Needdles
En el cuarto de techos altos
un hilo de luz
divide la pequeña mesa
donde la tía les enseña
el oficio de las niñas
en la caja de madera
hay decenas de agujas
unas duermen, otras
como bailarinas
hunden la punta de su pie adolorido
en el almohadón de colores
ofician un baile que lastima
y, a veces, saca sangre
el algodón
atraviesa
el ojo único
de acero
a su paso,
la aguja desgarra la tela
solo el dolor une
lo que estaba separado
La niña es una mujer
tendida sobre el costado de su cuerpo
estira los pies en punta
como si fueran uno
su brazo es la hebra que
atraviesa el espacio vacío
entre el hombro y la cabeza
quiere sentirse de acero
ensartada, quizá, por un hilo de seda
y dormir
pero su piel está hecha de algodón
no sabe, si cuando la traspasa,
la punta de la memoria
la repara
o termina de romperla
no logra detener el ímpetu
de ese aguijón hiriente
que la mira con el ojo cruel
y solitario
y todas las palabras del poema
no le alcanzan
para cubrirse