Hablemos, escritoras. Switch to our version in English

Nona Fernández.

Episodio 561 Acercándonos a escritoras

10/14/2024 · Adriana Pacheco

El trabajo teatral es un trabajo con la audiencia"

APR: Un libro que me acompañó en el viaje hasta Santiago de Chile fue El taller de Nona Fernández. Esta es la segunda vez que lo leo. Nunca lo he visto puesto en escena. Nunca he visto ninguna obra de teatro de Nona Fernández, lo cual lamento mucho. Pero siempre la he leído, siempre he seguido su trayectoria y me parece una de las voces más interesantes de la dramaturgia y de la literatura contemporánea. Hace muchos años Claudia Apablaza nos presentó y no pudimos tener una conversación en ese momento, la vida nos arrolló a las dos. Es ahora Mariana Hales la que vuelve a abrir esta conversación y yo tengo el gusto enorme de estar ahora en una universidad que me abre un espacio en donde Marcela Aguilar Guzmán, la decana de comunicación de esta Universidad Diego de Portales, nos permite sentarnos juntas para conversar largamente sobre su obra y su trayectoria. Muchos son los libros, muchas son las novelas, muchos son los ensayos, muchas son las obras de teatro, qué han hecho, que Nona Fernández sea esta persona tan importante que no se pueden perder. Estoy muy agradecida con ella y a quienes están haciendo y han hecho posible esta conversación.

Yo soy Adriana Pacheco y estoy segura de que les encantará escuchar sobre Nona Fernández.

Patricia Paola Fernández Silanes es el nombre completo de Nona Fernández, quien nació en Santiago de Chile el 23 junio de 1971, es actriz, escritora y guionista, y estudió teatro en la Universidad Católica. Algunos de sus libros son, Mapocho, Av. 10 de julio Huamachuco, Space invaders, La dimensión desconocida, Voyager y otros más. Ha sido galardonada con el premio Sor Juana Inés de la Cruzm que premia la excelencia de libros escritos por mujeres en español. También ha sido candidata al National Book Award en el 2019 por la edición norteamericana de Space Invaders.

APR: Bueno, pues no se imaginan con quién estoy sentada en este lugar hermosísimo, una sala de juntas, bien calientita en este día frío de Santiago estamos en la Universidad Diego Portales y estoy sentada enfrente de Nona Fernández. Qué emoción.

NF: Por fin, por fin lo logramos.

APR: El 2020 Claudia Apablaza me hizo favor de presentarme contigo y después la vida nos alcanzó a las dos.

NF: Y esto fue ayer 2020.

APR: Exacto, y después nos alcanzó una pandemia y todas esas cosas.

NF: Y la vida da 18 vueltas.

APR: No, maravilloso. Y ahora, Mariana Hales, otra vez abre la puerta. Y bueno, pues es increíble que tengamos esta oportunidad. ¿Cómo puede uno empezar a platicar contigo con tantos perfiles? Con todas las entrevistas que ya hay tuyas en todos lados y las he estado revisando, pero obviamente siempre con una curiosidad de preguntarle al autor, a la autora, ¿En dónde empezó? ¿Cuál fue como que su primer paso?

NF: El punto de origen de todo, ¿no?

APR: Pero yo quisiera que en lugar de empezar de ese punto en donde inicia la carrera. ¿Por qué el teatro?

NF: El teatro, ¿Por qué el teatro? Y la gente de teatro me dice ¿Por qué la literatura?

APR: Me encanta.

NF: Yo creo que el teatro es fundacional en mí, o sea mi pasión por el teatro, parte yo creo que, en el mismo momento qué parte mi pasión por la literatura. Y si algo soy actriz. Yo digo, tengo un título de actriz, soy actriz, estudié en la Universidad Católica, me he desarrollado en el teatro desde que egrese en adelante, tengo a mi compañía y es algo que se me hace imposible de pensar mi vida sin el teatro. Pero claro, cuando era niña y fantaseaba con la idea de ser algo, de tener un oficio, el teatro y la literatura eran dos cosas que rondaban en mí, pero en la literatura yo no sabía cómo convertirme en escritora. Piensa tú, apagón cultural, dictadura, era muy difícil conocer a un autor o a una autora y por lo menos los autores y las autoras que yo leía en el colegio estaban muertos. No tenía cómo tener acceso, era como algo muy extraño, escribir algo, o sea, pensar en eso. También no vengo de una familia intelectual, si una familia lectora, pero no una familia intelectual, entonces tampoco había ningún antecedente en el tema. No era así el teatro, el teatro era una carrera que se daba en la universidad. Era muy importante para mi familia que yo estudiara en la universidad. Entonces como que ese campo era mucho más sencillo de observar o de seguir.  Y estudié teatro, estudié teatro, pero siempre el bicho de la escritura estuvo en mí, y claro, una vez que terminé la escuela de teatro y que llegó la democracia, comencé a indagar esos caminos. Y se transformó en un oficio tan importante como el teatro. Y a estas alturas ya el enredo ante teatro y escritura para mí era un completo enredo, o sea, soy una mujer que hace teatro y literatura o literatura y teatro no lo sé, pero es parte de los mismo, son como plataformas expresivas, distintas, pero que cada vez se van mezclando más y que creo que las dos, en las dos circulo, como autora.

APR: Claro, ¿Con quién estudiaste teatro? ¿Quiénes son tus figuras dentro de esa formación teatral?

NF: Yo estudié teatro como digo en las aulas de la Universidad Católica con profesores como Don Egon Wolff, un dramaturgo importantísimo que ya no está con nosotros, Premio Nacional de las Artes de la Representación. Estudié con Héctor Noguera, otro importante actor chileno. Estudié con Ramón Núñez, también, qué divertido, porque están todos grandes, están muy grandes ya mis profes.

APR: Que lindo.

NF: Y bueno, con Alfredo Castro también fue otro de mis profesores, Willy Semler, Ramón Griffero, puros hombres, te estoy lanzando puro hombre y yo te diría que, claro, tenía profes en los ramos más teóricos, que eran mujeres.

NF: Pero los ramos más importantes eran hombres.

