Hablemos, escritoras.

Habana Año Cero/Havana year zero por Karla Suárez. Trad. Christina MacSweeney.

Episodio 402 3 Minutos / 3 Minutes

12/26/2022 · Adriana Pacheco

Todo ocurrió en 1993, año cero en Cuba"

Karla Suárez nos deslumbró este año con su obra. Descubrirla fue un gran logro de Hablemos, escritoras. Recuperar su voz en esta cápsula es reconocer su trabajo y la historia de su país Cuba que con tanto devoción retrata en su libro Habana Año Cero (Comba, 2029/Charco Press, 2021) Compartimos en estos "3 Minutos" también la voz de su gran traductora, Christina MacSweeney, leyendo Havana Year Zero (Charco Press, 2021).

"Leyendo literatura en 3 minutos" es una declaración por una escritura más allá de las fronteras. 


Habana Año Cero

Todo ocurrió en 1993, año cero en Cuba. El año de los apagones interminables, cuando La Habana se llenó de bicicletas y las despensas se quedaron vacías. No había de nada. Cero transporte. Cero carne. Cero esperanza. Yo tenía treinta años y miles de problemas, por eso me fui enredando, aunque al principio ni siquiera sospechaba que para los otros las cosas habían comenzado mucho antes, en abril de 1989, cuando el periódico Granma publicó un artículo titulado “El teléfono se inventó en Cuba” que hablaba del italiano Antonio Meucci. La mayoría de la gente habrá olvidado poco a poco aquella historia, sin embargo ellos recortaron el artículo y lo guardaron. Yo no lo leí, por eso en 1993 aún no sabía nada del asunto hasta que, casi sin darme cuenta, me convertí en una de ellos. Era inevitable. Soy licenciada en Matemática y a mi profesión le debo el método y el razonamiento lógico. Sé que hay fenómenos que solo pueden ocurrir cuando determinados factores se reúnen y ese año estábamos tan jodidos que fuimos a converger hacia un único punto. Éramos variables de la misma ecuación. Una ecuación que quedaría sin resolver hasta muchos años después, ya sin nosotros, claro.

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Havana Year Zero

It all happened in 1993, Year Zero in Cuba. The year of interminable power cuts, when bicycles filled the streets of Havana and the shops were empty. There was nothing of anything. Zero transport. Zero meat. Zero hope. I was thirty and had thousands of problems. That’s why I got involved, although in the beginning I didn’t even suspect that for the others things had started much earlier, in April 1989, when the newspaper Granma published an article about an Italian man called Antonio Meucci under the headline ‘The Telephone Was Invented in Cuba’. That story had gradually faded from most people’s minds; they, however, had cut out the piece and kept it. I didn’t read it at the time, which is why, in 1993, I knew nothing of the whole affair until I somehow became one of them. It was inevitable. I’m a mathematician; method and logical reasoning are part and parcel of my profession. I know that certain phenomena can only manifest themselves when a given number of factors come into play, and we were so fucked in 1993 that we were converging on a single point. We were variables in the same equation. An equation that wouldn’t be solved for many years, without our help, naturally.