Para muchos la palabra Benson no significa nada, para otros significa todo. Déjenme contarles un poco de lo que significa para mí.
La primera vez que yo entré a la Netti Lee Benson Latin American Collection —la colección, archivo y acervo más grande del mundo para estudios latinoamericanos— y subí al 4º. Piso por el elevador que está atrás de la recepción, lloré. La simple mirada a ese gran corredor lleno de libros, el olor a papel, el silencio mágico, y la posibilidad de estudiar en ese lugar por todos los años que habrían de venir durante mi doctorado en la Universidad de Texas en Austin, llenaron de lágrimas mis ojos. De boca de otros sé que no he sido la única que se ha conmovido así al estar ahí. Es por esas lágrimas de muchos, por ese nudo en la garganta, que escribo hoy sobre este gran baluarte de nuestra cultura, educación, lenguaje, historia, tradición, y pasado, que ha marcado generación tras generación. Escribo para celebrar que este año cumple 100 años.
Nombrado en honor a una gran historiadora, investigadora y bibliotecaria, Nettie Lee Benson (pueden oir más de ella en este podcast) la colección está alojada en el edificio de lo que llamamos LLILAS, Lozano Long Institute for Latin American Studies, que además lleva el nombre de una mujer encantadora y gran altruista, Teresa Lozano Long. Recuerdo con gusto que un día, Terry, como la llamábamos de cariño, me invitó a su casa junto con la escritora y dramaturga Celeste Guzmán Mendoza, para conversar con ella y con Joe, su esposo, dos grandes benefactores de la Universidad, Austin, y Texas.
Una réplica de la colosal cabeza Olmeca San Lorenzo o El Rey, cuyo original está en el Museo de Antropología en Xalapa Veracruz, anuncia ya la presencia de la Benson y LLILAS en un edificio desde donde se puede ver todo el campus y la icónica torre de la universidad. Misma que ha pasado a la historia por ser el símbolo de la grandeza educativa de este soberbio lugar y por haber sido en 1966 el lugar donde ocurrió el primer mass shooting en un recinto universitario en los Estados Unidos. La Benson ve también al respaldo del Darrell K Royal, Texas Memorial Stadium, casa de nuestro equipo de football, que puede recibir a más de 100,000 espectadores. Yo recuerdo con cariño las veces que con Terry Long vi partidos magníficos de los Longhorns en la suite donde, quien fuera Presidente de UT, Greg Fenves, nos invitaba.
Los inicios de la colección y del primer libro que prácticamente fundó la Benson se remontan a 1920, cuando el Professor Charles W. Hackett caminaba por las calles de la Ciudad de México y vio en una librería de usados, la primera edición de La verdadera historia de la conquista de México por Bernal Díaz del Castillo. Compró el libro y esta compra lo llevó a la familia García quien vendía la biblioteca del coleccionista Genaro García, famosa por sus invaluables documentos. Como recientemente se hizo con la fundación de Dell Medical School, en ese tiempo también se lanzó una campaña para que la gente de la ciudad ayudara con una parte de sus impuestos a comprar la colección.
Ese inicio llevó a la adquisición y donación de otras colecciones y documentos de distintos países de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, y Asia, que juntos suman ya más de un 1 millón de documentos, libros, mapas, fotografías, grabados, videos, periódicos, revistas y artefactos. Es ahí donde un porcentaje importantes de investigadores de todo el mundo han realizado investigación. Yo sé de investigaciones que han sido fundamentales en las luchas por los derechos humanos de millones de víctimas en Guatemala o el rescate de casi 5 siglos de historia colonial en el rescate del Fondo Real de Cholula, Puebla. El acervo que custodia la biblioteca y la colección también ha ayudado a personas en general en la localización de personas desaparecidas, se han recuperado tierras, se han resueltos procesos judiciales.
Su icónica sala de lectura ha visto pasar a figuras como Jorge Luis Borges, Jean Franco, Gloria Anzaldúa, Laura Esquivel, Ernesto Cardenal, Gabriel García Márquez, Alejandra Pizarnik. Ahí muchos de nosotros hemos leído durante horas, dormido apoyados sobres sus mesas agotados de las largas jornadas de investigación, conversado en los brindis con los estudiantes, hemos hecho una comunidad con otros locos de los libros, la historia, y la cultura. Figuras de la política, presidentes de países, cineastas, artistas, han sido también parte de este emocionante lugar, que hoy es dirigido por dos mujeres: Melissa Guy, directora de la Benson y la académica e investigadora Adela Pineda, nueva directora de LLILAS.
Muchos de los que queremos a este gran lugar y sabemos lo costoso y difícil que es manetenerlo, nos hemos unido a la celebración de su centenario y en ella queremos ayudar a crear los fondos necesarios para que esté con nosotros por lo menos otros 100 años más. Nos unimos a la campaña para tocar puertas y pedirles que donen a nuestra Benson.
Donen, donen, donen, pasen la voz ... y si viajan a Austin no se pierdan visitarla o consultar en línea todos sus acervos que, por cierto, están disponibles para todo el público.
Buen provecho.