El día de hoy reseñamos el libro de Sara Uribe (Querétaro, México 1978), Un montón de escritura para nada, publicado por Dharma Books, 2019. Disponible en los Estados Unidos en Shop Escritoras.
Ahora que parece que vivimos en un mundo donde la literatura está cumpliendo un papel fundamental en romper paradigmas y cambiar perspectiva, es el momento cuando más escritoras están escribiendo desde la duda y el cuestionamiento.
Y es así como Sara Uribe (Querétaro, México 13 ene 1978), nos enfrenta a la contundente pregunta “Who needs poetry?” para compartir con nosotros lectores sus dudar y cuestionamientos sobre sistemas que están tan arraigados y anquilosados en nuestras vidas que ya ni siquiera tenemos manera de verbalizarlos.
Uribe ya nos había dejado con el aliento en suspenso y ganas de leer más con sus libros Antigona González (SurPlus Ediciones, 2012),Siam (FETA, 2012), y Abróchese su cinturón mientras esté sentado (Educal 2018). Ahora con Un montón de escritura para nada (Dharma Books, 2019) nos reta a la reflexión desde la ironía, la escritura posmoderna que usa lenguaje y formato para darle otra mirada al oficio de escribir, publicar, y difundir. Dharma Books, se convierte en cómplice de Uribe, siempre con su filosofía como una editorial que apuesta a la publicación de libros que aporten y cambien de manera arriesgada el significado de la lectura.
El título del libro Uribe lo toma de una frase de la poeta y guionista venezolana Miyó Vestrini y aparece en la portada de color amarillo fosforescente diciendo “esta es la portada del libro de poesía de Sara Uribe titulado un montón de escritura para nada publicado por dharma books”, con el clásico punteado del corrector en documentos word. El libro, comprende doce secciones titulados de manera descriptiva estilo decimonónico, donde nos cuenta la odisea que pasa una escritora que se llama así misma en el libro “la enunciarte”. Parte de estos títulos son: “Poema en que la enunciarte escanea su propio libro…” “Poema en que la enunciarte recibe una invitación misteriosa…” “Poema en que la enunciante asume su condición nómada…”.
La obra abre en su introducción con el famoso texto que protege el copyright “Se prohíbe la reproducción total o parcial de este documento por cualquier medio sin el previo y expreso consentimiento por escrito a cualquier persona y actividad que sean ajenas al mismo” (9). Deja entonces la pregunta evidente sobre el concepto de derechos de autor que termina, en algunos casos, siendo en realidad los derechos del editor.
El libro continua en una especie de diálogo entre la enunciante y otras renombradas escritoras de todos los tiempos, en un absoluto homenaje a estas grandes voces de la literatura. Utiliza citas que van desde Caroline Levine, Clarice Lispector, Gloria Gervitz, Gabriela Mistral, Cristina Rivera Garza, hasta Maria Negroni, Rebeca Solvit, Chantal Maillard, o Isabel Fraire, pasando por otras más, mismas que nos muestran sus ideas sobre marginación, las dudas y vicisitudes que pasan las mujeres que deciden dedicar sus vidas a la escritura, así como cuál es el motor que las hace escribir.
Desde los agradecimientos mismos al inicio del libro, se hace evidente un ejercicio de sororidad y complicidad, a la que una tradición masculina en las letras ha orillado a las mujeres a unirse, incluirse y reconocerse, cuando durante tanto tiempo y de tantas maneras han sido excluidas.
La estructura del texto, con notas al margen y juego entre formato e itálicas, convierten al libro en un objeto, como el que ya han propuesto otras escritoras contemporáneas como Margo Glantz, en Y por mirarlo todo nada veía (Sexto Piso, 2018); Vivian Abenshushan, en Permanente obra negra (Sexto piso, 2019) ; o Tedi López Mills en La invención de un diario (Almadía, 2016), entre otras. Libros que reafirman el uso de la cita, la innovación en la forma tachando palabras, jugando con la puntuación, haciendo referencias al plagio, los esclavos literarios, entro otros. Esto es una nueva vanguardia que hace un guiño a la idea de una literatura con L mayúscula.
Uribe ironiza sobre la existencia de un “sujeto lírico” o hace paralelismos entre el oficio de escribir y escenas domésticas donde aparecen elemento como la harina llena de gorgojos. A la vez muestra en una profunda seriedad, los embates que sufren las mujeres que no cumplen con el rol esperado de lo doméstico donde la sociedad las señala y las reduce al ostracismo. Pero las escritoras responden a esto: “Yo soy mi casa” dice Pita Amor Perón o ”La casa [que soy] / [siempre] se deshace” en palabras de Gloria Gervitz. Y es al ectoplasma de Rosario Castellanos —la escritora mexicana más citada por escritoras contemporáneas como en caso de la antología Tsunami (Sexto piso, 2018)— a quien la enunciante le confiesa que no sabe cocinar. El espectro de Virginia Wolf también atraviesa la obra para recordarnos que las mujeres no tenemos espacio para escribir, sino que lo hacemos en los entramados de la vida cotidiana, tender camas, lavar el baño, o limpiar el arenero de los gatos.
La exclusión que sufre las escritoras queda en evidencia también en otro pasaje donde la “enunciarte” es invitada a una reunión secreta donde encuentra, con sorpresa, que es la única mujer, o cuando hace referencia a un club de Toby que insiste en que es incluyente o aliado cuando en realidad no lo es, cuando sigue discriminando en su bromas, en sus propuestas de trabajo, de publicación de libros, en concursos literarios, en paneles de conferencias. Habla también de los contratos leoninos en donde la escritora pierde todo. Queda también expuesto el aspecto utilitario de la escritura, escribir para pagar la renta, para comer, para sobrevivir en un mercado en donde se esperan resultados que van más allá del gozo estético de escribir, donde el editor demanda una escritura eficiente, vestida, o desvestida para que el lector la acomode a lo que él espera de ella.
Así queda al final no queda más que la duda si escribir el poema para después mejor borrarlo y “Publicar no el poema sino su borradura “ (30). El poema ya no existe. El poeta ya es una ficción de sí mismo, donde la enunciante nos dice “no me creas lo que te estoy contando porque soy una ficción de mí”.
Un montón de escritura para nada es así una lectura obligada de estos tiempos en donde hay más preguntas que respuestas, es una reflexión inteligente, brillante, sagaz. Y para responder a la pregunta Who needs poetry? Hablemos Escritora responde,todos nosotros para sobrevivir y vivir gracias al talento de nuestras escritoras contemporáneas.
Adriana Pacheco, PhD. (Puebla, 1963) tiene un doctorado en Iberian and Latin American Languages and Culture de la Universidad de Texas, Austin (2015). Es investigadora, promotora de la lectura, del derecho a la educación, a la paz y a la igualdad. Fundadora del Proyecto Escritoras Mexicanas Contemporáneas y del podcast Hablemos Escritoras, ha sido Texas Book Festival featured author.