Poemario claro y a la vez complejo, en su urdimbre Danza de cuatro brazos reúne filosofía, misticismo, rebeldía, profundo conocimiento de la danza y maestría poética. Si bien tiene como hilo conductor la danza cósmica de Shiva-Shakti, este libro abarca diferentes maneras de concebir, honrar y danzar a la divinidad. Su autora, Silvia Siller, lo hace de forma diáfana, como sólo puede hacerlo quien ha cribado el conocimiento a través de la experiencia, hasta convertirlo en saber y elevarlo a los más altos vuelos de la poesía. Si es el Dios Shiva el que sostiene al Universo, es su concubina, la Diosa Shakti, la que permite la gran danza universal. Es a esa danza a la que se refiere Silvia Siller en este poemario, pleno de fuerza femenina: “La danza brota, destruye,/regenera, renace fecunda Shakti/se manifiesta el baile del mundo”. En ella, la poeta evoca al fuego, a la brisa, a una gota de sudor como la expresión de la chispa primigenia que moviliza aún lo no visible y lo aparentemente inanimado. “El agua reúne a todas las danzas del mundo,/emerge del mar/aprende a caminar como anfibio,/ sin más ritmo que el rocío de la espuma/que viaja por su espalda./ In crescendo,/una llovizna arrecia en tormenta/dibuja un mambo número caos(…)”. Es la gota que tras un largo proceso regresa al mar y se funde con el todo. Como el iniciado en el camino espiritual, que procede de la gran fuente y una vez realizado regresa a ella para fundirse con el absoluto. Ese In crescendo es el ascenso de la energía que recorre por la shushumnã (la columna vertebral), desde el mūlādhāra chakra (en la parte baja de la espalda) hasta el sahasrãra (en la coronilla de la cabeza).—Patricia Camacho Quintos.