Esther Cross sigue los pasos de Mary Shelley con la ayuda de distintos, sorprendentes materiales. La acompaña al cementerio donde la escritora, de pequeña, se instalaba a leer; estudia sus cartas, su diario, la observa en sus duelos. Y profundiza en el mundo que se gestaba a su alrededor: la Londres moderna, la ciencia del futuro, mediante la experimentación con cadáveres. En palabras de Mariana Enriquez, La mujer que escribió Frankenstein es «un libro hermoso y extravagante, sumamente original. […] Un libro sobre Mary Shelley, sobre su época y su obra, sobre los personajes de la medicina clandestina y la Londres negra, sobre algunos escritores románticos y algunos cirujanos famosos—todos en un desfile compacto y absorbente, como un gabinete de curiosidades literario—, pero, sobre todo, es un libro sobre el cuerpo. En sus páginas, con un estilo sobrio y filoso, se corta carne como en una mesa de disección, carne viva y carne muerta.