Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Rosa Montero.

Episodio 200 Acercándonos a escritoras

02/06/2021 · Adriana Pacheco

Yo soy una escritora existencialista"

Bienvenidos a este episodio especial de Hablemos, escritoras en donde iniciamos una nueva aventura: Hablemos, escritoras. Una oración, una invitación, un mandato, una oportunidad para repensar la obra de escritoras contemporáneas y de todos los tiempos. La casa que hemos construido en Hablemos, escritoras ha ido creciendo poco a poco, agregando nuevos cuartos. Muchos más se agregarán en este proyecto. El día de hoy, con nuestra nueva imagen, arrancamos también la aventura de tener un blog para estar más cerca de ustedes y hacer más interactiva toda nuestra conversación sobre nuestras talentosas escritoras. Cumplimos también el día de hoy nuestro episodio número 200. Y para celebrar estos dos acontecimientos, tenemos el gusto de haber invitado a este micrófono a la escritora, periodista y entrevistadora española Rosa Montero. Una gran figura en nuestras letras contemporáneas, no solamente desde sus novelas, sino también en su trabajo dentro de periódicos como el prestigiado diario El País, en donde podemos disfrutar sus colaboraciones. Estamos muy contentos de compartir con ustedes hoy este gran día de fiesta. Gracias Rosa Montero por aceptar sumarte este proyecto y muchas gracias a todas y cada una de las escritoras que han creído en nosotros y que nos han permitido sumarlas a esta gran aventura. Encuentren un lugar cómodo para disfrutar esta bellísima conversación. Los saluda Adriana Pacheco.

 *****

AP: Pues bienvenidos a esta edición de Hablemos, escritoras Podcast. Y de verdad, de verdad, qué difícil es entrevistar a una gran entrevistadora. ¿Cómo puede uno sentarse frente a un micrófono cuando se sabe que la otra persona, la que está en el otro lado del micrófono, ha estado en la misma posición en muchas, muchas otras situaciones para entrevistar? ¿Cómo entrevistar también a una gran observadora del mundo y de la naturaleza humana, a una prolífera escritora y sobre todo a una gran persona? Muchísimas gracias Rosa Montero por permitirnos entrar a tu casa en este micrófono, con este micrófono de Hablemos, escritoras. Bienvenida.

RM: Muchísimas gracias a ti Adriana, qué palabras tan preciosas de verdad y tan afectuosas y generosas. Pues fíjate, además te diré que yo creo que es más fácil entrevistar a un periodista, a un entrevistador, porque siempre más o menos sabes efectivamente lo que es estar al otro lado y facilitas las cosas. Yo por lo menos esa es la sensación que he tenido cuando he tenido que entrevistar a periodistas, como entrevistadora yo. Y sí, yo creo que hay una mayor complicidad, así que es más fácil, diría yo. Aparte de que a ti se te da muy bien, así que nada más.

AP: Muchas gracias, muchas gracias. Pues mira, estoy muy emocionada, estoy muy contenta, estoy muy emocionada, es un honor. Eres una gran inspiración para mí, yo te leo desde siempre, desde que tengo memoria. Y ahorita quiero mencionar que tu playlist de tu libro La carne me ha acompañado muchas veces a trabajar, a viajar, se los recomiendo muchísimo, es una selección de música que habla mucho del espíritu de ese libro tan maravilloso del que vamos a hablar.

RM: Muchas gracias, es que además me encanta la música, realmente es un arte esencial para mí, no sé cómo se puede vivir sin música. Entonces me encanta que te haya gustado esa playlist.

AP: Sí, pues qué bien que esas ideas ahora salen, se acompañan con los libros. ¿En dónde estás ahorita Rosa, en dónde nos estás escuchando?

RM: Estoy en mi casa en Madrid y entonces estoy en la sala sentada en el sofá con una de mis perras aquí pegada a la cadera, subida al sofá, una pequeñita.

AP: ¿Ya está un poco abierto Madrid o todavía está muy cerrado?

RM: No, está toda España muy alta, en la tercera ola muy grande. Ahora mismo ha bajado un poco el porcentaje, pero sigue siendo altísimo, ha bajado un poco en la última semana, en las dos últimas semanas. Tenemos ochocientos y pico, casi novecientos contagios por cien mil habitantes, que eso es una barbaridad. Pero bueno, tenemos que seguir bajando y todavía estamos también muy cerca de saturación hospitalaria en algunos sitios. Así que nada, aún esta larga y dura guerra, este trauma que estamos pasando en todo el mundo.

AP: Que sí, bien dicho, este trauma, que eso es lo que ha sido en general. Empecemos por lo que iniciamos, que fue hablar sobre tu carrera como periodista. A mí me intrigan muchas cosas sobre ese aspecto tuyo y tengo muchas preguntas, podría yo usar una hora completa nada más para hablar de eso que me intriga. Una de las cosas que quiero contarle al público es que las técnicas para entrevistar de Rosa Montero se estudian y que ha entrevistado a gente muy importante y obviamente de alguna manera ha marcado tu vida en tu manera en la que escribes ficción, porque están en diálogo. Platícanos de ti como periodista, de esta técnica para entrevistar. ¿Qué es para ti el periodismo, ser entrevistador y cómo crees tú que te ha marcado?

RM: El periodismo para mí es un oficio, me gusta mucho, ha sido un oficio muy bonito, una profesión muy interesante, que además empecé a trabajar súper joven, con 19 años, cuando había terminado el primer año de la carrera. Empecé a trabajar y la verdad es que es una profesión que te permite conocer muchos mundos y no me refiero sólo a los geográficos, que también te permite sobre todo algo tan interesante como conocer mundos interiores, otras maneras de estar en la realidad, que para mí es algo fascinante. Pero vamos, el periodismo pertenece a mi ser exterior, en la parte profesional y aunque insisto que creo que me gusta mucho y me ha dado mucho, podría vivir perfectamente sin trabajar como periodista, aunque no quiero porque vivo de eso todavía económicamente y porque te pone en contacto con la realidad. Mientras que lo otro, la narrativa, la ficción, es algo que pertenece a mi ser interior, no al ser exterior. Como la mayoría de los novelistas empecé a escribir de niña, con seis años o así, escribí mis primeros cuentos que eran de ratitas que hablaban. Así que desde que me recuerdo como persona me recuerdo escribiendo ficción. No podría vivir sin eso porque eso forma parte estructural de lo que soy, es como un esqueleto exógeno que me mantiene en pie, es algo definitorio y tal. Y el periodismo, por otro lado, de adolescente quería hacer muchas cosas. Empecé a estudiar psicología porque pensaba que estaba loca, como la mayoría de los que estudian psicología o psiquiatría. Tenía ataques de angustia y por eso hice psicología, lo dejé en cuarto curso de la universidad, pero también hacía teatro, era una actriz malísima, pero el teatro entonces era muy divertido. Y hacía periodismo, pero que no tenía como una idea clara de ser periodista, más bien me hizo la vida, me gustaba, me atraía a la profesión porque soy una persona muy curiosa, tengo una curiosidad de 360 grados, me interesa todo y pensé que el periodismo me permitiría seguir aprendiendo toda mi vida y esa es otra cosa que es verdad que te permite. Y luego las entrevistas no son más que una parte, aunque ha sido una parte muy famosa mía, pero he hecho de todo en periodismo, he hecho reportajes, he hecho crónicas, artículos, llevo 40 años haciendo artículos, también soy muy conocida como articulista. Y como entrevistadora calculé que había hecho como 2000 entrevistas de esas largas de personalidad y tal, y es muy fascinante, ya me he hartado, me he cansado, ya no quiero hacer más, pero sí, es un subgénero muy interesante para el que yo creo que lo que hay que tener fundamentalmente es curiosidad, pero genuina curiosidad por el otro, intentar librarse de prejuicios e intentar hacer ese viaje al otro. Es una entrevista.