APR: Como cae uno en la cuenta de repente, ¿no?

NF: Sí, estoy observándolo ahora contigo aquí.

APR: Claro, claro, pero es que eran otros tiempos.

NF: Absolutamente

APR: Claro. Y después se viene como un cambio, también me imagino ya en estas enseñanzas. Me imagino que hay más profesoras ahora no.

NF: Ahora en la actualidad, si yo mismo hago clases ahí ahora. Claro, no soy ningún caso, ni soy la única mujer. Somos muchas en ramos que son importantes, porque eso es vital en una carrera. No en los rangos más aledaños, sino que en actuación, en movimiento, en voz.

APR: Estaba platicando el otro día acerca, (mi hija estudió radio, cine y televisión) en la Universidad de Texas en Austin, (donde yo estudié también el doctorado y mi marido también). Y una de las cosas que más vimos es cómo ella tuvo una formación en la historia del cine, no nada más en el cine, en lo que es en la actuación y hacer radio y hacer televisión, hacer cine. Si no en la historia del cine y qué pasa acá, también tienen una formación ustedes desde lo que es la historia de la dramaturgia, la historia del teatro.

NF: Sí, por supuesto, la historia del arte, la historia del teatro. En dramaturgia vemos la historia de la dramaturgia también, teatro chileno en específico. La historia del teatro está muy emparentada con la historia de la dramaturgia, por lo tanto, también ahí es un enredo, un gran enredo, la historia del teatro y la historia de la dramaturgia, historia de las artes en general, sociología, psicología, es una carrera bien completa. Y yo te diría que, sobre todo en la Universidad Católica, es una carrera bien completa la de licenciatura en las artes de la actuación.

APR: Claro, qué bueno, porque siempre tiene una mirada también en el pasado y nos ayuda a pensar tanto el presente.

NF: Claro que sí, yo creo cualquier carrera, sí, sobre todo las artes humanísticas. Me imagino que, en todas, la verdad. O sea, como en las artes y en el humanismo, me parece más obvio que es así, pero yo creo que todas las carreras.

APR: Claro. Me gustaría que nos platicaras sobre tu Chile, el tuyo.

NF: ¿Mi Chile?

APR: El Chile en donde tú creciste, ¿qué es lo que veías?, porque muchas de las cosas, y ahora me voy a la siguiente pregunta, te voy avisando, que va a ser sobre El taller que fue un libro que me bebí en el avión. Y además me encanta cuando tengo la posibilidad de leer teatro, porque es otra lectura.

NF: Es otra lectura sí.

APR: Y tu cabeza en ese momento mientras estas leyendo ya tienes un ritmo, ya vas haciendo la pausa de cuál va a entrar, el personaje que va a entrar, el que va a salir

NF: Y haces tu propia puesta en escena, digo cada lector hace su propia puesta en escena.

APR: Claro, ahorita platicaremos lo del Taller que me parece perturbador y fascinante esa obra, pero cuéntanos sobre ese Chile.

NF: Sobre ese Chile, bueno, claro, yo nací el año 71, el golpe militar llega en el año 73. Y mis primeros años están, se escenifican, digamos, en los tiempos de dictadura. Yo vivía en un barrio de clase media popular, en el barrio Mata, un barrio antiguo. Mi colegio estaba allí, un colegio bastante, cómo decirlo, transversal en la medida en que había mucha gente, tanto de derecha como de izquierda en ese tiempo. Gente, yo diría que la gran mayoría era antidictadura, contrario a la dictadura, pero había mucha hija de uniformados, hijos de uniformados también. Estábamos bien mezclados y agradezco mucho en mi formación eso, de haber tenido esa posibilidad de convivencia. Yo vengo de una familia apolítica, sin militancias, pero con tendencia más a la izquierda o más bien, digámoslo en esos años como antidictadura, anti militares y mi infancia se desarrolla en eso, en esa, en ese extraño universo que era la dictadura, extraño, pero que, para nosotras, como niñas no lo era. Era nuestra realidad. La realidad era que había toque de queda, que a tal hora tú te tenías que guardar en tu casa, que no era conveniente estar tanto en la calle, sobre todo cuando yo era más chica, me acuerdo de que se me guardaba un poco de la calle. Que había cosas que no se podían decir, que había cosas que mejor no preguntarlo, que había gente que había sufrido, pero nosotros no podíamos saber mucho ¿por qué? Que a los vecinos le pasó tal cosa, pero mejor no hablemos de eso. Como ese ambiente muy lleno de secretos, de enigma, de cosas que no se podían, de las cuales no podíamos meternos. Y mi adolescencia se revela un poco a eso, y quiere saber, y pregunta y averigua, no solo la mía. Yo tengo que hablar de un grupo de mujeres y de hombres que eran mis compañeros de curso con los que nos movilizábamos en esos tiempos. Y mi salida a la calle tiene que ver mucho también con eso, con salir no solo a lo que la adolescencia te llama, que es la vida, que es el amor, que es las aventuras, la amistad, la camaradería, sin duda, sino que también al llamado de ir en contra de la dictadura, que era parte, que estaba enredado en todo eso. O sea, era parte de eso, nuestros amores, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros juegos estaban enredados con la idea de salir a protestar a la calle. Y así se teje mi infancia y mi adolescencia, mi primera juventud también. La democracia llega el año 90, cuando yo ya estoy en el primer año de la escuela de teatro, y ahí claro, ya hay un cambio. Y ese Chile, es un Chile que está absoluto, por lo menos para mí y en mi vivencia, está completamente marcado por eso, está marcado también porque también pertenecía a una generación como sensible al tema. Tú puedes tener esta conversación con otras mujeres que tienen mi edad, que pertenecían a otros sectores y te pueden decir que no tenían idea, que su vida transcurrió sin tener ninguna, sin ninguna afección con el tema. Pero la mía transcurrió así, muy afectada, digamos por él.

APR: Me contaba Pía Barros, que estuve con ella hace un par de días, “yo no sé bailar porque no bailábamos, no salíamos, no teníamos la convivencia, y si ahora bailo, soy muy torpe para bailar”.

NF: Mira que loco, claro.

