Como muchos de ustedes saben, esta semana tuvimos en Seattle nuestra primera parada de “Las cuatro esquinas Tour”, con una recepción totalmente inesperada, después de meses de un trabajo enorme de nuestros anfitriones, Seattle Escribe. Cierro esta experiencia con una breve crónica que difícilmente da testimonio de lo maravilloso que fue esta visita. Los frutos de las presentaciones y paneles, así como de las interesantes conversaciones que se dieron tras bambalinas, como diría la escritora Crista Aún y que pronto estará en el podcast, serán muchos y se traducirán en unir fuerzas y hacer alianzas.
El día comenzó temprano. Mi esposo y yo con nuestras preciosas t-shirts de Hablemos, escritoras estábamos listos. María de Lourdes Victoria, nuestra anfitriona nos llevó a la primera parada: el campus aún floreado de Seattle U. Dos entrevistas para el podcast nos esperaban. Empezamos con la investigadora Gabriella Gutiérrez y Muhs, quien, a pesar de tener el codo lastimado, después de haber tenido un accidente automovilístico unos días antes, aceptó conversar conmigo. La historia de Gabriella es fascinante con anécdotas de encuentros con Barack Obama y Andrienne Rich, su vida como niña migrante, y su trabajo de investigación sobre literatura chicana y sobre las diferencias que sufren las mujeres en la academia, entre muchos más. Sus libros en la mesa nos acompañaban.
La otra conversación fue con la poeta, docente y activista Claudia Castro Luna. Fue toda una experiencia. Llegó con una sonrisa en los labios y un libro en sus manos One River, A Thousand Voices, belleza total. Y aquellos que me conocen de cerca saben que soy una mujer de lágrima fácil, especialmente cuando se habla de injusticia social, pero pocas veces, muy pocas veces se me hace un nudo en la garganta frente a el micrófono. Ese día sucedió con Claudia y no una, sino dos veces, conmovida por su entrega, su valentía, generosidad y por su poesía sensible y aterrizada en el mundo.
La plática que seguía me tenía anticipadamente emocionada, con el privilegio de conversar con profesores de español y literatura, poetas e investigadores como lo fueron Gabriella Gutiérrez y Muhs, Claudia Casto Luna, los poetas Raúl Sánchez y Alejandro Pérez-Cortez, y dos educadoras Farin Houk, fundadora de Amistad School, Anita García Morales, escuelas públicas de Seattle. La mesa empezó con las emotivas palabras de Julio Torres y el panel me ayudó a entender los retos tan grandes que pasan quienes se dedican a la enseñanza y lectura en español no solo para adultos, sino también para niños y jóvenes, conmovedor escuchar sus historias. No quería que se acabara el tiempo para seguir escuchándolos y si tengo que resumir esta conversación en una palabra sería: compromiso.
Fernando y yo viajamos con dos maletas que preparó Roxanna cargadas con más de 90 libros. En ellas iban escritoras de México, España, Argentina, Chile, Cuba, Uruguay, y otros países. Rita Wirkala, otra escritora y amiga del proyecto nos ayudó a venderlos a un público que emocionado se llevó muchos de ellos.
La comida es el lugar donde todo sucede, donde creamos espacios y amistades, donde se hace comunidad. Al terminar fuimos a comer a D’La Santa delicioso el menú mexicano que disfrutamos. Bárbara Rodríguez nos dijo que el chef estaba a punto de ser papá y sin embargo estaba ahí con nosotros para celebrar nuestro idioma y nuestra literatura. Si van a Seattle, les recomiendo que lo conozcan.
Yo estaba esperando ya desde hace mucho ir a The Elliot Bay Book Company, lo que nunca imaginé es que María había hecho posible que también conociéramos a Rick Simonson, su dueño, y a Karen Maeda. Qué emoción me dio conversar con ellos y saber de este legendario lugar, increíble espacio con sus anaqueles de madera y cientos y cientos de libros de tantos lugares del mundo. Ahí estaban los de varios autores en español y esperemos que pronto tengan muchos más. Salimos de ahí hacia otro increíble lugar Hugo House, casa para escritores, donde organizan pláticas, talleres y seminarios. Rob Arnold, Shahina Piyarali y Gary Luke fueron generosísimos en recibirnos y contarnos sobre sus programas. Tengo mucha ilusión de poder colaborar con ellos en lo que sea posible y en los esfuerzos que Seattle Escribe logre y hagan alianzas.