AP: Me encanta, me encanta como lo pones y esa manera de hacer un viaje hacia el otro a veces es desprenderse de uno mismo, ¿no? ¿Qué nos podrías decir sobre tu técnica para entrevistar? Sientes tú que hay ciertos secretos que tal vez se puedan como seguir para los que están iniciando este podcast. Lo oyen en todas las generaciones, tenemos la gran suerte de ser escuchadas por personas de todas las generaciones. ¿Qué les dirías a los nuevos, y no lo digo en edad, sino a los que empiezan a incursionar y quieren entrar en este mundo de ser entrevistadores?

RM: Sería largo, ¿no? Tengo algunos textos sobre esto en algún libro de periodismo y tal colectivo, pero esencialmente estamos hablando de esas, de las entrevistas de personalidad que van en torno no a una noticia concreta, no son las entrevistas informativas puntuales, sino sobre el personaje en sí. Entonces, primero, desde luego, documentarse muchísimo, leérselo todo, leerse libros de personaje o sobre el personaje, hablar a ser posible con gente que le conozca personalmente para que te cuenten esas cosas que no están en los archivos de documentación y eso aprendérselo más o menos, ¿no? Lo tienes que tener en la cabeza para que si en el momento en que fluye la conversación, si el personaje te dice yo nunca he militado en ningún partido, pues te suba la fichita en la cabeza, no haga falta que mires las notas, sino que sube la fichita y diga no, usted del 67 al 68 estuvo en tal partido, ¿no? Entonces, aprendértelo. Luego, preparar realmente, el inicio de la entrevista es muy importante, sobre todo si el espacio, si el tiempo va a ser breve, hace media hora, si a lo mejor tienes dos horas, pero eso no importa tanto porque empiezas mal y puedes reconsiderar tu comienzo y reconducirlo, ¿no? Pero si no, el comienzo es muy importante y sobre todo permanecer, como te decía antes, pues realmente interesado en intentar rascar un poco la coraza exterior del personaje, todos llevamos un personaje y los personajes públicos más, para ver qué hay debajo, ¿no? La carnecita blanda que hay debajo. Entonces, y eso se consigue, como te he dicho, que es la clave, la clave de verdad, se reduce a lo que te he dicho antes, tener auténtica, auténtica curiosidad. No se debería preguntar jamás una sola pregunta que no te interese conocer la respuesta. Y esto que parece una perogrullada, pues la verdad es que cantidad de veces no es así, no funciona así. Yo estoy harta, a mí me llevan haciendo entrevistas 40 años, no yo entrevistando, pero entrevistándome a mí, más de 40 años, y no sabes la cantidad de veces que me han preguntado cosas que te das cuenta que además están pensando en otra cosa mientras contestas, ¿no? Eso se me llevan los demonios, ¿verdad?

AP: Sí, no, no, estoy totalmente de acuerdo, estoy totalmente de acuerdo. Una de las cosas que a mí también me llama muchísimo la atención es que tú fuiste pionera como mujer en un mundo en donde, pues sí, estaba todavía bastante dominado por los hombres, estuviste en El País, estuviste en el Clarín, y bueno, tu tiempo ahí fue como redactora, lo cual es muchísimo, y me acuerdo cuando conversé con Elena Poniatowska, que ella me decía, cuando a mí me invitaron, me invitaban a cubrir una noticia un poquito mejor, decía yo, wow, ya me van a sacar de sociales, ¿no? Que era la lucha que ella siempre tenía con que la pudieran poner en noticias más importantes, ¿no? ¿Cómo fue tu tiempo en El País y en el Clarín, en general, en términos generales?

RM: Bueno, en El País sigo como colaboradora, ¿no? En El País llevo, pues eso, 40 años y sigo escribiendo una columna cada semana en el Suplemento Dominical. Esta vez, Nómina, he llegado a ser redactora jefa del Suplemento Dominical, o sea, he dirigido el Suplemento Dominical, pero ya lo dejé, me marché del periódico para quedarme en colaboración nada más, hace 20 años, pero sigo, sigo conectada con El País. Entonces, pues bueno, es el medio de toda mi vida, he trabajado, he colaborado en muchos otros y cuando empecé, trabajaba hasta, yo qué sé, en 10 a la vez o 12 a la vez, ¿no? Pero El País es el medio en donde más he trabajado, donde más me he desarrollado, pues le tengo un cariño especial, es casi como la familia, ¿no? Que a veces te desespera y que también lo amas, ¿no? Entonces, es como mi entorno ha sido un periódico importantísimo. La transición española fue esencial. La labor que ha hecho El País para traer la democracia a España, yo creo que es una labor de peso y eso yo creo que hay que agradecérselo.

AP: Sí, estoy de acuerdo, estoy de acuerdo.

RM: Y lo de Clarín fue colaboración también. He colaborado en Clarín, he colaborado en El Mercurio, en Chile, mis artículos se publican. Estos eran colaboraciones especiales que escribía para ellos.Mis artículos se publican en muchísimos periódicos latinoamericanos, que esos son los mismos artículos que publico en El País que venden con el News Service. He colaborado en otros periódicos también franceses y tal, y yo qué sé, eventualmente alguna vez también en alguno británico. Eso forma parte de tu trabajo como periodista, te haces conocida y entonces te piden colaboraciones y si te interesa pues las aceptas y si no, pues no.

AP: Claro, sí, definitivamente. Y a lo que me refería, sí, tu tiempo como redactora en los ochentas en El País, pero ahorita, bueno, te seguimos y te seguimos en ese periódico que es tan bueno y de verdad sí reconozco la labor que ha hecho en todos los aspectos, en lo que es la historia política, social y comercial de España y del mundo. El País es un referente para todo el mundo. Bueno, ustedes no están para saberlo ni yo para decirlo, pero para preparar una plática con una de nuestras escritoras, pasamos semanas, meses, en el caso de Rosa fueron meses, y el dossier que preparamos para...

RM: ¡Es que soy muy vieja!

AP: No, no, no, no, no es por eso. El dossier que preparamos tiene tres páginas de introducción, porque es la primera página donde nosotros consolidamos todo lo que son los títulos, lo que son los premios, los géneros, pues las otras actividades que han hecho, y me encantó cuando terminamos el dossier y vi cinco páginas a renglón cerrado y no acabamos de tanta obra tan maravillosa, cuarenta años escribiendo, decenas de volúmenes publicados, magníficas editoriales atrás de ti, premios impresionantes. ¿Cuáles son los atributos de un escritor que yo sé, imagino que la gran tenacidad, lo que acabas de decir también, la curiosidad y la entrega por este oficio son parte de tus características, pero para ser un escritor con esta seriedad y con este empuje se requieren muchas otras cosas. ¿Cuáles dirías tú que son?