APR: Qué imagen, qué gráfico, qué increíble, ¿no? Bueno, pues tu libro, El taller, que es una obra de teatro, que se puede conseguir impresa, se les recomiendo muchísimo a quienes están escuchando, pues habla precisamente de este espacio cerrado, este grupo de escritores o que están aspirando a ser escritores. Un poquito, me encanta el sesgo acerca de quienes reciben los premios, y la idea de que quién va a salir premiado. Pero está sucediendo algo atrás de la pared, del otro lado del cuarto, como siempre. Inevitable pensar en Diamela Eltit, y El cuarto mundo, en donde pues es lo mismo, es una dentro y una afuera.

NF: Bueno, claro, ahí sí.

APR: Claro, y además me encanta porque esa obra para ti significa mucho, en el momento de iniciar ya un atrevimiento a decir, bueno, voy a poner, yo a hacer dramaturga, yo a escribir mi obra, yo a poner todo. Cuéntanos sobre eso.

NF: Mira, pasado algo y tiene que ver con la conversación que estábamos teniendo. Con quiénes fueron nuestras maestras y maestros en la escuela de teatro. Yo estudié te contaba con Egon Wolff, que fue un gran maestro, fue tremendo, y yo te diría que gran parte de todo lo que leímos con el Egon como de historia del teatro universal y dramaturgia, eran autores, eran hombres, grandes nombres, sin duda, no voy a hacer un reclamo por eso, eran autorías que había que conocer. Y en el caso del teatro chileno, que lo teníamos con una profesora, María de la Luz Gustavo, también eran solamente dramaturgia masculina las que leímos, salvo el caso de Isidora Aguirre, que leímos una obra, que es una obra muy conocida en Chile; La pérgola y las flores, el resto eran puras autorías hechas por hombre. Y yo creo que eso a mí, sí que yo me hubiese dado cuenta, me anduvo condicionando la escritura en el teatro porque era algo que yo no me atrevía a hacer para nada. Le tenía mucho respeto a la escritura de teatro, no así a la escritura literaria en la que me lancé con una irreverencia tremenda. Me puse a jugar allí porque, claro, yo no estudié literatura, no tenía ningún respeto a la literatura. Y eso y agradezco ese espíritu lúdico, que hasta el día de hoy se impone cuando quiero escribir. Pero con el teatro para mí, era otro espacio muy sagrado, difícil, yo no me iba a meter ahí, o sea, para mí era muy difícil. Y con El taller me pasó, claro, esa obra está inspirada en un archivo real de Chile, que es un taller literario que lo dictaba Mariana Callejas, un agente de inteligencia en los años de dictadura, en una casa que estaba instalada en Lo Curro. Y casi como un mito, o en ese minuto, cuando yo salí al mundo, era casi como un mito, como que yo no sabía si era verdad o era mentira esto, de que gran parte de la narrativa chilena contemporánea había estado ahí y había sido parte de ese taller y cada vez que hacía las investigaciones, como que me costaba, me costaba encontrar información. Ahora ya está todo, ya como que se ha soltado bastante el ambiente, pero en ese tiempo en los 90 para mí fue difícil. Y en la medida que fui encontrando información al respecto, yo veía en ese archivo, no sé por qué, una gran comedia y yo dije, esto debe ser una obra de teatro. No sé por qué son esas intuiciones que uno tiene, que no vale la pena ni siquiera cuestionarlas, yo no quería escribir una novela, ni un cuento sobre eso, ni siquiera una crónica. Ya había leído cosas maravillosas que había escrito tanto Pedro Lemebel como Roberto Bolaños al respecto, que habían hecho menciones en sus trabajos al taller de la Mariana Calleja. Yo quería hacer una obra de teatro y tenía bastante información ya, y le ofrecí algunos compañeros, algunas compañeras, también dramaturgas de mi generación. Y a todo el mundo le parecía muy interesante el material, pero nadie veía una comedia en esto, no entendían cómo podía ser una comedia, ¿en qué cabeza cabía eso? Y como que dije, a ver, me voy a atrever yo porque creo que esto no, aquí hay un punto de vista que no voy a poder traspasárselo a nadie. Hay un material, por supuesto que lo puedo traspasar, un archivo que puedo traspasar, incluso un interés que puedo traspasar, pero el punto de vista es mío. Y me entusiasmé y me largué en esa escritura y creo que fue una escritura súper gozosa. Lo pasé muy bien haciéndola y luego dije, esto lo quiero hacer y yo, o sea, esto lo tenemos que hacer en el equipo, en mi compañía de teatro y nos largamos a hacerlo y ha sido una de las obras más exitosas que hemos tenido. Han pasado 15 años, la seguimos haciendo.

APR: La siguen montando

NF: Claro, la seguimos ahí dando.

APR: Increíble, ahorita que estoy pensando en eso, en el libro están las fotografías de la obra y tú estás ahí en esas fotografías porque tú eres, pues.

NF: Yo soy Mariana, nada más y nada menos

APR: Ni más ni menos, la que está teniendo esta doble vida, ¿no?

NF: Claro.

APR: Y esta doble mentira. Me encanta porque estuve hace poco en Guadalajara, en mi país natal en México. Y llevaron a una dramaturga, ella es, no sé si es dramaturga o es actriz solamente Jenny Valencia, porque es escritora.

NF: Ya, ya.

APR: E hizo un performance en frente de los estudiantes que nos dejó bueno, mudos, mudos y no sé por qué pensé en ti en ese momento cuando estaba leyendo, pensé en ella y pensé en ti, porque el impacto que tú tienes en la audiencia. Tú estás viendo los rostros de la persona, aunque estés actuando y viendo al otro actor, en algún momento ves el cliente público. ¿Qué es lo que sucede contigo cuando de repente estás viendo como las caras se iluminan, como las lágrimas caen, como las personas se acomodan en el asiento en un rasgo de incomodidad.

NF: Claro, cuando se aburren, cuando se duermen, eso también uno lo ve, por supuesto.

APR: Genial.

