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Siglo XIX. Investigar el lugar donde se imaginó lo femenino

Adriana Pacheco · 03/27/2021

Esta semana Twitter enloqueció entre la comunidad decimonónica con el anuncio de la investigadora Mayra Bottaro de la ganadora del Premio LASA SIGLO XIX a mejor disertación doctoral: “The Cultural Politics of Reproductive Surgery in Mexico, 1790-1940” por Elizabeth O’Brien. También esta semana, anuncié en las redes, con bombo y platillo, la publicación, del volumen número III de la Historia de las literaturas en México, “La modernidad literaria: creación, publicaciones periódicas y lectores en el Porfiriato (1876-1911)”, libro que, gracias al trabajo de las investigadoras y académicas Belem Clark de Lara y Ana Laura Zavala, reúne plumas que han dedicado toda una vida al rescate de la literatura, la historia, y el imaginario de un siglo donde Latinoamérica prácticamente se inventó. Son voces como las de Adela Pineda, José Ramón Ruisánchez, Yliana Rodríguez, Luz América Viveros, entre otros. Yo tengo el gusto de estar en él con parte de una investigación que ha tomado varios años de mi vida, sobre cómo la prensa católica colaboró en la construcción de un modelo de mujer “ideal” de acuerdo a una visión conservadora. Esta misma semana, lamentamos el fallecimiento de una de las benefactoras que más impacto ha tenido en la investigación sobre Latinoamérica y la comunidad hispana en los Estados Unidos, Teresa Lozano Long, de quién lleva su nombre el centro de estudios latinoamericanos más importante en el campo, que aloja la biblioteca más grande del mundo en documentos de esa región, The Benson Latin American Collection,  un acervo donde miles de investigadores han abrevado y que este 2021 cumple 100 años de vida. 

Todo lo anterior coincide en un punto: la importancia del trabajo de investigación en archivo y el reconocimiento del rigor que hay detrás de él para escarbar en el pasado de nuestras sociedades entre polvosos libros, documentos, periódicos, recortes, o fotografías. En el caso específico del siglo XIX, donde prácticamente se creó la idea de America Latina como lo que conocemos hoy, es fundamental el descubrimiento de paradigmas, normalizaciones, decretos, usos y costumbres, y estrategias políticas, que buscaron hacer de la mujer y del hombre un trazo perfectamente delineado, acotado, hegemonizado, y contenido con el fin de hacer una patria en donde las diferencias de raza, clase, y género rigieron muchas conversaciones. Libros, periódicos, y revistas dedicadas y escritas por mujeres dan prueba de una educación afincada en una mirada y sensibilidad europeizada y conservadora que semana a semana, o mes a mes educó a miles de familias, como lo escuchamos en nuestro episodio "Hablemos de...revistas literarisa y culturales por mujeres".

El resultado de este meticuloso trabajo de investigación es a la vez fascinante como intrigante, pues de esta exploración de las vidas de personajes famosos o la gente común surgen tanto obras académicas como novelas históricas o historias noveladas, que nos recuerdan el gran aparato social y político que estuvo detrás de la creación de lo femenino en Latinoamérica. Grandes pioneras como Sylvia Arrom en Brandeis University y su investigación sobre historia de las mujeres y el Hospicio de pobres,  Ana Peluffo  desde UC Davis trabajando sobre sentimentalismo en la literatura como medio para educar a los individuos y crear una división de lo sentimental a partir del género, dialogan con el de otras como Kari Soriano y Andrea Castro, quienes desde Noruega y Suecia han reunido a diversos investigadores en el grupo "Sensibilidades decimonónicas". 

Otro esfuerzo de revisar y recusar la historia es el de traducir el trabajo de archivo a obras de ficción. Tal es el caso de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, con Nadie me verá llorar, una novela basada en su investigación doctoral sobre La Castañeda, el primer centro psiquiátrico en Mexico fundado en el siglo XIX, en donde una mujer es protagonista principal para hablar sobre el estigma de la locura en una época donde se patologizaba todo lo femenino.  Está también la investigadora chilena, Patricia Cerda, quien en Rugendas se inspira en la visita a Chile del pintor alemán del siglo XIX, Johann Moritz Rugendas, para hablar de un clasismo que afectaba a las mujeres de tantas maneras.  Otro es el trabajo de Bertha Balestra, quien en El cuervo y el halcón, entrelaza las vidas de Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo, donde las mujeres jugaron un papel fundamental en la construcción de la historia nacional. 
 
Así, el diálogo entre ficción y no ficción resulta en un ejercicio para repensar y reescribir la historia, para dar luz sobre realidades largamente ocultas y llevarlas a más y más lectores. Sin lugar a dudas, para un escritor que busca en la historia inspiración para su obra, encontrará en libros como el de O’Brien sobre políticas de la reproducción, o los otros mencionados en esta cápsula, así como en los aservos de prestigiados archivos y bibilotecas como la Benson Library, las semillas para repensar el pasado y hacer sentido del presente.