Natatio aeterna o el lenguaje lanzado desde el vértigo. Cada palabra pareciera que vibra precediendo la nota de la palabra siguiente. Cada uno de los hablantes que integran esta novela, dibuja un perfil que difiere de lo que conocemos como habitual, no hay espacio de transición en la participación y aparición de cada uno de ellos; el lector podrá percibir, a su manera y libremente, el juego al cual es llevado por el ritmo de una escritura que, por momentos, toca en tonos de casi delirio. La tradicional escritura de la novela se quiebra y lo que nos queda es el eco, un sonido sordo, extraño, donde la entremezcla de la lengua pareciera participar de códigos más amplios, que se tocan con registros de otros medios donde el hombre habita las diferentes dimensiones de eso que denominamos realidad.