Una empleada de un warehouse en Miami, una trans caraqueña con nombre de tragedia griega, una coleccionista aficionada de antigüedades en La Habana y una madre soltera, emigrante, que trabaja en fiestas infantiles en Nueva York son algunos de los personajes que componen esta cartografía de la vida cotidiana en varias ciudades. A todos los une la misma sensación: el desasosiego frente a sus circunstancias. Escrito con un tono generalmente taciturno, Muerte con campanas —el primer acercamiento a la narrativa de Kelly Martínez-Grandal— no está exento, sin embargo, de humor e instantes luminosos. Con ello nos recuerda que lo humano es un espacio liminal y contradictorio, donde tristeza y alegría se mezclan.