NF: Lo que pasa es que, claro, el trabajo escénico es un trabajo con la audiencia. Ósea, no es aparte de la audiencia, es con la audiencia, tú te subes al escenario y la mitad de la experiencia que vamos a vivir, la completa el público. Yo te diría que es algo muy similar a lo que pasa con la escritura, solamente que la audiencia, tú no la tienes encima cuando van a leer el libro, pero para mí es un efecto muy parecido. Claro, y es muy cierto lo que tú dices, nosotras podemos estar en el escenario muy concentradas de lo que estamos haciendo, que es así, pero parte de esa concentración es tener un ojo puesto o más que un ojo, el cuerpo entero puesto, las antenas puestas de lo que está pasando allá y uno se va modificando de acuerdo también a lo que está pasando en la audiencia. Una función no es igual con un público y con otro, puede ser el mismo día incluso que tú haces la función a las 6:00 y haces otra función a las 9:00, es la misma gente, es el mismo día, las circunstancias históricas y atmosféricas son las mismas, pero el público condiciona completamente lo que está pasando en la sala y para mí ese puente es fantástico, es fantástico. Uno se alimenta de eso también, uno se modifica, uno se intensifica o suelta, o lo que sea, de noche a noche exactamente.

APR: De noche a noche, de performance a performance.

NF: Exactamente, y para mí ha sido un gran regalo que el teatro me ha dado, porque, como te digo, en el momento de escribir pienso absolutamente lo mismo. Evidentemente no tengo la audiencia encima, pero tengo una sola posibilidad de función, que es el momento cuando estoy escribiendo el libro y yo nunca me olvido de que hay alguien que va a estar leyendo ese libro. Y para mí es muy importante tener ese puente, lo tengo instalado cuando estoy escribiendo, no para grabarme necesariamente, sino que, siempre que escribo me planteo, primero que nada, porque esto que quiero escribir es pertinente para alguien, para otra, para un otro y cómo voy a hacer para que este material sea interesante y mantenga y cautive la atención en las 250- 300 páginas o qué sé yo, o 100 páginas que voy a escribir, y eso para mí es vital, es muy importante, muy importante.

APR: Qué maravilla, qué maravilla. Bueno, ahora vamos a hablar de otro público cuando tú tienes, por ejemplo, a tus alumnos y estás montando una obra como tú misma, enseñándoles a ellos. Y yo recuerdo cuando estaba haciendo la maestría, al mismo tiempo estaba dando clases en una preparatoria, high school, en México, en Puebla y fue, puse a Pirandello, o sea imagínate que era Chéjov y Pirandello, y bueno, yo me fui, así como que, a lo grande, porque dije, bueno, cuándo van a tener otra posibilidad de llegar a estos grandes nombres. Y me acuerdo que mucho de lo que yo veía es como ellos empezaban a borrar muchos de sus miedos en el momento en que se subían a la escena, al escenario y se convertían en otras personas, los estudiantes. Y los estudiantes, ya sabes, jovencitos chiquitos, son bachilleres. ¿Qué es lo que sucede contigo, también cuando estás trabajando, pues con los jóvenes que quieren entrar en el negocio del teatro?

NF: Claro, mira, apuntaste algo muy interesante, que yo creo que es un deseo que habiten toda la humanidad. De hecho, cuando somos niñas, nuestros juegos se tratan de eso, de ser otra, de ser otro. Y yo creo que lo que nos pasa mucho a quienes trabajamos en el teatro y ojo, y a quienes escribimos literatura o narrativa, es que nos quedamos pegados en ese juego, nos quedamos pegadas en esa instancia, en esa posibilidad de ser otras, de ser otros, de vivir otras vidas, de habitar otros territorios. De jugar otros juegos, que no son los cotidianos, que no son los que vinimos a jugar. Vinimos a jugar ciertos juegos, nosotros queremos jugar otros y desatar esa fantasía y ese procedimiento lúdico es lo que la literatura y el teatro hacen. Evidentemente en el teatro es mucho más obvio. Es mucho más obvio, porque tú en el escenario, incluso te conviertes hasta físicamente, puede ser que te conviertas en otra, te disfrazas para hacerlo más claro y el teatro se trata de eso, de ir abriendo las herramientas en el intérprete para poder comprender que somos, un cómo se dice, un comodín y que podemos contener todo. Pero esa idea a mí me parece tremendamente interesante, llego inmediatamente el link con la escritura. Chéjov tenía una frase que era hermosa, que por supuesto la voy a decir pésimo, pero decía algo así como “todo lo que yo he aprendido de la naturaleza humana para poder escribir mis obras, lo he aprendido de mí mismo”, y no con la soberbia que pudiésemos creer, sino que con la idea de que contenemos a la humanidad, somos portadoras de humanidad, somos portadoras de todo, sencillamente tenemos que abusar la mirada y poder comprenderlo, y eso en el momento de interpretar, yo podría ser la princesa de Dinamarca si quiero, yo podría serlo, y creo que cuando escribimos nos pasa absolutamente lo mismo. Jugamos a hacer otras y jugamos a contenerlo todo y es más, creo que lo podemos contener todo.

APR: Claro. En Hablemos, escritoras, hemos cuidado mucho, si tener esa sección, ese rincón para las dramaturgas, porque pensamos que son escritoras, obviamente, desde otra trinchera atacan a la literatura. Estaba pensando en Fernanda del Monte, que fue nuestra primera dramaturga en el proyecto. ¿Como yo necesito aprender de la dinámica de las dramaturgas? porque tienen una dinámica y tienen un círculo muy distinto y en alguna entrevista tú hablabas de que el círculo en el teatro es a veces menos competitivo que en la literatura, porque no están en una cátedra persiguiendo por una beca o tal vez sí, pero en los premios, a la hora de las autoras que quieren escribir y ganar premios, pues hay un poquito más, tal vez, de competencia, no lo dices con esas palabras, pero sí has referido mucho a que ustedes tienen un ambiente un poco más…

