¿Cómo respondemos? ¿Con la voz entrecortaa? ¿Con el cuerpo? ¿Con la lata de aerosol? ¿Con un coctel molotov? ¿Con toda nuestra rabia? ¿Con nuestra inteligencia? ¿Con todo lo que tenemos y somos? ¿Cuantas formas posibles de respuesta hay?. Tantas como nosotras. "Nuesra arma es la voz", dijo Marichuy en la toma reciente del INPI y ya había mencionado Gloria Anzaldúa que la responsabilidad es nuestra habilidad de responder: con la boca, la voz, y las puntas de los dedos cargamos y enunciamos esa responsabilida. Las voces aquí reunidas cuestionana el amor tradicional entre una hija y su madre, las relaciones posibles y el deseo en una comunidad zapoteca; reflexionan sobre las historias que nos han contado contre la identidad, sbre los cuerpos normados, las periferias, las disiencias; se preguntan por las luchas de izqueirda que hacen jerarquías entre los cuerpos, por la "sororidad" entre unas a costa de otras; cuetionan nuestra participación en el juego de la estupidez desde la valentía adolescente; se duelen por el extraactivismo que penetra nuestros cuerpos-territorios; ponen en entredicho las teorias racistas, clasistas y discriminatorias de ciertas manifestaciones radicales del feminismo, e imaginan las posibilidades de un futuro alegre despues del hatarzgo y el dolor, desde las perlas-cicatriz o los monumentos vueltos archivos íntimos, y la voces que la historia quiso borrar hablan fuerte y claro. ...—Gabriela Jauregui