RM: Bueno, lo primero es que insisto en que empecé a trabajar muy joven y soy muy mayor, entonces ahí por eso tengo ya una carpeta de documentación muy gorda, recuerdo, permíteme que te haga este inciso, recuerdo cuando yo hacía las entrevistas, claro, pues un poco el pequeño desaliento que era hacer una entrevista a alguien mayor que llevara mucho tiempo, el alivio que era hacer una entrevista a alguien joven que tenía una carpeta mucho más pequeña para aprenderte, realmente como te lo tenías que aprender, como te digo, tenías que estudiar como si fuera para un examen un poco toda la vida del individuo o de la individua. En fin, no sé de mi talla o de ninguna talla, para ser escritor, sobre todo para ser novelista, que es una carrera de larga distancia, sobre todo se necesita una tenacidad brutal, pero una tenacidad brutal, la tenacidad de la estalactita, gota a gota construyendo su columna. He conocido ya a estas alturas, cuando era más joven pues a veces me deslumbraba como a tantos, nos ha deslumbrado de repente esos amigos, esos conocidos que tenían como un talento exuberante y que eran como un chisporroteo y tú te sentías empequeñecida y decías, esta gente, qué maravilla lo que harán en su vida. Bueno, no sabes Adriana cuánta gente con talento que yo conocía de entonces no han llegado absolutamente a nada, porque más importante que el talento es la tenacidad. La tenacidad es esencial. Yo te diría que la tenacidad es del 80%. Decía Picasso, que tiene frases para todo, que la inspiración es un 95%, sí que el arte es un 95% de perspiración y un 5% de inspiración. Entonces efectivamente hay que sudarlo, hay que sudarlo muchísimo.Entonces esa entrega no es fácil verdaderamente, porque hay que ponerlo en prioridad en tu vida y realmente escribir se lleva un tiempo tan grande, sobre todo, como digo, las novelas, tan grande, un tiempo mental primero muy grande, luego un tiempo físico inmenso, hasta el punto de que te puedes... Yo tengo cuatro tornillos y una placa de titanio en la columna vertebral, que es la típica enfermedad del escritor, porque te pasas diez horas sentado, de repente a lo mejor de un tirón, sin levantarte.

AP: ¡Qué barbaridad! El cuerpo, ¿verdad?

RM: Sí, sí, sí. Entonces es el esfuerzo tenaz y constante para ser un escritor con una obra, aunque sea buena o mala, pero construir una obra a lo largo del tiempo, eso ya es un logro, eso sin duda, de eso me siento orgullosa. Y puede ser bueno, puede ser mediano, puede ser malo, puede ser malísimo, puede ser buenísimo, pero esa construcción de esa obra es ya un logro muy grande, porque es difícil realmente levantarte, sentarte tantas veces con desaliento. En la travesía de una novela siempre, normalmente siempre hay algunos momentos, algunos meses a lo mejor, de desaliento en donde no sabes, te pierdes, no sabes a dónde vas, piensas que estás haciendo una estupidez, que estás escribiendo una cosa incomprensible y absurda y tal. Entonces seguir sentándote cada día, a pesar de eso, eso, eso, eso es lo que lleva a un escritor ser un escritor.

AP: No, pues para que se den una idea nada más de toda la tenacidad y de todo el sudor, cuando vayan a nuestra página web y vean todos los libros que cargamos de Rosa Montero, se van a ir de espaldas. De verdad, no saben, yo agradecidísima a Juan Casamayor cuando me dio la oportunidad de abrir esta puerta, porque yo añoraba, añoraba conversar con Rosa Montero para ponerla en muchos otros públicos que yo creo que a lo mejor tenían la curiosidad o tienen la curiosidad, pero no han ido al fondo. Y lo interesante de tu obra, Rosa, es que ningún libro se parece al otro, aunque todos dialogan entre sí y son únicos entre ellos y a la vez tienen muchas cosas que los atraviesan. Y algunas de esas cosas creo que son tus obsesiones. Dicen que el escritor escribe de sus obsesiones. En La Carne, que ya lo mencionamos, dices los ogros se llaman obsesiones. ¿Cuáles son tus ogros?

RM: Bueno, todo escritor, como bien has dicho, Adriana, escribe siempre sobre lo mismo. En realidad, desde la primera obra hasta la última. Lo que pasa es que vas buscando nuevas vías de contártelo a ti mismo. Mira, Isaiah Berlin decía que había dos tipos de escritor. Los escritores erizos, que se enroscaban sobre sí mismos y siempre escribían la misma novela, pues a lo mejor profundizando. Y los escritores zorros, que son los que caminan por la estepa buscando siempre nuevos horizontes. Y yo soy un escritor zorro absolutamente. Siempre voy buscando una nueva manera de contar eso, de contar esa obsesión. Siempre intento escribir desde la frontera, desde donde ya no sé escribir, de alguna de las formas. Tú no escribes para enseñar nada, escribes para aprender, escribes para entender un poco el mundo, para entender un poco más la realidad y para poner un poco de luz en esas obsesiones, en esos dolores, en esas inquietudes, en esas turbiedades, o incluso atrapar un poco esa especie de estallido de luz que a veces tienes dentro de la cabeza. Entonces, mis novelas, todas las novelas del siglo XX son muy... Quizá todas las novelas de todas las épocas están muy marcadas por la muerte, desde luego, porque la muerte es la definición más absoluta de nuestro mundo, de nuestra realidad y de nuestra vida. Pero yo soy especialmente existencialista, soy una escritora muy, muy, muy marcada por la muerte. Hablo mucho de la muerte, del tiempo, del paso del tiempo, de lo que el tiempo nos hace y nos deshace, porque vivir es deshacerse en el tiempo. Entonces, esto no lo cuento, por ejemplo, en La carne es una básica entrevista y te dicen no, porque es que, claro, la protagonista cumple 60 años nada más empezar la novela. Soledad, se llama. Y entonces te preguntan los periodistas bueno, claro, entonces Soledad, como ha cumplido 60 años, está obsesionada por el paso del tiempo y por envejecer, yo digo no, no, para nada. Todas mis novelas desde las que escribía, la primera, La crónica del desamor que salió, que yo la escribí con 26, 27 años, ya estaban obsesionadas por lo mismo. Uno empieza a envejecer desde la cuna. Es ese pálpito del tiempo que nos devora una de mis grandes obsesiones. Y luego, pues, otra cosa que me obsesiona es el fanatismo, el abuso, el dogmatismo, el abuso de poder. Otra, la necesidad de los otros, de los seres humanos, para que la vida merezca la pena de llamarse vida. Somos animales sociales y necesitamos vivir con los demás. No te digo para los demás, porque eso sería hasta patológico. Hay que vivir para uno, pero con los demás. Esa es otra obsesión mía. La necesidad del otro. Esa es otra obsesión mía. La realidad como una construcción imaginaria. La falta de distancia entre lo imaginario y lo real. Las fronteras tan difusas. Incluso la memoria como algo inventado. Creemos que recordamos algo, pero en realidad nos lo inventamos. Lo manipulamos. La memoria es un cuento en construcción. A medida que vamos creciendo de más, lo vamos cambiando. Por ejemplo, lo que recuerdo de mi infancia no es lo que recordaba hace 20 años. Estos son el amor, por supuesto. El amor y el sexo. La necesidad carnal también. Y el amor, con todas sus luces y sus sombras. Yo creo que más o menos esto alguna cosa más hay por ahí.  El bien y el mal, por supuesto. El bien y el mal. El mal aterrador del mundo. La oscuridad malvada del mundo. ¿Cómo manejarlo? ¿Cómo sobrevivir a eso?

