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Las contraseñas de Rosa Beltrán y Mónica Lavín

Adriana Pacheco · 08/07/2021

Hace algunas semanas recibimos la noticia de la publicación de los últimos libros de las escritoras mexicanas, Mónica Lavín (CDMX) —Sor Juana en la cocina (Grijalvo, 2021), escrito con la complicidad de Ana Beatriz Muro— y Rosa Beltrán (CDMX) —Radicales Libres (Alfaguara, 2021). Y si bien ambos son completamente distintos, a la vez están cerca en el propósito de interpretar distintos momentos de la historia de México. Lavín, por ejemplo, recoge a través de esta obra unos de los distintivos más importantes de este país, su comida, a la vez que otro talento de la gran escritora y pensadora, la Décima Musa como se le conoce a Sor Juana Inés de la Cruz. Beltrán, por su parte, cubre en la voz de tres mujeres, 60 años de la historia de un México que se transforma, se convulsiona y se moderniza, con el respetivo impacto que esto tiene en la esfera familiar y en la muy desgarradora y conmovedora relación de una hija y su madre, misma que es referente para construir su propia identidad.

Y lo que son las cosas, leerlas de nuevo, me llevó a pensar en sus trayectorias como promotoras de la literatura y enseñanza, y en lo mucho que les debemos por esto. Un ejemplo es el programa “Contraseñas” que lazaron juntas en Canal 22 en 2016, con un horario estelar y en donde entrevistaron a decenas de escritoras y escritores.  Y aunque tristemente el programa ahora no está al aire —una cosa más que perdimos con la pandemia— los episodios están disponibles en Youtube, lo que da la oportunidad a seguir aprendiendo de ellos. Claro está que han habido muchos otros proyectos en la televisión mexicana para hablar de literatura, como el de Javier Aranda, "Cuenta conmigo" en Televisión Educativa Mx, y que juntos son un esfuerzo en lo que se refiere a ver al autor como individuo y no como un sujeto distante y anónimo. 

Recuerdo el inicio de cada episodio de "Contraseñas", con su música jazzeada y la cámara viajando por espacios del México urbano, hacia la salita en donde se sentaron personajes como: Ana Garcia Bergua, Margo Glantz, Carmen Boullosa, Sara Sefchivich, Ana Clavel, Guadalupe Nettel, Cecilia Eudave, Jorge Volpi, David Huerta, Guillermo Fadanelli, y Rafael Pérez Gay, entre muchos otros. La preparación y conocimiento en la literatrua contemporánea de ambas conductoras facilitaban conversaciones amenas y profundas, revisando aspectos de la carrera y de la obra de las y los autores. 

Y la mente me lleva a otro lugar, a recordar a una crítica a la que regreso continuamente, Beatriz Sarlo, quien ha hablado ampliamente de la relación del espectáculo con la literatura (la misma Rosa Beltrán lo ha hecho en Verdades virtuales (De Bolsillo, 2019). En el caso específico de la televisión, hay un famoso debate donde Sarlo responde al libro Devórame otra vez. Qué hizo la televisión con la gente de Oscar Lardi. En su crítica sobre este, ella cuestiona cómo la crítica desde la academia —o lo que ellos llaman los  “intelectuales”— entiende el impacto que los medios masivos de comunicación tienen en la gente y en impulsar cambios democratizadores. Y aunque la discusión se da en los 1990s, debemos reconocer que hay aspectos que Sarlo plantea que siguen siendo válidas hoy como no minimizar el impacto de políticas culturales y las plataformas desde donde estas operan para educar a una nación. 

En “Contraseñas”, la plataforma  de un canal de televisión que tiene como objetivo la educación es la que permite un espacio de difusión que es urgente preservar y ampliar, pues es desde ahí que especialistas como Lavín y Beltrán —ambas escritoras, catedráticas, e investigadoras— hacen fluir lo que es la sangre vital de la sociedad: la lectura. Y siguiendo con la idea de Sarlo, este programa no solamente nos dio una contraseña para entender a la literatura desde el escritor mismo, sino que nos ayudó a abrir nuevas oportunidades de disfrute y a pensar al mundo de otras maneras a través de la lectura. 

Ojalá "Contraseñas" regresara en voz de estas escritoras, a las que les debemos tanto. Buen provecho.