriarcado, pero siempre como que el hombre es el que resuelve todo. El hombre es el que debe acceder a las oportunidades, pero la mujer no. La mujer no debe asumir cargos políticos, tampoco otro tipo de cargo, porque hay mucha duda de su capacidad. Y eso me inquietaba mucho a mí. Entonces dije, voy a escribir sobre eso también, como relacionando estas importancias que se le da. Porque la idea era como muy combativa en ese sentido. Cuando no hay coherencia con el discurso y la práctica en la sociedad, si un líder va, porque generalmente vienen a Lima a poder visibilizarse, y usan este discurso que sí, nosotros valoramos la madre tierra, que es Nugkui, respetamos mucho, no sé cuántos, pero en tu hogar pegas a tu mujer, minimizas tanto. ¿Cómo concuerda eso? ¿Dónde hay coherencia? Y por eso siempre me inquietaba el hecho de poder reflexionar cómo estamos nosotros dentro del territorio, porque siempre me gusta ver así el territorio Awajún y Wampis, tal vez porque pertenezco a dos pueblos. Si solo fuera Wampis, sería mi territorio Wampis. Y luego frente a, frente al Estado, frente a los que no lo son, porque es interesante cómo nos vamos construyendo también. Porque, claro, somos pueblos indígenas dentro de un país que si bien necesitamos nuestra autonomía, nuestras culturas, nuestras tradiciones y todo ello, pero hay una interacción. Entonces, dentro de nuestro territorio, ¿cómo estamos y cómo nos relacionamos? Claro, el Estado, la relación del Estado con pueblos indígenas, no solamente con awajún y wampis, es tensa, es como una tensión constante, histórica, y hay muchas desventajas en el territorio. Entonces, sobra temas para escribir, el contexto es muy fuerte.

AP: Acabo de conversar con Dida Aguirre, que es una de las grandes pioneras, de los ochentas, defendiendo la lengua quechua y poder escribir y todo. Y ella me decía que le daba gusto que ahora los jóvenes, las jóvenes escritoras están haciendo toda una labor para que esto se haga de una manera más intensa. Qué gusto, qué gusto, Dina. Muchísimas gracias por venir. Tenemos tanto que aprender y, obviamente, tenemos que compartir. Sí, efectivamente. Porque es la única manera que hagamos red, que hagamos esto crecer. Nosotros tenemos un compromiso con todas las escritoras que vengan de pueblos originarios, así que, bueno, pues tú nos podrás educar más, conectándonos con otros nombres, explicándonos y, sobre todo, con estas lecturas tan maravillosas como las que acabas de hacer. Gracias por sumarte hoy a Hablemos, escritoras, qué gusto tan grande.

DA: Muchas gracias por el espacio y pues que vayan conociendo que existimos los Wampis, los Awajún, y que necesitamos que también nos, o sea, si quieren acercarse a nosotras o a nosotros, que vengan, pero ya desaprendiendo, despojándose de los prejuicios, porque siempre se suele leer desde una altura o desde la verticalidad. Y creo yo es, para generar un diálogo sano, amigable, no necesitamos ello. Necesitamos que, si van a ser aliados, que nos den la mano para que nuestras voces se escuchen.

AP: Claro, definitivamente. Pues muchísimas gracias.

DA: Gracias, gracias a ti.

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AP: Una vez más, muchísimas gracias a Dina Ananco por aceptar esta invitación y gracias también a Victoria Guerrero y Valeria Rey de Castro por hacerla posible. Nosotros somos Hablemos Escritoras, un equipo que se debe a la literatura y el trabajo de escritoras, críticas, editoras y traductoras. Gracias a un maravilloso equipo detrás de bambalinas, Fernando Macías Jiménez en la edición de audio, Christian Josephi y edición de podcast, Andrea Macías y Brenda Ortiz en diseño, promoción, social media, administración. Y nuestras colaboradoras Liliana Valenzuela, Francesca Dennsedt, Anjanette Delgado, Isabel Ibáñez de la Calle, Rose Mary Salum, Teresa López-Pellisa. Las académicas que forman parte de nuestra mesa LAM, Gabriela Polit, Gisela Kozak, Lorena Amaro, Marta Bátiz, Mónica Velázquez, Dunia Gras, Mónica Szurmuk, María Paz Guerrero y nuestro equipo de traductoras Alice Banks, Kathleen Meredith y Will Howard. Yo soy Adriana Pacheco y desde Austin, Texas, transmitimos cada semana. Un abrazo para todos ustedes.