En este vibrante volumen de memorias, Carmen Ollé —la escritora que en 1981 remeció el ámbito literario hispanoamericano con la aparición del poemario Noches de adrenalina, y autora de celebradas novelas y relatos— da cumplida cuenta de su tránsito por un mundo desolado, pero que también puede estar pleno de luces si uno se atreve a buscarlas. Asistimos a episodios cruciales de su infancia, los viajes, el casamiento con el escritor Enrique Verástegui y la separación, la maternidad y los lances literarios, que desfilan ante el lector con una prosa ágil y musical.
Ollé nos revela de entrada su especial predilección por autores marginales, desarraigados, pero cultos y sensibles, como Arthur Rimbaud, Albertine Sarrazin o Jean Genet, tanto como por escritores rusos, judíos y afros, y hace una confesión: «siempre me ha gustado mirar lo que habita al otro lado del espejo, lo desconocido, lo prohibido».
Nuestra autora evoca, con especial afecto, su amistad entrañable y sus afinidades literarias con las escritoras Esther Castañeda y Pilar Dughi, así como su paso por la Universidad de San Marcos. También el periplo que la llevó a vivir en Barcelona, Menorca y París, experiencias que se enhebran en el relato de una mujer libre, aunque precarizada por su con-dición de migrante, al punto que pareciera ser un personaje extraído de una novela de Patricia Highsmith o Isaac Bashevis Singer.
El regreso al Perú en los años 80 coincide con el inicio del conflicto armado interno. Ollé obtendrá un puesto como docente en la Universidad La Cantuta y será testigo de la violencia estructural que asoló al Perú en esos años. Ahí establecerá un vínculo estrecho con el escritor Miguel Gutiérrez, una figura dedicada a la literatura y, en aquel entonces, volcada a un intenso activismo. Si el contexto social y político no se presenta alentador y, por el contrario, es apocalíptico o ruinoso, los relatos que rememoran los amoríos y flirteos nos muestran que, en Ollé, el deseo aflora hasta en los momentos de mayor crisis.
En Destino: vagabunda, Carmen Ollé parece decirnos que el único mundo que le interesa es el de la literatura y que ella vive su propia vida como si se tratara de una novela.