¿Cómo desdoblarse en una ciudad desconocida y a la vez terriblemente hosca? Mirando a través de las ventanas. Mudándose. Detectando las minucias en los techos. Las luces en la noche. Los vecinos insomnes con los que se comparte, por lo menos, cierta energía excéntrica y silenciosa. La narradora de estas páginas enfrenta los embates de la memoria, de los hombres y de la muerte desde los pocos espacios que le concede la capital argentina.