NF: Sí, es que es un espacio mucho más colaborativo porque es así. Una obra, evidentemente yo puedo llegar a ser un monólogo, lo puedo escribir yo, lo puedo dirigir yo, lo puedo actuar yo, pero normalmente no es así, tampoco es el empeño. A mí no me interesa mucho ese trabajo tan solitario, de hecho, como los dos campos que me muevo, que uno es la escritura literaria y narrativa, y el teatro para mí son espacios que se complementan en la medida que cuando de pronto trabajo en solitario para mis libros literarios, incluso para escribir mi obra. Es un espacio tremendamente solitario, que a ratos es maravilloso, sin duda que sí, pero yo hecho mucho de menos ese espacio gregario que es el teatro colaborativo, comunitario, donde finalmente todas las autorías que ahí circulan se ponen al servicio de las otras y se ponen al servicio de un objetivo común, que incluso cuando partimos lo desconocemos, porque yo incluso como dramaturga puedo plantear una obra, pero esa obra que yo tengo en la cabeza y que yo planteo en mi texto, sé que va a ser subvertida millones de veces en el trabajo escénico, por una dirección, por una interpretación, por los diseñadores, por los músicos y lo que va a resultar de todo eso es otra cosa, es otra cosa que normalmente, o por lo menos así me ha pasado a mí, es infinitamente más interesante que lo que yo había planteado, porque lo que yo había planteado es solamente una capa, es una mirada, a esa mirada se van plegando muchas otras y es mucho más rico, tiene mucho más pliegues, más sombras el resultado final y ese resultado final es colaborativo, es comunitario y nos ponemos todas al servicio, evidentemente hay muchos procesos, hay muchas autorías que son más complicadas y que les cuesta este ejercicio de anular la autoría. Pero yo creo que por lo menos en mi familia autoral o en mi familia teatral, nosotros ya hemos desbaratado esas ideas y la idea de la autora o del autor, que yo diría que hace bastante tiempo, por lo menos literariamente y críticamente, le estamos desbaratando o se ha desbaratado. En el teatro también está ese ejercicio, a nosotras nos interesa mucho eso y a mí en lo personal me interesa. No escribo para figurar, no escribo para lucirme o para ganarme algún premio, escribo porque el ejercicio del colectivo es muy gozoso y porque vamos construyendo realidad así entre todas.

APR: Me gusta eso, vamos construyendo realidad.

NF: Claro.

APR: Sí, me encanta. Bueno, pues ya sé que quienes nos están escuchando están ansiosos a que pase yo a la literatura y a los libros, pero no podía yo detener el ímpetu de empezar por acá.

NF: Y es importantísimo y yo siempre voy a estar mezclando. Tú te das cuenta de que tú me hablas de una cosa y yo, porque para mí es muy similar, es muy similar el trabajo.

APR: Claro, claro, maravilloso. Bueno, estoy pensando, una de tus primeras apariciones es en una antología que se llama Música ligera. Y ahí coincides con dos escritoras con las que vas a estar hoy en la noche en este maravilloso congreso de JALLA. Felicitamos muchísimo, muchísimo a Macarena Areco, de esta gran, gran fiesta literaria y cultural. Bueno, ellas van a estar en esta mesa contigo, Alejandra Costamagna y Andrea Jeftanovic, entre otras que estuvieron ahí. Ya se anunciaba esta antología, como lo que iba a pasar en la escena literaria chilena. De lo más interesante, que después nunca nosotros nos imaginamos todo lo que iba a venir de ustedes y de toda la gran cantidad de textos que ahora pues han salido. Y ahí está tu cuento Lluvia roja.

NF: Pues sí.

APR: Cuéntanos, de ese viaje ¿Qué pasa con ese inicio, con ese primer cuento, con esos primeros pasos a empezar a hacer ya escritora publicada?

NF: Claro, claro, yo te contaba que yo había elegido el oficio teatral como una carrera académica, cierto, porque no sabía cómo convertirme en escritora. Y claro, cuando terminé la escuela de teatro y ya era democracia, comenzaron a circular algunos talleres literarios. Y hubo uno que fue justamente el que sacó ese libro, que dirigía Antonio Skármeta, que lo daba el Goethe-Institut acá en Chile y que era gratuito, que era algo muy importante. Entonces uno postulaba con un proyecto de desarrollo, tenías una entrevista con Antonio que, por supuesto, Antonio aquí bueno sigue siendo un autor importantísimo, era muy mediático en ese momento. Además, tenía un programa precioso en la televisión de la des apertura de la democracia que se llamaba el Show de los libros y salía Antonio juguetón hablando de literatura, era muy bonito. Bueno, pues me postulé y quedé con una porquería de cuento que yo tenía en ese momento. Debo decirlo así y claro, para mí ese taller fue muy importante porque me enfrenté y me encontré con mi tribu de alguna manera, encontré que habían otras personas en el mundo, lo mismo que yo, que coqueteaban con la idea de la escritura, mucha, yo te diría que la mayoría con mayor seriedad que yo. O sea, habían muchos compañeros y compañeras que se decían escritores, y ahí a partir de ese taller que creo que duró 1 año si no estoy mal, claro, me auto convencí que el ejercicio de la escritura era un oficio en el cual yo tenía que instalarme. Primero convencerme yo que iba a ser escritora, comprender que se trataba de un oficio que tenía que estar desarrollándolo constantemente y que esa autoproclamación de alguna u otra manera bastaba para seguir escribiendo. Pero que era un camino, por supuesto que era un camino, no era una cosa que se iba a hacer sola, pero me sentí como parte de algo, me sentí bienvenida en ese en esa tribu, y es una tribu que, como tú muy bien dices hasta el día de hoy, yo ahora tengo una mesa con la Andrea y la Alejandra. Estamos constantemente, por supuesto, no todos, ni todas siguieron en el ámbito de la literatura, pero yo diría que la gran mayoría de ese taller, hay nombres como, bueno, también Luis López- Aliaga, Marcelo Luna, Alejandro Cabrera, por mencionar algunos hacia el vuelo, el Francisco Ortega también. Hemos desarrollado proyectos muy distintos, al rato pensamos completamente opuesto, pero yo creo que existe mucha vinculación y mucho cariño, y hemos estado siempre muy atentas y muy atentos a lo que hacemos. Lilian Elphick también es otra autora que salió de ahí, bueno, pero claro, y esa antología de la que hablas fue como la huella que quedó de ese trabajo, hay cuántos que están buenísimos desde ya; Lluvia roja, de hecho, se me había olvidado de que había publicado y es un intento de cuento mío. Era como sobre vampiros, creo.

