Santiago de Chile amanece cubierto de cenizas. El cadáver de Ingrid Aguirre, exiliada de la dictadura, queda atrapado en un pequeño aeropuerto de Los Andes. Repatriar ese cuerpo será la excusa para que tres amigos emprenden un viaje por la cordillera andina en un coche fúnebre. Felipe, Iquela y Paloma, hijos de exmilitantes, viven atrapados en un pasado común: el de sus padres. De ahí que el viaje sea, más que un rescate, una estrategia de fuga, una manera de enfrentar esa memoria que los atrapa y construir una memoria propia.
La resta habla de un duelo, una búsqueda, una transición. Es una novela a dos voces; dos primeras personas que operan como contrapunto narrativo y efectivo: el humor y el dolor; el resentimiento y la desidia. Felipe, una de las voces narrativas, encuentra cadáveres en Santiago y se obsesiona con "restarlos". Su voz es delirante y clasificatoria, narra una niñez enrarecida y se relaciona con la ciudad desde la extrañeza. La voz de Iquela, más contenida y racional, explicita el conflicto con una herencia política violenta a través del vínculo con su madre y la tensión con el lenguaje que ella emplea. Por su parte, Paloma, hija de Ingrid Aguirre, es el contrapunto de estos personajes. Criada en Alemania, encarna el desarraigo. Pese a su pasado común, tanto Iquela como Felipe no pueden dejar de verla como un elemento "extraño". Es la "guiri", la alemana, que no habla del todo bien español. El puente entre dos mundos. Libro galardonado con el Premio del CNCA de Chile a la mejor novela inédita.