Abrir un libro de poemas de Fernanda García Lao es como meterse en un laboratorio de la lengua. Y en la entrada de ese laboratorio irrumpe esta advertencia: “leer y escribir para no sentir el cuerpo es una forma de suicidio”. El cuerpo, en Carnívora, será entonces el territorio sobre el cual la lengua se desplace como un ejército sediento, voraz, animal. El cuerpo tomado por la palabra más desnuda. Un poema no es otra cosa que los restos de un naufragio: “a la deriva/ con la serenidad del que se hunde”. El poema intenta rescatar los restos de ese naufragio, lo que pudo haber sido de otro modo: pero son restos, mutaciones de la lengua lo que finalmente refulge. En estas batallas ("combate o bacanal") entre el cuerpo y la lengua, aparece, insistente, la presencia del tiempo y la posibilidad de ser otros. Hacer poesía es el trabajo más hondo y corrosivo que se pueda hacer con la palabra.
Conocemos a García Lao como narradora, como dramaturga. Pero en estos poemas vamos a descubrir el corazón potente de su universo perturbador.—Hernán Ronsino