APR: 1994, sale la antología.

NF: Imagínate, claro. Pero como una prehistoria para mí sí, pero fue importantísimo hasta ayer, claro.

APR: Totalmente premonitoria y bueno, ahora que estamos en esta bellísima ciudad de Santiago de Chile, ayer preguntaba, ¿y esto que está aquí junto es el río Mapocho? Y entonces obviamente tu libro Mapocho, y se me hace una cosa de lo más interesante, porque atraviesa las ciudades.

NF: Sí, completa de cordillera al mar, digamos.

APR: Lleva muertos de un lado a otro, o llevó en algún momento. Y por otro lado hay un retrato ahí doloroso, a través de tu lectura. Tú estás diciendo, aquí dices, “descubrí un río que, por vocación, mostraba desde el origen un retrato doloroso, lo peor de nosotros mismos y lo peor de un tiempo sin tiempo”. Ahí te sale otra urgencia de escribir.

NF: Sí, sí, sí.

APR: La urgencia gozosa que acabas ahorita de decir con los ojos que te brillan de esa primera antología y de otras antologías que fueron después, inclusive coinciden con otros escritores como acabas de mencionar. Y después viene Mapocho a otra escritura, cuéntanos.

NF: Sí, es interesante porque claro, ahora, ahora que lo estoy pensando contigo. Claro, el llamado de la escritura viene desde ese espacio gozoso como tú bien lo dices, y en algún momento comencé a comprender que la escritura no era solamente un espacio de juego, que sigue siendo, no voy a mentir al respecto, sigue siéndolo, pero también empecé a comprender que la literatura era un espacio expresivo y que era un lugar donde yo podía investigar inquietudes, se presentó como una herramienta mientras más leía y mientras más crecía como persona, ni siquiera como escritora, como persona, comprendí que la literatura podía ayudarme en ese aspecto,

APR: Que lo has dicho varias veces, escribir para ayudar.

NF: Claro. Y en ese sentido, claro, apareció. Yo había terminado el primer libro de cuentos que se llama El cielo, que sigo pensando que es como una prehistoria también El cielo. Y apareció Mapocho como un cuento final de ese libro, y apareció a partir de un archivo que observé de años de dictadura, donde vi una fotografía, que lo vi en los años 90, una fotografía de 3 cuerpos, que a de ver sido el 12 o el 13 de septiembre del 73, que estaban ahí instalados en el río. Si bien sabíamos sobre eso, sobre los cuerpos que habían sido llevados por el río en tiempos de dictadura, verlo me afectó de otra manera, más allá del conocimiento, me afectó de otra manera y se me puso la idea de poder investigar quiénes eran esas personas, esas 3 personas, poder relatar esas vidas, poder entender cómo habían llegado esas vidas al río. Fracasé completamente, no logré, no tenía las herramientas de investigación, no supe cómo hacerlo y el libro terminó siendo Mapocho. Todas mis investigaciones empecé a comprender que, claro, que el monopolio de los cuerpos yéndose por el río no era solamente de la dictadura y que la Ciudad de Santiago tenía una especie de vocación por ir a lanzar a sus muertos, su basura y sus muertos al río.

APR: Wow.

NF: Y el libro se configuró, terminó siendo otra cosa donde se alimentó de otros archivos también. Pero ahí algo pasó con esa escritura, yo siento que la escritura de ese libro a mí me instala en un lugar creativo y me instala en un lugar también de investigación y de ahí en adelante, como que caía en un mapa, mi propio mapa, un mapa literario que cada obra, desde Mapocho en adelante, me ha ido regalando el hilo para la construcción de la siguiente. Cada investigación, cada reflexión, me ha ido llevando de un libro a otro, del otro alumno y así el mapa se ha ido ampliando, y no he logrado salir de ese mapa que se inaugura con Mapocho. Pero claro, por eso es tan importante para mí esa novela. Yo siento que todavía estoy navegando en esas aguas con distinto formato, por supuesto, mi escritura ha ido deviniendo en otras cosas, ha ido experimentando otro otros caminos, otra forma, otras estéticas, pero sigue siendo el mismo mapa.

APR: Me encanta la idea de mapa, me encanta el que lo pienses que de un libro te lleva a otro, porque a veces creo que pensamos nosotros como lectores, que son obras individuales, por eso no nos gustan en Hablemos, escritoras, presentar a una escritora y un solo libro, porque obviamente las escritoras mismas se transforman a lo largo de su escritura, no es a lo largo de los años, y también de los años, por supuesto, pero de la escritura misma. Y ahorita estoy pensando en otro tema y me gusta mucho lo que me dijo Rosa Montero, cuando la entrevisté, que los escritores que ven de sus obsesiones, y bueno, tú ya hablaste ahorita de uno que es precisamente, pues recuperar esto es pues la historia de algo que está sucediendo en un río, pero tu libro Avenida 10 de Julio, que bueno, la entrada de este libro es fabulosa, me encanta esta idea de recuperar la memoria a partir de una fecha, en donde ha sucedido cosas de manera repetitiva o de manera aislada, pero coinciden en el día, y lo que significa, el simbolismo que tiene 10 de Julio. Platícanos de esto, en dónde estás diciendo “la historia, esa sólo propiedad de mi cansada, anestesiada y desmemoriada generación”.

