La primera novela de esta autora peruana puede inscribirse en un territorio liminal una especie de experimento con el lenguaje y las posibilidades de contar una historia desprovista de cierta secuencia narrativa y en cambio apelando a pinceladas evocativas y reflexivas una especie de fotografías de instantes que ya se han vuelto pasado y se muestran entonces como pequeños fantasmas de una vida que cambia incesantemente. A partir de la separación de la protagonista quien además es la narradora quien decide dejar a su esposo Tomás tras la imposibilidad de ser padres juntos la imposibilidad de repetir la vida de sus propios padres y de encajar en lo que se esperaba que fuera su vida juntos. Esa determinación le dará la posibilidad de emprender un nuevo camino. Un acto de rebeldía y búsqueda de la libertad que es la otra cara de la felicidad.