AP: Definitivamente. Quienes nos escuchan ya se imaginan o ya están entendiendo por qué hicimos todo lo posible para celebrar nuestro episodio 200 y la nueva serie, la nueva visión de Hablemos, escritoras con una voz como la de Rosa Montero. Una escritora con todas estas aristas, pero como bien acabas de decir, regresando a los mismos temas, nada más tratando de ponerlos desde distintos ángulos. Y me recuerdo que en alguna de estas largas investigaciones que hemos hecho sobre tu trabajo y la lectura y relectura de muchos libros que he leído hace muchos años y que me encantó que regresé a ellos, regresé a Crónicas del Desamor. Y me gustó mucho que en alguna entrevista en algún momento dijiste que era una novela juvenil y que ahora, al paso del tiempo, 20 obras después, 30 obras después, lo veías como una novela, nada más de tus principios. Sin embargo, el libro tomó fuerza y tomó vida y empezó a reeditarse. Es como si se negara a desaparecer. Ese primer libro, ¿qué fue lo que significó para ti y cómo es esto que dices tú del éxito que tuvo? ¿Por qué llegó en el momento en donde España y el público hispanoparlante lo necesitaba o qué habrá pasado?

RM: La verdad es que no considero... Acabo de hablar de mi primera novela, Crónica del Desamor, por acortar, porque si no es un lío. Pero la verdad es que no considero la Crónica mi primera novela. Por eso la llame crónica. A mí me... Yo me había hecho famosa como periodista en El País durante la transición. Entonces, una editorial que era muy pequeñita entonces y que ahora es una editorial grandísima, la Editorial Debate. Entonces no tenía... Ni siquiera era solo una editorial que tenía ensayos, no tenía ni siquiera novela, no narrativa, colección de narrativa. Tenía una colección de ensayos feministas. Bueno, entonces me pidió que hiciera un libro de entrevistas a mujeres españolas hablando de la transición para la mujer. Y yo dije que sí porque por entonces era colaboradora y los colaboradores siempre decían que sí a todo por el dinero. Y me dieron un adelanto ínfimo, me lo gasté, pasaba el tiempo y me aburría muchísimo hacer más entrevistas además de las que yo hacía para El País. Así que cuando pasaron seis meses les dije a los editores no me siento capaz de hacer esto, me aburre mucho. Si queréis os hago una especie de crónica narrativa falsa, quiero decir. Una crónica narrativa, literaturizada, ficcional, de las mujeres en la transición. Entonces me dijeron vale, pues bueno, estupendo, inauguramos una colección de narrativa y el primer número de narrativa de debate es Crónica del desamor. Entonces lo que hice fue eso, ya estaba con pie marcado ya estaba respondiendo a esa petición de los editores y lo que hice fue esa especie de libro coral, un libro narrativo de ficción coral hablando con diversos tipos de mujeres que contaban su situación en la sociedad española. Yo en mi vida como narradora jamás hubiera hecho eso. De hecho yo considero que mi primera novela de verdad es la segunda, La función Delta. Entonces por eso lo llamé Crónica, Crónica del desamor porque para mí no era una novela. Eso no es solo que sea una novela juvenil, es que no era una novela desde mi punto de vista, sino que estaba demasiado pegada, era una especie de reportaje de crónica de ficción. Y tuvo muchísimo éxito porque reflejó, porque hablaba de una sociedad española que entonces estaba adquiriendo visibilidad durante los últimos años del franquismo iban desarrollándose en España dos sociedades, la sociedad real, la que vivíamos todos, que cada día, pero que no era legal y luego la sociedad oficial que era la franquista, pero que cada día era más anómala y era más ortopédica y respondía menos a lo real. Lo que pasa es que esa sociedad real no se veía reflejada en los medios censurados por el franquismo. Entonces cuando terminó en la transición empezó a emerger esa sociedad y mi novela permitió, mi libro ese primero, mi crónica permitió que la sociedad se viera tal como era, se reconociera. Y yo a mí como no me gustaba, tuvo un éxito tremendo e inesperado, pero yo llegó un momento en que como a mí realmente me parecía que no era lo que yo quería pues prohibí que se volviera a reeditar. Se reeditó como 30 veces, tuvo como 30 revisiones y llegó un momento como al año y pico o así de la novela o de la crónica o a los dos años pues prohibí que se reeditara y que se vendiera al extranjero.Y se pasó la pobrecita, el pobrecito libro, se pasó la pobrecita crónica en el infierno, en el purgatorio, no sé cuántos años. Y cada vez que estaba la Feria del Libro de Madrid venían lectores y me preguntaban por la maldita crónica.

AP: Se negaba a desaparecer. Se negaba.

RM: Y cuando se fueron a cumplir los 30 años de su publicación, que fue en 2009 cuando se cumplieron los 30 años de la publicación de la crónica y seguían pidiéndome la crónica, pues entonces comprendí que el libro tenía todo el derecho a vivir, que el libro formaba parte de los lectores también, no era solo mío. Y entonces le levanté el castigo y desde entonces está editado y se vende y lo sigo vendiendo.

AP: Es una maravilla. Ahora, bien dices cómo se han intercalado tus obras y tienes también obras de no ficción, como decimos en Estados Unidos, entonces es un poquito difícil hacer este orden. Sin embargo dentro del rubro de novelas tú dirías que la primera sería La función Delta, Debate 1981, después Te trataré como una reina de Seix Barral 1983 y Amado Amo, Debate 1988, dirías tú más o menos son tus primeras tres novelas.

RM: Exacto, sí, sí, serían esas, sí. Lo que pasa es que, te digo, la primera es ficción también, lo que pasa es que es ficción sobre con para responder una petición y con forma como de crónica narrada, ¿sabes? Os recuerdo además que entonces estaba muy en boga el otro periodismo, ¿no?, que supuestamente habría puesto de moda a Tom Wolf, que es mentira, ya había existido desde mucho antes que Tom Wolf, lo que pasa es que Tom Wolf lo vendía muy bien, pero lo que sí que lo había puesto era de moda, ¿no?, el periodismo narrativizado, digamos, ¿no? Entonces, pues bueno, por eso me fue más fácil también hacer ese salto digamos mental a la Crónica del Desamor, sí. 

AP: Déjame ahora jalar la conversación, llevar la conversación a un libro que se hizo muy famoso, que es muy famoso, La hija del Caníbal, Espasa, 1997. Es un libro conmovedor, conmovedor lleno de amor, de ironía, de misterio, de mentiras, de dobles. Pienso muchísimo en cuando estaba haciendo la maestría y el doctorado de toda mi teoría sobre comedia del siglo de oro, en los entuertos, en las máscaras, en los engaños. Pensé también en Velázquez, en Las Meninas, sobre todo hacia el final, como Velázquez, ¿no?, está ahí como espía y Rosa Montero siempre está como espía y no vamos a echar a perder el final porque necesitamos que la gente que no lo ha leído lo lea, ¿no? Es un libro buenísimo, especialmente toca un tema que me intriga, que es la cuestión de la identidad y de cómo se define a través de la mirada de los otros y cómo nosotros, con nuestras propias palabras, el poder de la palabra muy importante, va construyendo esto que acabas de decir ahorita, ¿no?, que ni siquiera nos recordamos como debemos de recordarnos siempre, sino que nuestra identidad va cambiando, ¿no? Cuéntanos sobre este libro y sobre esta idea de construir la identidad a través de la literatura.

