Hoy, Alejandra Márquez de Michigan State University nos presenta su lectura de Brujas de Brenda Lozano. Esta es una novela que parte del feminicidio de Paloma, un muxe, es decir, de un hombre feminizado. Recoge acá las palabras de la escritora mexicana en entrevista para el Excelsior: “Y me interesaba que fuera así el caso porque lo feminizado es lo que genera la violencia de género y los crímenes de odio. No es solamente la mujer, sino todo lo feminizado, y por eso es que también esos hombres feminizados, integrantes de la comunidad LGBT, son el centro de ataques”. (Copiado de la enciclopedia de HE)
Brujas (Alfaguara, 2019) es una novela que comienza con un feminicidio. Escrita por Brenda Lozano (CDMX 12 jun 1981), el texto teje historias que no solo desvelan la violencia de género que aqueja a México, sino que también muestran múltiples formas de ser mujer y de vivir la sororidad. Lozano, nombrada una de las mejores escritoras jóvenes latinoamericanas como parte de la lista Bogotá 39 en 2017, tiene en su repertorio obras como Todo o nada (Tusquets, 2009), Cómo piensan las piedras (Alfaguara, 2017), y Cuaderno ideal (Alfaguara, 2014), cuya traducción a cargo de Annie McDermott fue publicada en 2019 por Charco Press con el título Loop. Colabora en medios como El País y Letras Libres, donde no sólo queda clara su pasión por la literatura y la cultura, sino también su compromiso con el feminismo en México y su certero análisis de la violencia contra las mujeres en un país donde se cometen diez feminicidios al día.
Es por ello que no ha de sorprendernos que en Brujas Lozano entrelace diversas historias para hacernos pensar tanto en la violencia, como las relaciones familiares, la identidad, y el empoderamiento femenino. La novela comienza en in media res con el asesinato de Paloma, la prima de Feliciana, una curandera del pueblo de San Felipe, que no habla español pero que domina “El Lenguaje”, una técnica espiritual proveniente de los pueblos originarios con lo que cura, lo que la ha convertido en una celebridad internacional, un personaje que nos refiere a la mítica y legendaria María Sabina. Zoe, una periodista de la Ciudad de México que viaja a la población para saber más del caso, la conoce. El encuentro de ambas resulta revelador para la investigadora, quien paulatinamente se va interesando más y más en la curandera y su vida, a la vez que, en una especie de bildungsroman, va descubriendo en el camino cosas que no sabía de ella misma y su relación con otras mujeres.
Algo caracterísitico en la obra de Lozano es el lugar prioritario que el lenguaje ocupa. En este libro esto es aún más evidente con las referencias a “El Lenguaje”—con mayúsculas— entendido como el conocimiento que utiliza Feliciana para curar y que le fue enseñado por Paloma, pues antes había sido exclusivamente para los hombres. Por otro, se encuentra la idea del lenguaje como ejercicio escriturario de Zoe, quien como periodista, tiene la necesidad de traducir al mundo a través de la letra. Sin embargo, y a manera de un discuso más contestatario a un sistema hegemónico, Lozano da un lugar fundamental a la oralidad como posibilidad viable de crear conocimiento. Esto se ve en la obra en los capítulos donde Feliciana es la voz narrativa pero es necesaria la intervención de un interprete para comunicarse con Zoe, tal y como si fuera una sesión espiritista de la curandera.
Los otros personajes femeninos que actuan de manera paralela son Leandra y Francisca, hermanas de Zoe y Feliciana respectivamente. Este paralelismo le sirve como herramiente para articular distintos escenarios y realidades sobre mujeres de orígenes distintos y circunstancias diferents. La relación entre hermanas se vuelve un leitmotiv que funciona como espejos. “Las hermanas son lo que no tenemos, ellas son lo que no somos, y nosotras somos lo que ellas no son”, nos dice Feliciana. Y es que las cuatro protagonistas en su diferencia se complementan. La violencia es la que iguala a Leandra con Francisca, ya que al ser ambas víctimas de una violación, son voces de todas las habitantes de un país en donde cada día 10 mujeres son asesinadas. La novela explora también la sororidad y la hermandad, en la imagen de Zoe y Feliciana quienes, en su gran indignación, intentan ayudar a sus hermanas a sanar.
En entrevista para la revista Celdas Literarias de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Lozano apunta a la influencia que en ella tuvo el libro Calibán y la Bruja de Silvia Federici, de donde proviene el título de su libro. Este texto también la llevó a pensar en el personaje de Feliciana como una bruja al ser curandera, pero también como un personaje no sexualizado que, al vivir al margen de la sociedad, no participa directamente en el capitalismo. Es bien sabido que en una percepción llena de prejuicios y descalificaciones, la idea de las brujas se ha ligado en repetidas ocasiones con lo que el feminismo en repetidas veces ha ratificado, la idea de una mitología que se ha construido en torno a las mujeres en dondes son villanas y con ello se justifica el ser sujetos de persecusión.
Sin embargo, en el libro de Lozano, la brujería tiene otro sentido, el de tener el don de sanar y de proteger a otros, de cuidar. La madre de Zoé es también capaz de saber cuando sus hijas corren peligro, creando así una red de cuidado femenino a partir de esos dones. Lozano escribe que “Todas las mujeres nacemos con algo de brujas para defendernos” y es que las mujeres en la obra se cuidan entre sí al hacer uso de sus instintos y experiencias compartidas en una sociedad que las victimiza.
Brujas no sólo es una novela que se centra en lo que significa ser mujer en distintos contextos del México contemporáneo, sino que al posicionar el feminicidio de una mujer muxe como eje de la obra, Lozano muestra cómo no hay feminismo si éste no las incluye a todas, sin importar su sexo biológico. Es precisamente la muerte de Paloma, la que propicia el encuentro entre Zoe y Feliciana, la que lleva a Francisca a explorar sus dones con El Lenguaje. Es ella la que apunta que Paloma fue asesinada por su identidad de género, mostrando también cómo el no ser cisgénero posiciona a los sujetos en constante peligro debido a la violencia y al machismo.
La novela de Lozano es, sin duda, un texto feminista, pero lejos de parecer panfletario invita a su lector a reflexionar en torno a lo que significa ser mujer en los tiempos en que vivimos. Resalta la importancia de tender redes de apoyo entre mujeres, no sólo para defendernos de la violencia y la opresión, sino también para conocernos a nosotras mismas a través de las experiencias de otras. A esto se auna su excelente pluma que, por medio de un texto que alterna las voces de sus protagonistas, logra captar la atención de su lector, quien inevitablemente quiere saber más detalles sobre sus vidas, cómo llegaron a ser quienes son y cómo esto se ve influenciado por las relaciones humanas.
Alejandra Márquez, PhD. (CDMX, 1988) es profesora asistente de literatura latinoamericana en Michigan State University. Tiene un doctorado en letras latinoamericanas en University of North Carolina at Chapel Hill en 2018. Su enfoque es género y sexualidad, crónica en América Latina, representaciones de violencia de estado en la literatura mexicana, cine LGBT latinoamericano, y estudios queer en Latinoamérica.