NF: Bueno, hay algo de lo que hablamos al comienzo de la entrevista que tenía que ver con salir al mundo en un momento donde había mucho enigma, mucho misterio. Pasaban cosas y nadie te las explicaba, y cuando encuentro en la escritura una plataforma de investigación y de reflexión, evidentemente que esas preguntas que quedaron ahí sueltas en ese pasado comienzan a encontrar una manera de intentar responderlas, y así la escritura me va regalando sus espacios. Tanto Mapocho como 10 de Julio tienen esa vocación supermarcada o como de ir a la cacería de aquellas cosas que quedaron, muchas preguntas, desparramadas y dadas vueltas, preguntas que yo siento que en mi generación y ahí intento responder, tu pregunta; olvidó o se convirtieron en una obsesión. Yo creo que mi generación se divide en quienes nos quedamos como muy obsesionadas con esas preguntas, y quiénes decidimos o decidieron olvidar y seguir adelante. Por diversas razones, y no soy yo quien tiene que enjuiciar o disculpar eso. La vida es la vida y uno hace lo que puede. Y yo pertenezco a quienes nos quedamos muy, muy pegadas con el tema. Nos quedamos pegados también porque nuestra realidad, el día a día del mundo chileno, de las circunstancias históricas y políticas y sociales en las que estamos dando vueltas, tienen mucho que ver con aquello. Todavía desgraciadamente y ahí pongo de manifiesto la idea de una Constitución dictatorial que es la que rige el día a día de nuestro país. Así de enclavadas estamos en esa época. Aun, así de no superada esta esa época, podemos hacernos las lesas, como decimos en Chile, correr un tupido dedo y seguir adelante. Pero podemos seguir intentando comprender, la escritura a mí me ha ayudado a intentar, no comprender, a intentar comprender y cada vez se van abriendo más preguntas. Y ese y ese libro en específico, claro, toca el tema un poco de mi generación, la generación que habitó los 80 siendo niñas, siendo adolescentes, habitando la primera juventud. Los movimientos secundarios de esa época, los movimientos estudiantiles de esa época, abordar también la mirada de los niños, de las niñas de esa época, un poco Space Invaders también lo hace ¿Cómo era ser un joven en ese tiempo? Los riesgos que corría, los goces que tenía, también, cómo era ser aquello, y como esas piezas originales que fuimos de alguna manera, aquellas niñas, aquellas jóvenes que fuimos, que estuvimos ahí en la calle, que observamos que dialogamos con esa calle, que intentamos cambiar esa calle. De pronto nos anestesiamos y nos transformamos en otra cosa. Yo creo que avenida 10 de Julio es el llamado a ir por esa pieza original. Hubo una pieza original que fuimos, se perdió esa pieza original y a lo mejor podemos ir a la cacería de esa pieza original. Avenida 10 de Julio, en rigor aquí en Santiago de Chile es la es la avenida de los repuestos, donde normalmente uno cuando ha perdido alguna pieza del auto va a buscarla, y normalmente, y eso es algo muy interesante, y sé que es algo que ocurre en muchas ciudades del mundo, a mí me han robado el espejo del auto, bueno, voy y probablemente no voy a encontrar el mismo espejo, pero voy a encontrar otro espejo que ha sido robado de otro auto y lo voy a comprar y voy a habitar con una pieza que es ajena pero que es de alguien. La metáfora de esa calle a mí me parece hasta el día de hoy alucinante, creo que tiene muchas lecturas, muchas posibilidades de juego y a mí, por lo menos en ese libro me interesaba como esa búsqueda de la pieza original. Voy a habitar, voy a ir a un territorio en el cual puedo encontrar quizá aquello que perdí hace mucho tiempo, algo que me lo robaron, algo que lo perdí, algo que malogré, quizá tengo la posibilidad de encontrarlo nuevamente y seguir la ruta, ¿O quizá no? Definitivamente lo perdí y debo seguir anestesiada y habitar este espacio como se pueda.

APR: Anestesiada, es más fácil tratar de simplemente sobrevivir sin recordar.

NF: Exactamente.

APR: Pero, por otro lado, ahorita acabas de mencionar Space Invaders, que me parece que es un libro muy traducido, muy socorrido, que mucha gente lo ha querido leer, porque es la voz de los niños y los niños recuerdan de manera distinta, la memoria instalada en un niño es una memoria que queda muchas veces grabada, pero también muchas veces distorsionada.

NF:Exacto.

APR: Porque después tienen que recordar en retrospectiva, nuestro ejercicio de recordar que es una deformación de ese pensamiento, de esa memoria original. ¿Qué satisfacción te esta dado ese libro, que creo que han sido muchas?

NF: Sí, ese libro me ha traído como muchos regalos, en términos de, claro que es un libro que es muy cortito.

APR: Si.

NF: Para mí siempre fue un cuento y mi editor y dijo no, esto va a ser una pequeña novela. Y claro, ha sido un libro que ha tenido un impacto internacional muy fuerte. bueno, primero nacional muy fuerte. Es un libro que me ha traído muchas alegrías y muchas conexiones acá en Chile, me ha dado la posibilidad de encontrarme con muchas audiencias jóvenes, muy muy jóvenes y no muy jóvenes también, es un libro como que cala muy profundo en todas las generaciones y también internacionalmente, lo que para mí siempre ha sido algo incomprensible. O sea, he intentado darme mis respuestas, pero sigue siendo incomprensible. Ahora me llegó la traducción en Islandia.

APR: En Islandia.

NF: Sí que tú dices ¿por qué los islandeses se van a interesar en esta historia?

APR: Yo vi tu libro allá.

NF: ¿En serio?

APR: Yo lo vi, sí, estuve hace muy poco ahí y lo vi.

NF: Mira que loco.

APR: En serio

NF: Qué una locura, y claro, un poco en griego, bueno, en portugués no me parece tan extraño, en polaco. Y claro, y cada vez que he tenido la posibilidad de viajar por él, que me ha dado la posibilidad de encontrarme con esos públicos también, para mí, un regalo inaudito. A veces digo no merezco este regalo, no entiendo de dónde viene y bueno, pero lo disfruto, por supuesto que sí.

APR: Estaba junto al de Isabel Allende, creo que fue Violeta, ahorita estoy acordándome.

NF: Mira tú, y es tan cortito, es un suspiro literario, es una locura, pero bueno. Esos son los enigmas también, y uno, yo creo que lo bonito siempre de quien escribe es que la obra te supera completamente.

APR: Claro.

NF: Te desborda.

APR: Pues necesito antes de que te vayas y terminemos esta conversación, que de verdad no quiero terminar, que me platiques de Voyager.  Voyager es qué interesante, dices en otras entrevistas, dices sobre este libro “el recuerdo es un acto presente, recordamos y lo hacemos presente en el momento de recordar”. Y me gusta muchísimo esta idea de actualizar el recuerdo, pero de otra manera, desde esta historia pequeña y no desde esta historia con H mayúscula, que es la historia que nos han impuesto.