RM: Bueno, me parece muy perceptivo por tu parte, Adriana, porque a mí se me había olvidado dentro de las obsesiones estas, o lo he pasado tangencialmente, el tema de la identidad, que es uno de mis temas obsesivos y que estaba relacionado, lo que pasa es que al contarlo con esa falta de fiabilidad de la realidad, está relacionado la identidad, también forma parte de esa falta. Es tan poco fiable la realidad, desde mi punto de vista, que ni siquiera podemos fiarnos del yo, de quién soy yo, de esa construcción del yo que nos hacemos y que en realidad es completamente, es paradójica, es mudable, es un kaleidoscopio, ¿no? Somos unos distintos para cada persona que nos rodea, además. Y, en fin, efectivamente la reflexión de la identidad para mí es esa especie de juego de espejos mareante todo el rato. Y bueno, La hija del caníbal, pues es de todas mis novelas, le estoy muy agradecida, ganó un premio Primavera, pero además, pues me abrió muchos mercados, es una de mis novelas más leídas y más traducidas y que creo que es una novela es una novela de potencia de alguna manera, ¿no? Es decir, fue una novela que hice con todo mi conocimiento profesional, con la carpintería, la escribí como con ¿qué edad tendría yo? Pues como cuarenta y algo, cuarenta y poco. Y tenía, pues fue eso, intenté hacer una novela con todo lo que sabía y hacer una novela de potencia profesional, por así decirlo. Y bueno, funcionó bien, como te digo, le estoy muy agradecida. Y sin embargo, luego con esas cosas, esos criterios que tenemos los escritores con nuestras obras y tal, no es de las que más me gusta a mí, aunque le estoy muy agradecida, pero me gustan más otras novelas más raras, digamos, en las que me arriesgo más. A ver si me puedo explicar, ¿no? Porque en esa novela estaba usando todos los recursos del oficio que conocía, ¿no? Y en otras novelas, pues normalmente me arriesgo más. He intentado usar recursos que no conocía. Y eso me gusta más a la hora de escribir, ¿sabes?

AP: ¿Como cuáles? ¿Como cuáles novelas que te gustan mucho?

RM: Pues todo. Bueno, pues me gusta mucho más la última, La buena suerte, que me parece una novela muy arriesgada. ¿Ves? Es una novela con un narrador muy raro, una novela con unos personajes muy extremos, muy poco convencional la situación y tal. Pues, por ejemplo, me gusta más esa, me gusta más La loca de la casa, que me parece un libro que no se sabe muy bien lo que es, un libro mestizo entre ensayo, entre ficción, entre autobiografía y todo es como un juego ahí interactivo con el lector para jugar el juego de la creación. Me gusta muchísimo un libro, una novela que es bella y oscura, porque creo que es mi novela más poética realmente. Y es una novela como más pequeña en relación con La hija del caníbal, que es una novela mucho más armada y tal. Luego, la novela que me parece más ambiciosa mía y que estoy muy curiosa de ella es Historia del rey transparente. Era muy difícil, dificilísima de hacer. Son 600 páginas en presente continuo. O sea, que es que eso es no puedes decir y pasaron tres años. O sea, toda la novela está contada en presente continuo. No sé cómo conseguí, me metí en ese reto loco y bueno, y funcionó, podía haberme estrellado. Pues eso, cuando hay retos me gustan más.

AP: Claro, cuando estábamos preparando el dossier, una de las novelas que consideré hablar, porque tenemos que usar el tiempo de manera más eficiente entonces tenemos que seleccionar y obviamente La historia del rey transparente era una de ellas, pero después tuvimos que darle lugar a otras, pero sí estoy de acuerdo. Pero definitivamente La loca de la casa, Alfaguara 2003, es muy interesante. O sea, empezando primero desde esta idea de Santa Teresa de Jesús, que dice la imaginación es la loca de la casa. Genial, brutal, sobre todo tratándose de una mujer y en loca en femenino. Es genial. Por otro lado, como dices, es un reto literario, casi lúdico.

AP: Muy lúdico, sí.

AP: Nos pone trampas a los que estamos leyendo, sobre todo en este juego de la memoria que a mí me puso muchísimo a pensar en qué es lo que yo pienso sobre la memoria y de verdad me encantó. Y dices en una parte del libro, “siempre he pensado que la narrativa es el arte primordial de los humanos. Para ser, tenemos que narrarnos y en ese cuento de nosotros mismos hay muchísimos cuentos. Nos mentimos, nos imaginamos, nos engañamos.”  Y regresas a este proceso de corregir nuestro pasado, ¿verdad?

RM: El pasado y el presente es lo que llamamos, hablando ahora en este ratito, Adriana, a mí me parece esencial eso. Esa sensación de falta de fiabilidad, de que vivimos un poco en una construcción imaginaria de alguna manera. Y desde luego la memoria, eso desde luego. Yo tengo un hermano al que quiero mucho y con el que, como todos hacemos, a veces hablo de cosas de nuestra infancia que hemos vivido los dos. Y muchas veces terminamos discutiendo o terminamos enfadados porque lo que él cuenta no tiene nada que ver con lo que cuento yo. Los padres de mi hermano no tienen nada que ver con mis padres. Y es así. Esto es súper habitual. A cualquiera que haya hablado, que tenga suficiente vida y que haya hablado con alguien de cosas de la infancia le habrá pasado alguna vez. Porque nuestras memorias van corrigiendo constantemente y tejiendo una realidad con sentido cuando la vida es un sin sentido. Y menos mal que tenemos esa imaginación que otorga ese sentido a este caos. Porque si no la vida sería ruido y furia, como decía Shakespeare. Sería invivible e inhabitable. De eso trata La loca de la casa, entre otras cosas. Pero una cosa que me gusta mucho, que ya lo has dicho varias veces, es lo del sentido del humor. Es una herramienta que me interesa muchísimo y prácticamente todas mis novelas tienen sentido del humor porque creo que el sentido del humor es una de las grandes armas de nuestra razón para entender mejor el mundo y para explicarlo mejor. Así que soy muy fan del sentido del humor.

AP: Y de la ironía y de esta rayita en donde estás haciéndome sonreír pero no realmente porque lo que estás diciendo puede ser algo muy profundo y por otro lado puede ser muy liviano. Que eso también me encanta. Hay partes de tus libros que también son para disfrutar de esa lectura, definitivo.

RM: Soy muy hija de Cervantes, claro. Nuestra cultura cervantina del Quijote que es además ese humor compasivo. No es un humor cruel, sino es el humor ese que mira al Don Quijote y le ve loco y le ve al mismo tiempo maravilloso y le quiere. Pues ese. Y yo creo que eso es un rasgo de la cultura española también. Bueno, hay otros humores en la cultura española como el de Quevedo que es brutal, de ácido y maravilloso también, pero yo soy más hija del humor compasivo de Cervantes.

