A través de un relato íntimo e introspectivo, la escritora luso-boliviana Cristina Zabalaga, juega con nuestra identidad individual y colectiva para sumergirnos en la paradoja de las construcciones culturales. Cada nombre provoca y nos invita a un viaje infinito de referentes, que nos incita a reflexionar acerca de lo que realmente es propio. Freud es un pez, Cleopatra una envidiosa, mientras Romeo y Julieta casi no cruzan palabras. En Nombres propios, Zabalaga nos entrega su primera colección de cuentos repleta de potentes imágenes que nos recuerdan que muchas veces menos es más.