NF: Sí, sí.

APR: Este libro, además, tiene otro tema que es muy importante para mí, porque se están viendo muchísimo, yo que hablo con tantas escritoras, las maternidades y estás dejándole a las madres esta gran responsabilidad y privilegio de que ellas son las que atesoran nuestra memoria, ellas son las que después te cuentan, cuando eras chiquita hacías esto. Y tienes una entrada muy bonita de por qué es importante recuperar esa memoria también, que viene de las madres, que viene de las abuelas y de las cuidadoras.

NF: Y de las cuidadoras, sí. Bueno, claro, Voyager, es un libro bien amplio, porque habla de la memoria estelar, habla de las nebulosas, habla de nuestras neuronas, de nuestras constelaciones neuronales, de lo parecidas que son las constelaciones neuronales a las constelaciones astrales. Y parte, el punto de partida es el fallo de la memoria de mi madre, cuando comienza a tener epilepsia, porque mi madre tiene epilepsia y comienza a fallarle un poco la memoria a partir de eso. Y cómo se extraña su memoria y cómo empiezo a encarnar yo esa memoria y cómo en rigor comienzo yo a traspasarla también y me parece importantísimo, no solamente porque estemos en tiempos donde queremos relevar la memoria, la escritura y la presencia de las mujeres en nuestra vida. Estamos viviendo un momento donde nos parece tremendamente importante y es así. Siempre me ha parecido importante observar, subrayar y relevar el trabajo de las mujeres. Pero también me parecía importante porque mi madre y voy a voy a ser muy puntual, porque mi madre es una persona chiquitita, no, es una gran mujer, no es una mujer intelectual, científica, no es un antecedente para nadie, salvo para mí, y probablemente eso no es poco. Y en el libro me gustaba justamente eso, hablar de la importancia de la gente chiquitita, de las mujeres chiquititas, de las que no son observadas por la historia, ni van a ser observadas por la historia, pero que construyen realidad en la medida que son nuestras antecesoras, en la medida que son nuestros antecedentes y nos van regalando no solamente los trozos de su vida y de su memoria, sino que su vida completa. En el ejercicio de la maternidad y en el ejercicio diario, no solamente las madres, quiero ser más generosa al respecto, hemos sido formadas por tía, por vecina, por como tú decías, nuestras cuidadoras, y las mujeres en las que esas constelaciones femeninas en las cuales circulamos hasta el día de hoy y a veces son nuestras maestras, mencionaste a la Pía recién que había estado con ustedes, mencionaste a la Diamela también acá, la mencionaste en la conversación, mencionaste a la Andrea y mencionaste a la Alejandra. Eso también es una constelación importante para mí, insisto, nuestra estética y nuestros caminos pueden ser diversos, pero yo siempre estoy ahí observándolas y eso ocurre, claro, estoy hablando de literatura y estoy hablando también en los planos más íntimos y Voyager habla de eso, habla sin duda, es uno de los temas que trata, relevar esas constelaciones femeninas de las cuales estamos siempre, valga la redundancia, constelando.

APR: Sí, me encanta el libro, me encanta el inicio, me encanta la idea de relacionarlo con las constelaciones de estrellas, que obviamente es una metáfora bellísima. Dices, “me pregunto si la gente chiquitita de la que hablaba mi madre, los que mandan mensajes en clave con el reflejo brillante de sus espejos, no serán eso, halcones o cóndores del sol”. Bellísima en donde estás hablando, que no sé cómo se pronuncie Wenu Mapu.

NF: Wenu Mapu, tal cual.

APR: Sí, es el nombre que el pueblo mapuche le da el firmamento, bellísimo, bellísimo. Qué placer con esta idea del firmamento, del firmamento que estás construyendo a través del teatro a través de los libros, tú misma nos estás haciendo una constelación y un firmamento en donde vemos en el universo que hay una Nona que está viéndonos a nosotros desde que escribe. Me encanta la idea de verte sentada y diciendo ¿Quién irá a leer este libro? ¿A quién le llegará este libro? Y bueno, pues llegan a más personas de las que tú crees, tal vez, ahora ya lo estamos pensando con Islandia y además en el teatro, entonces es un verdadero honor para Hablemos, escritoras de verdad, de haberte tenido hoy. Y no te quiero dejar ir, casi casi porque tengo miles de preguntas más que hacerte y te agradezco que hayas venido hoy. Y agradezco mucho a la a la decana de la escuela de comunicación, Marcela Aguilar Guzmán, que nos prestó este ambiente, este espacio para estar juntas.

NF: Sin duda, Adriana, muchísimas gracias, no solamente por la entrevista, sino que por el programa en general, por atesorar y hacer memoria con cada una de estas conversaciones que esperamos también como estrellas iluminen el futuro, no es cierto.

APR: Exacto.

NF: Porque claramente estas conversaciones son vitales no solamente para quienes escribimos, sino que para quienes leemos también, muchísimas gracias.

APR: Al contrario, Nona, muchísimas gracias a ti.

***

Bellísima la generosidad, la espontaneidad, la naturalidad y el talento de una escritora, dramaturga y activista cultural que es Nona Fernández. Es un verdadero honor tenerla en Hablemos, escritoras. Verdaderamente ha sido una gran conversación con ella. Muchísimas gracias una vez más a Claudia Apablaza, Mariana Hales y Marcela Aguilar Guzmán, cómplices de todo lo que hacemos en Hablemos, escritoras. Gracias a todos ustedes que nos siguen cada semana y gracias al maravilloso equipo que tenemos tras bambalinas y que hace tanto por este gran proyecto. Ellos son, Fernando Macías Jiménez, ingeniería de audio, Christian Josephi, edición de podcast, Andrea Macías y Brenda Ortiz, Social Media, Marketing, Branding y todos nuestros colaboradores y colaboradoras, el equipo de LAM y también el equipo de traducción.

Yo soy Adriana Pacheco y nos vemos, nos escuchamos, nos seguimos en el próximo episodio.