AP: Qué buen comentario. Platiquemos de las mujeres y de tus mujeres y de nosotras mujeres. Algo que te agradezco muchísimo y que reconozco mucho, el hecho de que representas tantos personajes tan importantes y que hayas enfocado tu obra en varios personajes históricos mujeres importantes nos hace y no importantes también las que están atrás bambalinas, ¿verdad? Nos hace pensar, pensarnos a nosotras como mujeres desde muchos ángulos. Y este libro, bueno hay muchos que podríamos mencionar, pero por ejemplo La ridícula idea de no volver a verte, Seix Barral 2013 o Dictadoras, 2013 también.

RM: Bueno, Dictadoras es un libro curioso porque no es exactamente mío, es la transcripción de una siempre ha habido un lío ahí con eso, es la transcripción de una serie de televisión en la que yo participé, colaboré en los guiones participé en las entrevistas que hicimos y tal. Y esa serie se hizo una transcripción literal de la serie y ese es el libro, no lo he escrito yo. Entonces es un libro interesantísimo es un libro súper interesante pero cualquiera que me conozca verá que no es el estilo mío de la escritura, por eso me incomoda un poco que está muy bien como libro lo recomiendo, pero vamos que no la escritura concreta no es mía.

AP: Estoy de acuerdo y esta confusión además fue muy interesante porque se tuvo que hacer la aclaración y después ya que sale publicado por Random House, pues ya se ve que es la recolección y por otro lado, la idea de hacer el rodaje en la serie de televisión que es un proyecto interesantísimo e ir a los viajes, a los lugares, a Rusia, Alemania, Italia y España.

RM: Sí, muy bonita fue la serie. No era idea mía bueno, me he pasado la vida viajando y no te creas una de las cosas por las que quería ser periodista también cuando era adolescente era por viajar porque me encantaba y pensaba que de periodista viajaría y es verdad, me he recorrido el mundo pero ahora estoy harta. La única cosa que le agradezco a la pandemia es que me ha cortado los viajes porque ya no podía más no podía más, te lo juro

AP: Ya lo creo, ya lo creo con giras de libros y todo, cursos, seminarios bueno, pues la ridícula idea de no volver a verte es un libro que les recomiendo muchísimo a quienes lo están escuchando porque habla de Marie Curie y este personaje de la historia y de la ciencia que ha sido mal entendido y otros personajes que has rescatado son tan importantes para no nada más reescribir la historia sino entenderla desde lo cotidiano. Cuéntanos un poco acerca de tus ideas de recoger precisamente personajes de la historia, mujeres, y como estos personajes se ven desde otro ángulo gracias a la literatura

RM: No, lo que pasa es que estamos cambiando una realidad completamente anómala, histórica anómala la historia tal como la conocemos es un absoluto engaño literalmente, Adriana, un absoluto engaño, es mentira la historia que nos han enseñado desde siempre entonces hace 25 años yo saqué un primer libro que se llamaba Historias de mujeres, 26 años, entonces teníamos la idea en general de que las mujeres no estaban en los anales de la historia y no había mujeres importantes o muy pocas en el pasado porque claro, como las mujeres nos han tenido en esa discriminación tan brutal, que no nos dejaban estudiar que es cierto, que no nos dejaban trabajar, a la mujer no se la ha dejado estudiar prácticamente hasta principios en la universidad hasta principios del siglo XX, en España creo que fue en 1911. No se nos ha dejado votar hasta mediados del siglo XX o sea que es impresionante. Bueno y efectivamente teníamos una discriminación tan grande pensábamos que entonces las mujeres pobrecitas de nosotras no habíamos podido hacer nada, pero es que cuando yo escribí ese libro que había ese pensamiento general, como a mí me gusta mucho leer biografías, sobre todo biografías de escritores, de artistas, tengo una biblioteca personal de biografías de muchos cientos de volúmenes y bueno, bastante interesante. Entonces, pues yo ya vi que con ese gusto mío por la biografía había caído ya en varias mujeres alucinantes, historias de mujeres alucinantes sobre todo en biografías anglosajonas que como sabes pues tienen el género biográfico en el mundo anglosajón es potentísimo. Entonces ya se me ocurrió escribir ese libro de biografías de mujeres, y saqué pues 16 biografías de mujeres poco conocidas y alucinantes. No era un libro de santitas, había de todo. Había mujeres malísimas, no era una geografía para nada, pero sí que celebraba la inmensa variedad de las mujeres y las cosas que habían hecho, aunque no eran conocidas muchas de ellas entonces y tal y cual. Desde hace 26 años para acá eso no ha hecho más que ha estallado ese conocimiento. Ahora hay cantidad de investigadoras investigadores también, algunos masculinos y mujeres que están cambiando la realidad de nuestro pasado. Porque lo que se ha descubierto sin género de dudas es que ha habido, a pesar de todos esos problemas que hemos tenido las mujeres, en toda época de nuestra historia de nuestro pasado, en todas las culturas y en absolutamente todos los campos profesionales y artísticos y culturales y políticos, en todos ha habido mujeres tremendas importantísimas. Pero lo que pasa es que luego los anales, completamente sexistas, las han borrado. Entonces, por ejemplo, ¿quién es el primer autor literario de la historia de la humanidad? El primer autor confirma con nombre literario de la historia de la humanidad. Pues es una princesa que se llamaba Eneduana y que escribió hace 4.300 años un libro que se llama La exaltación de Inanna, que Inanna es una de las grandes diosas de la antigüedad. Entonces esta princesa, que es el primer autor conocido de la historia de la humanidad, a ella pertenecen también las primeras notas musicales y las primeras anotaciones astronómicas, así que esta princesa está en el comienzo de la literatura, en el comienzo de la música en el comienzo de la astronomía ¿y quién conoce a Eneduana? Nadie, porque la han borrado empezamos a conocerla ahora y como eso, montones cientos, miles. Cuando consigamos sacar todo eso a la luz que ya ha salido y sobre todo cuando consigamos meter todo ese conocimiento no en el 8 de marzo como recuerdos de estas mujeres, sino en el corpus educativo, cuando se estudie la fisión nuclear pues habrá que estudiar a Liz Mayner que fue la creadora, la inventora de la fisión nuclear, aunque no le dieron el novel a ella, se lo dieron solo a su jefe. No habrá que estudiar a Liz Mayner el día 8 de marzo, habrá que estudiarlo en clase cuando llegue la fisión nuclear. A eso es a lo que me refiero.  Y cuando hagamos, consigamos hacer eso, va a cambiar el mundo va a cambiar el mundo literalmente. Porque además en ese desdén que se ha tenido a las mujeres en ese desdén de ignorar nuestra propia historia hace que las mujeres tengan más inseguridad, muchísima más inseguridad. Que a lo largo del tiempo hayan tenido que empezar todas desde cero, sin tener en cuenta esa tradición anterior y que los hombres las desdeñen más. Gran parte de la violencia de género machista, sexista se basa también en eso, en esa gran mentira. Y me recuerdo a Clara Schumann por ejemplo, Clara Schumann era mujer de Schumann el compositor, era una de las mejores pianistas de su época y era compositora también y era una buena compositora. Está en la obra de Schumann, ahí están también algunas de las composiciones de Clara con el nombre de Clara, no es que se las apropieran pero están dentro de la obra de Schumann. Y compuso poco ¿y por qué compuso poco? Porque escribió la pobre en su diario, “en algún momento de mi vida acaricié la loca idea de ser compositora, pero me dije si ninguna mujer lo ha conseguido antes ¿cómo lo voy a conseguir yo?” Y lo dejó, Adriana. Y lo terrible es que es mentira, ha habido montones de compositoras importantísimas antes que ella, en el origen de la ópera vamos, en el mundo medieval, en el mundo árabe y en esa época, en la época de Clara Schumann había otro montón de compositoras en Europa, pero claro, es que no las ponían en contacto.

