No me había dado cuenta de lo que está ocurriendo en este momento hasta que Valeria Villalobos, entrañable aliada en Dharma Books, me presentó con Alejandra Maldonado e Ingrid Solana, dos escritoras recientemente publicadas en esa emblemática editorial. En el mail escribió —junto a una amable descripción mía y de lo que hacemos en Hablemos, Escritoras.— la palabra “librera” y cuando la leí sentí un escalofrío en todo el cuerpo y pensé “qué grande palabra la que designa a todos aquellos que hacen posible que lleguen libros al público; cuánto prestigio hay detrás de ella; cuánto esfuerzo y riesgo contiene”.
Curioso fue que en los mismos días conversé con Juan Luis Bonilla, heredero de una tradición librera desde los años 50s, quién es ahora también editor. Pensé en todo lo que esta familia de libreros ha visto a lo largo de tantas décadas. Pensé también en las librerías del centro de México sobre Isabel la Católica, en El laberinto que está en Donceles, en la bellísima librería Profética en la ciudad de Puebla que aloja en una casa antigua, tanto librería como biblioteca. Recordé la ciudad de Buenos Aires, que se dice es la que tiene más librerías. Ahí está Librería Ávila que se presenta como la más antigua del planeta, o la impresionante El Ateneo. España ni se diga, meca de libreros con emblemáticos con lugares como la Nicolás Moya, fundada en el siglo XIX, o la Pérez Galdós, con su hermosísima escalera de caracol. Hay barrios en esa ciudad que se distinguen por librerías muy especializadas como el de la Chueca con Berkana, todo un centro de reunión para la comunidad LGBTQ. En Estados Unidos se dice que Moravia es la librería más antigua del país, fundada en 1745 y Barnes&Noble es la que tiene más tiendas tiene. Maravillosa es The Last Bookstore en Los Ángeles California, con su incríble túnel de libros. Todos estos nombres son prueba de la entereza y entrega de sus libreros a lo largo del tiempo, sobreviviendo a todas las circunstancias.
En la época actual, cuando el libro electrónico llega y el comercio de libros impresos se hace masivo las librerías virtuales se convierten en una opción. Sin lugar a duda, Jeff Bezos junto con MacKenzie Scott, cambian todo el panorama de la comercialización con Amazon. Ahora con un click lees en tu Kindle o te llega un libro de el otro lado del país en un día. La inmediatez sustituyó la visita pausada a la librería, el tiempo de revisar uno y otro ejemplar, o esperar en envío que tarda semanas, a veces meses, después de pagar un costo altísimo por él. Las editoriales también han aprovechado las tecnologías y se han convertido en comercializadores y distribuidores de sus libros, con sitios web preciosos y propuestas innovadoras.
Y después de este recorrido regreso al mail de Valeria y a la palabra “librera”, misma que agradecí enormemente a la vez que me frenó en seco para pensar qué significa para mí haber abierto una librería en línea y poner a Hablemos, Escritoras frente a nuevo reto.
Sí, esta semana llegó Shop Escritora a mi vida y espero que a la de muchos más. Nació como resultado de dos cosas. Primero fueron los mails, los mensajes de muchos que a lo largo de estos años de entrevistas y enciclopedia me preguntaban ¿Y ahora dónde conseguimos los libros? La segunda razón es la ansiedad. Sí, debo confesar que, aunque amo a las librerías físicas y virtuales, y paso horas visitándolas, todas ellas me provocan una gran ansiedad. Ver tantos, pero tantos libros reunidos en un solo lugar, reconociendo algunos nombres y desconociendo la gran mayoría me genera un gran sentido de impotencia. Preguntar al encargado o al librero —algunos de ellos son unos genios y unos grandes especialistas, otros no tanto— me tranquiliza por un rato o tal vez no, y al final salgo con la sensación de que se quedaron infinidad de libros de los que nunca supe su existencia. Y entonces vinieron las preguntas. ¿Qué tal si vamos un poco más allá y exploramos el libro de manera diferente? ¿Qué tal si hay otros tipos de búsqueda, otras maneras de conectar libros? ¿Qué tal si exploramos un catálogo por el país de origen de la escritora o la década en que nació, por los temas, o los premios que ha ganado? ¿Qué tal si hacemos una comunidad de lectores que nos ayuden a ver dentro del los libros que aún no hemos leído? ¿Qué tal si todo el trabajo de “curaduría literaria” que hemos hecho durante años se reúne con la posibilidad de atravesar la frontera y hacer libros más accesibles?
El trabajo magnífico de nuestro equipo de curadores Wilfredo Burgos, Alejandra Márquez, Liliana Valenzuela, Fran Dennstedt, Giulianna Zambrano, Gaëlle Le Calvez, Verónica Ríos, y en su momento Luis Enrique Castellanos, han hecho posible esto: entrar en el centro de los libros para llegar a los académicos, lectores, promotores, y libreros. Junto con ellos la confianza, asesoría y apoyo de las más de 30 editoriales es una luz enorme en toda esta aventura. Pero lo más importante, lo infinitamente más importante, es el talento y la generosidad de las escritoras. A ellas nos debemos y para difundir su obra trabajamos, porque estoy convencida que ellas con su escritura cambian nuestras vidas.
El diseño de esta increíble plataforma, así como la de Hablemos, Escritoras. es gracias a una empresa mexicana que rebasa todas la espectativas, Enigma , y la robusta programación de NaZO Labs. Esta mancuerma me ha dejado sin respiración durante meses, así como nuestro equipo de edición y social media, que son de lo mejor.
Así, Shop Escritoras traerá muchas, muchas, muchas sorpresas. Esto es solo el inicio. Y tal vez algún día pueda llamarme a mí misma “librera”. Sería un privilegio, pero el más grande sería lograr llegar a miles, a millones de viejos y nuevos lectores en los Estados Unidos.
El proyecto es para ustedes. Los necesitamos ahora para pasar la voz.