Hipólita Thompson ha sido enviada a la tierra de los hombres. Dios tiene designios especiales para ella, pues la ha dotado de un corazón poderoso y de facultades especiales, entre ellas la telequinesia, desplazarse a enorme velocidad, la suspensión aérea, y además ha ha hecho inmortal. Sensitiva, desorientada y rebelde. Hipólita cree que sus facultades y poderes deben encauzarse a grandes fines, como el de llevar la justicia a donde no la hay. Para lograrlo asume el papel de mujer en lucha: se confecciona trajes, aprende a usar la espada, recibe un caballo, pero no obtiene resultados satisfactorios: el desequilibrio en el mundo parece ineludible. Combatiente en una guerra, defensora de los débiles y enamorada del emisario de Dios, Hipólita muere varias veces, incluso por su propio deseo, pero vuelve siempre a la vida, y esta peculiar inmortalidad marca el ritmo de la narración; quiere morir definitivamente, pero no puede; reniega de los designios de Dios, pero no consigue evadirlos.