AP: Ella no podía saberlo.

RM: Bueno, pues eso está cambiando afortunadamente y esa es la gran revolución. La gran revolución, que es la revolución del conocimiento, simplemente cuando nos demos cuenta de quiénes somos, cuando cambiamos esta herencia de una historia completamente mala historia. O sea, no es que yo no reivindico para nada hacer una historia feminista. Lo que reivindico es hacer una historia verdadera real, punto, esto nos va a cambiar la mirada del mundo y el mundo total.

AP: Me emociona, me conmueve, me motiva escucharte. Estoy completamente enternecida, porque eso es lo que debe de ser. Tenemos que reescribir la historia y voces como la tuya, lo que acabas de decir, es fundamental y ojalá que escuche este podcast mucha, mucha gente, hombres y mujeres. Necesitamos todos trabajar en equipo, este es un proyecto para mujeres, sobre escritoras pero no nada más para ellas, sino porque todos estamos en un puente, estamos creando puentes para todos los géneros. Muy, muy emocionante lo que me dices. Déjame hacerte una pregunta que también me parece muy relevante en tu obra y es tu relación con el lector como interlocutor. Creo que definitivamente, tú tienes un diálogo completo, pienso mucho en Pirandello, cuando te leo por ejemplo, me pasa con La carne, y en esta parte, tu petición final al lector, tienen que leer el libro para ver cuál es la petición que le hace Rosa Montero al lector, y cómo tu lector se vuelve tu interlocutor, es tu cómplice, por un lado. Y por otro lado, me parece muy interesante que tienes una relación en la manera que construyes tus personajes muy afectiva. Hay personajes que se ve que los quieres mucho, y pienso en Raluca, por ejemplo, de La Buena Suerte que es una mujer maravillosa. Además de que esta novela, es una novela luminosa. Platícanos un poco sobre tu idea de lector como interlocutor y sobre esta construcción y esta relación que tu estableces con tus personajes

RM: Pues fíjate Adriana, muchas gracias por las lindezas. Fíjate que en realidad, mientras escribes una novela la novela es como un sueño que sueñas con los ojos abiertos, y nace del mismo lugar del inconsciente de donde nacen los sueños. Y mientras escribes la novela, en realidad no estás pensando en el lector, sería absolutamente imposible. Porque es un viaje pues eso, como un sueño, es como un delirio. Y de hecho además tú te tienes que borrar como yo, el yo consciente tienes que borrarlo que cuesta mucho, eso tardas años, décadas en aprenderlo y a lo mejor pues no lo consigues aprender del todo. Porque borrarse, borrar la contención borrar el control, borrar el control de la realidad, y convertirse en un medio para que te atraviese esa historia, salida del inconsciente, pues eso da miedo. Así que te lleva su tiempo, pero tienes que hacer eso para hacer una verdadera novela. Y el autor maduro es el que se deja contar las historias por sus personajes. Entonces esos personajes es como si tomaran vida, y realmente toman vida y realmente llevan la novela ellos, hacia donde ellos quieren de alguna manera. Y ese proceso es tan, como te digo, borrado del yo consciente del autor que no puedes estar pensando entonces en los lectores. Porque no funcionaría, no se podría hacer eso. Tú escribes para el lector que llevas dentro, tú escribes el libro que te gustaría leer. Eso es lo que escribes. Pero luego claro, cuando ya has terminado el libro cuando estás en algún momento ya del final de la construcción del libro, pues sí que te caen encima todos los lectores, por supuesto. Hay un momento en donde, que a mí pues suele ser, cuando hago la revisión final, el cepillado final, que es cuando de repente empiezas a pensar en los lectores y en cómo verán esto los lectores. Y bueno, si hay un autor de esos que te dicen que a ellos no les importa, que a él o a ella no les importan los lectores, miente como un bellaco. Porque todos queremos que nos lean, todos necesitamos que nos lean. Y que nos lean a ser posible, yo ojalá me leyeran los 1.200 millones de chinos, no sé cómo explicarte cuántos más mejor. Pero en el momento de la construcción, de la ideación, de esa especie de delirio controlado que es la novela, pues ahí no están. Porque sería algo demasiado exterior, esa especie como de ensoñación, esa especie como de fantasmagoría que te habita. Y luego, muy importante, el lector es esencial. Sin los lectores, la historia de la literatura nos ha mostrado cantidad de casos en donde los escritores se han quedado sin lectores por alguna razón y se han vuelto locos, o se han suicidado, o han terminado en un psiquiátrico. Esencial, el lector. Y de hecho está en un momento, en el momento del origen de la novela porque la novela en realidad tú estás imaginando todo el rato cosas. La cabeza del novelista pues va sola con imaginaciones como la de los niños. El 999 por mil de lo que imaginas no va a ningún lado, no va a una novela ni a un cuento. Simplemente son como juegos mentales, imaginarios, que desaparecen. Pero de repente una de esas veces se te ocurre algo, se te ocurre una idea o una imagen que te emociona tanto y no sabes por qué. Que te turba tanto, que no te cabe en el pecho, no te cabe en la cabeza y entonces dices, yo esto tengo que contarlo, yo esto tengo que compartirlo. Necesitas contarlo, necesitas compartirlo y ahí nace la novela. O sea, que el lector está en el origen mismo, en esa necesidad de compartirlo y en esa necesidad de contarlo. Pero luego cuando empieza la travesía, ya te digo que es una fantasmagoría tan íntima que no estás pensando en los lectores en concreto.

AP: Claro. Estaba pensando ahorita que estabas hablando de ,si los escritores no sufren de una cierta esquizofrenia en que están viendo tantas voces, y por otro lado y tantos personajes con los que viven durante años a veces tardan años en escribir un libro. Y por otro lado estaba pensando en esta conversación que se da entre Forster y Nabokov que está la entrevista en The Paris Review. Me encanta porque ahí oyes dos visiones sobre lo que son los personajes y Nabokov dice, mis personajes son esclavos de galera. Y Forster está diciendo, no, ellos están vivos, ellos están ahí y se te salen de tus manos y hacen su voluntad. Qué interesante.

