Raquel Abend van Dalen escribe desde una posición que conoce el hambre. La beata de las locas no es una caminata que se hace por placer, para matar el tiempo, sino el cruzar un lugar inhóspito. Asistimos al recorrido de un cuerpo que sangra, atravesado por las formas y los motivos clásicos, un cuerpo que reconoce y señala el canon yermo y obsoleto y se pregunta cómo relacionarse con él. Si acaso debemos prenderle fuego. El libro es, en fin, la búsqueda de una nueva cosmogonía. [...] En el núcleo del libro está la pregunta “¿con qué categorías pensamos y nos pensamos?”. Porque la de la beata es una mente que se piensa a sí misma, una voz que va destruyéndose poco a poco para volver a reconstruirse después. El objetivo es la lucidez: verse mejor, hablar más claro. Y para ello, el yo −que en verdad es un nosotras− rechaza usar las ideas de los otros, las palabras de los otros. De ellos. Desde la urgencia, desde la necesidad última de encontrar un lugar de enunciación propio, Abend construye un poemario que se abre hueco a codazos en un mundo que le ha negado sistemáticamente un espacio desde el que expresarse y ser escuchada.— Helena Mariño