Con mínimos trazos descriptivos que van amalgamando reminiscencias e inesperadas revelaciones, estos poemas en prosa de María Rosa Lojo logran situar dentro de un círculo mágicamente iluminado los repetidos sucesos del acontecer cotidiano. Hechos incomprensibles, transmutaciones prodigiosas que parecen surgir de tiempos remotos o de ocultas vertientes de la memoria, establecen de pronto sutiles ramificaciones entre las experiencias concretas y la irradiación de la fantasía.
Los hábitos ancestrales de la herencia familiar marcan inevitablemente un camino a seguir, fijan ritos domésticos –hilar, tejer, coser, bordar- que esconden signos extraños detrás de su aparente monotonía: “Noche tras noche se construye en la casa un andamiaje silencioso. Los habitantes dejan sus ropas de vivir y su torpe calzado de recorrer ciudades que no miran. Rodean las paredes con sábanas tejidas por la hilandera de un cuento interrumpido y se cuelgan de los bordes, llameantes como cabezas de dragones.”