RM: Sí, pero Nabokov, del que yo soy una absoluta- me encanta, lo considero uno de mis maestros. Nabokov miente cuando dice eso. Nabokov, que estaba bastante chiflado como muchos estamos por otro lado, y que era un genio escribiendo, es que era por otro lado de una pedantería tremenda. Y entonces él tenía que demostrar que él era el gran escritor, el dios, que todo lo tenía controlado, pero para nada. O sea, lo que él controlaba eran sus recursos, la carpintería, lo que controlas y lo que vas aprendiendo. Porque la escritura es un oficio y escribir se aprende. Lo que vas aprendiendo es el recurso para trasladar eso que da vueltas en tu cabeza y que es luminoso y que tiene un ritmo y una belleza tremenda que es el proyecto de esa novela, ese mundo. Trasladarlo a las páginas y conseguir, además  que esos efectos que sientes tú dentro de tu cabeza, se transmitan a través de los libros y tal. Nabokov, ya te digo que es uno de mis maestros, Nabokov es muy arquitectónico igual que yo. La estructura le importa muchísimo y toda la estructura está súper medidísima como las mías bueno, a cien años de diferencia de Nabokov de su maestría. Pero te quiero decir que entonces él claro, naturalmente él dice pero si yo lo construyo, hago todo esto sí, pero construyes el qué- el efecto la manera de llevar, de trasladar eso que da vueltas en tu cabeza a las páginas de un libro. Pero ¿de dónde ha salido eso que da vueltas en tu cabeza? No lo has escogido. Se ha apoderado de ti. Tú no has escogido escribir sobre la niña, tú no has escogido de Lolita. Todo eso te posee y esa fuerza que tiene además expresiva Nabokov en sus libros, como por ejemplo en Lolita, que es evidentemente una posesión. Le poseyó Lolita y le poseyó Humbert Humbert. Los dos. Pues eso no lo ha escogido él. Luego lo que ha hecho ha sido esa obra maestra de pasar toda esa furia y ese fuego pasarlo a lo real y no perder ni un ápice. Eso sí, eso lo controla, pero esa es la carpintería. De otro, nada.

AP: Sería magnífico tener una conversión entre los dos. Que hubiera habido una conversación entre Rosa Montero y Nabokov hubiera sido una cosa genial de escucharla.

RM: No me hubiera atrevido, para mí, ya te digo mis dos maestros reconocidos uno es Nabokov y el otro es Ursula K. Le Guin, la maravillosa escritora norteamericana que recomiendo vivamente. Pero no me hubiera atrevido ni a decir nada, vaya, de pura admiración.

AP: Rosa, pues para cerrar esta bellísima, bellísima conversación cuéntanos rápidamente de este libro, tu último libro, La buena suerte, Alfaguara 2020. Que es una de las cosas buenas que salieron del año de la pandemia. Es un libro precioso, entrañable, temas muy fuertes. Estás hablando de la soledad, de la violencia doméstica, las metáforas del tren, la idea esta de la mirada. Pensé mucho en esas teorías inglesas sobre The Gaze, de cómo se ve al otro sin que el otro se sepa observado, que revisamos tanto en los doctorados de literatura. Y dices algo muy interesante dices, “la belleza ayuda a curar el dolor del mundo”, que creo que es como la moraleja que estás dejando de este bellísimo, bellísimo libro.

RM: Sí, muchas gracias por tus piropos a mi libro. Pues la verdad es que estoy súper satisfecha con La Buena Suerte. Es una intriga muy fuerte, es un suspense muy apretado. No es un suspense policial aunque hay policías, hay delitos, hay delincuentes. Pero el misterio es un misterio existencial sobre el por qué hay seres humanos que se comportan de una manera determinada. Trata sobre el bien y el mal, sobre el Mal con mayúsculas, el Mal incomprensible, el Mal que no tiene ninguna razón. Ese mal que nos vuelve locos. El libro dice que las religiones inventaron para darle al mal un sentido, para que no nos destruya. Y es que es verdad. Es que ese mal nos vuelve locos. Y trata también de que pese a que ese mal nos vuelve locos y es atroz, y puede ser absolutamente atroz, el bien es mayor en el mundo. Y lo creo, no es una postura voluntarista, lo creo verdaderamente. Creo que el ser humano está hecho mayoritariamente para el bien. Por eso, es por lo que el mal nos encoge el ánimo de tal modo, por lo que nos horroriza tanto. por lo que ocupan esas noticias la primera plana de los periódicos. Si estuviéramos hechos para el mal, nos daría igual, nos parecería totalmente normal, no nos chocaría tanto, no nos heriría tanto. Y es una historia de redención, la novela. Es una historia de una persona que ha sido herida por el rayo de una desgracia y que se le ha desbaratado la vida completamente. Y que necesita, pero se le ha desbaratado completamente, se ha salido de su propia vida y necesita reconstruirla. La buena noticia es que en la novela la reconstruye y que al final es esperanzador. Y yo lo creo también porque los seres humanos somos unos supervivientes increíbles. Somos capaces de ponernos de pie una y otra vez después de haber sido derrotados, vencidos, mutilados, machacados y nos volvemos a poner en pie y volvemos a crear una vida que merece la pena de llamarse vida. Y en este caso, ese proceso de redención y de reconstrucción se hace de mano de Raluca, que es ese personaje que tú decías antes, que es que a mí también me enamoró. Es que se comió la novela, empezó a correr y se la comió. Llegó con su luz, con su alegría, que es esa virtud animal que hace que todas las células se reoxigen de estar vivas. Con su alegría, con esa fuerza vital y esa inocencia y esa sabiduría, porque es inocente y sabe al mismo tiempo. Llegó y me enamoró y enamoró a todos los personajes y los sacó de las tinieblas y les pone en la luz. Incluso cambió el título. La novela se llamaba antes El silencio y cuando Raluca tomó las riendas de la historia, pues pasó a llamarse La buena suerte. Porque Raluca nos viene a decir que la buena suerte consiste en intentar mirar el mundo con otros ojos, en intentar remar hacia la buena suerte y sobre todo consiste, como decíamos antes de la narración también, consiste en contarse la vida de otra manera. Porque efectivamente, somos sobre todo narraciones. Y si cambiamos el relato de nuestra vida, cambiamos nuestra vida. Por eso hay tantas terapias que se basan en el cambio del relato, como el psicoanálisis tradicional.

AP: Pues qué placer, qué manjar, de verdad qué manjar esta conversación. Estoy encantada. Se nos fue como agua una hora conversando con Rosa Montero. Bueno pues, qué manera de verdad de empezar este día para mí. Estoy muy contenta, muy emocionada. Muchas gracias, Rosa, por haber sido tan generosa el día de hoy, felicidades por toda tu trayectoria. 

RM: Muchas gracias a ti, cariño. De verdad. Un abrazo muy fuerte y besos para todos.

 


AP: Felices de haber tenido en este micrófono a Rosa Montero. Le damos las gracias a ella por su tiempo, por inspirar este trabajo y el trabajo de muchas escritoras, lectores y seguidores de su obra. Le damos las gracias también a nuestro equipo, Fernando Macías Jiménez en la edición, Andrea Macías Jiménez Social Media, Wilfredo Burgos Matos, Alejandra Márquez, Liliana Valenzuela, Fran Dennstedt Juliana Zambrano, Luis Enrique Castellanos, colaboradores y curador literario. Quiero hacer un reconocimiento y un agradecimiento muy especial a todo nuestro equipo de IT, que ha hecho posible este cambio radical en la plataforma, en el concepto y en la idea de lo que conforma Hablemos, escritoras Podcast. Muchas gracias también a Enigma por haber hecho el desarrollo de toda una idea, de toda una simbología que cada vez consolida más y más Hablemos, escritoras. Se despide de ustedes desde Austin, Texas
Adriana Pacheco.