Entre la crónica de viajes y la autobiografía ficcionada, escrita como novela, la obra de Carla Pascual atrapa desde sus primeras líneas. Porque es en el vuelo que la lleva a Qatar donde irrumpe su primera sorpresa y la confronta con algo que nada tiene que ver con lo que las narrativas mediáticas superficiales nos cuentan acerca de las mujeres musulmanas. En Occidente, solemos pensar con arrogancia que quienes no pertenecen a nuestra ubicación geográfica son «los otros». Esta novela nos sitúa, junto con la narradora, como «los otros». Carla se abre al diálogo con la cultura árabe musulmana y se sorprende a sí misma cuestionando sus propias creencias. Atraviesa momentos de vulnerabilidad y crisis existencial. Tenaz, sortea los múltiples obstáculos que se le imponen para descubrir el Qatar profundo, con lenguaje ágil y ameno que no excluye al sentido del humor. Se sumerge en su historia para buscar la raíz de aquello que nos inquieta, la razón por la que las mujeres se cubren el cuerpo y el rostro, por qué no pueden ser fotografiadas; a qué se deben la poligamia, los matrimonios arreglados, la segregación de géneros o ciertas prohibiciones que no entendemos. Se pregunta y se confronta: Cómo es que estas mujeres que pensábamos oprimidas se desenvuelven mejor y con más seguridad que nadie. Por qué consideran las prendas que las tapan una ventaja que las libera de tener el cuerpo que la sociedad espera porque nadie las juzgará por su físico sino por su inteligencia y sus valores. Recordando a Terry Tempest Williams: «el desierto es una peregrinación a sí mismo. No hay lugar para esconderse y por eso nos encontramos». En el contexto actual, un libro así es linterna. Cada página contribuye a la «desjerarquización» del mundo. No existen culturas superiores o inferiores; sólo hay culturas diferentes.