En verdad, no tengo palabras para agradecer estas dos visitas, fueron dos premios más del viaje.
A mí me encantan los consulados y el trabajo que hacen los Cónsules. Tengo grandes aliados en diversos consulados del país y ahora tuve el privilegio de conocer al cónsul de México Héctor Iván Godoy Prieske en el Consulado de México en Seattle. Precioso edificio en donde nos recibió Karla Nahmmacher. Me encantó compartir la mesa con la Cónsul Diana Ma. Oliveros, mujer lúcida, comprometida y capaz en su función; Angélica Amezcua de la Universidad de Washington, una voz fuerte en la defensa del idioma español en los Estados Unidos; Teresa Luengo de King County Library, con una visión progresista para lograr llegar a más lectores; María de Lourdes Victoria de Seattle Escribe de quien siempre he admirado su articulación de palabras e ideas, así como su gran entrega; y José Luis Montero, escritor y otro motor importantísimo dentro de la comunidad de escritores. Trabajo sostenido y colaboración son las palabras con las que definiría este panel.
Qué privilegio conocer a la Cónsul de un país tan querido con lo es Guatemala. En esta reunión nos acompañó la Cónsul Claudia Noemi Gatica y pude ver el trabajo colaborativo entre ambas insituciones. También fuimos testigos del trabajo de organizaciones como la que lleva Marcos Wanless, Cámara Latina de Comercio, quien me contó sobre sus esfuerzos para hacer comunidad con los mexicanos en esa región de los Estados Unidos, así como Jaime Méndez, UNIVISIÓN, quien desde los medios se pregunta sobre preservar el español. También conocí al editor del periódico Latino Newspaper elSieteDías.
Un Town Hall es un lugar para la ciudad, “the Town” y la última parada de un día maravilloso fue ahí, en Town Hall Seattle Ya desde la entrada, con sus altas columnas blanca se anunciaba un evento precioso. Cuando las luces se apagaron y los reflectores iluminaron el escenario un auditorio lleno recibió a Alfonso Mendoza, Presidente de Seattle Escribe, a Kristen Millares Young, periodista y autora de Subdution, Claudia Casto Luna y José Luis Montero —con la suerte de tenerlos de nuevo ahora en este panel—, a Catalina Cantú, presidenta de La sala, escritora y una poderosísima fuerza en la comunidad; Rubi Romero de Latinos@Amazon, que ha hecho un trabajo enorme con grandes resultados con los latinos y, remotamente vía zoom, a Miguel Guillén de ArtsWA, total visionario de las formas para ayudar a artistas y promover su arte. Hablamos de muchas cosas como de estereotipos y los privilegios que marcan diferencias fuertes entre la población de los distintos migrantes a los Estados Unidos, de la fuerza de la poesía, del bilingüismo, de la escritura y la lectura en español, y de los esfuerzos que se tienen que hacer para lograr colaboración y diálogo. Si con algo puedo definir esta conversación es: visión.
El día termino con una verdadera romería y una venta de libros deliciosa gracias a toda la ayuda de Julio César Torres, su esposa Amparo, y su hija Julieta. De nuevo, la gente viendo los libros de nuestras escritoras me tenía conmovida.
Regresé a Austin ya, cargada de libros que me obsequiaron y que no puedo esperar para empezar a leer. Regresé agradecida con todos los que se unieron a este esfuerzo invaluable para nuestro trabajo de investigación y difusión y quedo en deuda con María, Pepe y Bárbara, con Alfonso, Rita, Julio, Karla, Diana, Gabriella y con quienes trabajaron y tocaron puertas para que esto fuera posible. Quedo en deuda como siempre con el “Head Minion” de Hablemos, escritoras.
Buen provecho.