Se llamará piedra es un poemario en el que la visión al exterior es como hacia un mundo primigenio, aún no traspasado por la violencia: un mundo inaugural, íntimo, que se nombra para hacerlo propio. La palabra tiene así, aquí, un sentido taumatúrgico, ritual y como mágico, ordenando el mundo y fijando en la memoria ya para siempre. Bálsamo para reconfortar el espíritu contra el desasosiego y el miedo ante lo terrible.